viernes, 14 de enero de 2011

Fernando Denis: de Bogotá a Bombay y Calcuta


La noticia se publicó en El Espectador, de Bogotá, el 2 de diciembre de 2010, con firma de Angélica Gallón Salazar. En ella se habla de la traducción al inglés, firmada por poeta y traductor colombiano Nicolás Suescún, de un libro del poeta colombiano Fernando Denis (foto: David Campuzano) y de la presentación de éste en la India.

Los periplos de un vagabundo

Hace apenas cuatro años, Fernando Denis arrastraba su existencia por las calles, mientras la embriaguez le daba a veces tregua para dejar en papeles sueltos su poesía. El año pasado, precisamente por los días de diciembre,  gracias a la edición que realizó la Editorial Norma de una antología de sus poemas bautizada La geometría del agua, Denis se convirtió en el autor del mejor libro del año, según la revista Arcadia, y en un poeta que parecía estar haciendo una hazaña: un libro de versos se vendía bien en las librerías nacionales, siempre tan escasas de clientes que prefieran la poesía a la novela.

Hoy Denis, lejos de las calles, pero aún viviendo en la habitación de una casona en el barrio La Soledad, tiene una maleta lista para irse a India. Su periplo esta vez —que ya no es vagabundo y callejero, sino todo un escritor  que va en primera clase—, es para presentar la versión en inglés de La geometría del agua, obra traducida por el maestro Nicolás Suescún, que será publicada en la lejana tierra de grandes poetas.

El camino que ha llevado a este escritor cienaguero que siempre luce algo destartalado hasta aquí ha sido largo y turbulento, por eso los asuntos de conseguir una visa, hacer escala en París, o enfrentar un tedioso policía de inmigración, parecen nimios. En realidad, nada de eso perturba a Denis. Quizá toda su vida, sus tardes hambrientas en las que distraía la dureza de la vida leyendo los clásicos en la Luis Ángel Arango, sus noches siendo testigo del cielo  acostado en la banca de un parque se justifiquen por la oportunidad que va a tener de ver de primera mano y en la vida real a los pintores prerrafaelistas y los paisajes de William Turner que por tantos años han habitado y alentado sus poemas.

“Un día una mujer muy adinerada, que conoció mi libro y se conmovió con mi poesía, me propuso un contrato y me dijo que hiciéramos todas las vueltas para que Nicolás Suescún lo tradujera. El libro traducido, que contenía más de 60 poemas, llegó por alguna razón a las manos del embajador de Colombia en India, Juan Alfredo Pinto, y fue así que luego recibí una invitación a almorzar con él. En el almuerzo me propuso que publicáramos el libro allá y que fuera a Calcuta y Bombay a presentarlo”, comenta Denis  emocionado. Ansioso.

Pocos poetas colombianos han sido traducidos. Quizás en eso —más allá del encuentro de Denis con los grandes de la pintura o de sus ganas de traerse un computador “con pantalla gigante”— radique realmente la importancia de este viaje.

“Nunca se tradujo a Porfirio Barba Jacob, por ejemplo. Y si pensamos en un libro completo de poesía colombiana traducido sólo podríamos referir unos poemas escondidos de León de Greiff; a José Asunción Silva, que lo tradujo Margaret Randall por un encargo, y por supuesto la obra de Mutis”, comenta Nicolás Suescún, el traductor que parece haberse convertido en el paciente amigo de Denis, en su compañero de almuerzo y el proveedor incansable de bolsitas de té.

“La traducción a otras lenguas es sinónimo de universalidad, hay muchos escritores que no salen de sus países y eso ha pasado en general con toda la literatura  colombiana”, añade Suescún, que como muchos otros autores respetados en el mundo de la literatura sólo tiene halagos para  La geometría del agua. “Es una obra rica, llena de imágenes bellísimas, original, que no se parece a nada y que retrata una forma de ver el mundo muy particular. ¡Increíble!, cuando uno lo ve a él”.

Denis no luce propiamente como un poeta, pero como él mismo sentencia con gracia, “¿acaso uno debe parecerse a lo que escribe?”. En realidad, su poesía ha logrado cosas que quizás una buena pinta nunca hubiera podido. Por estos días dos mujeres, una en Alemania y otra en Rusia, están trabajando en la traducción de su libro. Su poesía también ha conquistado a los más duros críticos literarios: “Recibí un día la llamada de Antonio Caballero, que nunca me había llamado al celular y me dijo que la versión de La geometría del agua en inglés era tan buena que ya tenía ganas de traducirla”.

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