martes, 12 de diciembre de 2017

La traducción en Chile y sus traductores (II)

Segunda entrada del breve cuestionario respondido por varios traductores trasandinos. Hoy es el turno de Kurt Folch (1970). Como poeta ha publicado Viaje nocturno (Stratis, 1996), Thera (Libros la Calabaza del Diablo, 2002), Paisaje lunar (Libros la Calabaza del Diablo, 2010), Líquenes (Libros la Calabaza del Diablo, 2014). Como traductor ha publicado: Las alegres casadas de Windsor de William Shakespeare (Norma, 2002), Secciones eternas de Tom Raworth (Ediciones Tácitas), George Oppen, poesía ensayo y entrevistas (UDP, 2012), Chomei e Toyama de Basil Bunting (Lecturas Ediciones, 2017). Ejerce como profesor de literatura en la Universidad Diego Portales. 

Somos un país pequeño y los lectores no abundan

–¿Desde cuándo y por qué traducís?
En pregrado traduje algunas cosas de Graham Greene y Anthony Burgess, un par de poemas de Marianne Moore y un poema de Browning. Intenté hacer mi versión del “Prufrock”. No lo terminé, creo que fueron las tres primeras estrofas. comencé a traducir para ver si podía poner en castellano lo que creía entender. Le agarré gusto a encontrar de pronto formas que calzaban con lo que pensaba. Es decir, traduciendo uno puede apreciar la pequeña gran diferencia entre pensamiento y palabra. 

–¿Cómo elegís a los autores que vas a traducir?
Los que me gustan, tanto como para intentar una versión de alguno de sus poemas. Como para no olvidar alguna idea que surge leyendolos. Poco a poco se acumulan y de pronto algo se puede hacer con eso. La excepción fue Shakespeare, que me lo solicitó Marcelo Cohen. Esa obra (Las alegras casadas de Windsor) fue la última en tener traductor. Las importantes estaban todas asignadas. Lo tomé como trabajo, pagaban bien. Pero al final le tomé mucho cariño a esa comedia. Y fue lo que realmente me introdujo a Shakespeare. 

–¿Qué relación hay entre lo que traducís y tu propia tarea como poeta?
Como se trata de autores que me gustan son influencias directas. A partir de la traducción he sacado varios poemas. Casi siempre ayuda para destrabar algo, o comenzar. Pero lo que sale de ahí para mi propio uso no es más importante que mi vida cotidiana. El proceso particular de ir traduciendo a Oppen y Raworth, por ejemplo, concidieron con mi matrimonio, un hijo, etc. Es decir, una vida familiar en la que se transformaron en personajes familiares incluso para mi esposa e hijo. Y de esa poesía se desprende, por así decir, una óptica, una manera de traducirse (a uno) a su vez.

–¿Cuál es el panorama actual de la traducción literaria en Chile?
Hay varios poetas traduciendo. Desde hace algunos años que hay varias de las llamadas editoriales independientes que publican traducciones. No podría hacer una lista detallada de traductores y sus editoriales. Los poetas traductores que recuerdo ahora son Cristobal Romero (Tácitas), Leonardo Sanhueza (Tácitas), Alejandra del Río, Carlos Soto Román (Das Kapital, Libros del pez espiral), Carlos Almonte (Descontexto), Rodrigo Olavarria (UDP, Anagrama), Soledad Marambio (Cuadro de Tiza), Natalia Figueroa (Cuadro de Tiza), Cristobal Joannon (Tácitas, Ediciones Universidad de Valparaiso), Adán Mendez (UDP), Armando Roa (Ed. Universitaria), Enrique Winter (Alquimia, Ediciones Universidad de Valparaiso), Marcelo Pellegrini (Ed. Universitaria), Diego Maqueira (Ed. Universitaria), Braulio Fernandez Biggs (Ed. Universitaria), Verónica Zondek (Calabaza del Diablo, LOM), Andrés Claro (Tácitas), Andrés Anwandter, (Hueders), Sergo Coddou (UDP), Luz María Astudillo (Cuadro de Tiza) y se me deben olvidar unos cuantos… Traductores de prosa y ensayo/filosofía, puedo mencionar a Mauricio Electorat (para UDP), Carla Cordua y Roberto Torreti (filosofía para Tácitas y UDP). Ahora, si nos ponemos a ver quién traduce qué, Editorial Universitaria ha publicado las versiones de Armando Roa, Marcelo Pellegrini, Braulio Fernandez-Biggs (Pound, Browning, Shakespeare…), Tácitas ha publicado a Romero (Horacio), Sanhueza (Catulo), Joannon (Davenport y  mis versiones de Raworth). La UDP también ha publicado a Adán Méndez (Pessoa), a  Rodrigo Olavarría (Ginsberg), a Sergio Coddou (Lowell) y mi traducción de Oppen. Luego, Cuadro de Tiza ha publicado traducciones de teoría y filosofía hechas por Felipe Alarcón, Nicolas Trujillo, Soledad Marambio. Por su parte,  Ediciones Universidad de Valparaíso publicó una antología de Philip Larkin, de Enrique Winter, Cristobal, Joannon y Bruno Cuneo. Y la Editorial Alquimia publicó una antología de Charles Bernstein, de Enrique Winter. En caunto a Das Kapital y Pez Espiral, han publicado plaquettes de Carlos Soto Roman (Ron Silliman, Aram Saroyan, Derek Beaulieu). Anuncio que la Editorial Garceta publicará el próximo año una antología de Tom Raworth, que estoy preparando. 

–¿En qué medida la industria editorial chilena se hace cargo de los traductores chilenos?
No hay eso que uno podría imaginar como "industria editorial". Somos un país pequeño y los lectores no abundan.  Sí ha comenzado a funcionar una beca de traducción que ofrece el estado a través del Fondo del Libro. Sirve para pagar derechos y la publicación, y algo para el traductor. Debo añadir que, en general, la mayoría de los traductores mencionados se relacionan con las editoriales que nombré de manera para nada comercial y más bien desde el entusiasmo y la amistad.  

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