
jueves, 30 de junio de 2016
Delicias del panhispanismo
El
Administrador está traduciendo un texto en el que aparece la frase “sucking
sound”, referida al sonido que hace el musgo cuando uno camina sobre él.
Piensa
de inmediato en cómo definir ese sonido y, contento –porque además tiene
sentido en el contexto de lo que está traduciendo– se dice “ruido a sopapa”.
Con
todo, para no dejar una marca léxica demasiado argentina, decide comprobar en
el diccionario si esa palabra funciona para todos los hablantes de la lengua.
Pero la palabra no está.
Acude
entonces a los diccionarios de Internet, empezando con el Word Reference. La
palabra tampoco está. Sin embargo, hay una llamada que lleva a uno de los foros
de Word Reference. Allí se encuentra con que otro argentino, que, para más
datos, señala vivir en Israel escribe el siguiente párrafo, solicitando ayuda:
“Por ciertos motivos que no vienen al caso, quise buscar la
palabra ‘sopapa’ en el DRAE, y ¡cuál fue mi sorpresa al descubrir que la
palabra no existe!
¿Cuál
es la palabra "legítima" para llamar a la sopapa? (O cómo llaman ustedes a ese coso para destapar las
cañerías...).”

Un
tal Namarne, que vive en Cataluña, responde:
“Si te refieres a esto, aquí se llama desatascador. (Quizá haya otras denominaciones, según países,
regiones...). (Je, pues acabo de mirar en el DRAE y no aparece ‘desatascador’.
Qué cosas.)”
Por su parte, Tamakun, que dice ser español, suma este
testimonio:
“A eso en mi país lo llamamos destupidor. A veces se le dice la bomba de destupir. Con afecto.”
Si bien no queda claro si el afecto de
Tamakun es para el argentino o para la
bomba de destupir, Rosangeles, de Venezuela, intervienete diciendo:
“La conozco como bomba destapadora o chupón.”
Toño
Torreón, de México, añade:
“Acá es un destapador de cañerías. También he oído
que le dicen pompa (de pump) o amigo (amigo
del plomero, porque siempre está con él)”.
Por increíble que parezca, de ahí en más todos empiezan a
discutir la etimología de “sopapa” y le asignan un origen en “sopapo”, palabra
que a su vez empieza a ser analizada a la luz del tipo de golpe que es, con
resultados distintos para cada país.
Al cabo de media hora de este tipo de lectura edificante,
el Administrador se dirige ya vencido a Wikipedia. Allí lee que “se denomina sopapa, desatascador, destupidor,
sopapo, chupón, destapacaños, chuclete o ventosa a un utensilio utilizado para desobstruir cañerías a través
de un sistema de presión generado por fuerza manual aplicada sobre un mango de
madera unido en su parte inferior a una goma”.
La definición cumple, probablemente, con las pretensiones
panhispánicas de los sabios del DRAE, pero, a la hora de traducir, el
Administrador sabe que no puede poner que, al caminar sobre el musgo, el
personaje del texto que traduce hace un “ruido a destupidor” o un “ruido a
chuclete”.
Luego, piensa en los pobres traductores de Julio Cortázar que alguna vez se tuvieron que enfrentar con el "blando sonido de tapioca".
Melancólico, entonces, después de haber pasado más de una
hora reflexionando sobre estas cosas sin traducir las dos palabras que le
habrían permitido avanzar con las otras doscientas cincuenta mil que le quedan
por delante, decide que la jornada de trabajo ha concluido.
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Administrador,
Diccionarios,
Reflexiones sobre la traducción
miércoles, 29 de junio de 2016
Los traductores buscan derechos
“El
trabajo de la traducción literaria está regido por la Ley 11.723 de Propiedad
Intelectual. Un grupo de traductores elaboró un proyecto de ley que cuenta con
el apoyo de instituciones, escritores, editores y referentes de la cultura y la
política, que dispone un nuevo marco normativo para la actividad. Debe tratarse durante 2016
para que no pierda estado parlamentario.” Eso dice la bajada del artículo que Juan Francisco Gentile publicó en el diario Perfil, de Argentina,
el 26 de junio pasado.
Hacia un reconocimiento de
la traducción como creación
Ruedas
de prensa, firma de ejemplares, notas en los medios, canjes, regalías y, con
algo de suerte, cierta dosis de reconocimiento. Cuando un autor presenta una
nueva obra, más aún si ostenta una trayectoria reconocida o si por determinada
razón la publicación alcanza considerable grado de repercusión, una serie de
puertas se abren en el mismo momento en que la rueda de la industria editorial
comienza a girar. Pero en medio de las serpentinas de esa fiesta de la cultura
que es la publicación de un nuevo texto, pocos o acaso nadie se pregunta por
los traductores. ¿Cuántos advierten la centralidad de esa tarea para que
acontezca el descorche? ¿Tienen quienes traducen el reconocimiento simbólico y
material que merece la labor? Algunas de estas preguntas motorizaron a un
conjunto de traductores de largo recorrido profesional a conformar el Grupo Ley
de Traducción Autoral (Grupo LDTA), en el año 2013, para comenzar a delinear un
proyecto de ley que lograra otorgar un marco normativo para la tarea. A partir
de entonces, los profesionales recibieron el apoyo de editores, libreros,
escritores, periodistas, docentes, estudiantes y representantes de la política
interesados en la legislación cultural, y comenzaron a transitar el primer
tramo de un largo camino legislativo. Ahora, el proyecto de ley aguarda tratamiento
en la Cámara de Diputados, particularmente en las comisiones de Legislación
General, ahora a cargo del macrista Daniel Lipovetsky, y en la comisión de
Cultura, en cuya presidencia quedó designado recientemente el diputado del
Frente para la Victoria Juan Cabandié.
