viernes, 30 de noviembre de 2018
La Divina Comedia en traducción de Aulicino, publicada por la editorial chilena LOM
Roberto
Careaga C. publicó el 18 de noviembre pasado, en la Revista de
Libros del diario chileno El Mercurio,
la siguiente nota a propósito de la versión corregida de la Divina Comedia, que, con traducción de Jorge
Aulicino, lanzó la editorial LOM. En la bajada de la nota se lee: “El
poeta y periodista argentino Jorge Aulicino se suma a la tradición de
traductores argentinos de La divina
comedia y lanza su propia versión en Chile, por editorial Lom. Su ambición
fue respetar la idea original de Dante de escribir con el lenguaje coloquial de
su época. ‘Cada época debería retraducir a los clásicos’, dice”.
Popular y actual: la nueva traducción de
Dante
“No,
espera unos años”, le dijo su padre al poeta y periodista argentino Jorge
Aulicino (Buenos Aires, 1949) cuando intentó por primera vez leer La
divina comedia . Tenía 15 años y tomó el ejemplar de su casa,
avanzó lo que pudo hasta que entendió la advertencia y la dejó. Su padre tenía
razón: no lo entendía. El momento llegó años después. Primero fue el nombre de
Dante Alighieri, citado allá y acá, mientras Aulicino crecía tomándose cada vez
más en serio la lectura y la poesía. Durante los 70, cuando empezaba su carrera
como periodista, ya no pudo evitarlo. Un día se sentó a traducir al
español La divina comedia,
pero volvió a pasar, aún no era el momento. Y finalmente, llegó. Publicada
originalmente en 2015 en Argentina por editorial Edhasa, acaba de aparecer en
Chile, bajo el sello Lom, una nueva edición de su traducción del clásico de
Dante.
Respecto
de la primera edición, la de Lom viene con correcciones y pequeños cambios.
Aulicino presentó el volumen esta semana en la casa de Pablo Neruda “La Chascona”
y antes deslumbró con su calidez en el Festival Puerto de Ideas de Valparaíso. “No
imaginaba que Dante tuviera tantos seguidores”, dice pocas horas antes de
regresar a Argentina, donde ha desarrollado una larga carrera como periodista
cultural -en diarios como Clarín- y poeta, con más de 15 libros publicados. A
esa historia suma ahora su rol de traductor, en un país con larga y fructífera
tradición en ese ámbito y específicamente de traductores de Dante.
“En
Argentina hay una obsesión en traducir La divina comedia .Yo conozco
cinco versiones y debe haber alguna otra. La primera es la clásica del
Presidente Bartolomé Mitre (en 1897). También está la de Ángel Battistessa, en
los 70. Lo curioso es que también se acerquen a la traducirla personas como el
doctor Antonio Milano (en 2003), que no tienen formación literaria o una
historia como traductor o escritor. También está el caso de un señor muy
pintoresco que se llamaba Francisco Soto y Calvo, que en la década de los 40
hizo una traducción casi risible”, cuenta Aulicino. “No sé de donde viene esa
obsesión. La verdad es que no lo entiendo. A veces pienso que debe ser por la
inmigración italiana. Pero no sé si eso lo explica. Y hoy sé que un joven poeta
lo está traduciendo. Así que sigue esta historia de traducciones argentinas”,
añade.
El caso
de Aulicino sí parece estar ligado a su ascendencia: sus padres eran hijos de
italianos y fue su mamá quien le enseñó la lengua. No de niño, sino ya por los
20 años, cuando Aulicino estaba escribiendo poesía. “En casa había toda una
tradición literaria y del idioma italiano. Y mi padre era fanático de la Comedia.
La leía en italiano. Supongo que eso también me llevó a que me interesara.
Pero, en realidad, todo esto lo descubrí después. Yo me acerco a la Comedia por
la influencia de otros poetas que la citaban. Vuelvo al texto al que me había
acercado cuando era adolescente”, cuenta Aulicino.
