jueves, 22 de mayo de 2014

Un poco de traductología

Publicado en El genio maligno nº 5, septiembre de 2009, el siguiente artículo de Laura Santana Burgos repasa las diversas traducciones de el Quijote a distintas lenguas, con principal atención a las ediciones inglesas y francesas.

Las traducciones del Quijote: 
ediciones y primeros viajes 

Fue en el año 1605, cuando por primera vez los lectores españoles tuvieron el placer de conocer las aventuras del caballero más famoso de la historia. Desde entonces, y hasta nuestros días, sus hazañas y peripecias no han cesado de inspirar creaciones en todos los géneros de las artes. El Quijote ha experimentado gran número de ediciones, traducciones y estudios y se ha convertido en la obra de ficción por antonomasia dentro y fuera de nuestras fronteras. Su difusión ha sido tan absoluta que hoy en día todo el mundo conoce a don Quijote y Sancho Panza, la cuerda «locura» del primero y, por supuesto, el mundialmente recitado: «En un lugar de la Mancha...».

Edición y primeros viajes 
En los últimos días de diciembre de 1604, el Quijote se convirtió por primera vez en libro [1], gracias a que el madrileño Francisco de Robles pusiera a la venta la obra impresa por Juan de la Cuesta. A pesar de que se trataba de un volumen que presentaba numerosas deficiencias en su edición, el éxito no se hizo esperar y sus publicaciones se multiplicaron en todas sus formas. Unas ediciones que rápidamente traspasaron las fronteras llegando incluso hasta América.

A lo largo de esta primera década del siglo XVII, el Quijote realiza su primer viaje a Europa. Tal es el éxito del que disfruta que, muy pronto, los no conocedores de la lengua de Cervantes querrán disfrutar también de las aventuras de don Quijote y Sancho Panza. Consecuencia directa de esta imperiosa necesidad es la traducción realizada por Thomas Shelton en 1612, cuatro años antes de la muerte del autor. Se trata del primer extranjero que se atrevió a llevar el mundo quijotesco a una lengua distinta de la española. Se le hacen numerosas críticas, entre ellas, una excesiva literalidad en su proceder. Carmelo Cunchillos afirma lo siguiente:

La premura con que Shelton se vio obligado a realizar su trabajo: cuarenta días, según nos dice él mismo en la dedicatoria a Lord de Walden, produjo uno de los rasgos más característicos de su modo de traducir, el de seguir fiel y literalmente al original. Esto hace que se contente con la primera palabra que encuentra, con tal de que se asemeje a la castellana en su sonido o en su forma. Evidentemente, Shelton no perdió el tiempo consultando diccionarios ni léxicos, pues traduce sin pestañear 'Palomeque el zurdo' por 'Palomeque the deafe', 'duelos y quebrantos' por 'griefes and complaints' y el 'sastre del Cantillo' por 'The Taylor that dwells in a corner' [2].

Sin embargo, la obra de Shelton goza de un gran valor histórico e incluso actualmente se la considera como una de las más reputadas. Entre otras razones, el hecho de que haya sido llevada a cabo por un isabelino y coetáneo de Shakespeare, la utilización de un inglés propio de la época de dicho autor e incluso su discutida «literalidad» justifican el interés de esta traducción entre los cervantistas españoles y extranjeros [3].

A Inglaterra le sigue Francia, con la primera traducción de César Oudin, publicada en París en 1614. Entretanto, los dos personajes se habían hecho ya famosos y el público esperaba impaciente la continuación de sus aventuras. Así, en 1615 se presenta la segunda parteen España y, fuera de ella, empiezaésta a traducirse a partir de 1618 [4], edición que se complementaba, sin duda para su venta, con la de la primera parte, lo que ocurre con la versión francesa escrita por François de Rosset o con la inglesa de Thomas Shelton, aparecida en 1620.