En el Grupo LDTA convergen Estela Consigli, Andrés Ehrenhaus, Laura Fólica, Pablo Ingberg, Griselda Mársico y Gabriela Villalba, quienes –entrevistados por PERFIL– solicitan se los cite colectivamente, y analizan: “La actividad de los traductores autorales está regulada por la Ley 11.723 de Propiedad Intelectual. Pero la situación es particularmente precaria, porque si bien la ley los considera autores, en los hechos se los trata como simples prestadores de servicios”. Es decir: el trabajo de un traductor es para gran parte de las empresas editoriales una mera provisión de servicios, tal como el que presta una empresa que se encarga de la limpieza o de la repartición de los bidones de agua. Los integrantes del Grupo LDTA explican que bajo la actual normativa “los traductores autorales, que trabajan aislados y no cuentan con ningún tipo de agremiación, suelen verse obligados a aceptar las tarifas y condiciones que les imponen”, y agregan: “Así, la remuneración es muy desproporcionada respecto del esfuerzo, la dedicación y la formación necesarios, los plazos de entrega son demasiado cortos, y no siempre se firman contratos ni se pagan las regalías correspondientes, lo cual redunda en que, con este grado de precariedad laboral y sin un marco regulador coherente, la calidad de las traducciones pende de un hilo”.
En el marco actual, la relación de contraprestación de servicios entre los traductores y los editores se da de la siguiente manera: el traductor recibe un único pago contra entrega de la traducción cuyo uso cede. Saldado el pago, aquel que contrata el servicio de traducción puede ampararse en el artículo 38 de la Ley 11.723 para conservar la propiedad de la obra, pudiendo corregirla, editarla parcial o totalmente, revenderla o archivarla sin tener que informar al traductor ni volver a pagarle. Sobre este tema, los editores del Grupo LDTA señalan: “Este alejamiento del traductor autoral respecto de su obra alienta prácticas injustas en el sistema editorial y resulta absolutamente contrario a la doctrina del derecho de autor”.
El proyecto de ley en cuestión introduce una serie de cambios. Por un lado, establece un límite claro a la cesión de los derechos de uso comercial de la traducción, que sólo pueden cederse mediante contrato escrito, para un uso específico y durante un plazo máximo de diez años. Agotado dicho período, los derechos revierten en el traductor, que puede volver a cederlos por un plazo limitado mediante un nuevo contrato. Además, garantiza que, en virtud de la cesión de esos derechos, el traductor participe en los beneficios que arroje la venta de su obra mediante un porcentaje de las regalías: no inferior al 1% para las ediciones de la traducción en papel, al 2,5% para el caso de su explotación a través de medios digitales, y al 5% cuando, en cualquier formato de edición, se trate de la traducción de obras de dominio público. Por otro lado, el proyecto de ley alienta una serie de medidas de fomento de la traducción en el país, como la creación de un Premio Nacional de Traducción. A su vez, la iniciativa introduce la enumeración de los derechos morales del traductor y la obligación de respetarlos por parte del usuario, así como la puesta en claro de los elementos básicos constitutivos del contrato de traducción, de tal manera que las partes puedan negociar en condiciones de mayor igualdad y conocimiento. Otro punto importante es la visibilización de la figura del traductor en la difusión y promoción de la obra. Al respecto, los editores opinan que “en la práctica se esconde al traductor, con la idea de que el lector ‘olvide’ que lo que está leyendo es una traducción, y este ninguneo cultural suele ser el caldo de cultivo ideal para el ninguneo laboral o tarifario”.
Al momento de indagar acerca de las razones por las cuales el proyecto de ley quedó congelado, no son pocos quienes apuntan a un lobby de los grandes jugadores del mercado. Juan Ignacio Boido, director local de Random House, fija la postura del gigante: “La propiedad intelectual está renegociando sus alcances. En Alemania se dispuso un proyecto de ley de traducción tras consensuar un escenario viable, que fomente el trabajo además de protegerlo. En España, la situación de los traductores también está legislada. Este proyecto va en esa dirección. Y considerando la larga y excelente tradición de traducción que tiene la Argentina, me parece bien y necesario. Una editorial sólo se puede beneficiar si hay traductores protegidos, que puedan vivir del trabajo acumulado a lo largo de los años, y dedicados a su oficio”. Otro de los escollos que se supone complicarían el apoyo de los grandes grupos editoriales es el costo extra que sumaría la participación de los traductores en las regalías. “Es cierto que cargaría al libro con un costo extra –señala Boido–. Pero en muchos libros Random ya paga derechos de traducción. Los libros de pocas ventas son los casos más delicados. Hay ensayos o ficciones muy literarias que sólo se pueden traducir con la de los estados. Otros, repartiendo el costo entre todo Hispanoamérica. Si se puede encontrar una manera de que sean viables y a la vez los traductores puedan cobrar más si al libro le termina yendo bien, bienvenida”.
Los apoyos del ámbito editorial y cultural
Son hasta ahora más de 1.600 las adhesiones personales de
traductores, escritores, pensadores, lingüistas, editores, docentes,
estudiantes y profesionales del área de la cultura en general al proyecto de
ley. Entre los apoyos institucionales aparecen la Academia Argentina de Letras,
la Sociedad Argentina de Escritores, el Club de Traductores Literarios de
Buenos Aires, el Instituto Goethe; las Asociaciones de traductores de España,
Cataluña, Austria, Alemania, Canadá; los departamentos de las carreras de Letras
y de Filosofía de la UBA; editoriales como Mansalva, Eterna Cadencia, Caja
Negra, Mardulce, Godot, El 8vo. loco, entre otras.
La editora Leonora Djament, de Eterna Cadencia, señala: “Un traductor es también un autor de la obra que traduce, en la medida en que hace un trabajo muy específico –político y estético a la vez– sobre la lengua y sobre la tradición. Por lo tanto, ese estatuto debe estar reflejado necesariamente en los contratos que los traductores firman con las editoriales. Y es necesario reglamentar esa relación que también es de potestad sobre la obra traducida, con todos los derechos pero también todas las obligaciones que eso conlleva”.
Ana Ojeda, escritora y editora de El 8vo. loco, destaca: “Considero la labor de los traductores a la vez muy esforzada e invisibilizada. Son puentes culturales fundamentales, muchas veces las puertas de ingreso de autores y textos desconocidos. Considero al traductor un segundo autor. Hoy se les paga poco, a veces ni siquiera se los menciona en la portada, o se los consigna en las primeras páginas del libro pero no en la tapa. Si a la traducción le va bien gana el editor, gana el autor, gana la editorial, pero para el traductor es lo mismo que si hubiera sido un fracaso. Creo que con la ley algunas de estas cosas, y sobre todo la mentalidad que subyace, podrían empezar a cambiar”.
