jueves, 30 de marzo de 2017

"La necesidad de una acción más inmediata"

Giangiacomo y Carlo Feltrinelli
El 28 de febrero pasado, Matías Néspolo publicó el siguiente artículo en el diario La Nación de Buenos Aires. Según la bajada, “Carlo Feltrinelli recupera Senior Service, legendaria biografía sobre su padre, hombre de muchas vidas que, entre otras obras emblemáticas, fundó un imperio editorial”. Considerando lo que es Feltrinelli hoy en día, sirve, entre otras cosas, para medir la distancia que va del padre al hijo.

Giangiacomo Feltrinelli:
el editor que hizo su propia revolución

BARCELONA.- De estar allí la CIA o la KGB, lo habrían resuelto en cuestión de minutos, pero entre carabinieri, policía política y forenses del Instituto de Medicina Legal de Milán demoraron casi 48 horas en identificar el cuerpo del terrorista anónimo aparecido la mañana del 15 de marzo de 1972 en Segrate, en las afueras, al pie de un poste de alta tensión. Una bomba de fabricación casera le había estallado en las manos la noche anterior cuando intentaba dejar sin luz a media ciudad.

Tampoco hacía falta ser Sherlock Holmes para reconocer a Osvaldo, nom de guerre del comandante y fundador del GAP (Gruppi di Azione Partigiana), la segunda organización armada italiana, tras la fundación de las Brigatte Rosse en 1969, porque en la camioneta hallada en las inmediaciones encontraron una billetera con dos fotografías: un chico de 10 años y una muchacha rubia, su amante de entonces. Había, además, un paquete empezado de Senior Service, sus cigarrillos preferidos.

¿Quién era Osvaldo? Un amigo de Andy Warhol que jugaba al básquet con Fidel Castro en ropa de fajina. Una cara sobre el papel satinado de Vogue, que había sido expulsado de Bolivia cuando encarcelaron a Regis Debray y el Che Guevara combatía en la selva. O el que se había entrevistado con Yasser Arafat apenas fundada la OLP. El heredero de una de las mayores fortunas de Italia, criado entre institutrices y cotos privados de caza austríacos, cuya madre le había regalado el título de marqués comprado al mismísimo Duce, pero que a los 18 años ya era un partisano que, luego, en 1944, entraría en Roma triunfal con los Aliados.

Claro que Osvaldo también era uno de los grandes mecenas de la cultura italiana, en particular, y del pensamiento revolucionario, en general, con la creación de la Biblioteca de Estudios Marxistas a fines de los 40, hoy una fundación que lleva su nombre, y sobre todo el gran portento de la edición literaria europea del siglo XX, sin el cual todo habría sido diferente. También conocido por su verdadero nombre, Giangiacomo Feltrinelli (1926-1972), fue el creador de un imperio.

De todos esos hombres habla aquel niño de la fotografía, Carlo Feltrinelli, en  Señor Service:biografía de un editor, libro publicado originalmente en 1999 y traducido a media docena de lenguas. Carlo lo escribió tras siete años de minuciosa investigación y ahora lo recupera casi 20 años después con "el texto tal y como estaba", para Anagrama, la histórica editorial de Jorge Herralde, ya integrada al imperio editorial forjado por el padre. Y en esas páginas se lee, también, a un hijo que recuerda a quien le enseñó a descamar el pescado, a navegar y a caminar en la nieve.

