lunes, 23 de junio de 2014

En la Argentina, los libros son cada vez más caros

Librería Yenny/El Ateneo
Según el artículo publicado por Julieta Roffo en el diario Clarín, del 20 de junio pasado, un estudio de la Ciudad de Buenos Aires revela que en 2013, las librerías vendieron un 5,4 por ciento menos que en 2012 y que los libros se encarecieron 29 por ciento.

Cayó la venta de libros y sus precios
subieron más que la inflación

En 2013 las librerías porteñas vendieron menos ejemplares que el año anterior: aunque llegaron a casi 6 millones de libros, eso representó una baja del 5,4 por ciento respecto de 2012. Es el dato más importante que se desprende de la Encuesta a Librerías de la Ciudad (ENLI) que organiza la Dirección General de Estadísticas y Censos de Buenos Aires que, desde 2010, releva datos del sector. Y aunque el estudio se hace en la Capital, hay que tener en cuenta que lo que se vende en esta ciudad representa entre el 55 y el 60 por ciento del total de la venta el librerías del país, según Gustavo Svarzman, responsable del estudio.

No sólo bajó la venta de libros importados –un fenómeno que se registró durante ocho trimestres consecutivos, atravesado por las restricciones impuestas desde el Estado nacional– sino que, por primera vez desde que se realiza el estudio, los libros de edición nacional se vendieron menos. ¿Cuánta plata movieron? En 2012, las librerías consultadas habían facturado un total de 473,6 millones de pesos y en 2013 la suma fue de 578,6 millones –un 22 por ciento más–. La explicación es simple: los precios de los libros aumentaron 29 por ciento, dos puntos más que el índice de inflación porteño. Era más plata, pero plata que valía menos.

Según el estudio un libro cuesta, en promedio, 97 pesos: los de edición nacional se encarecieron un 31 por ciento y llegaron a 88 pesos, y los importados subieron 27,4 por ciento, hasta 114 pesos, siempre en promedio. Svarzman, subdirector del Centro de Estudios para el Desarrollo Económico Metropolitano, que realiza el estudio, sostiene que este fenómeno puede darse porque el aumento de precios vernáculo – al menos hasta la devaluación del peso de enero – implicó un mayor reajuste de precios que un dólar que se mantenía estable y que sirve de patrón para los libros importados.

Cuando la encuesta empezó a hacerse se relevaban 105 librerías: entre 2011 y 2012 cerró una, y entre 2012 y 2013, cerraron dos. “Son sucursales de cadenas de librerías”, explica Svarzman. Se perdieron 36 empleos en un año: de 933 puestos de trabajo de 2012, el sector mantuvo 897 en los locales estudiados, que abarcan desde grandes cadenas hasta negocios barriales.

Ecequiel Leder Kremer, que dirige la librería Hernández desde hace más de veinte años, Alejandro Costa, gerente de ventas minoristas de Cúspide, y Sandro Barrella, encargado de Librería Norte, coinciden con Svarzman al señalar que el libro es un bien cuya demanda los economistas definen como “elástica”: depende mucho de la coyuntura. “El libro tiene cada vez más sustitutos entre los bienes culturales: en Internet podés mirar YouTube, mirar diarios de otros países o leer libros gratuitos. Hace veinte años o te comprabas un libro o nada”, dice Svarzman.

Ni Norte ni Hernández vieron caer la venta de ejemplares entre 2012 y 2013, el período que abarcó la última ENLI: en Norte, donde las ediciones extranjeras y las editoriales de poesía independiente son de lo más pedido, se mantuvieron; en Hernández crecieron un 3,5 por ciento. “Hay una tendencia global hacia la bibliodiversidad: cada vez se venden más títulos y menos ejemplares por título. Las restricciones al ingreso de libros que no se imprimen en el país pueden ralentizar eso, pero se va dando: hay muchas opciones, por eso los 20 títulos más pedidos representan el 20 por ciento de las ventas y el otro 80 es una venta multicolor”, explica Leder Kremer. En Hernández, durante el primer semestre de este año, el lector que se envalentona y llega hasta la caja gasta, en promedio, 205 pesos y por compra se venden entre 1,5 y 2 libros, aunque el 50 por ciento de las ventas son de un solo ejemplar. “Cambió el estilo de uso del libro: la gente compra lo que va a leer en el momento y el famoso comprador que acumulaba lo que proyectaba leer ahora se recató”, detalla Leder Kremer.

En Cúspide, dice Costa, pasa algo parecido: la compra promedio es de 200 pesos y de entre 1,5 y 1,7 libros por lector. Sin embargo, entre 2012 y 2013 la venta de ejemplares bajó un 7 por ciento y proyectan otro descenso del 3 por ciento para este año, aunque la facturación suba. “En los últimos años, no se ha modificado mucho la cantidad de libros que se lleva el que llega a la caja. Pero sí ha caído el tráfico: la gente entra menos a la librería ”.


2 comentarios:

  1. La librería Hernandez està constituida por ladrones y estafadores principalmente. Yenny es un desastre, maltrato al cliente. La UNICA QUE SE SALVA ES PARADIGMA LIBROS, SON GENTE REALMENTE NOBLE Y CON AMOR A LOS LIBROS.

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  2. Estimado Alberto:
    Dada la gravedad de lo que dice, debería ofrecer alguna prueba para sostenerlo. Si no, sus afirmaciones son nada más que una difamación y no sería correcto. Dicho esto, esperamos las pruebas.

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