Por su parte, la socióloga y escritora María Pía López reflexiona al respecto: “No leemos a un autor de otra lengua directamente, sino que leemos al traductor o traductora de esa obra, que vuelve a crearla en otra lengua. La cultura argentina se forjó, en muchos momentos, alrededor de traducciones. Tuvo una industria editorial potente y traductores muy relevantes, como Bianco para Henry James, o Salas Subirat para Joyce, o Benjamín de Garay para Da Cunha. No eran traductores colegiados sino escritores y expertos en las lenguas. Por eso, no hay que aceptar límites corporativos. La traducción literaria es otra cosa. Actualmente hay un gran movimiento de generar traducciones locales, pero sin provincianismos. A los que no cesamos de incordiarnos con las traducciones españolísimas de Anagrama nos alegra ese cosmopolitismo con entonación local. La ley no reconoce sólo derechos a los traductores sino que incentiva este movimiento necesario”.
martes, 28 de junio de 2016
Santa Fe le rinde homenaje a Juan José Saer
El Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe presentará el programa “Año Saer”, dedicado a estudiar, difundir y celebrar la figura y la obra de uno de los máximos escritores argentinos, nacido en Serodino el 28 de junio de 1937 y muerto en París, el 11 de junio de 2005.
Producido por la cartera cultural, el programa –que se desarrollará entre junio de 2016 y junio de 2017 en las ciudades de Santa Fe, Rosario y varias localidades de la provincia– incluye la edición de nuevos libros sobre su obra, la realización de una producción audiovisual, una exposición compuesta por manuscritos del autor, fotografías y distintos materiales especialmente producidos para la muestra, un congreso internacional y guías de lectura para los estudiantes de la provincia. Además, en el marco de las celebraciones, se programarán películas y se pondrán en escena óperas y piezas de teatro basadas en la obra de Saer.
Estará presente la Ministra de Innovación y Cultura, Chiqui González, además de destacadas figuras del ámbito literario nacional, muy relacionadas con la obra del autor santafesino, como la ensayista Beatriz Sarlo, la crítica literaria María Teresa Gramuglio y el editor Alberto Díaz, además de escritores, profesores y grupos de lectores de la provincia.
Programa
Durante el lanzamiento de “Año Saer”, el escritor Martín Prieto, curador del programa, delineará los fundamentos, objetivos y acciones del mismo. Posteriormente, la escritora Beatriz Sarlo, acompañada por el escritor y editor Fabián Casas, presentará su nuevo libro Zona Saer, dedicado a revisar la obra de Saer, publicado por Universidad Diego Portales, de Chile. Cecilia Vallina, subsecretaria de Producciones Audiovisuales, se referirá al proyecto audiovisual del programa Señal Santa Fe dedicado a Saer y dirigido por el destacado realizador Iván Fund.
Además, Guillermo Saavedra, Hinde Pomeraniec y Francisco Garamona presentarán Una forma más real que la del mundo, una compilación de diálogos con Juan José Saer, que incluye entrevistas realizadas entre 1966 y 2005 por Jorge Conti, Mempo Giardinelli, Matilde Sánchez y Alan Pauls, entre otros. Está coeditado por Espacio Santafesino Ediciones y la editorial Mansalva.
Por último, y como cierre de la jornada de lanzamiento, a las 21:30 en la sala didáctica del mismo museo, la directora y actriz Irina Alonso presentará el unipersonal “Sombras sobre vidrio esmerilado”, versión del cuento publicado originalmente en el libro Unidad de lugar.
Todas estas actividades son con entrada libre y gratuita. En el caso de la obra de teatro, la capacidad es limitada.
Las activades comienzan el 29 de junio próximo, a las 18 hs., en el Museo Provincial de Bellas Artes "Rosa Galisteo de Rodríguez" (calle 4 de enero 1510 - Santa Fe).
lunes, 27 de junio de 2016
Cultura en la Argentina: la irregularidad es un negocio formidable
El
talentoso Rafael Spregelburd lo dice
muy claro en su columna del diario Perfil
del viernes 24 de junio pasado. El Ministerio de Cultura de la Argentina no
está pagando las deudas pendientes y rápidamente va perdiendo credibilidad.
Licuado de cultura
La
cultura tiene una forma muy especial de agonizar. Sus estertores tienen algo
vergonzoso, porque en la situación en la que estamos la cultura es tenida como
un lujo, un excedente. Siempre habrá algo más urgente, o así nos lo pintan.
Pero una revisión de mis contratos pendientes de pago me lleva a solicitar atención sobre el asunto. ¿Seguimos teniendo un Ministerio de Cultura o ésta ya ha quedado directamente en las manos no remuneradas de sus hacedores? Es simplemente para saber cómo proceder.
Los jurados de los Premios Nacionales no cobramos. Nos habían prometido veinte días y ya pasaron siete meses. Borraron también a nuestros interlocutores. Los trabajos en el CCK no se pagan. Marilú Marini arengó en medio de su fugaz función de Copi para que recuerden pagar a los artistas de esa sala. Está parado el Programa Sur para la traducción de autores nacionales y su publicación en otras lenguas, tal vez el programa más sistemático y rendidor de exportación de cultura. Las editoriales extranjeras esperan los subsidios prometidos con la tinta aún fresca en estos libros. ¿Quién dará la cara por ello en la Feria de Frankfurt? Los pasajes de Cancillería para que los artistas argentinos asistan a encuentros internacionales se han reducido de 1.250 a sólo 250 al año, y además este año están directamente cancelados. El Instituto Nacional de Antropología ya no recibió más dinero. Está parado. Acabo de estrenar una obra en el Tacec de La Plata y no se sabe con qué demora cobraremos.
La excusa es torva: están revisando presuntas irregularidades. Pero la revisión
ya lleva siete meses y elijo no creerles. Sospecho que están licuando en la
inflación el dinero que deben a los trabajadores de la cultura, que son trabajadores
como los demás, pese a su mala fama en los gobiernos neoliberales. Nadie nos
pagará este dinero facturado (ya tributado a la AFIP) al valor real del peso en
su momento. La irregularidad es un negocio formidable. Y la cultura, no tanto.