Un florecimiento en las traducciones del Quijote
Para aportar una visión objetiva al análisis de la repercusión traductológica de la famosa novela en tierras francesas e inglesas, nos parece imprescindible compararla con la de otros países. Deberemos tener en cuenta que a partir del siglo XVII, y más concretamente en el XIX, se dispara el número de traducciones en las diferentes lenguas. Nos parece muy interesante el estudio de Justo García Soriano y Justo García Morales, quienes describen, gracias una tabla que exponemos a continuación, «cómo en tres siglos –desde el XVII hasta el XIX– el número de ediciones delQuijote, tanto en lengua española como en lenguas extranjeras, asciende a 690, una cifra muy respetable; sobre todo si consideramos que el número de lectores era, en comparación con nuestros tiempos, considerablemente inferior. Cultos y analfabetos, todos participan a su manera en el engrandecimiento de la inmortal obra» [5]. Los autores eluden el siglo XX, ya que el número de éstas sería tremendamente elevado «como lo demuestra el hecho de que fuesen diecinueve los idiomas en los que se tradujo El Quijote desde el siglo XVII al XIX y que la cifra aumentase a cincuenta y cuatro durante el siglo XX».

A los idiomas reflejados en la tabla, construida partiendo de los datos disponibles hasta 1993, habría que añadirle otros como el árabe, bajo alemán, búlgaro, coreano, croata, chino, eslovaco, esloveno, esperanto, estonio, finlandés, flamenco, gaélico, hebreo, irlandés, islandés, javanés, japonés, kashmiri, letón, lituano, mallorquín, manchú, maratí, mogol, noruego, polaco, rumano, ruso, sánscrito, serbio, sudafricano, tagalo, tailandés, tibetano, turco, ucraniano, valenciano, vasco, galés e ydich [6].

Veamos, por tanto, la síntesis numérica realizada por los dos autores mencionados. Carmelo Cunchillos añadió los porcentajes finales de las ediciones españolas y de las extranjeras; nosotros presentamos este porcentaje también para dos idiomas que, además de sernos muy cercanos, presiden junto al español el ámbito de la traducción literaria quijotesca: el inglés y el francés.

IDIOMA
S. XVII
S. XVIII
S. XIX
TOTAL
Español
30
41
227
298
Alemán
1
7
17
25
Bohemio
0
3
3
Catalán
6
6
Danés
0
0
2
4
Francés
10
40
105
155
Griego
0
2
2
Holandés
1
2
0
3
Húngaro
0
3
3
Inglés
8
29
119
156
Italiano
3
3
11
17
Japonés
0
1
1
Latín
1
1
Portugués
5
5
Provenzal
1
1
Ruso
5
5
Serbio
1
1
Sueco
3
3
Políglotas
1
1
TOTAL EDICIONES
53 ediciones 
124 ediciones 
513 ediciones 
690 ediciones 
TOTAL ESPAÑOL
56,6%
30 ediciones
33% 
41 ediciones
44,2%
227 ediciones
43,2% 
298 ediciones
TOTAL FRANCÉS
18,9% 
10 ediciones
32,2% 
40 ediciones
20,5%
105 ediciones
22,5% 
155
ediciones
TOTAL INGLÉS
15,1%
8 ediciones
23,4% 
29 ediciones
23,2%
119 ediciones
22,6%
156 ediciones
TOTAL EXTRANJERAS
43,3% 
23 ediciones
66,9%
83 ediciones
55,7% 
286 ediciones
56,8% 
392 ediciones

En primer lugar, hemos de constatar que el número de ediciones del siglo XVII se duplica en el XVIII y aumenta hasta nueve veces más durante el XIX, lo que es un indicio claro del éxito de nuestra obra. El 43'2% de todas las ediciones hechas durante los siglos XVII, XVIII y XIX están escritas en nuestra lengua; el 56'8% restante corresponde a traducciones en otros idiomas [7].

El francés, comprende casi un 23% de las ediciones totales realizadas, en los tres lustros, a nuestro juicio, un porcentaje muy destacable. El caso inglés es muy parecido: 22,6%; obsérvense también los porcentajes en el español: parece que decrecen a medida que pasa el tiempo, mientras que en inglés van aumentando hasta estancarse y en francés se incrementan experimentando finalmente un ligero retroceso. Este aumento en los porcentajes podemos interpretarlo como un interés del público, no solamente constante, sino siempre progresivo, por las aventuras de don Quijote y Sancho Panza.

