jueves, 16 de agosto de 2018

"El discurso de que se habla mucho español en Estados Unidos es falso"


Con firma de March Mazzei, el 12 de agosto pasado apareció en Clarín la siguiente entrevista con el escritor puertorriqueño Eduardo Lalo, que enfrentó al rey de España en el Congreso de la Lengua de Puerto Rico (ver asimismo en este blog, la entrada correspondiente al 29 de marzo de 2016).

Eduardo Lalo, el vengador del idioma castellano

El hombre sale corriendo, arrancándose la corbata. En el camino se encuentra a un amigo y le dice que no puede creer lo que acaba de oír y que debe irse. Sube al auto, es el mediodía, atraviesa la ciudad a toda velocidad, llega a su casa y no abre una ventana, no alimenta al perro, se sienta a la mesa a escribir. El texto se publica al día siguiente en el diario más importante de Puerto Rico y cambia el rumbo del VII Congreso Internacional de la Lengua Española organizado en San Juan de Puerto Rico en 2016.

El hombre convulsionado es Eduardo Lalo, ganador en 2013 del Premio Rómulo Gallegos y lo que escuchó fueron dos cosas. Primero, al entonces Director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, decir en la inauguración que por primera vez el congreso se realizaba fuera de Hispanoamérica. Y en el discurso que le seguía, al Rey Felipe VI encantado de haber regresado a los Estados Unidos. “Puerto Rico no es parte de Estados Unidos sino un territorio invadido”, respondió en el artículo Actos de barbarieLa columna dio vuelta al mundo y está publicada en Intervenciones (Corregidor), el nuevo libro de Lalo, que fue uno de los invitados centrales a la 7ª Feria de Editores, que se realizó el fin de semana en Centro Cultural Konex. El sábado a la tarde, Lalo participó de una entrevista pública junto a Claudia Piñero. Además de esta recopilación de conferencias, cartas abiertas y alegatos producidos en los últimos años, Lalo presentó en Buenos Aires su nueva novela: Historia de Yuké, donde imagina la reacción de los pobladores americanos a la llegada de los conquistadores. Con formas diferentes y una elocuencia inusitada, Lalo aborda lo que él llama "la cuestión caribeña". Una herida fundacional que sigue sangrando en toda América. “La Conquista no termina nunca”, sostiene.

–¿Qué efectos reales tuvo aquel artículo?
–Alteró la estructura del Congreso, porque al final cambió el lenguaje y hubo una petición de disculpas. Porque Puerto Rico es una tierra conquistada, una colonia. Pero aún en el caso improbable de que Puerto Rico fuera un estado de Estados Unidos sería una provincia latinoamericana.

–A la distancia, ¿qué cree que motivó a los españoles?
​–Hay una agenda, política y económica. Es una actividad para, como dirían ellos, publicitar la marca España en el mundo. Vieron la oportunidad de multiplicar los institutos Cervantes y entrar al mercado estadounidense. “Mira, lo estamos haciendo aquí”. Pero eso no va a pasar. El discurso de que se habla mucho español en Estados Unidos es falso. Porque es un español de inmigrantes de primera generación que ni saben inglés. Y sus hijos si van a la escuela no saben escribir en español, no lo leen y muchos no lo hablan.

–¿Y qué hay de los hispanos?
–No hay quienes se asuman como hispanos. Son naciones inexistentes. Es una identidad construida desde la perspectiva de Estados Unidos para decir "tú eres un otro". Hispanic no es una traducción de hispano, se referían a la primera gran masa de inmigrantes que hablaban español. Es tal la ignorancia que no pueden ubicar un país de América, entonces hacen un cesto donde ponen todo. El español no se va a preservar. Esa gente no va a ir en su vida a un Instituto Cervantes porque haya inmigrantes. Hoy el interés está en la cultura latinoamericana. En los programas de grandes universidades no se enseña literatura española sino latinoamericana. Y eso se debe a que la literatura española moderna tiene muy poca trascendencia.

–Habla de Puerto Rico como una colonia y en Historia de Yuké retoma esa idea recurrente. ¿Cuál es la forma que toma?
–Es un libro que puede desorientar a los lectores porque es otro tono, como inesperado. Está dedicado a mis hijos, que siempre me pedían historias. Una, la del Capitán Frío, les impactó mucho y me pidieron que la escribiera. Pero al divorciarme perdí el manuscrito. Ellos siguieron insistiendo y hace tres años redacté la primera oración: “El bosque de El Yunque es muy antiguo, mucho más de lo imaginado”. Entonces me propuse hacer historia de la montaña, desde el origen hasta la Conquista. Como todo caos de improvisación, esperando algo que aparece.

–¿Hizo una investigación en busca de realismo?
–Ninguna investigación, ya había leído mucho. No quería reproducir lo que ya se conoce sino quería ficcionalizar lo que debió haber sido. Era como una especie de antropólogo amateur. Pretendo contar la Conquista pero desde el punto de vista de la memoria que no registró la historia. Tuve que inventar su perspectiva, porque, ¿qué era un español para un un originario de esas tierras? Claro, "español" no significa nada. No tiene referente. Para él estaba su pueblo, su región, su tribu, y viene de tierra adentro, lo capturan, lo llevan a la costa, lo meten en un barco, aparece en otro sitio. Él no vio adonde fue, cuando era libre vivía en una cultura civilizada incluso. Por eso el grado de estupor, de incomunicación que debe haber vivido es lo que trato de rescatar.

–Todo tiene un grado de brutalidad...
–También es una reivindicación a esos pueblos que son los que más han sufrido. Siempre digo que el Caribe fue el laboratorio de América. Cuando llegaron Cortés y Pizarro ya sabían lo que tenían que hacer. Estuvieron treinta años ensayando con las enfermedades, la intimidación. Esto que hace el Capitán Frío, que le corta la nariz y las orejas a alguien y lo deja en la playa es lo que hacían los conquistadores. Ni falta que hizo que te dijeran "¿quieres ser mi esclavo?". Es el acto de violencia de entrada, para preparar el terreno.

–¿Se ven hoy marcas de esta violencia?
–Yo creo que la conquista no termina nunca. Que claramente se cristaliza de generación en generación. Sobre el debate del aborto en la Argentina, decía que el aborto no es legal porque la Conquista ubicó a la mujer en un lugar en que no tienen derecho sobre su cuerpo. Eso es producto de la Conquista, eso es esclavitud, es la servidumbre. Es otro aspecto de una política sobre los cuerpos.

–¿Puede revertir algo la llamada revolución de las mujeres, aunque sea por inesperada?
–Es una señal muy positiva. Estuve en la Plaza del Congreso el miércoles y ver a mujeres gritando, coreando sus consignas feministas... eso es nunca visto. Están tomando el protagonismo, y hay varones dándole ese protagonismo a la mujer. Ahora, tendría que ser la liberación o la revolución de muchísimas otras cosas. Una sociedad como la argentina, ¿qué lugar les da a los indígenas?, ¿dónde los ha metido? Aquí cualquiera te va a hablar de que en la Argentina no hay negros. Y están ahí. ¿Dónde ves a las sexualidades alternas y a los pobres?, ¿cómo los haces también a ellos protagonistas del país?


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