Etiquetas:
Exabruptos,
Rafael Spregelburd
sábado, 25 de junio de 2016
Por novena semana consecutiva, sigue el repudio al pacto espurio realizado entre la U.B.A., el Instituto Cervantes y los infames de Telefónica
El
éxito de la convocatoria para repudiar el convenio que le otorga valor
universal al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española , propuesto por
el Instituto Cervantes y un consorcio de universidades de España y
Latinoamérica, demuestra que la movilización de la comunidad intelectual de la
lengua castellana está lejos de haberse agotado. Por novena semana consecutiva
actualizamos la lista de firmantes ya que,
diariamente siguen llegando adhesiones de todo el espectro de la lengua.
Por lo tanto, seguirá
abierta la recolección de firmas de todos aquéllos interesados en dejar sentado
en este blog su repudio ante un pacto realizado de espaldas a la sociedad.
Como
ya se ha explicado, no sólo han firmado la nota que se reproduce a continuación
escritores, traductores, correctores, editores, intelectuales en general
(historiadores, sociólogos, antropólogos, arqueólogos y periodistas, además de
directores teatrales y actores), sino también un gran número de profesores de
Literatura Española e Hispanoamericana, lingüistas, filólogos y lexicógrafos,
que desempeñan sus tareas en universidades
argentinas y extranjeras. Acaso ellos están mejor capacitados para entender el
problema que los contadores, veterinarios y dentistas que votaron positivamente
el acuerdo en una sesión del Consejo Superior de la UBA … quince días posterior al anuncio oficial del
Instituto Cervantes en el Congreso de la Lengua de Puerto Rico.
Durante
los próximos dos días la solicitada y la lista volverán a estarán disponibles
en esta entrada para quien desee consultaras y, eventualmente, sumarse. Para
hacerlo sólo tiene que enviar un mail a clubdetraductoresliterarios@gmail.com
Solicitada
Los
abajo firmantes, escritores, intelectuales, docentes, investigadores y artistas
del universo de la lengua castellana, queremos manifestar nuestro absoluto
repudio al Memorándum de Entendimiento, un conjunto breve de artículos, con el cual la UBA se integra al convenio
firmado entre
el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de
Salamanca, que pretende otorgarle al Servicio Internacional de Evaluación
de la Lengua
Española (SIELE) valor universal y hegemónico.
Consideramos que se trata de una grave intromisión en la
independencia lingüística de Latinoamérica, así como de un perjuicio a los
intereses políticos y comerciales de la región.
A
Martín Abadía, Enrique
O. Abeya-Gilardon, Gabriela Adamo, Lucas Adur, Silvia Aguilera (Chile), Claudia
Aguirre, Osvaldo Aguirre, Laura Alcoba
(Francia), Diego Alfaro Palma (Chile), Fernando Alfón, Javier Almeida, Mariano Altamirano, Matías Allende Contador
(Chile), Adriana Amante, Susana Anaine, Jotaele Andrade, Maria Teresa Andruetto, Daniela Ansa, Angelika Antonio Rubin, María
Amelia Arancet Ruda, Graciela Aráoz, Fernanda Aren, Teresa Arijón, Elvira
Arnoux, Alessio F. Arredondo, Adriana Astutti, Alejandra Atadía, Jorge
Aulicino, Márgara N. Averbach,
B
Claudia Bacci, Cecilia Bajour, Miguel
Balaguer, Alejandro Balazote, Florencia
Baranger-Bedel, Pablo Bardauil, Julina Barembuem (Francia), Ian Barnett, Carolina Bartalini, Alcira Bas, Carlos Battilana, Matías
Battiston, Gustavo Beade, Eric Beaumatin (Francia), Roberto Bein, Natalia Belenguer, Sonia Bello, Bárbara
Belloc, Asher Benatar, Laura Benítez, Julia
Benseñor, Daniela Bentancur, Diego Bentivegna, Gladys Berisso, Angel Berlanga, Emilio
Bernini, Eduardo Berti, Concepción Bertone, Pablo Betesh, María de los
Ángeles Bianchi, Ana Lia Biderman, Sonia
Bierbrauer, Mónica Billoni, César Bisso, Andrea Bohrn, Elisa Boland, Karina
Bonifatti, Piedad Bonnet (Colombia), Juan Bonilla (España), María Angélica
Bonilla, Manuel Borrás (España), Claudia Borzi, Pablo Braun, Matías Bruera
C
Marcelo José Cabarcas Ortega (Colombia), Gabriela Cabezón Cámara, Rubén Faustino Cabrera, Susana
Cabuchi, Javier Calvo, Silvia Camerotto, Silvana Campanini, Magdalena Cámpora, Marco
Antonio Campos (México), Sibila Camps, Martín Caparrós, Anália Capdevila, Pablo
Caramelo, Marina Cardelli, Sandra Carli, Penélope Cartelet, Fabián Casas, Fernanda
Castelano Rodrigues (Brasil), Alejandro Castro, Nora Catelli, Maite Celada
(Brasil), Rocío Cerón (México), Valeria
Cervero, Sergio Chejfec, Matías Chiappe (Japón), Ricardo Chiesa, Micaela Chirif
(Perú), Luis Chitarroni, Federico Ciamberlini, Oliverio Coelho, Marcelo Cohen, Sara Cohen, Andrea
Cofán, Javier Cófreces, Vanina Colagiovanni, Nicolás Coletto, María del Carmen
Colombo, Gabriela Comte, Oscar Conde, Carlos Roberto Conde Romero (México) Estela
Consigli, Jorge Consiglio, Sandra Contreras, Lucila
Cordone, Luciana Cordo Russo,
Juan David Correa (Colombia), Sylvia Costa, Flor Cresta, Américo
