miércoles, 30 de septiembre de 2015

Para quienes festejan el Día del Traductor

Desde Israel, el traductor argentino Eliezer Nowodworski envía el siguiente mensaje con motivo de la fecha.

Entre Jerónimo y Tweety

Hay elementos en la iconografía católica que suelen aparecer en las representaciones de algunos santos, simbolizando los milagros que llevaron a su conversión en santos, precisamente. En el caso de Jerónimo de Estridón, a veces aparece un león. Por ejemplo, en el grabado  de Albrecht Dürer. En el primer plano vemos a un antepasado de Simba o de Clarence, tendido mansamente junto a un perro. También aparece un león en el cuadro de Francesco Bassano il Giovane, contemporáneo de Dürer, o en el de Francesc Ribalta, en el siglo XVII o en el desgarrador San Jerónimo penitente de Alonso Cano Almansa.

La leyenda cuenta que el santo se encontraba a orillas del río Jordán, en situación de ayuno y penitencia, cuando llegó a sus oídos el rugido de un león que se acercaba hacia él. Una persona normal habría considerado seguir el ayuno en otra parte y huir cuanto antes. Pero recordemos que no se trataba de un ser normal, un simple ciudadano de a pie, sino de un traductor con características de superhéroe. Al ver que los rugidos no eran de hambre ni un llamado a los cachorros a deleitarse con una ración de monje al natural, sino una manifestación del dolor que le provocaba una espina clavada en una de sus zarpas. Jerónimo, con actitud de haber visto un lindo gatito, procedió a extraer la molesta espina. El león, en señal de agradecimiento, lo seguía donde fuera y años después, muerto ya el santo, acongojado, murió sobre la tumba de su salvador

Hay también quienes afirman que la anécdota es apócrifa o que en realidad le ocurrió a otro santo varón, Gerásimo. Tiene cierto sentido desde el punto de vista geográfico, ya que Jerónimo estaba junto a Belén (hay un buen trecho para recorrer hasta el río), mientras que Gerásimo construyó sus celdas al norte del mar Muerto, a muy corta distancia del Jordán.

Sin embargo, si retratáramos hoy en día a beatas y santos que ejercen el sacrosanto deber de traducir (en muchos casos por tarifas de penitentes, pero esa es otra cuestión), veríamos en primer plano a un felino o más. Hay quienes tienen preferencia por los perros, que además no suelen pasearse por encima del teclado. No serán leones, pero conozco colegas que no pueden concentrarse si su mascota no está cerca y para algunos hay que aclarar si CAT suites se refiere a Computer Assisted Translation, conjuntos de programas que suelen incluir una memoria, herramientas de gestión de proyectos, etc., o simplemente algo que tiene que ver con sus mascotas.

Vaya entonces mi saludo para este día del traductor, extensivo a nuestros animales, testigos silenciosos de nuestra labor cotidiana, esa que no nos llevará a figurar en el Santoral ni en una historieta de Marvel.

martes, 29 de septiembre de 2015

"Me hubiera gustado que Francia ganara la Guerra de la Independencia"

El cineasta Fernando Trueba, nacido en Madrid en 1955, que el 19 de septiembre pasado recibió el Premio Nacional de Cinematografía, realizó las siguientes increíbles declaraciones, para escándalo de las autoridades que le concedieron el galardón y de muchísimos españoles.

Según reproduce La Voz de Galicia, "El director Fernando Trueba ha recibido en el marco del Festival de San Sebastián el Premio Nacional de Cinematografía, con el que el Ministerio de Cultura distingue su trayectoria profesional y su contribución al éxito del séptimo arte español.

"El ganador de un Oscar por Belle Époque, agradeció el galardón, que recibió de manos del ministro Íñigo Méndez de Vigo, y lo hizo con un discurso reivindicativo en el que empezó desgranando por qué lo primero que pensó es que no era la «persona indicada». «Y no es por modestia», apuntó en su regreso al festival que hace tres años lo coronó con la Concha de Plata por El artista y la modelo.

"Según Trueba, que acaba de cumplir 60 años, los premios «hacen a la gente más débil, más tonta y más vieja», y por tanto le parecen hasta cierto punto «peligrosos». Pero la palabra que más conflicto le genera del galardón es «Nacional»: «Siempre he estado a favor de destruir las fronteras y jamás me he sentido español, ni cinco minutos de mi vida», afirmó.

"«Culturalmente no tengo identidad, por mucho que me guste Cervantes, no me gusta más que Shakespeare, Diderot o Balzac, y lo mismo ocurre entre Velázquez y Rembrandt y no digamos en la música», dijo este apasionado del jazz. Una pasión que le valió una nueva nominación al Oscar con la película animada «Chico y Rita».

"No obstante, reconoció con ironía que sí encuentra «cierto sentido» al verse en la tercera palabra, Cinematografía. Eso sí, reivindicó que frente a quienes defienden el origen sagrado del arte, éste es pornográfico. «Pensemos en las Venus del paleolítico o la literatura, qué sería de ella sin ese componente sexual», se preguntó.

"Antes de terminar, y aprovechando la presencia del ministro, el realizador madrileño pidió al gobierno «libertad y protección».

"«Muchas veces, el Estado castiga en lugar de crear espacios para la libertad y la creación», señaló. Por eso, él sueña «con un Instituto Nacional Audiovisual que no dependa del gobierno y unas televisiones públicas que lo sean de verdad».

"Sus palabras fueron recibidas con un sonoro aplauso entre los congregados en el Museo de San Telmo antes de dar paso al ministro Méndez de Vigo. Éste calificó el cine de «antídoto contra la indiferencia», puso en valor el trabajo de los directores españoles y declaró «tolerancia cero» a la piratería."

Quienes deseen oírlo a Trueba y ver la cara del Miinistro de Cultura español, puede hacerlo acá : https://www.youtube.com/watch?v=XCW0KXWWenY

No acallada la polémica, el domingo 27 de este mes, se conocieron los resultados de las elecciones catalanas. 

La pregunta es si con este mar de fondo tiene sentido la actual autoridad madrileña pretenda gobernar la Península y, consecuentemente, si la policía de la lengua (cfr: Real Academia) debe arrogarse derechos que nadie le concedió. 

lunes, 28 de septiembre de 2015

"Una vida llena de contradicciones, dudas, vacilaciones, inconsecuencias, miedos"


Lino Novás Calvo
El artículo que se ofrece a continuación fue escrito por el periodista cubano Ciro Bianchi Ross (1948) y publicado originalmente en Barraca Habanera, del 6 de agosto de 2008. Se habla aquí del narrador y traductor cubano Lino Novás Calvo (1903-1983).


