lunes, 22 de febrero de 2016

Vicisitudes del bolsillo en muchos idiomas

Con la firma de Julieta Roffo, la revista Ñ publicó en su edición del viernes 22 de enero la siguiente nota comparativa, donde se detalla el precio de varios títulos en ocho países del mundo.

¿Cuánto cuestan los mismos libros 
en ocho países?

La última novela del francés Michel Houellebecq se consigue en Argentina a un precio más parecido a los de las librerías de Francia y Estados Unidos que a las de Brasil, a pesar de la brecha salarial entre ambos hemisferios. Un libro del eterno candidato al Nobel Haruki Murakami puede costar en nuestro país tres veces más que en Inglaterra y el doble que en España. A la manera de The Economist, cuyo índice Big Mac compara el precio en dólares de un mismo menú de McDonald’s en distintos países, ideamos el “Indice Principito” para comparar los precios de libros clásicos y de novedades en ocho países del mundo.

Cotejando ediciones de bolsillo y de tapa blanda de El Principito, uno de los longséllers de todo el mundo, Clarín halló que en Strand, una emblemática librería de Nueva York, puede comprarse por US$ 14, mientras que, en el otro extremo, puede conseguirse por US$ 3 en Río de Janeiro. Entre los ocho países comparados –Argentina, Estados Unidos, Brasil, México, España, Inglaterra, Francia y Chile–, el nuestro está entre los más baratos para conseguir el libro de Antoine de Saint-Exupéry: cuesta US$ 7,33 (99 pesos) mientras que en Barcelona se vende a US$13,10. 

Para quien recorra Europa, Norteamérica y Sudamérica en busca del Diario de Ana Frank, las librerías argentinas tienen la mejor oferta en dólares: un ejemplar por US$5,10 (69 pesos). En París hay que pagar US$13,15 para conseguir el libro.

Otro clásico, La metamorfosis de Franz Kafka, vuelve a ubicar a Brasil como la alternativa nominal más económica: cuesta US$ 3,22 una edición de bolsillo que en la librería Antártica de Santiago de Chile se vende a US$ 4,70. Y aunque los salarios promedio en esta región son considerablemente más bajos que en Estados Unidos y Europa, los precios por una edición de bolsillo de la historia de Gregorio Samsa son de US$ 6,95 en la Gran Manzana y de US$ 7,40 en Buenos Aires (100 pesos). El precio en la librería del Fondo de Cultura Económica de la capital mexicana es parecido al argentino: US$ 7,55. En la versión británica de Amazon se encuentra el precio más alto: US$ 10,25.

A la hora de vender clásicos –que en muchos casos, al ya no pagar derechos de autor, permiten la competencia entre varias editoriales–, los precios de las librerías argentinas se sitúan entre la media y las opciones más baratas de las cotejadas.

Sin embargo, cuando hablamos de novedades editoriales la tendencia se revierte: los precios en Argentina están entre los más costosos, y en los tres casos revisados, no bajan de los US$ 20. Un ejemplo reciente es el de la novela Sumisión, última obra de Houellebecq. En Argentina cuesta US$ 21,85 (295 pesos), en Chile, US$26,90, y en Brasil –otra vez a un precio muy barato–, US$ 6,20. El precio en Argentina no difiere por más de veinte centavos de dólar con los de España, Francia e Inglaterra.

Otra vez en el podio de los más caros, Los años de peregrinación del chico sin color, del japonés Murakami, cuesta en Argentina US$ 22,15 (299 pesos), junto con Chile, donde se consigue por US$ 26,45. En España y Estados Unidos oscila entre los US$ 9,50 y los US$ 10, en Inglaterra se consigue por US$ 5,65 –la cuarta parte del precio vernáculo–, y en París, por US$ 10,90.

Revival, novedad de Stephen King, cuesta también US$ 22,15 (299 pesos) en las librerías argentinas, menos que en Shakespeare & Co., de París, donde se vende a US$ 27,95. Pero el precio argentino supera en un 20 por ciento al de Chile y México, y en nada menos que un 159 por ciento al que se consigue en la librería Saraiva de Río de Janeiro.

“Hoy en día, la gran mayoría de novedades editoriales tiene una base de 250 pesos. De ahí para arriba, según el autor y la edición”, dice Alejandro Monot, librero de Clásica y Moderna, y agrega: “Pero incluso en épocas de la peor inflación, siempre hay público lector”.

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