Cristófalo, Claudio Crivelli, Marcela Croce, Adriana Cristina Crolla, Esther
Cross, Anna Crowe (Escocia),
D
Julián D'Alessandro, Paola D’Angelo,
Guillermo David, Juan José Delaney, Silvia Delfino, Pablo De
Santis, Juan de Sola (España), Valentín Díaz, Mariana Di Cío (Francia), Ariel
Dilon, María Teresa D'Meza (Cuba), Mariana Dimópulos,
María di Stefano, Ignacio Di Tulio, Ángela Lucía Di Tullio, Leonora Djament, Jordi Doce
(España), Nora Domínguez Rubio, Leandro Donoso, Elsa Drucaroff,
E
Víctor Ego Ducrot, Andrés Ehrenhaus, Laszlo Elderyi (Uruguay), Neide Elias
(Brasil),Verónica Engler, Carolina Esses, Juan José Estévez,
F
Geneviève Fabry (Bélgica), Sylvia Falchuk, Ángel Faretta,
Adriana Fernández, Nancy Fernández, Zulema Fernández, Álvaro Fernández Bravo, Inés
Fernández Moreno, Martina Fernández Polcuch, Gustavo Fernández Walker, Alex
Ferrara, Horacio Fiebelkorn, Tamara Figueroa, Judith Filc (Estados Unidos), Diego
Fischerman, Graciela Foglia (Brasil), Laura Fólica, Jorge Fondebrider, Diego
Forte, Ana Franco (México), Daniel Freidemberg, Silvina Friera, Leonardo Funes,
Alejandra Furfaro,
G
Pablo Gaiano, Carlos Gamerro, Lélia
Gándara, Flavia García (Canadá), Inés García Botana, Antonia García Castro, Gabriela
García Cedro, Emilio
García Wehbi, Marietta Gargatagli,
Inés Garland, Florencia Garramuño, Miguel Gaya, Jorge Geffner, Francisco
Gelman Constantin, Alicia Genovese, Analía Gerbaudo, Mabel Giammatteo, Pablo
Gianera, Daniel Gigena, Sol Gil, Abel Gilbert, Paula Giménez Zapiola, Gabriel
Giorgi, Mónica Girón, Marisa Godoy, Graciela
Goldchluk, Víctor Goldstein, Alejandro González, Betina González,
Horacio González, Jonio González, Rafael Goñi, Inés
Grimland, Ezequiel Grimson, Lucía Grodsinsky, Roberto Guareschi, Leila
Guerriero, Richard Gwyn (Gales),
H
Fabián Haim, Claudia Hartfiel, Liliana Hayat,
Liliana Heer, Itziar Hernández (España), Patricia Hernández, Frida Herz, Alejandro
Horowicz, Luis Francisco Houlin Dintrans,
I
Carla Imbrogno,
Pablo Imen, Pablo Ingberg, José Insúa, Fabián Osvaldo Iriarte, Pola Iriarte (Chile), Jorge Isaías,
J
David Jacobson, Natalia Jakubecki, Alexandra
Jamieson Barreiro, Darío Jaramillo Agudelo (Colombia), Noé Jitrik, Silvia
Jurovietzky, Mario Jursich (Colombia),
K
Tamara Kamenszain, Laura Kaplan, Alejandra
Patricia Karamanian, Alejandro
Kaufman, Sergio Kiernan, Guillermo Korn, Laura Malena Kornfeld, Eduardo
Kragelund, Christian
Kupchik,
L
Juan Manuel Lacalle, Patricia Lálage del Vall, María Lanese, Alicia
Laplace, Alejandra Laurencich, Daniela Lauria, Denise León, Mara Faye Lethem (Estados
Unidos), Mauro Libertella, Daniel Link, Jorge
Locane (Alemania), María Rosa Lojo, María Pía López, Eugenio López Arriazu, Carlos
López Beltrán (México), Pura López Colomé (México), Ana María Lorandi, Diego
Lorenzo, Carolina Lozada (Venezuela), Gabriel Lozano, Marcela Lucero,
M
Ariel Magnus, Silvia
Maldonado, Héctor Manni, Elena Marengo, Lucas Margarit, María Moreno, Daniel
Martínez, Uriel Martínez Venegas (México), Claudia
Masín, Carlos Masotta, Mirtha Paula Mazzocchi, Víctor
Manuel Mendiola (México), Ricardo Mendoza Rademacher (Chile), Andrea Menegotto,
Tununa Mercado, Mercedes Merino, Silvana Meta, Eduardo
Milán (Uruguay), Ignacio Miret, Javier
Mocarquer (Estados Unidos), Cristian Molina, Rodrigo Molina-Zavalía,
Sylvia Molloy, Fabián Mónaco, Rafael Mondragón (México), Mario Montalbetti
(Perú), Graciela Montaldo, René Montero Montano (México), Miguel Ángel Montezanti,
Fabio Morábito (México), Juan Carlos Moreno Cabrera (España), Graciela Morgade,
Julieta Mortati, José Luis Moure, Debi Mundani, Hugo Murno,
N
Adelaide Navarret, Juana Nicolaou, Gustavo Nielsen, Michel Nieva, Valentina Noblia, Alejandro
de Nuñez,
O
Julieta Obedman, Alejandra Obermeier, Elena
Luján Odriozola, Ana Ojeda, Leonardo Oksman, Sebastián Olaso, Alejandro
Olazabal, Lucrecia Orensanz (México), Diana M. Ortega, María Gabriela Ortiz, Pablo
Ortiz (Estados Unidos), Alexandra Ortiz Wallner (Alemania), Elsa Osorio,
Araceli Otamendi, Sonia Otamendi, Rafael Felipe Oteriño,
P
Cecilia Palmeiro,
Lucas Panaia, Tamara Padrón Abreu, Aldo Parfeniuk, Sandra Pasquini, Hilda Paz, Ingrid
Pelicori, Diego Peller, Marina Inés Pepe, Claudia Pérez, Cecilia Pérez de Micou, Paula
Pérez Alonso, Graciela Perosio, Lucas Petersen, Miguel Ángel Petrecca, Maria
Pibernus, Gabriela Clara Pignataro, Claudia Piñeiro, Nancy Viviana Piñeiro, Silvina Poch, Judith
Podlubne, José Maria Poirier, Antonio José Ponte (Cuba/España), Ángela Pradelli,
Ana Pruis, Agnieszka Julia Ptak, Mercedes Pujalte, María Lucía Puppo,
R
Alejandro Raiter, María Laura Ramos, Olga Regueira, María
Cristina Renard, Jorge Revsin, Alicia Silvia Rey,
Esteban Javier Rico, Cynthia Rimsky (Chile), Armando Roa Vial (Chile), Victoria
Rodríguez Lacrouts, Waldo Rojas (Chile), Mariana Romo Carmona (Estados Unidos),
Gonzalo Roncedo, Hernán Ronsino, Mirta