Un traductor llamado Novás Calvo

Se cumplieron  cincuenta y cinco  años de la primera publicación en español de El viejo y el mar, la célebre novela de Ernest Hemingway. El acontecimiento lo propició la revista Bohemia, de La Habana, que insertó de manera íntegra el relato en su edición correspondiente a 15 de marzo de 1953. Suceso que se inscribe en la celebración del centenario de Bohemia y en la de los ochenta años  de la primera visita a Cuba del gran narrador norteamericano.

La revista Life había dado a conocer en inglés la novela en cuestión antes de que se publicara como libro.  Pagó a su autor a razón de un dólar con diez centavos por palabra, lo que permitió al escritor honorarios por casi treinta mil dólares.  Bohemia le ofreció cinco mil pesos y Hemingway aceptó a condición de que con ese dinero se compraran televisores para los enfermos del leprosorio de El Rincón, al sur de la capital cubana. Puso otra condición más. El traductor debía ser Lino Novás Calvo.

Hoy aquella edición de Bohemia que incluyó El viejo y el mar es un objeto de culto para coleccionistas y los que se interesan por la presencia de Hemingway en Cuba. Bohemiatenía entonces una tirada que superaba los 259 000 ejemplares y encuestadores independientes estimaban que cada ejemplar  era leído por ocho personas. Circulaba  no solo en Cuba, sino en todo el continente, con excepciones como República Dominicana, donde el sátrapa Rafael L. Trujillo no la dejaba entrar.

La edición en cuestión lleva en la portada un magnífico retrato del escritor  realizado por Orlando Yánez, portadista habitual de la revista. En su interior, numerosas fotografías y dibujos calzan  la novela y parecen anticipar la película que a partir de ella se filmara.  No se da crédito al fotógrafo ni al ilustrador, pero sí se consigna que la traducción es de Lino Novás Calvo, lo que no sucede en todas las ediciones en español de El viejo y el mar. En muchas de ellas se omite su nombre, aunque hacen constar que se trata de una traducción autorizada por el narrador. Así sucede en la primera edición cubana de la novela en forma de libro, hoy otra rareza bibliográfica que los coleccionistas pagan a precio de oro en los mercados de libros viejos de La Habana.

Fue gracias a la labor de Lino Novás Calvo que William Faulkner comenzó a ser conocido en español, cuando dio a conocer su versión de  Sanctuary (Santuario) publicada a instancias del traductor  por Espasa Calpe, de Madrid, en 1933.  Tradujo asimismo, entre otros veinte títulos, Kangaroo (Canguro) de D. H. Lawrence, y Point Counter Point (Contrapunto)de Aldous Huxley, publicados ambos con el sello de Ediciones Sur, que dirigía Victoria Ocampo,  en Buenos Aires.  

En unas confesiones que en 1948 hizo Novás  al profesor Salvador Bueno,  habla sobre su relación epistolar con Sherwood Anderson y Eugene O’Neill y de la influencia que algunos escritores norteamericanos ejercieron en él. Recuerda en ese sentido a Caldwell y Steinbeck y, sobre todo, a Faulkner. Pero al mencionar a Hemingway, cuya influencia también reconoce en su obra, hace una precisión: “Es amigo personal mío”.

¿Cómo se conocieron? ¿En Madrid, en los días de la Guerra Civil,  o en La Habana? ¿Cuáles fueron los detalles de esa relación? ¿Lo escogió Hemingway como traductor solo porque era su amigo o porque lo reconocía como la persona más idónea para hacerlo?  

Queda mucho por precisar todavía en cuanto a esa amistad, pero algo anticipa Herminia del Portal, la viuda de Lino, en una entrevista que entre  1992 y 1993 concedió en Nueva York a Nedda G. de Anhalt para su libro Dile que pienso en ella. Los presentó en 1946  el crítico y escritor  norteamericano Hoffman R. Hays a su paso por La Habana, a donde llegó procedente de Perú con destino a EE UU. Dice Del Portal que Hays había traducido varios cuentos de Novás al inglés y quiso que conociera a Hemingway.

En esa fecha, Novás Calvo no  era solo  un traductor reconocido, y un periodista de prestigio,  sino un narrador que con su novela Pedro Blanco, el negrero (Espasa Calpe, Madrid, 1933) había aportado, dice el ensayista Ambrosio Fornet,  un nuevo punto de partida a la novelística cubana. 

QUEMANDO GASOLINA
Lino Novás Calvo nació en un poblado de La Coruña, Galicia,  en 1905, y tenía siete años de edad cuando un tío materno lo trajo a Cuba. Aquí desempeñó los oficios más humildes. No pudo asistir a la escuela, pero ya en 1928 lograba publicar algunos poemas en la importanteRevista de Avance. Obtuvo, en 1930, mención en un concurso de cuentos, y al año siguiente la revista Orbe, que publicaba el Diario de la Marina,  le encargó su corresponsalía en Madrid. Poco tiempo después desaparecía esa publicación y Novás Calvo, varado en España, lograba, gracias a la recomendación indirecta de Miguel de Unamuno, una plaza de bibliotecario en el Ateneo de Madrid. En la capital española, además de la ya aludida Pedro Blanco, el negreroda a conocer,  en 1936, Un experimento en el barrio chino.

El inicio de la Guerra Civil lo sorprendió en Madrid. Se incorporó al Quinto Regimiento y llegó a alcanzar el grado de Oficial de Enlace en la brigada de Valentín González (Campesino). Escribe crónicas y reportajes, entre ellos uno sobre la muerte en combate  y el entierro del periodista cubano  Pablo de la Torriente Brau, y, por sus conocimientos de los temas militares, se le llega a considerar un analista muy  seguro y confiable.

Regresó a Cuba, luego de pasar por Francia, en 1939. Trabajó aquí en el periódico Hoy, órgano del Partido Socialista Popular, al que estuvo afiliado durante un tiempo. Cuando se separó o lo separaron de esa organización política, empezó a trabajar para Bohemia. Por las confesiones que escribió para el profesor Salvador Bueno  sabemos por el propio Lino que una de sus tareas en Bohemia era la de traducir de manera íntegra la revista Times a fin de que el director pudiera seleccionar lo que daría a conocer en su publicación. Hacía además otras traducciones que firmaba o no, y escribía las secciones Así va la ciencia y En pocas palabras, que aparecían sin crédito.