Cuando
Aulicino dice Comedia lo hace por su
familiaridad total con el libro, pero también hay un reconocimiento a la
decisión del propio Dante que usó solo esa palabra para titular su libro. Sería
Giovanni Bocaccio quien posteriormente bautizó el volumen como La
divina comedia y ya la historia hizo lo suyo: ese texto en
versos del siglo XIII que dio forma al imaginario del infierno, el purgatorio y
el paraíso se transformó en una inagotable fuente literaria, conocimiento,
sabiduría y admiración. Como la Odisea, La divina comedia excede
su condición literaria para pasar a ser una pieza de la construcción de la
cultura occidental. Y, por cierto, su actualidad nunca cesa: mientras aparece
la edición de Aulicino, en España editorial Acantilado lanza una nueva
traducción por José María Mico, que se titula simplemente Comedia.
Ambas versiones comparten una decisión: no respetan la rima de Dante.
“Yo
empecé a trabajar hace ya diez años. Empecé con un canto, sin más ambición.
Cuando terminé el Infierno, dije: 'Bueno, seguiré con el Purgatorio, a ver qué
pasa'. Y así fui avanzando. Cuando llegué al Paraíso me costó seguir, ahí pensé
que no iba a poder. Es muy complejo”, cuenta Aulicino, quien finalmente pasó
esa fase y llevó a cabo la tarea con todo el libro, hundiéndose en el italiano
toscano que manejaba Dante, pero también en su época y su biografía. “Es mejor
entender el tiempo de Dante. Sobre todo entender el contexto político. Y en qué
momento de su historia Dante escribe la Comedia. Lo escribe
en el exilio, cuando ya rompió con la Iglesia, con el Papa”, asegura, después
de una década trabajando. Aunque podría haber sido más: “Se puede estar
traduciendo para siempre. Infinitamente. Se puede estar toda la vida”, dice.
–¿Para qué volver a traducir La divina comedia?
–Para
acercarla al lenguaje de nuestra época. Yo creo que cada época debería
retraducir a los clásicos. No hay una única traducción estándar que pueda ir
recorriendo las épocas.
–¿Cómo surgió su pasión por el
libro?
–Cuando
empecé a escribir poesía y a tomármela en serio, alrededor de los 20 años, veía
a la Comedia por todos lados. Desde Borges, que le dedicó
nueve ensayos, hasta en escritores anglosajones, como Eliot o Ezra Pound, que
nombran la Comedia muy a menudo. Y de golpe conocí a un poeta
vanguardista argentino, experimental, Leonidas Lamborghini, y él era un
fascinado con la Comedia. Cuando me empezó a hablar
del libro yo me quedé asombradísimo: 'La Comedia es el
libro más grande la humanidad', decía. Además, él tenía toda una teoría sobre
lo paródico en la literatura, es decir que toda literatura imita a otro. Y no
estaba tan desacertado en el caso de la Comedia: decía que
era parodia de la gran literatura, cosa en la que coincide, en otros términos
con los estudios de Eric Auerbach. Dante se basaba en el estilo clásico y lo
bajaba a la tierra. Reflejaba el mundo divino o elevado en el mundo material y
terrenal.
–Y fue en ese momento que intentó
por primera vez traducirla, ¿no?
–Sí,
traté. A mí lo que me llamó muchísimo la atención fue el canto del Infierno.
Que es un delirio. Esa sí que es una escena dantesca: el diablo es un gigante
que atraviesa el centro de la tierra, y Dante y Virgilio salen del infierno
tomándose del pelo del diablo. Atraviesan el centro del mundo y llegan al
hemisferio sur, y ahí es donde encuentran la isla del Purgatorio. Qué
imaginación fantástica la de este tipo, ¿no? Todo eso lo sacó de su cabeza, no
está escrito en ningún libro sagrado, no había ninguna tradición acerca de cómo
era el cielo y el infierno, salvo imágenes medievales del diablo y del fuego.
Él inventó un mundo entero. Le dio una geografía.
–¿Qué opinión le merecen las
traducciones argentinas de Dante?
–Para mí,
las traducciones tienen una marca de época. En la Argentina hay un deporte
nacional: así como se traduce la Comedia, se critica la traducción.
