viernes, 5 de agosto de 2011

La Real Academia enseña cómo ganar amigos

Publicado el 31 de julio pasado por El Mundo, de España, sobre una nota de la agencia EFE firmada por Ana Mendoza, el presente artículo demuestra cómo los académicos –a esta altura "irreales"– mantienen posiciones machistas, racistas, homófobas y nacionalistas católicas (bah, franquistas) y, de paso cañazo, consiguen que otros hagan el trabajo por el que les pagan.  Parece cosa de Manolito. O eso piensa la mayoría de los 34 lectores españoles que a los académicos implicados les dijeron, menos lindos, de todo en los comentarios que pueden leerse en http://www.elmundo.es/elmundo/2011/07/31/cultura/1312104785.html

En la foto de la derecha, Darío Villanueva Prieto (1950),  académico y Secretario General de la Real Academia Española.

En la foto de la izquierda, Pedro Álvarez de Miranda de la Gándara (1953), catedrático de Lengua española en la Universidad Autónoma de Madrid y responsable de la versión en preparación del DRAE.

Critique el diccionario de la RAE...
pero no pida que sea políticamente correcto

"El Diccionario no puede ser políticamente correcto porque la lengua sirve para amar pero también para insultar. No podemos suprimir las palabras que usamos cuando nos enfadamos o cuando somos injustos, arbitrarios o canallas", afirma en una entrevista el secretario de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva.

Esa unidad, cuya dirección de correo electrónico es unidrae@rae.es, es interactiva y tendrá un lugar específico en el nuevo portal que abrirá en los próximos meses la Academia. Mientras tanto, se atenderán las propuestas que vayan llegando para mejorar el Diccionario.

"Cualquier hablante es una autoridad para nosotros, en el sentido de que puede apreciar que en el DRAE faltan cosas o sobran otras", señala el secretario, quien pone como ejemplo las críticas enviadas por "una colombiana que vive en Australia" sobre la palabra "champú", definida como "loción, cuando realmente es un jabón".

"Esa señora tenía toda la razón del mundo, y hemos aprovechado para revisar las palabras conexas, como jabón, loción o gel". La definición de champú se modificará en la 23ª edición del Diccionario, que se publicará en otoño de 2014, como broche final de la celebración del tricentenario de la Real Academia Española.

El académico Pedro Álvarez de Miranda ha sido nombrado director de esa edición, que, como la anterior, de 2001, se prepara en estrecha colaboración con las veintiuna Academias de la Lengua Española restantes.

Todas ellas le han dado el visto bueno a las numerosas novedades que se han ido incorporando en estos años a la edición digital del Diccionario, que recibe un millón de visitas diarias. Entre las últimas figuran la expresión "libro electrónico" y voces como abducir, antiespañol, cultureta, muslamen o "jet lag".

La 23ª edición contará con nuevos términos procedentes del campo de la informática, como el de "tableta", que la Academia ha decidido oficializar para el "tablet", esa pantalla táctil multiservicio con millones de usuarios en el mundo. Esa incorporación está pendiente de la aprobación de las Academias americanas.

De haber mantenido el anglicismo puro y duro, el plural hubiera sido "tablets", que, según Darío Villanueva, "es contrario a la prosodia del español". La solución fue "tableta", una palabra que viene del latín y entre cuyas acepciones está la del rico chocolate.

Quejas frecuentes
La RAE recibe con frecuencia quejas sobre algunas definiciones que los hablantes consideran inadecuadas. Así ha sucedido recientemente con el término "rural" que, en su segunda acepción, se define como "inculto, tosco, apegado a cosas lugareñas". La Academia había suprimido en 2008 esa acepción, "pero llegó tarde a la última modificación del diccionario en línea", que comprendía las decisiones acordadas hasta 2007.

También ha habido problemas con la comunidad judía porque "judiada" está en el Diccionario, o con Galicia porque el término "gallego" en algunos países de América equivale a "tonto", y así se recogía en el Diccionario aunque en la próxima edición ya no figurará esa acepción. Darío Villanueva es gallego y asegura que él no se siente "ofendido por eso, porque hay que contextualizar las cosas".

"El Diccionario no puede ser políticamente correcto. En él se incluyen palabras que sirven para amar o para insultar porque en la vida se ama y se insulta, y el idioma va acompañando a la vida. No podemos hacer un Diccionario sesgado", subraya, antes de añadir: "corrección política en absoluto".

El idioma "es un ecosistema y no se puede alterar alegremente porque se produce un descalabro" y cualquier decisión que se tome tiene muchas repercusiones", asegura Villanueva, quien pone como ejemplo "el asunto de 'miembra'", ese femenino que a la exministra Bibiana Aído le hubiera gustado que se aceptara.

"Si eso llegara a imponerse habría que revisarlo todo. La identificación absurda del morfema 'o' como signo masculino y del 'a' como femenino llevaría a la contradicción de que a Nadal habría que decirle tenisto y a Steffi Graf tenista. Habría pianistos y pianistas, colegos y colegas, etc".

Las Academias se dan un tiempo antes de introducir nuevas voces en el Diccionario, porque a veces "son flor de un día". Así ha pasado con la palabra "pagafantas", que se puso de moda hace unos años e incluso hubo una película llamada así, pero hoy día "ya no la utiliza nadie".

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