Rosenberg, Silvia Rotemberg, Fernando Rouaux, Cora
Rozwadower-Grätzer (Francia), Mario
Rucavado Rojas, Natalia
Ruhl, Facundo Ruiz, Pablo Martín Ruiz (Estados Unidos), Ricardo Ruiz,
S
Guillermo Saavedra, Julia Sabena, Lori Saint-Martin (Canadá), Ina
Salazar (Perú/Francia), Alejandro Schmidt, Scott
Sadowsky (Chile), Elisa Salzmann, Daniel Samoilovich, Beatriz Sarlo, Vivian
Scheinsohn, María Jimena Schere, Gabriela Schon, Federico Schuster, Francisco
Segovia (México), Gabriel Seisdedos, Gabriel Senanes, Silvia Senz Bueno
(España), Jessica Sequeria (Estados Unidos), Matías Serra Bradford, Marina
Serrano, Pedro Serrano (México), Nora Sforza, Lorna Shaugnessy (Irlanda), Ana
María Shua, Luciana Sierra, Alberto Silva Castro, Gastón Sironi, Paulo
Slachevsky (Chile), Perla Sneh, Ricardo Soca, Ada Solari, Margarita Solli, Marcial
Souto, Mikel Soto Nolasco (País Vasco), Rafael Spregelburd, Eduardo
Stupía, Julieta Sueldo Boedo (Brasil), Jorgelina Sureda, Maristella Svampa, Mariano
Sverdloff, Santiago Sylvester, Alberto Szpunberg,
T
Sergio Tanoni, Carles Tàvec, Federico
E. Testoni, Diana Theocharidis, María Emilia
Tijoux, Mario Tomé, Sandra Toro, Jorge Torres
Zavaleta, Diego Trelles Paz (Perú),
U
Lidia Unger, Pablo Usabiaga, Teresa Usandivaras, Alejandra
Uslenghi (Estados Unidos), Leandro Uteda,
V
Luisa Valenzuela, Gustavo Valle (Venezuela), María Esther Vázquez, Graciana
Vázquez Villanueva, Diana Vega, Ana Vellegal, Luciana Velloso, Santiago
Venturini, Carmen Verlichak, Pedro Ignacio Vicuña (Chile), Gabriela Villalba, Claudio
Villarreal, Silvia Villegas, Juan Villoro (México), Elena Vinelli, Marcela
Visconti, Miguel Vitagliano, Martín Vitton,
W
Miguel Wald, David Wapner, Gerardo
Wehinger, Guadalupe Wernicke, Laura
Wittner, Marcela Woods,
Y
Débora Yánover
Z
Horacio Zabaljáuregui, Enrique Zattara Hernández, Amelia Zerrillo, Pablo Zdrojewski, Verónica
Zondek (Chile), Julia Zullo, Patricio Zunini.
Universidades e instituciones
educativas a las que pertenecen los firmantes
Universidad Católica Argentina (Argentina)
Universidad de Belgrano (Argentina)
Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Universidad de San Andrés (Argentina)
Universidad del Salvador (Argentina)
Universidad Nacional Arturo Jauretche (Argentina)
Universidad Nacional de La Plata
Universidad Nacional de Lanús
Universidad Nacional de Mar del Plata
Universidad Nacional de Rosario (Argentina)
Universidad Nacional de San Luis (Argentina)
Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina)
ENSLV "Sofía E. Broquen de Spangenberg"
(Argentina)
IES en Lenguas Vivas "Juan Ramón
Fernández" (Argentina)
Instituto Superior de Formación Docente 3 (San
Martín de los Andes, Argentina)
Instituto Superior de Profesorado n.° 8 "Alte. Guillermo Brown" (Santa Fe,
Argentina).
Universidad Federal de São Paulo (Brasil)
Universidad Católica de Chile (Chile)
Universidad de Chile (Chile)
Universidad Jorge Tadeo Lozano, sede Caribe.
Cartagena (Colombia)
UNAM (México)
Universidad de la República (Uruguay)
New York University (Estados Unidos)
Providence College (Estados Unidos)
UC Davis (Estados
Unidos)
Tufts University
(Estados Unidos)
Ministère de l'Immigration, de la Diversité et
de l'Inclusion de Québec (Canadá)
Université du Québec á Montreal
(Canadá)
Humboldt-Universität zu Berlin
(Alemania)
Universidad Libre de Berlín
(Alemania)
Universidad Autónoma de Madrid (España)
Universitat Pompeu Fabra (Barcelona / España)
Université de Caen-Normandie (Francia)
Université de Lille 3 (Francia)
Université Sorbonne Nouvelle Paris III
(Francia)
Université Catholique de Louvain (Bélgica)
Tokyo University (Japón)
Adhesiones Institucionales
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viernes, 24 de junio de 2016
A siete meses de asumido el nuevo gobierno, sus tiempos administrativos atentan contra su credibilidad internacional
Daniel Gigena
publicó ayer en el diario La Nación,
de Buenos Aires, la nota que se reproduce a continuación, donde se da cuenta de
la situación de incertidumbre por la que pasa una de las mejores iniciativas llevadas
adelante por el Estado argentino para difundir la cultura del país. Según se
comenta aquí, “por la transición, se suspendieron los pagos y no se abrió la
convocatoria de 2016”.
Compás de espera para el Programa Sur de
traducciones
Creado en 2009 con el objetivo de
promover la difusión de obras de literatura y pensamiento argentinos en el
exterior, el Programa Sur, de apoyo a la traducción y fortalecimiento de la
edición en lengua extranjera (Prosur), se encuentra en un compás de espera. ¿El
motivo? "Está en una transición administrativa", aducen en las
oficinas de la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto, desde este año a cargo de Mauricio Wainrot. Y aunque no
haya un plazo final para este proceso de ajuste, aclaran que la voluntad es
continuar con esta política.