Todo el mundo se burla de la traducción de Mitre. La mayoría ni la leyó,
tampoco a Dante italiano. Para mí, no está tan mal. Es una traducción del siglo
XIX. Cambia el lenguaje. El proceso del lenguaje muestra que no existe una
traducción literal, estática, sino que siempre es una traducción de época.
Luego está la traducción de Ángel Battistessa, que es mucho más moderna en el
lenguaje que la de Mitre. Aunque de todos modos yo creo que es un poco
académica. Y yo veo esa tendencia de casi todas las traducciones al español:
elevar el rango del lenguaje de Dante. Hacer un lenguaje elevado, donde Dante
está usando un lenguaje llano; lo que se llamaba en su época vulgar, y que es
hoy podríamos llamar popular, común. Y para mí lo que hay que buscar es un
equivalente del lenguaje coloquial que usa Dante. Lo que pasa es que el
lenguaje coloquial cambia de una época a otra.
–¿Usted intentó traer La
divina comedia al español coloquial del siglo
XXI?
–Yo
traté. La divina comedia también tiene momentos elevados que hay
que respetarlos. Además, él introduce palabras latinas cada tanto; bueno, es
una mescolanza. Pero la línea principal de la Comedia es el
lenguaje vulgar. No vulgar ordinario, guarango, sino que entienda todo el mundo.
Yo traté de mantenerme en ese registro, hasta donde se puede.
–¿Tiene alguna utilidad ser poeta
al momento de traducir?
–Tal vez
para comprender algunos procedimientos. Pero también se puede traducir sin
necesidad de ser poeta. Hay que comprender, eso sí, que La
divina comedia es más que un libro: es un mito. Un mito que
opera en toda la cultura occidental. Siempre estamos citándolo indirectamente.
Siempre está la idea del descenso al infierno, que para mí es lo central
la Comedia. El viaje al otro mundo. La bajada al infierno. Y eso
existe en la vida de todos, como figura, como mito. Todos decimos alguna vez: “Estuve
en un infierno”. “Mi vida es un infierno”. Todos tuvimos nuestro descenso al
infierno. Y nuestro paraíso. Eso me parece que hay que entenderlo: se está
traduciendo no un libro sagrado, pero sí uno que es mitología.
–¿Cómo se traduce un mito?
–Te da un
poco de temor, porque uno tiende a pensar que si cambia demasiado las cosas,
está cambiando las palabras de un libro sagrado. Pero si uno piensa que la
Biblia fue traducida tantas veces, por qué no se va a poder traducir Dante,
quien muchas veces aclara que no escribe un libro sagrado. Por otro lado, da
cierta libertad. Porque por ser un mito y tener una estructura tan bien
pensada, no cambia. Puedes hacer cualquier desastre desde el punto de vista de
la traducción y va a sobrevivir. De hecho, es así. Ha sobrevivido a las
traducciones más horribles y está siempre viva en cualquier versión que leas.
Te puede gustar menos la versión del español Ángel Crespo; a mí no me gusta, de
hecho, pero Dante está ahí. La Comedia
está ahí. Ese mundo vive ahí.
jueves, 29 de noviembre de 2018
Importante novedad editorial de Luna Libros
Luna Libros, de Colombia, acaba
de publicar un libro sobre la vida de Johann Moritz Rugendas (1802-1858). Se trata de una suerte de biografía gráfica
realizada por Efrén Ortiz Domínguez, licenciado
en Letras Españolas, maestro en Literatura Mexicana y doctor en Literatura, es
investigador de tiempo completo del Instituto de Investigaciones
Lingüístico-Literarias y profesor de la Facultad de Lengua y Literatura
Hispánicas de la Universidad Veracruzana (México, autor de los libros Periodismo: escritura y realidad (1986), Liberalismo y utopía (2007)
y Las paradojas del romanticismo(2008),
entre otros.
