domingo, 1 de abril de 2012

En cualquier momento habrá impuestos al aire que viene de otros países

Es cierto que hay editores argentinos que imprimen en el exterior y que venden sus libros sin traerlos de vuelta a la Argentina para así no pagar impuestos. También es cierto que  la falta de controles ha desnivelado notablemente la balanza comercial del país en éste como en otros rubros. Pero da la impresión de que el gobierno está exagerando su política proteccionista. La noticia que sigue apareció en la edición del diario Perfil, de Buenos Aires, el 18 de marzo pasado. Aparentemente, según se indica en la bajada, “La protección regirá a partir del 12 de julio, pero ya se complica el despacho de envíos postales. El 78% de los libros se importa. La cuestión, eje de conflicto con Uruguay”.

Comprar libros por Internet, 
misión imposible por trabas a la importación

En un paso más de la batalla cruzada del cuidado de la salida de divisas de la economía y una proclamada defensa de la industria nacional, la Secretaría de Comercio Interior estableció una barrera paraarencelaria que limitará el ingreso de productos editoriales que no cumplan medidas ambientales de contenido de plomo. De acuerdo con la resolución, todo producto editorial importado deberá contar con “plomo inferior a 0,06 gramos por cada cien gramos (0,06%) de masa no volátil”.

Los afectados son los grandes importadores, pero también los usuarios particulares, quienes, a pesar de que existe una excepción nominal en la ley tendrán permitido comprar del exterior materiales por muy bajo peso, apenas un kilo.

Aunque la instrumentación de la medida tendrá dos etapas, que arrancarán en julio próximo, algunos envíos ya fueron trabados en la Aduana.

Según la medida, los importadores deberán presentar una declaración jurada que asegure que los ingresos no superen el límite de plomo impuesto y luego deberán hacer un análisis de muestras y ese trámite puede implicar una espera mayor.

Desde el 12 de julio próximo deberán presentar la declaración jurada los importadores de libros, cajas y cartones y de etiquetas. El 12 de noviembre, las restricciones alcanzarán a diarios y publicaciones, sobres, papeles para regalos, para decorar y revestimientos, entre otros. A partir del 12 de marzo de 2013, a los  folletos, cajas de papel, bolsas en general, envases, fundas para discos y cuadernos.

Para dimensionar el mercado, la Argentina consumió 76 millones de libros durante 2010. De ese total, el 78% de esas publicaciones se importaron por US$ 115 millones. Los libros traídos desde el exterior se reparten entre los que publican editoriales no establecidas en el país y los basados aquí que imprimen en el exterior.

Los países más afectados por esta restricción son China, Chile y sobre todo Uruguay, que tienen a Argentina como principal importador.

En el mercado local, se publican cada mes unas 500 novedades editoriales, a un promedio de 3.000 ejemplares por edición, según las cámaras del sector.

La barrera exime a los fabricantes internos y a los compradores individuales (aunque estos últimos no podrán superar un kilo por envío desde el exterior, traba por demás restrictiva si se tiene en cuenta que cada ejemplar pesa más de 500 gramos). “Suelo comprar más de un libro, como para justificar el envío, que es bastante caro”, sostuvo un usuario del sitio de compras electrónicas de los EE.UU., Amazon.com, quien explicó que se verá más restringido para hacer sus compras.

Esta no es la primera barrera en el sector: en septiembre de 2011 hubo quejas de la Cámara Argentina del Libro y de la Cámara Argentina de Publicaciones por las primeras medidas que impuso el Gobierno.

El conflicto encontró solución dos meses después, cuando las cámaras se encontraron con la ministra de Industria, Débora Giorgi, y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y firmaron un acuerdo de exportación e importación intra-sector, de alrededor de US$ 13 millones para el período comprendido entre octubre de 2011 y septiembre de 2012.

Efectos demoledores del otro lado del charco

Uruguay registró una caída en sus exportaciones editoriales del 30% en febrero de este año en comparación con enero. El pasado mes, el país vecino totalizó ventas por US$ 4,9 millones contra los US$ 6,4 millones de enero, según datos del Instituto Uruguay XXI.

De todas formas, en el acumulado del primer bimestre de 2012, las exportaciones de estos productos se encuentran levemente por encima de 2011. El año pasado las ventas sumaron US$ 11 millones contra los US$ 11,2 de 2012, pese a que cuatro de las 12 partidas dejaron de ingresar al mercado argentino.

Sin embargo los vecinos uruguayos no tienen intenciones de permanecer en silencio; el próximo 17 de abril se celebrará en Buenos Aires la reunión del Grupo Iberoamericano de Editores que, en esta oportunidad, será presidido por Uruguay. Boris Fangiola, vicepresidente de la Cámara Uruguaya del Libro, sostuvo que el sector estaba al tanto de que los problemas comerciales para ingresar con libros a la vecina orilla “se iban a agudizar este año” y enfatizó que uno de los temas más importantes que se tratará en la reunión es el de la importación y exportación de libros.

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