Como el presupuesto 2015 asignado
a Prosur no se terminó de ejecutar el año pasado y se halla ahora en revisión,
no sólo quedaron deudas impagas con editores extranjeros que habían contratado
a traductores para que hicieran su trabajo, sino que tampoco se pudo abrir la
convocatoria para 2016. En sus inicios, el Comité para la Participación de la
Argentina como País Invitado de Honor en la Feria del Libro de Fráncfort 2010
(Cofra) lanzó este programa para promover los títulos de autores nacionales y
facilitar su edición en lenguas extranjeras. Y dio buenos resultados: 800 obras
de autores clásicos y contemporáneos de la Argentina fueron traducidas a 38
idiomas gracias a ese subsidio. El monto total anual estimado de Prosur es de
500.000 dólares y la subvención a la traducción recibía un monto máximo por
obra de 3200.
Las embajadas argentinas en
distintos países no pudieron aún saldar sus deudas con editores y traductores
extranjeros porque, como todos los presupuestos de áreas públicas desde el
cambio de gobierno nacional, hace seis meses, éste está "en
revisión". Pero además de compromisos impagos, este lento ritmo de
revisión genera incertidumbre cuanto más se aproxima octubre, mes de la feria
internacional más importante para la comercialización de libros: la de
Fráncfort .
Con el foco en Fráncfort
En la página web del programa (programa-sur.mrecic.gov.ar) se detallan las
obras traducidas entre 2010 y 2014. Entre ellas figuran Los siete locos, Sobre
héroes y tumbas, Operación Masacre, Plata quemada, La
sueñera, Wakolda e incluso libros firmados por Jorge
Bergoglio antes de convertirse en papa. Los cinco autores argentinos más
traducidos son Julio Cortázar, Ricardo Piglia, Jorge Luis Borges, Claudia
Piñeiro y Roberto Arlt.
Más allá de su contundencia
numérica, los resultados condensan varios logros simultáneos. El licenciado
Diego Lorenzo, responsable del Programa Sur, detalla algunos: "El
acrecentamiento del patrimonio literario del país; el aporte y la defensa de la
variedad idiomática en el universo de los intercambios literarios frente al
predominio de España, y la importante ampliación del mercado para nuestros
autores y editores". Cuando los editores extranjeros expresan su interés
en contratar un libro de escritor nacional, pueden gestionar la subvención.
"Que no siempre es aceptada luego de su evaluación", indica.
La Argentina no es el único país
con una política de Estado que apoya las traducciones. "Brasil fue el
primer país de América latina en instalar un programa así, y lo hizo eligiendo
la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro -dice Jorge Fondebrider, poeta y
traductor, integrante del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires-.
Nuestro país fue el segundo. Después del ejemplo argentino, México empezó
también, al instalar el sistema en Conaculta (algo así como el Fondo Nacional
de las Artes de ellos) y Chile y Uruguay están empezando." Si bien la
comisión de asesores del Prosur no incluía a ningún traductor, los resultados
del trabajo estaban a la vista y tanto editores asociados a la Cámara Argentina
del Libro (CAL) como escritores se manifiestan conformes. Igualmente, un cambio
de forma en el reglamento contemplaría a partir de ahora la renovación anual de
los siete integrantes del comité -manteniendo fijos a dos de ellos, el director
de Asuntos Culturales y el director de la Biblioteca Nacional- y tendría en
cuenta la presencia de un traductor.
Martín Mengucci, encargado de
ferias internacionales de la CAL, señala la importancia del programa para la
comercialización de títulos de autores argentinos en ferias del libro
internacionales. "Prosur ha movilizado mucho la venta de derechos de
libros nacionales porque disminuye un costo central en la producción de
libros", dice, en referencia al valor que representa una traducción. El
dinero subvencionado va directamente a los bolsillos del traductor extranjero.
"La CAL está interesada en la continuidad del programa, sobre todo en
vistas a la nueva edición de la Feria del Libro de Fráncfort, donde se pueden
vender derechos a varias editoriales extranjeras de renombre", agrega
Mengucci. Quizá para entones las revisiones presupuestarias hayan terminado y
se puedan girar los fondos adeudados a las embajadas argentinas en el mundo. Y,
en especial, se pueda lanzar la convocatoria 2016 para que los libros de
autores nacionales circulen en más países y en más idiomas.
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Literatura argentina traducida,
Programa Sur
jueves, 23 de junio de 2016
"El traductor escribe y el escritor traduce"
Los lectores de este blog conocen a Andrés Ehrenhaus por sus muchas
intervenciones vinculadas a su personalidad de traductor. Ahora bien, cuando
nadie lo ve, entra en una casilla telefónica que tiene en la casa y se
convierte en el escritor que, por ejemplo, publica Un obús cayendo despedaza, libro que presentó durante la última Feria del Libro de
Buenos Aires y que motivó la siguiente entrevista con Silvina Friera, publicada el 21 de junio pasado en el diario Página 12.
“Yo
trabajo con detritus”
La lengua se mueve como una contorsionista de pavorosa
elasticidad que puede parlotear en lunfardo y alvesre –“gratarola”, “colifa”,
“yotebis” y “troesma”–, doblar las extremidades con una gracia excepcional
hacia el español peninsular, el catalán castellanizado o la traducción de
expresiones en inglés o francés. Del barro de esa experiencia verbal
pantagruélica germinan neologismos como “metensicóticas”, “simbargueño” y
“pluscumpuntual” o el disparate elevado a la enésima potencia de refranes que
tropiezan con la piedra de la paronimia: “Prefiero la calma que intercede a la
tormenta”. Los 19 relatos de Un obús
cayendo despedaza (Malpaso), de Andrés Ehrenhaus, impactan por una
inventiva lingüística extrema que provoca ataques de risa. Los escenarios van
de Buenos Aires –la ciudad del primer cuento del libro– a un cementerio judío
de Bucarest –donde está la tumba de Adolf Hitler, un sombrerero que murió en
1892–, de Barcelona a un aeropuerto de España. “El lenguaje destruye el
paisaje; a la vez que nombra lo pone en cuestión –advierte el escritor y
traductor argentino a Página/12–. Yo trabajo con materiales ya usados, con los
detritus de la lengua”.
