viernes, 2 de septiembre de 2011

Manuel Bandeira como traductor (I)

Primera parte de un magnífico y largo  artículo sobre el poeta brasileño Manuel Bandeira (foto), escrito por  Xosé Manuel da Silva, de la Universidad de Vigo, publicado en la revista de traductología Trans, Nº 14, de 2010.



Manuel Bandeira, traductor de poetas
del español al portugués de Brasil (I)

Figura destacada de las letras brasileñas de la primera mitad del siglo xx, Manuel Bandeira fue sobre todo poeta, pero también prosista, cronista, antólogo, crítico, profesor universitario y además traductor. Desde el punto de vista de la historia literaria, se acostumbra a ubicar a Bandeira dentro del movimiento vanguardista brasileño en calidad de miembro de lo que se ha dado en denominar «grupo independente», al lado de autores como Tristão de Athayde, Sérgio Buarque de Holanda y Rodrigo Melo Franco de Andrade, puesto que su firme apuesta por lo novedoso no le hizo abjurar en ningún momento de lo antiguo (Azevedo Filho, 2005: 6-7). Ya Múcio Leão, en la «Nota preliminar» que aparecía en el volumen poético Estrela da Manhã —publicada por primera vez en 1936, con el título «Registro Literário», en Jornal do Brasil—, decía de él que era un «espírito de formação clássica, conhecedor profundo dos
assuntos da filologia e da gramática», pero sin renunciar por ello a la «necessidade de infundirmos novo sangue e de imprimirmos novos rumos à poesia brasileira» (Bandeira, 1977: 226).

1. La actividad traductora de Manuel Bandeira
No constituye ninguna exageración afirmar que la traducción, principalmente del género poético, desempeñó un notable papel en la actividad de Bandeira como creador (Almeida, 1989: 408). Por ejemplo, es posible encontrar en su obra un par de sorprendentes versiones intralingüísticas que él mismo designó como «Duas traduções para moderno acompañadas de comentários». Se trata del soneto «Se é doce no recente, ameno estilo», perteneciente a Bocage, poeta portugués del siglo xviii, y del poema «Adeus a Teresa», escrito por el autor brasileño romántico Castro Alves, ambos incluidos en el libro Libertinagem. En la primera edición de este mismo volumen, publicada en 1930, figuraban de igual modo las traducciones de tres sonetos de Elizabeth Barrett Browning calificadas como «admiráveis» (Monteiro, 1958: 33), que posteriormente Bandeira integró junto con una más en el libro Poemas Traduzidos. Por otra parte, en la obra A Cinza das Horas está el soneto «Paráfrase de Ronsard», donde se aprecian un contenido y una imaginería tan típicos del poeta francés renacentista que casi parece que es una traducción. Nuevamente en Libertinagem, Bandeira introdujo dos poemas escritos directamente en francés —«Chambre vide» y «Bonheur lyrique»—, y en Estrela da Manhã otro —«Chanson des petits esclaves»—, que en alguna ocasión pretendió autotraducir al portugués de Brasil, aunque sin que al final hubiese llegado tal experiencia a buen puerto, según confiesa en el libro Itinerário de Pasárgada, publicado en 1954, que es toda una autobiografía literaria más que unas memorias convencionales (Bandeira, 1977: 79). Es conocida también una autotraducción en dirección inversa —esto es, del portugués al francés—, llevada a cabo por Bandeira luego de la lectura de una versión francesa de la composición «Poema de finados», de Libertinagem, por Michel Simon (Carelli, 1995). Si se comparan estas dos traducciones, no es difícil observar, curiosamente, que las divergencias entre ambas son abundantes, y ya desde el mismo título: «Poème pour le jour des trépassés» en un caso y«Poème pour la jour des morts» en el otro. Se ha puesto de relieve la extraordinaria destreza poética de Bandeira en el ámbito tanto de lo tradicional como de lo moderno (Teles, 1985: 81). Para él, la rima «traz ao ouvido uma sensação de surpresa, mas surpesa nascida não da raridade, senão de uma espécie de resolução musical», conforme declara en Itinerário de Pasárgada (Bandeira, 1977: 45). Por otro lado, el verso libre supuso en su trayectoria una conquista, como él reconocía, tras comprender que «não é forçoso ficar no mesmo metro para manter o ritmo» (Bandeira, 1977: 48). Justamente entre las dotes de Bandeira como traductor una de las que han sido más elogiadas es su magnífico dominio de la forma en toda su variedad métrica. Jorge Wanderley ejemplificó esta cualidad en el caso de su versión de Macbeth, donde el traductor se maneja con igual habilidad en las largas tiradas de endecasílabos y en los versos de arte menor (Wanderley, 1988: 53). Sin duda, la traducción constituyó una actividad ejercida ampliamente por Bandeira, en unmomento inicial por necesidades económicas, y a partir de los años 30 hasta el final de su vida,por voluntad propia (Paes, 1990: 56). De hecho llegó a trabajar, al parecer, como traductor de telegramas de la agencia de noticias United Press. Bandeira poseía competencia en varias lenguas, entre ellas el francés y el alemán. Había perfeccionado estos idiomas durante su estancia en el sanatorio Clavadel, cerca de Davos-Platz, en Suiza, entre 1913 y 1914, para tratar la tuberculosis que padecía, como cuenta en Itinerário de Pasárgada (Bandeira, 1977: 53). Dicha enfermedad la tuvo Bandeira desde los 18 años, y con ella se vio obligado a convivir amenazado permanentemente por la muerte:

