martes, 1 de marzo de 2016

La mala leche, o estupidez, de los noteros ibéricos

Un tal Jesús Ruiz Mantilla, en El País, de Madrid, del 27 de enero pasado, firma una nota de título nacionalista –“Mucho Shakespeare y poco Cervantes”–, donde se queja de lo mucho que los británicos están preparando para recordar los cuatrocientos años de la muerte de William Shakesperare y lo poco que los españoles están haciendo para recordar los cuatrocientos años de la muerte de Miguel de Cervantes. La nota, en su primer párrafo, cita uno de los sonetos de Shakespeare sin mencionar al traductor. Se trata de Andrés Ehrenhaus, quien hace ya varios años publicó una muy festejada versión que circuló por todo el mundo hispanohablante.

Cuatro días más tarde, Peio H. Riano, en El Español –otro pasquín ibérico–, publicó “Cien insignificantes momentos de la vida de Shakespeare”, nota igualmente vinculada al aniversario en cuestión. Allí también se citan versos traducidos por Ehrenhaus y allí también se lo ningunea, omitiendo su nombre. También el de otros traductores, razón por la que vamos a suponer, por un momento, que en España no existe prejuicio contra los latinoamericanos y que no es ésa la razón por la que se omite el nombre del traductor. 

Pensemos, de manera optimista, que esa práctica se lleva a cabo contra todo el mundo. No es consuelo, sino prueba de estupidez y desprecio manifiesto que muchos noteros, venidos a periodistas, sienten por el trabajo de quienes han pasado mucho más tiempo que el empleado en borronear unas cuartillas tratando de encontrar un correlativo en la lengua del aparentemente olvidado Cervantes para palabras escritas en otra. Da vergüenza y también un poco de asco.

Jorge Fondebrider 

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