En 1942 su cuento “Un dedo encima”, obtiene el Premio Nacional Alfonso Hernández Catá, la distinción literaria cubana más prestigiosa y codiciada  hasta 1959. En 1943 su libroLa luna nona mereció el Premio Nacional de Cuento, que otorgaba el Ministerio de Educación. Obtuvo además los importantes premios periodísticos Enrique José Varona y Eduardo Varela Zequeira. Este último con el reportaje “Guerra de nervios en Santa Lucía”, publicado enBohemia sobre las luchas campesinas y el asesinato de Sabino Pupo.

Fue profesor de francés en la Escuela Normal para Maestros de La Habana.  En 1954 asumió la dirección de información en Bohemia. En 1960 participó como jurado en el primer concurso Casa de las Américas. En ese mismo año, Miguel Ángel Quevedo pide asilo en la embajada del Perú, en La Habana. Al enterarse de la noticia, Lino Novás Calvo, desconcertado, se comunica por teléfono con  Enrique de la Osa, que sustituiría a Quevedo en la dirección de la revista.  

-El Director se ha asilado –dijo Lino a Enrique-. ¿Qué haremos ahora?
 -Yo me quedo –respondió Enrique-. Haga usted lo que le parezca mejor.

Nadie lo perseguía, pero Lino Novás Calvo pidió protección a la embajada colombiana y salió del país. Trabajó hasta que la salud se lo permitió como profesor de la Universidad de Syracuse.  Murió en 1983 en Nueva York.

 Otros títulos suyos son: No sé quién soy (1945) Cayo Canas (1946) Cubano de tres mundos (1956)  y El otro cayo (1959). En 1990 se publicó en La Habana su Obra narrativa, un volumen de casi 500 páginas, y en 1995 apareció en Santiago de Cuba Ocho narraciones policiales. Una pequeña parte de su quehacer para la prensa está  en el libro Lino Novás Calvo: periodista encontrado (2004). Contiene, entre otros materiales, la crónica titulada “Quemando gasolina: confesiones de un botero”, que a ratos parece escrita para nuestros taxistas y carreros actuales.

A BELLERGAL Y PESADILLA
En su entrevista con Anhalt, Herminia del Portal recordaba al que fue su esposo. Dice: “Lino no era un ser normal. Tenía obsesiones. Terrores. Se sentía acorralado. Perseguido”. Dice además: “Vivía en el terror. Embrujado. Poseído”. Lo cierto es que después de su regreso a Cuba, tras el fin de la Guerra Civil española, vivirá en una angustia existencial y creativa inenarrable. Quizás no podía ser de otra forma en un hombre que, en los días de esa contienda, pasó toda una noche en un calabozo, en  espera de que lo fusilaran,  y se vio libre a la mañana cuando se comprobó que había víctima de una calumnia. 

El 9 de abril de 1945 escribía a su amigo José Antonio Portuondo: “[…] Hay que vivir con los defectos ajenos. La razón está en que yo vivo, ahora más que nunca, en un perenne mal humor, con angustias, miedos, afanes, temores, depresiones y baches de todo tipo. Estoy a Bellergal y pesadilla…”

Nada lo entusiasma. Dice que en Herminia del Portal encontró  la mujer ideal, pero, señala,  tiene sus mismos defectos. La pequeña hija de ambos le causa tanta alegría como preocupación. Apenas tiene ganas de escribir. Siente que le falta idioma porque el lenguaje “está manido, viciado, emporcado por el uso; todas las imágenes están asendereadas y todos los giros gastados”, y siente además que le sobran técnicas porque las nuevas formas de expresión obligan al narrador a buscar toda suerte de recursos  que al final forman en su cabeza un dédalo de posibilidades sin una posibilidad real. Los libros que tiene en proceso editorial, más que alegrarlo, lo inquietan. Sabe que se les hará el vacío crítico más completo y le buscarán animosidades. “Entre escribir y romper, dice, en eso se entretiene uno”.  Escribe también: “En vez de hacer novelas, habría que hacer nación. Lo malo es que nadie se pone de acuerdo sobre cómo se hace eso”.

En realidad, a Lino Novás Calvo le duele Cuba; le duele la sociedad en que vive. Sabe, con Lezama Lima, y lo dice explícitamente, que si la cultura cubana no tiene “propósito y misión” es porque tampoco los tiene el país. “Vuelve uno la vista en derredor y analiza. ¿Y qué encuentra? Encuentra maldad, envidia, deslealtad, veneno, egoísmo, pretexto, calumnia, mentira, insidia, simulación. Entonces se huye en estampía, y cada uno trata de salvarse como puede”, dice en otra carta de 1947. Y en otra, del año siguiente: “Nos estamos encuevando. O quizás sea que nos están encuevando. Tú sabes, estorbamos. Todo el que quiera hacer algo y decir algo con sinceridad, estorba. El campo está en poder de los simuladores: los Mañach, los Ichaso, los Marquina, los Lázaros, las Saras…”  En una carta de 1946 concluye: “Nos falta un ideal, un designio, un destino, un propósito que nos saque de estos remolinos, rencillas, resquemores, personalismos, narcisismos y crónicas sociales”.

Conoce Lino el por qué de sus carencias. Escribe: “Me falta una misión, la misión de estar identificado con algún sector humano en marcha, con fe, con generosidad, con idealidad, con amor, con sacrificio, con pasión, y con un propósito y contra algún estorbo. Esto viene a ser militancia en arte”. Pero él ya no milita. Cree que el partido al que perteneció tendría una salvación: “repudiar a la URSS y quedarse como partido de clase puramente cubano, y americano, que mira sobre todo por los intereses directos o inmediatos de esa clase […] Pero las señales son otras. Ah, y desde luego, tendría que soltar unos cuantos gomígrafos y discos y clichés y aceptar la verdad donde quiera que la encontrara. Y jugar más limpio y menos fríamente con los hombres, y los sentimientos, y los valores morales. Menos estrategia y menos táctica y menos funcionalismo y más alma y humanidad. Pero también eso es difícil”.

MÁS DESVALIDO QUE NUNCA
La vida de Lino Novás Calvo parece una novela. Una vida llena de contradicciones, dudas, vacilaciones, inconsecuencias, miedos.