Olhemos para trás. Quando caí doente em 1904, fiquei certo de morrer dentro de pouco tempo: a tuberculose era ainda «a moléstia que não perdoa». Mas fui vivendo, morrenão- morre, e em 1914 o Dr. Bodmer, médicochefe do sanatório de Clavadel, tendo-lhe eu perguntado quantos anos me restariam de vida, me respondeu assim: «O Sr. tem lesões teoricamente incompatíveis com a vida; no entanto está sem bacilos, come bem, dorme bem, não apresenta, em suma, nenhum síntoma alarmante. Pode viver cinco, dez, quinze anos… Quem poderá dizer?...». Continuei esperando a morte para qualquer momento, vivendo sempre como que provisoriamente. Nos primeiros anos da doença me amarguraza muito a idéia de morrer sem ter feito nada; depois a forçada ociosidade. (Bandeira, 1977: 101)

Irónicamente, en el último verso de su poema «Auto-retrato» decía Bandeira que era «um tísico profissional». En el mencionado sanatorio de Clavadel trabó casualmente amistad con el poeta Paul Éluard y Gala, la posterior esposa de Salvador Dalí, entonces dos jóvenes casi desconocidos llamados Eugène Grindel y Elena Dimitrievna Diakonova. En condición de traductor profesional o por encargo, entre la devoción y muchas veces la obligación, Bandeira vertió quince volúmenes para la editorial Civilização Brasileira y la Editora Nacional. Mencionemos algunos de los títulos: Nômades do Norte, de James Oliver Curwood; O Calendário, de Edgar Wallace; O Tesouro de Tarzan, de Edgar Rice Burroughs; A Vida de Shelley, de André Maurois; Aventuras Maravilhosas do Capitão Corcoran, de Alfred Assolant; y Gengis-Khan, de Hans Dominick. Bandeira realizó asimismo trabajos para la «Coleção Nobel», dirigida por el escritor Érico Veríssimo, de la editorial Globo, que gozaba de un alto prestigio y en la que colaboró también el poeta Carlos Drummond de Andrade (Wyler, 2003: 129; Rónai, 2005: 51). A propósito de una buena parte de las versiones de Bandeira, Stefan Baciu estableció una pertinente distinción entre aquellas traducciones que se podría tachar de banales, aunque en ellas siempre haya puesto Bandeira el máximo cuidado, y otras que cabría considerar más especiales (Baciu, 1966: 85). Dentro de estas últimas figuran primordialmente algunas piezas teatrales renombradas, como Macbeth, de Shakespeare, Maria Stuart, de Schiller, y A Máquina Infernal, de Jean Cocteau —las dos primeras, de manera muy ilustrativa, recogidas en 1958 en el primer volumen de sus obras completas—. Si tradujo en abundancia a otros, a Bandeira siempre le agradó a su vez ser vertido a otras lenguas, al contrario de lo que le ocurría, por ejemplo, al también poeta brasileño João Cabral de Melo Neto, a quien le perturbaba verse en idiomas foráneos (Dasilva, 2000-2002: 34-37). Bandeira experimentaba una grata alegría no solo por lo que la traducción podía suponer para la difusión de su obra, sino sobre todo por puro placer estético. Declara sin reservas en Itinerário de Pasárgada: «Assim como gosto de ser musicado, gosto de ser traduzido (no fundo é quase a mesma coisa, pois não é?). Sentir-me bem traduzido para outra língua, que delícia!» (Bandeira, 1977: 74). En la misma obra, Bandeira relata cómo disfrutó leyendo la versión de su poema «Mozart no Céu», de Lira dos Cinqüenta Anos, transferido al inglés por Dudley Poore. Le emocionaba la admirable correspondencia «turning marvelous pirouettes on a dazzling white horse» para el verso «fazendo piruetas extraordinárias sobre um mirabolante cavalo branco». Igualmente reconoce en Itinerário de Pasárgada que otro placer inmenso lo vivió con la versión italiana del poema «Boda espiritual», de A Cinza das Horas, por Giuseppe Ungaretti. Bandeira describía así esa satisfacción que sentía ante las traducciones de sus versos:

Sim, gosto de ser musicado, de ser traducido e… de ser fotografado. Criancice? Deus me conserve as minhas criancices! Talvez neste gosto, como nos outros dois, o que há seja o desejo de me conhecer melhor, sair fora de mim para me olhar como puro objeto. (Bandeira, 1977: 74)

En español, la obra poética de Bandeira cuenta con varias traducciones. En nuestro país hay que citar preferentemente su presencia en el volumen Tres poetas del Brasil (Bandeira, Drummond, Schmidt), editado en 1950, con versiones de Leónidas Sobrino Porto, Pilar Vázquez Cuesta y Vicente S. Porto. Posteriormente aparecerían algunas poesías sueltas, traducidas por Dámaso Alonso y Ángel Crespo, en un número de la Revista de Cultura Brasileña del año 1962. Fuera de España hay que mencionar los siguientes volúmenes: Poemas (Lima, Centro de Estudios Brasileños, 1978), traducido por Washington Delgado; Momento en un café y otros poemas (Buenos Aires, Calicanto, 1979), por Estela dos Santos; y Evocación de Recife y otros poemas (México, Premia, 1982), de la responsabilidad de José Martínez Torres.

2. Manuel bandeira y la antología Poemas traduzidos
Aparte de las versiones antes reseñadas, los frutos principales de Bandeira como traductor se encuentran en el volumen Poemas Traduzidos, cuya primera edición vio la luz en Río de Janeiro, publicada por R. A. Editora, en 1945. Al principio del libro se informa sobre los detalles de la tirada compuesta por trescientos cincuenta ejemplares, de los que cincuenta van numerados en romanos, doscientos setenta en árabes y veinticinco con la indicación «F. C.», es decir, «Fóra do Comércio». Con ilustraciones de Guignard, en esta primera edición aparecía un prólogo del propio Bandeira bajo el título «Advertência». Este paratexto, de extensión breve, es interesante porque revela algunos pormenores sobre la génesis de Poemas Traduzidos. En efecto, Bandeira asegura que la mayoría de las versiones fueron producto de su quehacer como colaborador en el diario A Manhã:

Não tinha eu a mínima intenção de recolher em livro as traduções que se vão ler. Isso porque, com exceção das que figuram nas minhas Poesias Completas e as de três ou quatro poemas de Juan Ramón Jiménez, não as fiz em virtude de nenhuma necessidade de expressão própria, mas tão-somente por dever de ofício, como colaborador do Pensamento da América, o suplemento mensal da Manhã, ou para atender à solicitação de um amigo. A idéia de as publicar em livro pertence a Murilo Miranda, que me tentou a vaidade acenando-me com uma edição ilustrada pelo grande Guignard. Cedi às suas instâncias, certo de que a arte do desenhista e o bom gosto do editor justificariam por si sós a publicação. (Bandeira, 1945: 9)

De manera no poco extraña, el referido texto figuraba en la composición justo en posición inicial, se introdujo erróneamente «heras». No sin humor, Bandeira ponía en alerta a sus lectores en Itinerário de Pasárgada sobre esta errata:

Provavelmente o linotipista não acreditava que se pudesse misturar peras e rosas e imaginou que devia ser heras e não peras. Assim que, todos os que estas insossas memórias estiverem lendo, fiquem cientes que não escrevi nem jamais escreveria aquele horrendo verso Heras amarelas. (Bandeira, 1977: 93)

Con respecto a los motivos que pudieron haber provocado la desaparición de la «Advertencia», antes ya consignada, que encabezaba la primera edición de Poemas Traduzidos, no hay que descartar la influencia de un comentario de desaprobación del escritor y traductor Sérgio Milliet, vertido en el tercer volumen de la obra Diário Crítico. En su opinión, lo que Bandeira decía en tal nota preliminar, en especial sobre el hecho de que había llevado a cabo las versiones «em virtude de nenhuma necessidade de expressão própria, mas tão somente por dever de ofício», resultaba poco acertado al ser reflejo de una actitud doblemente presuntuosa:

Não me agrada a advertência […]. E não me agrada porque não compreendo um grande poeta a traduzir sem «nenhuma necessidade de expressão própria». Há, ademais, na advertência um orgulho agressivo e o que é pior, «doublé» de vaidade. Orgulho por implicar a nota prefacial num mal disfarçado menosprezo às produções alheias «por dever de ofício traduzidas». Vaidade pela afirmação de segurança técnica que a publicação do trabalho artesanal exprime. (Milliet, 1945: 53)

En la autobiografía literaria Itinerário de Pasárgada, Bandeira se hizo eco de esta objeción de Milliet justificando el sentido de lo que realmente quería transmitir en el pasaje en cuestión introductorio desapareció en las siguientes ediciones de Poemas Traduzidos. El volumen se reeditó aumentado en 1948 por parte de Editora Globo, en Porto Alegre, aumentado nuevamente y revisado en 1956 por Livraria José Olímpio Editora, en Río de Janeiro, y finalmente, por la editorial José Aguilar en 1958, formando parte del primer tomo de los dos que constituían sus obras completas Poesia e Prosa. En este último caso, se incorporó un texto sobre Bandeira como traductor, con el título «Nota preliminar», de la autoría de Mário de Andrade, uno de los padres del Modernismo brasileño. A las mencionadas reediciones seguirían otras más adelante, aunque ya sin adiciones, lo que prueba el éxito de Poemas Traduzidos. Bandeira se lamentó de varias erratas que se colaron en la primera edición, particularmente de una que desvirtuaba por completo el sentido de una estrofa del poema «Metade da vida», de Hölderlin. En lugar de la palabra «peras», que figuraba en la composición justo en posición inicial, se introdujo erróneamente «heras».

No sin humor, Bandeira ponía en alerta a sus lectores en Itinerário de Pasárgada sobre esta errata:

«em virtude de nenhuma necessidade de expressão própria, mas tão somente por dever de ofício», resultaba poco acertado al ser reflejo de una actitud doblemente presuntuosa: Não me agrada a advertência […]. E não me agrada porque não compreendo um grande poeta a traduzir sem «nenhuma necessidade de expressão própria». Há, ademais, na advertência um orgulho agressivo e o que é pior, «doublé» de vaidade. Orgulho por implicar a nota prefacial num mal disfarçado menosprezo às produções alheias «por dever de ofício traduzidas». Vaidade pela afirmação de segurança técnica que a publicação do trabalho artesanal exprime. (Milliet, 1945: 53)

 En la autobiografía literaria Itinerário de Pasárgada, Bandeira se hizo eco de esta objeción de Milliet justificando el sentido de lo que realmente quería transmitir en el pasaje en cuestión:

A primeira edição dos Poemas Traducidos trazia uma advertência em que eu explicava que a maioria das traduções apresentadas não as fizera eu «em virtude de nenhuma necessidade de expressão própria, mas tão-somente por dever de ofício, como colaborador do Pensamento da América, suplemento mensal d’A Manhã, ou para atender à solicitação de um amigo». Sérgio Milliet meteu-me o pau por isso [...]. O bom Sérgio precisa reformar o seu juízo. [...] Dizer que, «sem necessidade de expressão própria», traduzi um poema, não implica que o tenho em menosprezo. Há tantos grandes poemas que admiro de todo o coração e que traduziria «sem nenhuma necessidade de expressão própria». As Soledades de Góngora por exemplo. Mas é-se levado a pensar que o fato de traduzir inculca certa preferência. Era meu direito, sem sombra de orgulho, dar a entender que no meu caso não o havia. (Bandeira, 1977: 93-94)

En su definitiva cuarta edición, Poemas Traducidos reúne textos de varias lenguas, lo que evidencia la vasta cultura idiomática de Bandeira, predominando, por este orden, el español, el inglés y el alemán, y en menor medida el francés y el italiano. De lengua inglesa aparecen, por ejemplo, poemas de Elizabeth Barrett Browning, Emily Dickinson, Christina Rossetti, Archibald McLeish, Langston Hughes, Elizabeth Bishop y e. e. cummings, mientras que de lengua alemana hay composiciones de Goethe, Heine, Rainer Maria Rilke, Hölderlin, Detlev von Liliencron, Gerhardt Houptmann y Stefan Zweig. En lo que respecta al francés, están representados Ronsard, Verlaine, Baudelaire, Francis Jammes y Paul Éluard, y del italiano constan la «Oração» de S. Francisco de Asís y poemas de Gribaldo Alessandrini, Claudio Allori, Aldo Capasso, Luigi Florentino y Araldo Sassone. Por último, hay cuatro haikús del japonés Matsuo Basho.

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