A ritmo de thriller
Después de aquella gesta biográfica, Carlo, cabeza del Gruppo Feltrinelli –que incluye la histórica editorial, la cadena de 119 librerías, la fundación homónima y varias empresas dedicadas a la investigación sociológica y al sector inmobiliario–, no volvió a medirse con la escritura. "Me sirvió para ordenar y comprender la historia de mi familia, pero fue un libro único, no me considero un escritor", cuenta ahora a La Nación. Escritor o no, el trabajo de Carlo tiene mérito, porque no sólo viaja hasta fines del siglo XIX, a los tiempos del abuelo –también Carlo–, para desentrañar los orígenes de la fortuna familiar, entre la industria maderera y la banca, sino que reconstruye el increíble periplo vital de ese hombre de muchas caras que murió a los 46 años manipulando cartuchos de dinamita sobre un poste de alta tensión. Y ello lo consigue en menos de 500 páginas, casi a ritmo de thriller, que de ser una biopic no cabría en la más costosa y desmesurada superproducción de Hollywood. "Vivió intensamente la vida que quiso; es más: vivió muchas vidas en una. Puede que ésta sea la lección más importante que me ha dejado", reconoce.

Lo cierto es que una de las vidas más trascendentes de ese joven partisano afiliado al PCI en 1945 de la mano de su fundador y amigo de Gramsci, Palmiro Togliatti, y que recorría Europa en Citroën tras los manuscritos originales de Engels, Marx y Lenin para la Biblioteca de Estudios Marxistas, comienza en 1955 con la fundación de Giangiacomo Feltrinelli Editore. Y en especial dos años después, con la publicación de la novela de un poeta ruso censurada por el estalinismo. El affaire Zhivago se lleva muchas páginas de Senior Service, con la exhumación de una larga relación epistolar entre Feltrinelli y Boris Pasternak. No es para menos.

"Mi padre interceptó el libro de Pasternak pocos meses después del nacimiento de su editorial y por él condujo una batalla en solitario para superar los esquemas mentales, ideológicos y políticos de la Guerra Fría. Doctor Zhivago fue el primer gran best seller de la literatura contemporánea. Giangiacomo tenía sólo 30 años: no es difícil intuir el peso que ejerció ese libro en su futura carrera como editor", explica Carlo. Le seguirían otros hitos polémicos, como El gatopardo, de Giuseppe Di Lampedusa, o Trópico de cáncer, de Henry Miller, censurada por obscena, que publicaría fuera de Italia y distribuiría de contrabando, para no mentar a los americanos que dio a conocer a Europa: Miguel Ángel Asturias, Jorge Luis Borges, Tom Wolfe.

Para entonces, el divorcio del camarada Feltrinelli de Moscú ya era evidente y su norte estaba puesto en las luchas de descolonización del Tercer Mundo, convertido a ese elemento peligroso para la KGB en un sospechoso también para la CIA. Las abortadas memorias de Castro en ese sentido no ayudaron. "Trabajó con Castro entre 1964 y 1965, pero el proyecto encalló porque Fidel procedía muy lentamente con un libro minucioso sobre batallas militares en la sierra mientras Giangiacomo aspiraba a publicar un libro más político", continúa Carlo.

La evolución que seguiría el editor es comprensible. "La aceleración de los años 60, las vanguardias y los movimientos sociales internacionales le sugirieron la necesidad de una acción más inmediata en vez de la típica mediación cultural", señala el biógrafo. Y para la Primavera de Praga o el Mayo francés, Giangiacomo ya vivía en la clandestinidad con una docena de pasaportes.

"En 1968, mi padre temía que se produjera en Italia un golpe de estado exactamente como el de Grecia. Siendo una persona con una dimensión internacional y con posiciones radicales, se sentía también amenazado personalmente. Quería cambiar el mundo, pero el suyo no era un romanticismo kitsch, sino en todo caso un romanticismo a la germana, con trazas de tragedia. En el libro intenté explicar la sensación de soledad que tuvo en sus últimos años", confiesa el hijo. Y sin duda lo consigue. Incluso en la sensación de paranoia que vivió Osvaldo. Paranoia justificada, porque el único punto oscuro al que no llega a penetrar del todo Senior Service es el supuesto accidental de su trágico final. "Es notorio que hubo intentos de eliminar a mi padre. Pero lo que realmente ocurrió aquella noche del 14 de marzo de 1972 es aún un misterio."


1 comentario:

  1. Feltrinelli fue siempre un emporio, George. Salvo la política, no hay gran distancia entre el padre y el hijo.

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