Apréciese, además, cómo el predominio de ediciones inglesas y francesas es ciertamente abrumador con respecto al resto. Ambas lenguas ocupan aproximadamente el 45% de las traducciones extranjeras del Quijote. Asimismo, sorprende que un país como Italia, cuya lengua y cultura son muy similares a la nuestra, ocupe el quinto lugar en número de ediciones, por detrás de las hechas en inglés, francés e incluso en alemán [8].

La cuerda locura de don Quijote parecía constituir una premonición de lo que posteriormente se convertiría en un mito universal que inspiraría tantas creaciones en los diferentes ámbitos. Sin embargo, podríamos preguntarnos cuáles son las claves para que nuestro ingenioso hidalgo haya gozado de tal difusión. He aquí algunas respuestas:

En primer lugar, su carácter de excelencia universal, válido en todo el planeta.

El protagonista es un loco ejemplar movido por el más alto de los ideales: el amor.

La fragmentación en capítulos, aventuras, historias y escenas permite que el lector pueda acercarse a la obra desde diferentes perspectivas.

La permanente actualidad del texto desde su aparición, que lo transforma en objeto de interés para cualquier corriente estética.

Por todas estas razones, sin agotar evidentemente, no nos extraña que el Quijote forme parte del patrimonio cultural de la humanidad [9]. Baste señalar a modo ilustrativo el ámbito de la creación musical. Observamos cómo la nómina de compositores que se han visto inspirados por las aventuras de este ejemplar resulta impresionante. Nuestra novela ha impregnado todos los estilos desde su nacimiento y, por supuesto, también ha alcanzado a través de la música un número impresionante de países y culturas. Víctor Espinós lo ilustraba así:

Nadie imaginará que del Quijote pueda pensar lo mismo el ingenioso español, el humor británico, la metafísica germana, que más bien quiso confirmar que negar el espíritu caballeresco, o la burla ligera, a veces inverecunda, del esprit galo, que hace de Dulcinea una moza del partido. Y así hemos de hallar una extensa gama de interpretaciones que va de la profunda, o audaz, parodia, a la facecia de un bailete intrascendente y frívolo [10].

No podríamos finalizar esta exposición sin citar algunas de las obras operísticas que muestran perfectamente cómo la música de temática quijotesca y el genio cervantino se encuentran profundamente unidos: The Comical History of Don Quixote (1694-1695) de Henry Purcell, la deliciosa ópera de cámara El retablo de maese Pedro (1923)de Manuel de Falla o Don Quijote de Cristóbal Halffter (1996-1999). Constatamos así cómo estos vínculos no constituyen una moda pasajera, sino que aún en pleno siglo XXI, el caballero andante sigue siendo una fuente inagotable de inspiración para numerosos compositores.

Notas
[1] DEXEUS, Mercedes. Introducción. En: El Quijote. Biografía de un libro. Ed. de Mercedes Dexeus. Madrid, Biblioteca Nacional, 2005, p. 21.
[2] CUNCHILLOS, Carmelo. Traducciones inglesas del Quijote. En: De clásicos y traducciones. Clásicos españoles en versiones inglesas: los siglos XVI y XVII. Edición a cargo de Julio-César Santoyo e Isabel Verdaguer. Barcelona, Promociones y Publicaciones Universitarias, 1987, p. 89.
[3] SANTANA, Victoriano. Breve aproximación a las traducciones inglesas del Quijote en el siglo XVII. En: Cervantófila teldesiana. Ed. a cargo de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria. Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 1997, p. 52.
[4] DEXEUS, Mercedes. Op. cit.p. 34.
[5] GARCÍA, Justo. Los dos Don Quijotes. 2ª reimpresión de la edición de 1990. Madrid, Aguilar, 1993, pp. 17-18.
[6] Lista presentada por Carmelo Cunchillos en el artículo detallado anteriormente y que nosotros hemos completado gracias en su mayor parte a la obra citada «El Quijote. Biografía de un libro».
[7] CUNCHILLOS, Carmelo. Op. cit., p. 90.
[8] Ibíd,p. 89.
[9] COLOMÉ, Delfín. «El Quijote en la música y la danza».
[10] ESPINÓS, Víctor. El «Quijote» en la música. Con un apéndice de Diether de la Motte. Adaptación a cargo de Joaquín Chamorro Mielke. Madrid, Akal, col. «Akal música», nº 10, 2001, p. 54.


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