martes, 21 de agosto de 2018

Antes the "shitholes" hubo "pussies"

No por viejo, el siguiente artículo de Marina Velasco, publicado en Huffington Post del 20 de enero de este año, deja de ser divertido. En él se trata la lucha diaria de corresponsales y traductores para que las palabras de Donald Trump tengan sentido en sus respectivos idiomas.

El suplicio de traducir a Trump

Hagan una prueba. Vayan al buscador Google y escriban “translate Trump“ [traducir Trump]. En 0,28 segundos aparecerán 18.000.000 resultados. El primero redirige a la cuenta de Twitter @TranslateRealDT que, según su descripción, traduce a inglés estándar los tuits del presidente de los Estados Unidos. Los siguientes resultados hablan, en su mayoría, de la dificultad de los medios para traducir la recién inaugurada expresión de Donald Trump ”shithole countries“.

Este sábado 20 de enero se cumple un año de la investidura de Trump como 45º presidente de los Estados Unidos, pero el pasado jueves 11 el mandatario marcó unos de sus grandes hitos. Donald Trump hizo estallar otra una guerra lingüística (y no sólo lingüística) al describir a El Salvador, Haití y varios países de África como “shithole countries“. Para empezar, los periodistas se preguntaban cómo debían escribir “shithole” [literalmente, agujero de mierda]: si junto, separado o con guión. Luego, la labor recaía sobre los traductores (o, en su defecto, sobre los corresponsales).

Pays de merde“ [países de mierda] fue lo que tradujo la agencia AFP, omitiendo el término “hole” [agujero]. Y lo mismo hizo en español la agencia EFE, que finalmente optó por “países de mierda”, no sin antes debatirlo mucho. Así lo contó en Twitter Álex Segura, corresponsal de EFE en Washington: “‘Países de mierda’, ‘pocilgas’, ‘países mierderos’, ‘países inmundos’, ‘países de agujero de mierda’... Este es el debate en la redacción de EFE en Washington sobre cómo traducir la perla del día de Trump: ‘#shithole countries’”.

El propio Segura reconoce que “traducir al presidente Trump es, en muchas ocasiones, un dolor de cabeza”. “En esta ocasión, supuestamente utilizó un término (shithole countries) que ningún otro mandatario en el mundo hubiera pronunciado para referirse a otros países en una reunión con miembros de otro partido en la sala. Cuando el The Washington Post lo reportó, en la delegación de EFE en Washington estalló el debate. ¿Deberíamos hacer una traducción totalmente literal (‘países de agujero de mierda’); aflojar un poco la intensidad de lo que dijo (‘pocilgas, países inmundos’); o usar términos parecidos (‘países de mierda, países mierderos’)? Tras pocos minutos de debate –teníamos que sacar una nota lo antes posible–, nos decantamos por la más literal”, cuenta a El HuffPost

Más pintoresca fue la versión que ofreció un medio croata, que tradujo shithole como vukojebina, lo que, al parecer, significa “donde los lobos fornican“ (aunque, según Associated Press, también es una forma coloquial de llamar en serbocroata a lugares muy lejanos de la civilización).

Y también pasaron un mal rato los periodistas de países asiáticos, donde no está bien visto usar términos vulgares, y menos ponerlos en boca de un presidente. De acuerdo con Quartz, en China y Japón se tradujo, respectivamente, por “países que apestan” (“Lan guo”) y “países sucios como inodoros” (“Benjo no yō ni kitanai kuni”). Pero quizás la traducción más curiosa fue la que se usó en Taiwán, donde shithole countries pasó a ser “Niao bu sheng dan de guo jia“, literalmente “países donde los pájaros no ponen huevos“.

ANTES DE SHITHOLES HUBO PUSSIES

En cualquier caso, la expresión “shithole countries” no es la única que ha traído de cabeza a traductores, intérpretes y periodistas que cubren la información del presidente. En el famosísimo vídeo en el que Trump hablaba de “agarrar por el coño” a las mujeres (“grab them by the pussy“), muchos medios matizaron ese “pussy” (que, por cierto, el Washington Post transcribió como “p---y”). Álex Segura recuerda que en ese caso en EFE “hubo un debate parecido y se optó finalmente por usar ‘coño’, la opción más literal, aunque medios chinos lo tradujeron como ‘partes íntimas”.

Para Dori Toribio, corresponsal en Washington de Noticias Cuatro e Informativos Telecinco, el mayor problema no es la traducción en sí, “porque el presidente Trump usa un vocabulario muy limitado en inglés y repite frecuentemente las mismas palabras, bastante sencillas: ‘bad’, ‘sad’, ‘beautiful’, ‘big’... Además de los motes que usa para dirigirse a ciertas personas, como ‘rocket man’ con Kim Jong-un; o ‘sloppy Steve’ para Steve Bannon“. Las dudas surgen cuando se plantean si deben modificar y corregir “lo que dice el presidente, que en algunas ocasiones contiene incorrecciones gramaticales, incoherencias o son palabras tan elementales que no necesariamente aportan algo desde el punto de vista informativo”. Al final, suelen optar por “parafrasear en lugar de repetir literalmente”, cuenta.

Marta del Vado, corresponsal de Cadena SER en Washington, alude a lo mismo: “ideas poco elaboradas” y “lenguaje vulgar, agresivo, incluso despectivo” por parte del presidente. “Por ejemplo, habitualmente se refiere a Hillary Clinton como ‘crooked Hillary’, que se podría traducir como ‘deshonesta’ o ‘corrupta’, a Bernie Sanders le ha llamado ‘comunista’ y aquí, en Estados Unidos, tiene una connotación peyorativa. Y hasta llamó ‘Pocahontas’ a la senadora demócrata Elizabeth Warren, mofándose de los orígenes nativoamericanos que Warren dice tener; lo más insultante es que lo hizo en mitad de un homenaje a veteranos Navajo que participaron en la Segunda Guerra Mundial”, recuerda.

Para ella, “el principal desafío no es tanto encontrar una traducción literal de lo que Trump dice, sino darle el mismo sentido que él le está dando”. “Lo importante es poder reflejar la intención y el tono con el que utiliza estas expresiones; que el oyente perciba el mismo mensaje que recibe el oyente en la versión original”, sostiene.

Álex Segura coincide con el análisis de sus colegas (“además de utilizar palabras vulgares y/o polémicas, sus discursos o declaraciones carecen de coherencia habitualmente”) y también menciona el dilema informativo que les plantea Trump: “Tuitea cada día varias veces, muchas de ellas usando mayúsculas o en tono agresivo. Y como es el presidente, se tiene que dar cobertura”.

Este periodista entiende el lenguaje de Donald Trump como una señal más del giro que han dado en un año la política y la diplomacia en el que hasta ahora se ha considerado el país más poderoso de Occidente. “Trump ha redefinido la presidencia de Estados Unidos en muchos sentidos, y uno de ellos es su lenguaje”, zanja.

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