Aunque Ehrenhaus (Buenos Aires, 1955) estudió medicina, dejó la carrera
y se exilió en Barcelona, donde vive desde 1976. Antes de convertirse en un
traductor especializado en William Shakespeare, el autor de Subir arriba (1993), Monogatari (1997), La seriedad (2001) y Tratar a
Fang Lo (2006) empezó a traducir textos de medicina y psicología. “El vesre
tiene una cosa muy sonora, me interesa a nivel impresionista. Toda palabra se
puede llevar al vesre y eso te da una libertad enorme porque podés elegir el
momento para introducir una disrupción sonora. Me interesa mucho que lo que uno
está leyendo suene”, cuenta el escritor y traductor.
–¿Cómo fue la composición de los cuentos de Un obús cayendo despedaza?
–La metodología de la mayoría de estos cuentos es muy sencilla: parto de
una anécdota “A” real y voy hacia una anécdota “B” también real, pero que
suelen estar desconectadas entre sí. Agarro cachos de realidad o de ficciones
ajenas y los uno de una manera que como planteo puede ser a priori violento,
pero la gracia está en deformar la realidad o al revés: hacer más real lo que
podía ser inverosímil. Siempre hay algo de espejo deformante; las cosas son
como las vemos, como las contamos, de ahí el énfasis en la narración en sí. No
se trata sólo de usar los detritus del lenguaje, sino también los detritus de
realidad, es decir cachos desechables de realidad con los que armo un mosaico.
–¿Por qué decidió ambientar unos de los cuentos durante el velorio de
Néstor Kirchner?
–Yo estaba en Buenos Aires cuando murió Néstor; con mi hermana habíamos
viajado a Montevideo y nos enteramos de la muerte volviendo para acá. Después
fuimos a ese velorio que fue extrañísimo porque era un déjà vu del velorio de
Perón. El tipo que arenga en el cuento soy yo. Mi hermana estuvo haciendo la
cola durante horas, me estaba esperando, y yo me incorporé justo cuando estaba
en una esquina de plaza de Mayo. Entonces una cola que venía de otro lugar
trató de sumarse y yo me puse a defender la cola auténtica, cuando había
llegado hacía cinco minutos. Al final no pudimos entrar porque fue un quilombo,
las colas daban vueltas en sí mismas. En ese cuento me pongo en el papel del
tilingo, del que no es K y ni siquiera filoperonista, que va por curiosidad y
acaba defendiendo la autenticidad de algo que no es.
–Ese papel del tilingo es un poco antipático, ¿no?
–Sí, pero yo los vi, estaban ahí por curiosidad, no los movía ninguna
emoción y terminaban defendiendo una autenticidad que habían asumido hacía
menos de dos minutos. Como narrador intento despojarme de todos mis yo posibles
para asumir otros. Hay que ver si el narrador funciona en esas pieles o desde
esas miradas. Hasta este libro, todo lo que había escrito era más del tipo
construcción de una realidad paralela. Pero Un
obús cayendo despedaza se distingue porque es material tomado de la
realidad y llevado a una mínima distorsión que me sirve para que las historias
funcionen.
–En su biografía aparece un dato interesante: que estudia trompeta. ¿Qué
importancia tiene la música en su vida?
–Vengo de familia de músicos, mi viejo era músico, mi hermana es música.
A mí me impusieron estudiar un instrumento cuando era chico: el chelo. Pero
después lo dejé. Cuando llegué a Barcelona, me puse a estudiar contrabajo, pero
tocaba mal. Para tocar mal un instrumento tan grande, prefiero tocar mal un
instrumento chico. Un día me compré de casualidad una trompeta barata y no
sabía cómo hacerla sonar hasta que un vecino me dio dos o tres clases. Desde
entonces estudio por mi cuenta y hago sonar mal la trompeta. Soy autodidacta y
estudio la trompeta como quien puede hacer crucigramas .
–¿Qué diferencias percibe entre escribir y traducir?
–No hay tantas diferencias… Te diría que escribir y traducir es casi lo
mismo: el traductor escribe y el escritor traduce. El escritor traduce porque
está traduciendo lo que se mezcla en su cabeza y eso hay que traducirlo a un
lenguaje inteligible. El traductor escribe porque si no escribe no sale nada de
ahí. Desde muy chico me dedicaba a los juegos de palabra, mi cabeza estuvo
metida en esa sintonía desde el principio. En cierto modo el juego de palabras
es la quintaesencia de la traducción: es lo que parece intraducible, pero no lo
es, y a la vez lo que pone en cuestión la lengua. En mi familia hay un quilombo
de lenguas infernal. Mi viejo era alemán, pero en casa hablaban inglés porque
mi vieja, que había nacido en Milán (Italia), fue educada en Inglaterra. Los
padres de mi vieja eran sirios y hablaban árabe y francés. Mi abuela materna
mezclaba todas las lenguas cuando hablaba: había francés, inglés, árabe… Yo
crecí escuchando esa mezcla de lenguas. Siempre traduje porque estaba
traduciendo permanentemente lo que escuchaba en mi casa. Pero yo hablaba
porteño a rajatabla; no me sacaban una palabra en una lengua que no fuese el
castellano de mi cuadra.
–¿Por qué se exilió en Barcelona?
–Empecé a militar en el guevarismo en la escuela secundaria y después
pasé al peronismo de base. En el momento del golpe no estaba militando, pero
había desaparecido tanta gente muy cerca, familiares de la que entonces era mi
novia, que me pareció mejor salir del país… Yo caí en Barcelona porque tenía
dos amigos ahí. Creo que falta una profunda reflexión sobre el exilio. El
exiliado argentino en España o en México mantuvo una identidad argentina muy
fuerte. Hubo una gran hospitalidad que coincidió con la alegría que se empezó a
vivir en España después de la muerte de Franco. Fue balsámico llegar a
Barcelona en el 76 porque no podía más de la tristeza que arrastraba por la
gente muerta acá. Muy pocos se exiliaron con la familia. La mayoría éramos
pibes de entre 20 y 30 años que teníamos los padres en la Argentina. Eso hizo
que las amistades fueran muy sólidas. Yo me veo con toda la gente que vivió en
Barcelona y volvió –con Marcelo Cohen o Américo Cristófalo– como si hubiéramos
dejado de charlar ayer, porque retomamos no sólo un diálogo sino una
experiencia compartida.
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