Se le tuvo por hijo ilegítimo hasta que, a los siete años, su madre se enteró de que el padre lo había reconocido en secreto. En Madrid mariposeaba con los marxistas, pero era un escritor conservador y católico, José María Chacón y Calvo, quien le pagaba el Ateneo  para que tuviera calefacción  y pudiese trabajar en su biblioteca.  En España peleó al lado de la República pese a que, desde el comienzo de la contienda, estuvo convencido de que los republicanos perderían la guerra contra Franco. Sin ser comunista, se vio un día afiliado a ese partido por la mera razón de pertenecer al Quinto Regimiento…

Muy caro le costó, ya en La Habana, expresar en público su desacuerdo con   el pacto Hitler-Stalin. Fue uno de nuestros grandes periodistas, pero hacía su trabajo con desgano. Se desempeñaba como profesor auxiliar de francés en la Escuela Normal para Maestros y los alumnos, que le apodaban Hirohito por su parecido con el Emperador de Japón,  le ponían rabo.   

El hombre que para vivir, durante los primeros años de su estancia en Cuba, fue mandadero y dependiente de fondas, carbonero y cortador de paños, taxista, contrabandista de alcoholes y boxeador hasta que lo noquearon, y que convivió en España con la muerte,  no pudo nunca imponerse al alumnado. Lezama Lima le aconsejó que lo enfrentara, que mentara madres si era preciso. Lino siguió el consejo y le mentó la madre a un estudiante. Mejor hubiera sido que no lo hiciera. Se echó a llorar y se vio consolado y compadecido por aquellos mismos jóvenes que minutos después siguieron haciéndolo blanco de sus burlas.

Aun, sin embargo, no había vivido lo peor. Sobrevino un cambio de ministro y el nuevo titular de Educación se empeñó en racionalizar plazas en la Escuela Normal. Y Novás Calvo, que dominaba el inglés y el francés y había traducido algunas obras de Balzac,  se vio de patitas en la calle, cesanteado.

Los evaluadores no se contentaron con quitarle la plaza, sino que lo humillaron al calificarle con dos puntos sobre cien aquella ingente labor de traducción. Lino tenía todas las de perder porque carecía de título universitario. Pecado  mortal en un país con tantos títulos sin profesionales.  Aún así apeló al Ministro. Le concedieron la cita. Y ya en el antedespacho del funcionario un ujier le advirtió que no se entraba en aquella oficina con el sombrero puesto y, sin darle tiempo a reaccionar, se lo sacó de un manotazo. El incidente  precipitó a  Lino Novás Calvo  en el derrumbe total. Terminó por convencerse, ya de manera definitiva, de  que nada valía ser un escritor de su talla  en un país donde un conserje podía permitirse, impunemente, un atrevimiento semejante.

Diría  a Salvador Bueno: “Así comienza una nueva época para mí, la más desdichada que recuerdo. Por inesperado, por injusto, por incomprensible, el despojo me dejó gravemente averiado. Se me han multiplicado los reveses […]  //Todos mis planes y trabajos quedaron paralizados […] //Lo único que pudo hacer ahora es traducir para Bohemia y hacer algunas secciones fijas de humor y ciencia. Mi trabajo es ahora mucho más lento, debido a los calmantes que debo tomar a diario, en grandes dosis. Este acto me ha demostrado que tampoco valen nada los méritos ni esfuerzos culturales. Tal demostración me ha dejado psicológicamente más desvalido que nunca. Se me han caído los últimos asideros. Ahora no me queda nada, salvo Dios, al que he vuelto silenciosamente”.

FINAL LENTO CON SUICIDIO
Recordemos que Hemingway pidió que aquellos cinco mil pesos que le ofreció Bohemia por la publicación de su novela se destinaran  a la compra de televisores para los enfermos de El Rincón. En 1953, esa suma alcanzaría para adquirir en un comercio minorista unos diez aparatos de televisión.

Norberto Fuentes, en su libro Hemingway en Cuba, afirma que no está claro que pasó finalmente con esos honorarios, pero más adelante   asevera en la misma página que “la historia termina con los televisores instalados”.  Fuentes asegura haber visto en los archivos de Finca Vigía, la residencia cubana del escritor,  una docena de documentos que evidencian irregularidades. En algunas de  esas cartas, la administración de la revista se apresura a informar a Hemingway que los televisores serán adquiridos en fecha próxima, y en otras, que los equipos en cuestión están a punto de ser instalados. Se conserva asimismo una carta de Lino a Hemingway en la que le aclara que  no tiene nada que ver con las demoras de la administración y añade que le preocupa el largo silencio del escritor para con él y que no responda a sus llamadas. Al final, todo se resolvió y el hospital de El Rincón dispuso de los televisores.

Bohemia convirtió a Miguel Ángel  Quevedo, su director-propietario,  en una figura poderosísima, alguien con influencia ilimitada en la vida nacional,  al punto de que llegó a decirse que la dirección de Bohemia era la segunda posición de la República.

La relación  con Francisco Saralegui, el zar del papel en Cuba y administrador de la revista, llevó a Quevedo a hacer grandes inversiones en los años finales de la década de los 50.Bohemia estrenó un nuevo edificio en la Avenida de Ranchos Boyeros y adquirió las revistasCarteles y Vanidades, propiedad de Alfredo T. Quilés. Al triunfar la Revolución tenía deudas que superaban los  dos millones y medio de pesos. Enterado de esa situación, el comandante Fidel Castro mandó a decirle por intermedio del capitán Antonio Núñez Jiménez que el Gobierno Revolucionario asumiría  ese compromiso.  

Quevedo se negó a aceptar el ofrecimiento. A mediados de 1960 se fue del país.

Sobreviene entonces un periodo de su vida que en Cuba se ha conocido de manera insuficiente y tergiversada. Al llegar a Nueva York encontró que la salida de Bohemia estaba asegurada, y que tenía además a su disposición una gran oficina y un gran apartamento. Allí estaba Bebo Saralegui, uno de los hijos de su antiguo socio,  y no tardaría en aparecer Carlos Mauricio Castañeda. El grupo se completaría con la llegada de Lino Novás Calvo y su esposa, que había dirigido en Cuba la revista Vanidades.

