viernes, 21 de enero de 2011

Chupate esta mandarina y escupime los carozos

El inquieto Andrés Ehrenhaus –a quien algunos sospechan de doble agente–, en una prueba más de su hombría de bien, le hizo llegar al Administrador la siguiente noticia, proveniente de RT en vivo, una página sindicada de "Rusopedia", con fecha del 20 de enero.

Google intenta que la inteligencia artificial
traduzca poesía

Google está desarrollando un proyecto en el ámbito de la inteligencia artificial que, según sus participantes, es el más complicado de la historia de la investigación en esta esfera: intentar enseñar a una computadora a traducir textos poéticos, según informa el sitio web de la radio pública estadounidense NPR.

Según comentó uno de los desarrolladores del proyecto, Dmitri Genzel, este es un típico "IA completo", es decir, un problema computacional cuya resolución equivale a resolver el principal problema de la inteligencia artificial: hacer a las computadoras tan inteligentes como los seres humanos.

Mientras que la mayoría de los programas de traducción automática todavía no pueden cumplir con simples textos escritos en prosa, confundiendo a menudo el sentido de las palabras, la traducción de un texto poético es una tarea aún más complicada.

Dmitri Genzel subraya que la mayor dificultad de la traducción de la poesía consiste no tanto en reconocer la medida del verso, combinar rimas o encontrar un sentido exacto, sino preservar el sentimiento expresado en las palabras. El secreto para esto último lo conocen solamente los especialistas, que normalmente dedican toda su vida para perfeccionar el arte de la traducción de poesía.

Muchos teóricos y prácticos de la traducción poética sostienen que esta esencia sútil propia de los versos inevitablemente se rompe, cualquiera que sea la maestría del traductor. Mientras, los programadores siguen planteándose tareas e intentando cumplirlas.

La más simple forma poética para la traducción automatizada parece ser un haiku japonés, que no tiene rimas ni métrica especial: bastaría programar el computador para que genere tres líneas con la cantidad de sílabas fija (cinco, siete, cinco según la tradición), explica Genzel. Cabe mencionar que muchos poetas traductores rusos a menudo rechazan esta fórmula si las palabras no expresan el espíritu de la obra.

El pie de métrica más difícil para la traducción automatizada es el yambo, típico por ejemplo para los sonetos de William Shakespeare, dice Genzel. Pero este problema también tiene su resolución: el ordenador utilizará un diccionario de pronunciación para establecer en qué sílabas cae el acento en una cierta palabra, y luego colocará esta palabra en un puesto correcto en la línea.

Lo más complicado en la traducción automatizada sigue siendo la rima, afirma el especialista, agregando que dos palabras que riman en un idioma pueden no rimar en otro. El programa buscará variantes de traducción en una extensa base de palabras, pero al aparato le da igual las palabras que se usen, con lo que puede introducir alguna variante que termine perdiendo el sentido original de la frase.

Es evidente que el resultado logrado por este software carece de la personalidad propia del traductor en cuanto a vocabulario, estilo y forma de pensar que, al fin y al cabo, dan a la traducción el carácter de obra artística única.

El proceso de traducción automatizada de la poesía es todavía muy lento y está lejos de ser presentado al público. Sin embargo, los autores tienen fe en su desarrollo: los programas traductores de alta calidad en nuestros días son más útiles que nunca ya que ayudan a entender mejor otras culturas presentes en la Red a través de abundantes contenidos.

2 comentarios:

  1. el principal problema de ese programa será que no podrá disponer de la herramienta principal del traductor de poesía: el arte de la conjetura

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  2. ...ni de la felicidad del error genial!

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