Johann Moritz Rugendas. Memorias
de un artista apasionado
Por la vastedad e
importancia de su obra gráfica, Johann Moritz Rugendas ha sido denominado “el
Humboldt de la pintura en Latinoamérica”. Este ensayo biográfico explora las
múltiples dimensiones del viaje realizado por el célebre pintor y dibujante
alemán en nuestro continente: las circunstancias geográficas interpuestas en su
recorrido, los acontecimientos históricos y las repercusiones de ellos en su
existencia, pero esencialmente la exploración estética que condujo a este
creador desde el dibujo académico hasta la visión expresionista de nuestra
realidad.
miércoles, 28 de noviembre de 2018
Nuevos tiempos corren en México (y también tres consejeros del Fondo de Cultura Económica)
En pocos días asume en el Fondo de Cultura Económica como nuevo director Paco Ignacio Taibo II. En paralelo, el pasado 15 de noviembre, Virgina Batista publicó en Excelsior,
de México, la siguiente nota, cuya bajada dice: “En el marco del cambio de gobierno, tres intelectuales dejaron la Junta Directiva del sello paraestatal”.
Renuncian al Fondo de Cultura Económica
tres
consejeros
Con la idea de detallar al gobierno federal entrante la
riqueza patrimonial del Fondo de Cultura
Económica, “la gran editorial del Estado”, para que no sólo
preserve su catálogo, sino que lo enriquezca, el director José Carreño Carlón
rindió a la Junta Directiva un
informe global de los cinco años y diez meses que lleva su administración. “Eso
que al concluir un proyecto llaman pliegues de mortaja, con la idea de que sus
huellas resulten de utilidad para el análisis de este órgano de gobierno”.
Con la reiterada mención de
la palabra “defensa” del sello paraestatal y franqueada por la renuncia de los
tres miembros independientes de la Junta —Fernando Escalante Gonzalbo, Juliana
González y José Woldenberg—, así como del propio Carreño, quien fue refrendado
como director el pasado 15 de enero para otros cinco años, la reunión de más de
dos horas reportó los resultados hasta el tercer semestre de 2018, que concluyó
en septiembre pasado.
El funcionario hizo
énfasis, “ante un cambio de administración como el que se avecina”, en una
visión cualitativa, más allá de los números. “En estos seis años, el Fondo no
sólo conservó su patrimonio más valioso: su catálogo, su legado más que
octogenario de autores y títulos, sino que incluso rescatamos títulos y autores
perdidos en el curso de otras administraciones”.
Aclaró que este catálogo
del libro académico y literario se ha preservado y acrecentado a través de 14
cambios sexenales. “No faltaron grandes crisis políticas y económicas, rupturas
de los grupos gobernantes, alternancias y sustitución de paradigmas, episodios
a los que sobrevivió el Fondo”.
Carreño, quien dirige el
FCE desde el 15 de enero de 2013, destacó que en los 84 años de vida de esta
dependencia ha subsistido lo medular de las políticas editoriales que mantienen
su catálogo como el principal activo de la casa. Y señaló que éste posee un
valor simbólico, en tanto que custodia las obras de los grandes autores
nacionales y universales; y un valor económico que rebasaría los mil millones
de pesos, “con sus autores y traductores, sus contratos y sus ventas anuales,
más el valor de su sello como marca de enorme prestigio nacional e
internacional”.
También especificó que el
catálogo que entregan a la nueva gestión es “una suma de clásicos y de
vanguardias y, a la vez, un retrato de la vida intelectual de México e
Iberoamérica”, y advirtió sobre una situación crítica que debe enfrentar la
nueva administración: el presupuesto de recursos fiscales notificado este 7 de
noviembre considera 129.7 millones de pesos para el Fondo en 2019, cifra menor
en 27.2 millones de pesos a la asignación original de 2018.
Este último informe pareció
responder a los comentarios que ha hecho públicos el escritor Paco Ignacio
Taibo II, nombrado por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador como el
futuro titular del Fondo, acerca de que buscará integrar en un solo organismo las
tareas editoriales y de fomento a la lectura que realiza este sello dependiente
de la Secretaría de Educación Pública y la Dirección General de Publicaciones
de la Secretaría de Cultura.
Entrevistados al finalizar
el acto, ni Fernando Escalante ni José Carreño admitieron que su renuncia fuera
motivada por los cambios que planea Taibo II y aclararon que sólo es el fin de un
ciclo.