Le supongo a Quevedo la inteligencia suficiente  para percatarse que aquella revista de lujo en que se convirtió Bohemia, aquella gran oficina, aquel gran apartamento, todo aquel aparataje que permitía asumir la revista,   estaban financiados por la CIA. Pero no se percató que Saralegui, Castañeda y Herminia del Portal y no sé hasta qué punto Lino Novás Calvo se confabularon en su contra empeñados, como estaban, en dejar a Bohemia de la mano, cada vez con una tirada más reducida, y echar a andar y fortalecer otra revista, Vanidades Continental,  lo que consiguieron.

Cuando Quevedo se percató de la traición  nada podía hacer. Quiso entonces salir de EE UU y para hacerlo debió reconocer a la CIA una deuda de casi cinco millones de dólares. Se estableció al fin en Caracas. Pensó que la sociedad con los Capriles y los De Armas, grandes distribuidores de revistas, le asegurarían la salida de Bohemia. Nuevo fracaso.Bohemia no era ya ni la sombra de lo que fue y para hacerle el trago más amargo se vio convertido en empleado de los que creyó sus socios. Era el director nominal de la revista. Pero no se le permitía decisión alguna y llegó a impedírsele la entrada a su propia oficina.

Circuló por ahí una carta, muy publicitada por los medios anticubanos, en la que Miguel Ángel Quevedo se reprochaba el papel que había hecho asumir a Bohemia en los días de la dictadura batistiana. Es una carta patética, pero hay que decir enseguida que también es apócrifa. Quevedo nunca se arrepintió de nada.  La escribió, plenamente consciente de su falsedad, Carlos Alberto Montaner padre. Lo cierto es, me aseguran fuentes autorizadas del entorno íntimo de Quevedo, que Fidel al enterarse de su angustiosa situación en Caracas le dejó saber, a través del canciller  Raúl Roa, que las puertas de Cuba estaban abiertas para él.

Como la vez anterior, tampoco aceptó Quevedo en esta ocasión el ofrecimiento del jefe de la Revolución. Y terminó suicidándose. Era un mal hereditario. También su padre se había privado de la vida.


viernes, 25 de septiembre de 2015

Un hallazgo en la Chicago argentina

Con un error monumental en el primer párrafo (Sigmund Freud como "padre de la psicología" y no del psicoanálisis) , ayer, 24 de septiembre, Marcos Cicchirillo publicó en La Capital, de Rosario (Argentina), la siguiente noticia con ribetes francamente espectaculares. De acuerdo con la bajada: “Investigadores locales las encontraron cuando digitalizaban el archivo del psicoanalista Angel Garma. Están escritas en una grafía especial de puño y letra del padre de la psicología.

Descubren en Rosario tres cartas inéditas 
que escribió Freud en la década de 1910

En medio de casi tres mil cartas y documentos del archivo personal de uno de los pioneros del psicoanálisis en Argentina, Angel Garma, investigadores locales descubrieron tres textos inéditos de puño y letra del padre de la psicología, Sigmund Freud, escritos en una grafía particular: sütterlin, que se popularizó en las escuelas primarias alemanas a partir de 1910.

A comienzos de año, Guillermo Ferragutti trabajaba en la digitalización del archivo personal de Garma, en el Centro de Documentación de la Unidad de Investigaciones Socio-históricas Regionales (Ishir-Conicet/UNR/UNju/UNco), y leyó en la parte superior de una carta: “Prof. Dr. Freud. Wien, IX, Berggassen 19”. Y lo confirmó segundos después cuando vio la firma: “Freud”. A partir de allí empezó todo un recorrido con las tres cartas, de las que hasta ahora se desconocía su existencia.

El material estaba siendo digitalizado a pedido de investigadores del Centro de Estudios Históricos del Psicoanálisis en la Argentina (Cehpa) de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), codirigido por Soledad Cottone y Ana Bloj. Esta última había recibido los documentos en carácter de préstamo de manos de la hija de Garma, Carmen, antes de enviarlos a Bilbao como fue el deseo de su padre.

Las cartas de Freud, fechadas en 1911, 1916 y 1917, abrieron varios interrogantes, explicó Cottone. Entre ellos si las mismas podrían haber estado destinadas a Garma, pero era demasiado joven para haber podido mantener correspondencia con Freud en esos años, dado que nació en 1904. Otro de los interrogantes era su contenido. Se consultó al profesor titular del Departamento de Idiomas Modernos de la UNR, Héctor Piccoli, junto con otros especialistas en germanística, quienes les hicieron saber a los investigadores rosarinos que estaban escritas en sütterlin. Se trata de una forma especial de la caligrafía Kurrent creada por Ludwig Sütterlin que se popularizó a partir de 1911 y hasta se impuso como obligatoria en las escuelas alemanas, hasta que fue prohibida por el nazismo.

“La pauta que nos daba esta caligrafía es que las cartas habían sido enviadas dentro de los límites del imperio y a alguien capaz de leer sütterlin, porque Freud manejaba muchos idiomas y, evidentemente, si eligió esa caligrafía estaban destinadas a alguien de esas latitudes”, explicó José Ignacio Allevi, becario del Conicet y miembro del Cehpa.

Cottone agregó que llegaron a terminar de descifrar lo escrito con una maestra austríaca de castellano y alemán de 87 años, que había aprendido sütterlin de su madre. Así se terminaron de traducir las palabras que faltaban. Las cartas se transliteraron al alemán y a partir de allí se tradujeron al castellano.

Según explicó Cottone, de las traducciones se puede inferir que dos de las cartas, las más breves, son respuestas a consultas espontáneas de personas que preguntaban acerca de algún síntoma puntual. La tercera, más extensa, puede haber sido la contestación a correspondencia de un ex paciente que describe cómo siguió su vida luego de terminar la terapia y Freud le hace una devolución.

Le plantea a ese ex paciente —de manera muy sutil— varias cosas, entre ellas que no abuse de las aguas termales y respecto de la relación que sostiene esa persona con una mujer. A partir de este punto se abrieron varias líneas de investigación, fundamentalmente relacionadas a cruzar esta información con otros archivos internacionales de Freud.

¿Pero cómo llegaron esas cartas a manos de Garma? Avelli opinó que “Garma se analizaba con Theodor Reik, discípulo directo de Freud. Tenemos la hipótesis de que él se las podría haber entregado a Garma como un regalo, como algo casi simbólico”.

“También puede haberlas encontrado en algún espacio asociado al coleccionismo y haberlas comprado”, añadió Sandra Fernández, investigadora del Ishir.

