jueves, 24 de marzo de 2011

Defensa de una lengua que también hablan los españoles

Mario García de Castro (foto) es profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y director del Instituto Cervantes de Roma. Publicó la siguiente columna de opinión en el diario El País, de España, del 17 de marzo pasado.

La vitalidad actual del español 

Siempre fue mala consejera la nostalgia. Con frecuencia observa el presente degradado y el futuro lo hace patético. Pero peor resulta la egolatría, tan frecuente en el anacrónico mundo intelectual español, que en su proceso de distanciamiento de la realidad no solo ignora al otro, sino que lo agrede para imponer la visión miope del yo salvador, hasta reducirse a contemplar un submundo autista y ficticio.

Viene esto a cuento de las visiones derrotistas sobre el futuro del español que ha acogido este periódico recientemente y formuladas precisamente por exgestores del Instituto Cervantes que ahora se consideran guardianes de los bienes culturales patrios pero antes parece que menos. Otro impulso facilón en el secarral de nuestra vida académica. ¿Por qué se impone la visión negativa de la defensa del español en el mundo cuando nuestra lengua vive su mejor momento histórico? Deberíamos estar pensando en el futuro y no mirar inútilmente al pasado. Ahí están los desafíos que nuestra lengua debe encarar. Su presencia en las redes sociales y la web 2.0, en los nuevos sistemas multimedia de enseñanza.

El Instituto Cervantes existe para hacer frente a los retos que este gran patrimonio cultural y político que es el español tiene por delante. Pero sin protagonismos sino reciprocidad internacional, la que se merece una lengua utilizada por 450 millones de ciudadanos en el mundo.

¿Qué se pretende cuando se advierte que no se puede dejar que el futuro de nuestra lengua dependa solo de la fertilidad latinoamericana? Esa visión ombliguista del español que nunca condujo a nada bueno sino al casticismo más rancio ¿no se complace con el Nobel Vargas Llosa? ¿Molesta que México exporte cultura en español? ¿Molestan los nuevos creadores del español como Bolaño, Vallejo, Piglia? ¿Imaginan al British Council defendiendo en Estados Unidos la pureza del inglés antiguo de Oxford degradado por los nativos de Kentucky? ¿No ha sido América el mayor poderío del inglés?

El Instituto Cervantes tiene como objetivo la promoción de una lengua que tiene cinco siglos de historia en América. Hoy, nueve de cada 10 personas que hablan español procede de América. Como ha referido Vargas Llosa, el español ha evolucionado muchísimo y se ha enriquecido gracias al contacto con otras lenguas. Se ha contaminado. Es hoy una lengua mestiza, y por eso precisamente tiene esta gran vitalidad y se expande y desarrolla. Cada día comprobamos esta vigencia de nuestra lengua. Una lengua que es la segunda lengua más hablada en el mundo por detrás del chino, y ya por primera vez por delante del inglés, y que, algo impensable, crece en unos EE UU que caminan hacia una sociedad bilingüe inglés-español, que es la tercera lengua en la Red y que avanza de manera imparable.

Y este es el gran desafío que vivimos. La cultura digital. El español ha superado el desafío del mestizaje, del contacto con otras lenguas, pero ahora se enfrenta a un nuevo reto, el de la cultura de las nuevas tecnologías de la comunicación. Hasta ahora parecía que el prestigio de la lengua estaba depositado solo en las obras literarias. Hoy cada vez es menos así y su desarrollo depende tanto de la literatura como de la economía, la ciencia o la tecnología. De la sociedad de la información, de la innovación, de su creatividad.

Sin duda, el español es hoy una lengua con una gran vitalidad. Es una lengua multicultural que estudian en el mundo 14 millones de personas no hispanoparlantes. La enseñanza del idioma español no se ha degradado en los centros de enseñanza como se afirma con facilidad; está tratando de sobrevivir con fuerza adaptándose a las novedades. Y si no fuera así solo sería culpa precisamente de nosotros los enseñantes, nunca de los alumnos. Ese sería el desafío y no otro. Seguir desempeñando un liderazgo en la adaptación irreversible a los nuevos tiempos, que nunca están quietos y menos ahora.

¿Que el idioma español resulta triste en los medios de comunicación y en el Parlamento de la nación? Pero ¿por qué siempre hay que buscar responsabilidades fuera? Empecemos por nosotros mismos. ¿Qué han hecho los catedráticos y exdirectores del Instituto Cervantes por impedir esa supuesta degradación? ¿Acaso deben pensar que han fracasado en su labor? Esto es una discusión de barra de bar. La culpa siempre la tienen los políticos o los periodistas. Y, mientras, nos inhibimos de actuar en aquellos campos donde se la juega el futuro del español: en cómo somos capaces de estimular a los estudiantes, a los investigadores, a los periodistas, a los músicos y actores, a los creadores en español para que exporten por el mundo. ¿Se lo dejamos a los jóvenes posmodernos porque lo nuestro es "reivindicar la acción de aquellas personas que supieron plantear con lucidez..."?

¿Pero a quién debemos reivindicar, a Vargas Llosa o a los exministros? ¿Quiénes son los que supieron plantear con lucidez la extensión y el fortalecimiento del español en el mundo, los exministros o los artífices de las redes sociales, donde diariamente se comunican en español millones de jóvenes? ¿Cuál sería el futuro del español sin estas redes sociales, sin los medios y las televisiones internacionales en español, sin el cine latinoamericano, sin la literatura y el pensamiento en español, sin la creatividad y la innovación que impulsa una lengua de comunicación en el mundo?

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