En una carta firmada por
los tres intelectuales que renunciaron a la Junta Directiva se apuntó que el
catálogo, el sello y el prestigio del FCE es patrimonio mexicano. “Y tenemos
todos la obligación de conservarlo, fortalecerlo y expandirlo. Hay otras muchas
tareas educativas y culturales que son responsabilidad del estado, importantes
todas, pero el Fondo de Cultura no podría hacerse cargo de ellas sin
desnaturalizarse”.
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Paco Ignacio Taibo II
martes, 27 de noviembre de 2018
La crisis se llevó a la Librería del Mármol
El pasado 7 de octubre, en el
suplemento cultural Radar, del diario Página
12, Martín Pérez publicó la
siguiente nota a propósito del cierre de la Librería del Mármol. Pese al tiempo
transcurrido, vale la pena leerla.
El fin de la magia
La clienta tuvo que insistir bastante
con el pedido. Pero al final lo logró: se fue de la Librería del Mármol con su
libro autografiado... por el librero. Ahora tiene un recuerdo de su librería
preferida, que dentro de un mes –cuando se termine el actual contrato de
alquiler– cerrará sus puertas definitivamente. Este lunes, cuando lo hicieron
público en las redes, vendieron más que nunca. Pero la decisión ya estaba
tomada. “Una librería es algo mágico”, me contó su dueño. “Pero cuando empezás
a pensar más en los malabares que tenés que hacer para pagar el alquiler y los
sueldos que en los libros, la verdad que toda magia desaparece”.
Por lo general, cuando los
comercios cierran por problemas económicos lo hacen de un día para el otro, sin
avisarle a nadie, y menos a los acreedores. “Nosotros no tenemos esos
problemas: estamos al día y los libros que nos quedan son nuestros”, precisa el
librero, que tiene por delante un largo mes de despedida de sus clientes y
habitués, en un local y una esquina –Lavalle y Ayacucho– que los hospedó
durante doce años. Pero la historia de la librería se remonta aún más atrás, ya
que sus comienzos fueron en el primer piso de un enorme local de Palermo –bar y
restaurant, pero también refugio cultural– bautizado como Un Gallo Para
Esculapio, nada menos que en el hoy tan recordado año 2001. Una crisis los
creó, otra se los lleva.
Hace un par de semanas me
metí en una librería pequeña de Avenida Corrientes, buscando un libro que me
habían encargado antes de un viaje. El librero insistió que aceptase lo que
ofrecía mi tarjeta: pago en tres cuotas sin intereses. Me confesó que el jueves
y viernes de la mayor corrida, entre el discurso de Macri y el de Peña con el
dólar escapándoseles cada vez lejos, había vendido libros como nunca en el
último tiempo. “Me sentí el super librero”, me confesó. “Hasta que entendí que
era en realidad el librero del Titanic”, agregó, y calculaba que lo que había
pasado era que sus clientes, ante el vértigo que generaba semejante estado de
cosas, al menos se concedían algún deseo postergado. “Se llevaban libros de
tres o cinco tomos sin pestañear, cuya compra tal vez venían imaginando hace
tiempo pero no pensaban que se podían permitir. Todos en cuotas, y que sea lo
que Dios quiera”, resumió, y sonaba lógico lo que decía. Después de todo, si el
dólar ya se escapó, hay que gastar rápido los pesos que se tienen antes de que
los precios lo sigan. “Te vas a reír de esto que te voy a decir”, agregó. “Pero
yo creo que en tiempos de crisis, la gente al menos se aferra a los libros”.
No sé qué pensará el dueño de la
Librería del Mármol del vínculo entre la gente, los libros y las crisis –ni
tampoco cómo le estará yendo al dueño de la librería del Titanic un par de
semanas después de aquella corrida– pero aún recuerdo mis visitas a ese primer
piso de Palermo dieciocho años atrás, en medio de aquella crisis. Los libros, es
cierto, es lo primero que uno deja de comprar cuando el bolsillo aprieta, pero
también es lo primero a lo que se vuelve. Porque un libro nuevo es señal de que
no todo está perdido. Aún encuentro cada tanto, escondidos entre las páginas de
los ejemplares de mi biblioteca, algunos señaladores de la Librería del Mármol,
con hermosas fotos blanco y negro de –por ejemplo– Harpo Marx. El mudito de los
Marx extasiado, celebrando la lectura. No le pregunté por aquellos señaladores
al dueño de la librería, pero sí por la cantidad de gente a la que, por lo
menos hasta dentro de un mes, le está dando trabajo. Son tres, me responde. Y
me cuenta que seguirán manejando el fondo de libros por internet una vez que
cierren las puertas.