Los originales de las tres cartas inéditas escritas por Freud estarán expuestos en el marco de la muestra “Construcciones del Psicoanálisis en Argentina” a partir de mañana en el Espacio Cultural Universitario (ECU), San Martín 750. Allí podrán verse también programas académicos, apuntes de clase, actas de la Asociación Psicoanalítica Argentina y la recreación de un consultorio de época, entre otros materiales relevantes para la difusión del psicoanálisis en el país.

El mejor debut para el centro  documental de Psicología
Con este objetivo, en el Centro de Documentación del Ishir se digitalizan fuentes que luego servirán a los historiadores. “Siempre se cree que el archivo es un lugar donde se dejan cosas viejas, pero es mucho más que eso”, afirmó la investigadora del Ishir Sandra Fernández. “En un archivo no sólo se conserva información, sino también se la mejora y prepara para que pueda ser accesible de manera  rápida y eficiente”. Los investigadores del Centro de Documentación del Ishir aún no pueden salir de su asombro: qué mejor debut que hallar a poco de abrir tres cartas inéditas del padre del psicoanálisis, para constituir archivos como fuente primaria de información y de cara a la internacionalización de la producción local de psicoanálisis.

Una de las integrantes del Ishir, Soledad Cottone, resaltó que la profusa documentación de Garma expone un intercambio epistolar desde los años 40 con personalidades de todo el mundo, con las asociaciones de psicoanálisis de Brasil, EEUU, así como miradas sobre las rupturas dentro de las Asociación Psicoanalítica Argentina en los años 70. El Centro de Estudios Históricos del Psicoanálisis en la Argentina se creó con el objetivo de recuperar prácticas y producciones psicoanalíticas. Este proyecto sienta las bases para futuras investigaciones y discusiones, tanto históricas, profesionales como institucionales, que permitan la recuperación y enriquecimiento de los debates en un esfuerzo por hacer de los archivos no sólo una fuente de información, sino también una garantía de derechos y un ejercicio de la memoria institucional.


jueves, 24 de septiembre de 2015

Las posibles relaciones entre la traducción y los oficios artesanales


El traductor cubano José Aníbal Campos publicó en El Trujamán del 15 de septiembre pasado la siguiente reflexión sobre los problemas que plantea la palabra “traducir” en alemán.


Intraducibles traducciones de traducir

Quizás en ningún otro idioma europeo los verbos para referirse a la traducción tengan tantos matices implícitos y difíciles de traducir como en la lengua alemana. El verbo más común (übersetzen) tiene dos variantes, una partitiva y otra no partitiva. Über-setzen (la variante partitiva) significa cruzar, trasladar, llevar de un sitio otro, de una orilla a la otra, de ahí que en la imagen del barquero sea una de las más usadas en alemán para referirse a los traductores (existe incluso un premio llamado Die Übersetzerbarke, la Barca del Traductor, otorgado con cierta regularidad por el gremio de los traductores alemanes a personalidades del mundo del libro o la cultura que han realizado una labor encomiable en la divulgación del trabajo de los «barqueros de la literatura». 

Otra ingeniosa variación de ese verbo nos la ofrece un espléndido aforismo: «Übersetzen? Üb’ersetzen!» (literalmente: «¿Traducir? ¡Ejercitarse en sustituir!», pero que yo prefiero traer al español irónicamente de este modo: «¿Traducir? ¡Ejercitarse en suplir!», por el tañido de «suplicio» que se oye vagamente en esa última palabra).

Sin embargo, el verbo alemán que más me gusta para referirse al acto de traducir es übertragen. El prefijo cumple aquí la misma función que en über-setzen, pero el verbo tragen (portar, llevar, soportar, cargar y un larguísimo etcétera) alude a ese peso que se echan encima los Sísifos traductores cuando han de traer a hombros, desde el territorio opuesto, la boronilla de una lengua que servirá para confeccionar las piedras que levanten la casa nueva en el terreno propio.

Pero hay más: nachdichten es otro verbo de gran belleza polisémica. Dichtenes el verbo para sintetizar, adensar, impermeabilizar y, especialmente, para lacomposición de textos literarios. En alemán, como en cualquier lengua, una persona alfabetizada puede ser un escritor (literalmente un «colocador de letras»), autor de uno o varios libros, pero no todo el mundo alcanza la condición de Dichter. En este caso, el verbo se usa más para la traducción de poesía, y vendría a indicar lo que en español, a falta de mejor solución, llamamos «versión». 

Lo que, por encima de todo, me atrae de estas formas de aludir al proceso de traducción es su relación, todavía, con algún oficio artesanal (oficios, además, que con el desarrollo de la tecnología están casi en vías de extinción, como el de barquero o el de estibador).

Esa misma tecnología, la que nos ha traído un grado de democratización de la cultura apenas conocido antes, constituye el instrumento de un proceso que es tan bienvenido como peligroso. Cualquiera puede actualmente mostrar su creatividad en público sin necesidad de subordinarse a los canales «oficiales»; pero también cualquier persona sin oficio, sin apenas experiencia (o simplemente sin talento), puede evacuar a través de la red los detritos de su afán de notoriedad (e incluso tener éxito de público entre otro centenar de internautas con similares trastornos de evacuación).

Y aunque una búsqueda en Google puede ahorrarnos ahora mucho tiempo (y hasta espacio y polvo en las estanterías de casa), la verdadera traducción de literatura sigue ubicada –quiero creer– en un ámbito artesanal que casi recuerda al de los amanuenses medievales: un ámbito de trabajo en el que la paciencia, la dedicación, el trabajo arduo y hasta la ceguera o la literal puesta en peligro de partes del propio cuerpo (¡ay, en «nombre de la –puñetera– rosa»!) dejan su huella en el resultado.


miércoles, 23 de septiembre de 2015

"Se ha ido un hijo predilecto de los biniza"

La noticia fue publicada por Diana Manzo, el 10 de septiembre pasado en La Jornada, de México. Se refiere a la muerte de Víctor de la Cruz, importante poeta, traductor y lingüísta mexicano.



Falleció ayer el poeta y lingüista Víctor de la Cruz

Juchitán, Oax. La tarde de ayer, nueve de septiembre, el poeta, traductor, investigador, lingüista, historiador y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), Víctor de la Cruz, falleció a la edad de 79 años, cobijado por sus ancestros, los binizaa (zapotecas).

Nació en 1946, fue el segundo doctor en el estado de Oaxaca que ocupó la silla dentro de la AML, después del escritor Andrés Henestrosa también zapoteco.