Días atrás, le preguntaba
a una amiga despedida de los medios cómo se las ingeniaba para sobrevivir
con la crisis respirándole en el cuello. Me confesó que sus intenciones de
hacer como freelance sólo el
periodismo que le gustaba, no le estaba alcanzando para llegar a fin de mes.
Pero dicen que crisis es oportunidad, así que completaba sus ingresos con
algunos rebusques que ofrecen los nuevos tiempos: alquilar el cuarto extra de
su departamento por Airbnb y vender libros por Mercado Libre. No le estaba
yendo mal, me confesó. Y me explicó que, por ejemplo, el otro día descubrió el
primer libro de Samanta Schweblin en su biblioteca. Lo puso a la venta, y logró
un precio equivalente a mucho más de lo que hoy le pagan por una nota. Es más:
recordó que le había regalado uno a su madre (y que ella nunca abrió), así que
fue a buscarlo y repitió la operación, con idéntico resultado. Se había tomado
su tiempo, pero su antigua compañera de taller literario le terminó devolviendo
con intereses el favor de esos ejemplares que tan generosamente le había comprado
en su primera presentación de libro, cuando Samanta estaba lejos de ser
famosa.
No creo que esto fuese lo
que el librero de Corrientes estaba pensando al decir que la gente en las
crisis se aferra a los libros. Pero supongo que no es menos meritorio saber
dejarlos ir.
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Libros y librerías,
Martín Pérez
lunes, 26 de noviembre de 2018
Presentación de un libro del historiador irlandés Tim Fanning en la FIL de Guadalajara
Lunes 26 de noviembre
18:00 a 18:50
Salón C, Área Internacional, Expo Guadalajara
18:00 a 18:50
Salón C, Área Internacional, Expo Guadalajara
Presenta: Jorge Fondebrider
Editorial: Fondo de Cultura
Económica
viernes, 23 de noviembre de 2018
Celebración de José Luis Mangieri
El Club de Traductores Literarios de Buenos Aires concluyó el día de ayer su año de celebración por la primera década de existencia y las reuniones de 2018 con un homenaje al editor y poeta José Luis Mangieri, de cuyo fallecimiento se cumplieron diez años el 1 de noviembre pasado.
![]() |
De pie, Juan "Tata" Cedrón |
El evento comprendió la proyección fragmentos de entrevistas, compaginados por Ana Fondebrider, y, en lugar de un invitado, la presencia de una serie de amigos de Mangieri, procedentes de los más variados horizontes, que reflexionaron sobre la labor de José Luis y, a la vez, compartieron anécdotas que lo tuvieron como protagonista.
![]() |
Beatriz Sarlo |
![]() |
Washington Cucurto y Fabián Casas
|
José Luis Mangieri había nacido en 1924 en Parque de los Patricios y era hijo de un obrero municipal anarquista. Publicó centenares de libros con las tres editoriales que fundó: La Rosa Blindada, Ediciones Caldén y Libros de Tierra Firme, desde Juan Gelman y los poetas del grupo del Pan Duro hasta Yves Montand, Eugenio Evtuchenko, Bertolt Brecht, el general Vo Nguyen Giap, Ho Chi Minh y Mao Tse Tung. En su último sello, dedicado a la poesía, comenzó con obras de Joaquín Giannuzzi y Francisco Coco Madariaga y siguió con libros de Juana Bignozzi, Leónidas Lamborghini, Raúl Gustavo Aguirre, Luisa Futoransky, Alberto Szpunberg, Diana Bellessi, Jorge Aulicino, Daniel Freidemberg, Irene Gruss, Jorge Fondebrider, Fabián Casas, Horacio Castillo, Ricardo Zelarayán, Daniel Samoilovich, Daniel Gracía Helder, entre decenas de autores de tres generaciones.
![]() |
Alberto Díaz |
Como destacó Alberto Díaz, ex editor de la legendaria
Siglo XXI y alto responsable de Seix Barral, Ariel, Emecé y otros sellos de la
editorial Planeta, la de Mangieri era una editorial "sin domicilio
fijo". Esta falta de estructura administrativa y empresaria –su oficina
era su portafolios trajinado– fue coherente con su pensamiento de que la
máquina empresarial es lo que destruye el corazón de los grandes proyectos
editoriales, de modo que su portafolios, los paquetes de libros que cargaba
hasta las librerías y regalaba entre los amigos, eran algo más que un rasgo pintoresco.
"Mangieri creaba redes muchos antes de que existiera este concepto",
dijo Díaz.
![]() |
Teresa Anchorena |
La noche comenzó accidentada, con un problema del proyector y terminó abruptamente con un corte general de luz, como si Mangieri se hubiera propuesto hacer de las suyas.
El video que sobrevivió a todos estos contratiempos pued verse aquí: https://www.youtube.com/watch?
jueves, 22 de noviembre de 2018
Una entrevista con Pablo Braun
![]() |
FOTO: Christian Bochichio |
“En tiempos turbulentos para los números de la industria
editorial y de la economía argentina, el dueño de Eterna Cadencia y presidente
del FILBA acaba de comprar una cadena de conocidas librerías. En esta charla
con Infobae habla del peso del nuevo desafío, reflexiona sobre la
responsabilidad de los que más tienen y cuenta cómo es convivir con un apellido
poderoso y una historia familiar cuestionada.” Tal es la bajada de la
entrevista de Hinde Pomeraniec con Pablo Braun, publicada en Cultura InfoBAE,
el 17 de noviembre pasado.
“Así como Palermo era un optimista del gol,
yo soy un optimista del libro”
No luce en absoluto como un aristócrata ni como un chico
rico. Sin embargo, Pablo Braun(1976)
lleva en su documento un apellido que no es cualquiera en la Argentina. Hacia
atrás, es posible leer huellas de su familia en la historia y en la
literatura, muchas veces con una impronta antipática, resaltada con recurrencia
desde el campo popular: dueños de la tierra con pasado oscuro, empresarios muy
cortos de escrúpulos y hombres y mujeres del poder, esto último algo que sigue
vigente ya que su apellido resuena en los pasillos de edificios públicos porque
hay miembros de su familia en el Gobierno (su primo Miguel es el actual
secretario de Comercio y otro de sus primos es Marcos Peña, el jefe de
Gabinete).
Sin embargo, este Braun que se sienta
en el bar de su librería una tarde de noviembre no es funcionario, no
habla de la tierra patagónica de los suyos ni tampoco de la cadena de
supermercados de su familia que domina el sur argentino. Pablo Braun habla de
libros y de literatura, que finalmente es, desde hace varios años, aquello a lo
que se dedica. Hincha de Boca, le gusta verse reflejado en la frase con la que Carlos Bianchi definió al recordado 9 azul y oro:
mientras el virrey hablaba de fútbol, a Braun le gusta verse optimista en la
cultura.
Braun -quien está en pareja con la
cantante mexicana Julieta Venegas y
es el padre de Rita, una adolescente que lo acompaña siempre- es el dueño de
Eterna Cadencia, la preciosa librería que desde 2005 es polo de atracción
en Palermo desde su local de la calle Honduras y también de la editorial con el
mismo sello que, dirigida por Leonora Djament,
consolida año a año un catálogo que es símbolo de distinción. Es, también, el
presidente de la fundación del FILBA, el celebrado
festival internacional de literatura que este año llevó adelante su décima
edición de la mano de Gabriela Adamo y
que también tiene su versión para los más chicos, el Filbita, que justamente
arranca por estos días.
Braun, ya lo dijimos, nació en el seno
de una familia millonaria y a la manera de un mecenas contemporáneo utiliza su
dinero para invertirlo en libros y literatura. Por eso, hace un par de años
montó la librería Escaramuza en Montevideo, por eso acaba de fundar Big Sur,
una distribuidora de libros para llevar la literatura independiente a toda la
región sin depender de terceros y por eso, también, en plena crisis se decidió
a comprar la conocida cadena de librerías La boutique del libro, cuyos locales
están ubicados en shoppings, enfrentándose así a nuevos desafíos: llevar
adelante una clase de comercio diferente al estilo librería de nicho y avanzar a las trompadas en
un país con inflación inclemente y políticas económicas intestables.