De la Cruz vivió sus últimos días en el municipio de la Ollaga, donde disfrutaba de tardes debajo de un enorme árbol, recostado en su hamaca. Le gustaba observar correr las aguas de su “ojo de agua”, un afluente natural donde recreaba su mente para plasmar historias de los pueblos indígenas.

El poeta y lingüista cursó la licenciatura en Derecho y el doctorado en Estudios Mesoamericanos, ambos en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), máxima casa de estudios del país.

En 1974, ingresó al Instituto Tecnológico del Istmo como profesor de Filosofía, Historia y Redacción en donde impartió cátedras durante cinco años. En 1979 y 1980 trabajó como profesor en el programa de formación profesional de etnolingüistas del Centro de Investigaciones Superiores, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). También fue asesor del Centro de Investigación y Desarrollo “Binnizá”, A. C. (zapoteco del Istmo), y del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), en Oaxaca.

Su obra de mayor trascendencia fue La flor de la palabra” en donde recopila datos a modo de la literatura zapoteca, texto reconocido a nivel internacional.

Sus obras, tanto científicas como de poesía, han sido traducidas al inglés, francés, italiano y alemán. De su narrativa destacan Primera voz (1968), El problema de la validez del derecho”(1973), 'Diidxa' sti' Pancho Nácar (1973-1982), y Los niños juegan a la ronda (1974).

Fue uno de los creadores de la revista zapoteca Guchachi Reza, de mayor trascendencia entre los literatos indígenas, la cual se distribuyó por toda la República Mexicana.

Víctor de la Cruz recibió premios y distinciones, entre ellos el Premio Nacional de Ensayo para el Magisterio, el Casa Chata, y un reconocimiento al Mérito en Investigación Científica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), y el Premio Francisco Javier Clavijero.

Entre otras obras de su autoría, sobresalen: Cuatro elegías (1979), Dos que tres poemas (1979), Canciones zapotecas de Tehuantepec (1980-1983), Corridos del Istmo”(1980-1983), Las guerras entre aztecas y zapotecas (1981) y La rebelión de Che Gorio Melendre (1983), Aspectos históricos de la educación en Oaxaca, La educación en las épocas prehispánicas y colonial en Oaxaca (1989), Jardín de cactus (1991) y Antología literaria de Oaxaca”(1993).

La comunidad de poetas y escritores en el Istmo de Tehuantepec lamentó su partida, tras afirmar que “se ha ido un hijo predilecto de los biniza´ (zapotecos)”, a quién recordaran y añoraran para siempre.


martes, 22 de septiembre de 2015

Christopher Marlowe completo en castellano

Con edición de Andreu Jaume y versiones de Aliocha Coll, Andrés Ehrenhaus y el mencionado editor, la editorial Penguin Random House acaba de publicar en su colección Penguin Clásicos la Obra completa. Teatro y poesía, del dramaturgo y poeta isabelino Christopher Marlowe.

El sólido volumen de 587 páginas incluye Dido, reina de Cartago, Tamerlán el grande, El judío de Malta, La trágiga historia del doctor Faustus, Eduardo II y La masacre de París, además de los poemas "Hero y Leandro" y "El pastor apasionado a su amor". Las últimas cincuenta páginas del libro quedan reservadas a las notas.

Así, este volumen necesario, viene a sumarse a otras traducciones de Marlowe realizadas con anterioridad por Javier Adúriz y Ana Bravo, así como por Marcelo Cohen o  Mónica Maffia, entre otros traductores argentinos, o José Alcalá Galiano,  Julio César Santoyo y José Miguel Santamaría, entre los españoles. El cotejo de versiones constituirá seguramente un interesante ejercicio para los especialsitas.


lunes, 21 de septiembre de 2015

El final de una larga sociedad

Daniel Divinsky y Kuki Miller

El Administrador de este blog siempre pensó que la actividad de Daniel Divinsky había sido sobrevalorada, acaso por la manera en que el editor fogoneó su propia reputación a lo largo de su ya dilatada trayectoria. Está, sí, una primera etapa heroica y luego la censura y persecución de la que fue objeto durante la dictadura militar. Sin embargo, podría decirse que terminada ésta, en las últimas décadas, lo principal de Ediciones de la Flor fueron sus muchos libros de historietas, por cierto, claramente rentables, a los que habría que sumar alguna apuesta en seguro, como la publicación de los Cuentos completos de Rodolfo Walsh, o de alguna obra de John Berger. Para comprobarlo, basta con revisar las novedades y reimpresiones del catálogo.

Todo esto sería apenas una opinión entre un mar de otras opiniones, si Divinsky en algún momento no hubiese mostrado la hilacha. Esto ocurrió el 15 de agosto de 2009, cuando, en la sección Flora y Fauna de la revista Ñ, no pudo con su genio. En la columna en cuestión se recogieron los dichos de Divinsky en una mesa redonda que, con el título “Los pioneros de la edición independiente”, se realizó en la Biblioteca Nacional de Argentina. Allí, según recuerda el artículo, una señora del público levantó la mano para manifestar: “Aquí también debería estar (José Luis) Mangieri”. Lamentablemente, Mangieri había muerto seis meses antes. Pero la señora había querido mentarlo porque su obra –tanto la visible como aquella que no se puede cuantificar– había dejado en muchos lectores una impronta imborrable. Divinsky, entonces, con un gesto que de manera benévola podríamos considerar de mera envidia, no se privó de señalar: “Sí, fue una buena persona y un gran amigo. Pero pudo editar lo que editó porque tenía una mujer norteamericana y multimillonaria”. La afirmación de Divinsky era una infamia ya que Mangieri –que, dicho sea de paso, nunca fue amigo de Divinsky, sino apenas colega–, a pesar de haber publicado alrededor de 800 títulos en sus cuarenta años de labor editorial, vivió y murió en la pobreza, llegando a hipotecar su casa en varias oportunidades para publicar libros que consideraba importantes, dato que contrasta con las muchas historias que giran alrededor del supuesto altruismo del dueño de De la Flor. Lea Fletcher, la mujer de Mangieri, a pesar de ser una prestigiosa académica estadounidense, subsistía de su ocasional trabajo como traductora y ayudaba a su marido componiendo sus libros en una vieja computadora. Y eso lo sabía todo el mundo. Sobre todo, sus amigos (y de paso, qué curioso que Divinsky, señalándose amigo de Mangieri no lo supiera). Por lo tanto, la reacción no se hizo esperar y en las semanas siguientes hubo un aluvión de cartas de escritores, artistas e intelectuales que pusieron las cosas en su lugar. Los primeros, y con una altura conmovedora, Martín y Andrea Mangieri, hijos del editor. Luego, como siempre, pasó el tiempo y muchos se olvidaron del incidente. .

Ahora, Divinsky vuelve al ruedo. Claramente peleado con su ex mujer, le vendió su parte de Ediciones de la Flor y lo hizo promocionando el gesto con mails y entrevistas, sin olvidar ponerse en el sitio de víctima (y no sólo por las varias colonoscopías que, en la entrevista que se reproduce en esta entrada y dando clase de buen gusto, confiesa haber tenido que hacerse). Por la poca memoria del público y por la hipocresía de muchos intelectuales, esa estrategia siempre le ha servido este editor al que la historia, sin duda, alguna vez observará con más detalle.

Lo que sigue es la entrevista que le realizara Silvina Friera en el diario Página 12 del domingo 20 de septiembre pasado. En la bajada se lee: "El fundador de la editorial que desde 1966 publicó a Walsh, Fontanarrosa y Quino, entre otros, le cedió su parte a Ana María 'Kuki' Miler, su ex esposa y ex socia. 'No me sentía con fuerzas ni para continuar en una pelea ni para seguir trabajando tan intensamente', dice.

Cambio de firma para un sello mítico

“El renunciamiento de Daniel” podría ser el título de una obra de teatro que deja un sabor amargo. Ningún final, por más meditado que sea, es feliz. La ironía es un arma afilada en manos del último editor de raza. “Ahora tengo mucho tiempo libre”, bromea Daniel Divinsky, el creador de Ediciones de la Flor –que empezó a funcionar en 1966– con casi cincuenta años de experiencia y olfato, de convicción y hedonismo ecléctico que le permitieron construir un catálogo diverso con Quino, Roberto Fontanarrosa, Rodolfo Walsh, Fogwill, Maitena, Liniers, Vinicius de Moraes, John Berger y Umberto Eco, por mencionar apenas un puñado de un listado inabarcable. A los 73 años, Divinsky decidió alejarse del sello. La editorial quedará a cargo de Ana María “Kuki” Miler, quien fue su esposa durante casi cuarenta años, hasta que se separaron, en 2009. “El viernes pasado, luego de complicadas mediaciones, firmé la cesión a precio irrisorio de mi parte en Ediciones de la Flor a mi ex socia –cuenta el ex editor en un email que circuló esta semana–. Decisión dolorosa, que me tiene muy triste, pero al mismo tiempo aliviado: la convivencia laboral se había tornado imposible y todo proyecto mío se estrellaba con su enconada negativa.”

Divinsky, el hombre que dejó la abogacía a los 24 años para dedicarse a editar libros, cuenta a Página/12 los entretelones de esta despedida con esa extraña calma posterior a una gran tormenta, una mezcla de abatimiento y liberación, de resignación y misión cumplida. “Hacía tiempo que había inconvenientes de funcionamiento, lo que yo llamo ‘incompatibilidad de caracteres tipográficos’ y decidí dejar la editorial porque no me sentía con fuerzas ni para continuar en una pelea ni para seguir trabajando tan intensamente. Entonces, después de largas negociaciones, llegamos a un acuerdo por el cual cedí mi parte. Todo se complicaba por el hecho de que la editorial funciona en un inmueble que es de mi propiedad, heredado de unas tías y de mi padre, y no se sabía si la editorial se iba a tener que mudar. Finalmente, se firmó un contrato de locación con un alquiler muy por debajo de los valores de plaza”, cuenta el creador de Ediciones de la Flor, nombre que surgió de una exclamación de la escritora y periodista Pirí Lugones –la nieta del poeta Leopoldo Lugones–, desaparecida durante la última dictadura militar, que exclamó: “¡Flor de editorial quieren hacer!”.

–¿Queda algún margen, una posibilidad de volver?
–No, por las dificultades de ponernos de acuerdo con mi ex socia. La editorial seguía y sigue muy próspera y funcionando bien. Este año se publicaron unos 12 libros en un ritmo normal. Lo único que no aceptó ella es la publicación de algunos libros que yo quería publicar, y tenía derecho a eso.

Cuesta imaginarlo jubilado de la edición de libros. ¿Qué va a hacer ahora?
–Voy a respetar lo acordado: durante tres años no puedo ser editor con mi nombre ni dirigir una colección. Voy actuar como asesor, dar charlas, escribir prólogos; seguiré ejerciendo actividades intelectuales ligadas al libro, pero sin editar.

–¿Imaginaba este final?
–Ni en mis peores pesadillas...

–¿Qué hubiera deseado para la editorial?
–Hace un par de años tuvimos un almuerzo con Jorge Herralde en el que nos contó, muy entusiasmado, el acuerdo al que había llegado con Feltrinelli, la editorial italiana que se quería instalar en España, por el cual Herralde y su mujer le iban cediendo un porcentaje cada año de Anagrama hasta terminar cediendo la totalidad de las acciones, conservando la dirección editorial mientras tuvieran ganas. Herralde nos sugirió que hiciéramos lo mismo –dado que nuestro único hijo es músico y no tiene ninguna intención de continuar con la actividad– con alguna de las editoriales independientes locales. Incluso comentó el tema con el editor de una de esas editoriales, que me llamó de inmediato sumamente interesado. Me entusiasmó la posibilidad, pero fue totalmente rechazada por Kuki.

–¿Continúa Kuki Miler sola al frente del sello?
–Sí, tiene toda la capacidad, la formación, la experiencia y la relación con los autores. Así que no hay duda de que la editorial va a seguir igual.

–Hay vida cultural después de Ediciones de la Flor, ¿no?
–Yo pensaba escribir una columna de opinión que se titularía “Mi historia clínica 2015”. Este fue un año en el que fui sometido a varias operaciones voluntariamente, en algunos casos con anestesia total, en algunos con anestesia local y en otros sin anestesia. Me operé de la vista, por lo cual ahora veo sin anteojos, me sacaron por criocirugía un carcinoma de piel y después me hicieron dos videocolonocopías para extirparme unos pólipos. Ahí ya tenés cuatro operaciones. La quinta fue la extirpación de Ediciones de la Flor. Todavía no me recuperé de los efectos de la anestesia...