Lo que sigue es un resumen de esa charla palermitana con Infobae Cultura, en la que el hombre del apellido
incómodo que cambió el traje por las zapatillas habló de sus nuevas apuestas
comerciales en tiempos turbulentos, de la responsabilidad que tienen justamente
los que más tienen y de cómo es convivir con una genealogía pesada. También,
buscó desmitificar leyendas: "A mi familia es más fácil criticarla sin
conocerla, pero es bastante más copada de lo que la gente cree", dijo.
–Es un momento con números muy malos en la
industria editorial y acaba de comprar una importante cadena de librerías. ¿Por
qué ahora?
–Surgió la oportunidad, yo no estaba buscando. Surgió
claramente por la situación del país y también por una cuestión de cansancio
por parte de los anteriores dueños: ellos ya querían retirarse, son cuarenta
empleados, estás en los shoppings, estás expuesto, estás todo el día peleando
con algo que ya no viene bien de hace unos años y además estás cansado. Digamos
que se dio la oportunidad. Estaba como barata la librería, era muy atractivo
comprarla. Y yo lo decidí hace dos o tres meses, cuando la situación no era tan
crítica y obviamente di mi palabra. Pero igual lo hubiese hecho en esta
situación. ¿Por qué? Porque creo en el largo plazo y en que las crisis son
oportunidades… Y creo en las ideas nuevas, y me parece que le podemos dar, no
otro perfil, pero sí empuje nuevo. O sea, la librería está muy ordenada, y está
en un cierto equilibrio. Pienso que si aguantamos seis, ocho meses, si no hay
un descalabro tan grande, yo creo que a mediano, largo plazo esto tiene que
funcionar. Son cuatro bocas súper atractivas, más allá de que si uno piensa en
Eterna Cadencia no hay nada más alejado que un shopping. Pero me parece que son
librerías muy "curadas" para ser shoppings. Tengo que aprender un
montón: tengo que aprender el negocio de los shoppings, pero mi proyecto es
"traficar literatura literaria" pagando impuestos, como siempre digo.
Acercar esa literatura un poco más….
–A públicos más amplios.
–A públicos más amplios o más cerca de donde el público vive
y que no se tenga que ir hasta otra librería. Entonces yo ya estoy, pero estos
días empiezo reuniones con editoriales independientes para ver cómo hacemos
para tener más presencia.
–Estás más tranquilo que hace algunas semanas.
–Estoy más tranquilo, el dólar está quieto, las aguas están
quietas. No sé, hay que pasar diciembre, ¿no? Diciembre es un mes que nos va a
dar un termómetro de si estalla todo o no. Pero en principio no la veo tan
compleja…
–¿Se van a llamar Eterna Cadencia las nuevas
librerías?
– No, tampoco se van a seguir llamando La Boutique… La idea
es salir el 1º de marzo salir con un nombre nuevo.
–Recordame cómo surgió el nombre Eterna
Cadencia. ¿Fue una idea tuya?
–Sí, absolutamente. Yo le quería poner El Desasosiego a la librería, estaba en un período un poco… Además eso de entrar a una librería y decir "no leí nada", me generaba desasosiego. Y todo el mundo decía que no, no pongas El Desasosiego porque no da. Y ni siquiera era por Pessoa, era por el desasosiego que me generaba la lectura. En un momento empecé a buscar palabras que fueran lindas y cadencia era una palabra que me gustaba, pero no me conformaba. Y un día se me ocurrió que la eterna cadencia era como algo parecido al desasosiego, la eterna búsqueda de la sabiduría a través de la lectura o de los libros y que te genera un desasosiego, leer y leer y nunca llegar a nada. Ojalá que pronto se me ocurra algo parecido, estoy hace dos meses pensando: no se me ocurre nada.
–Sí, absolutamente. Yo le quería poner El Desasosiego a la librería, estaba en un período un poco… Además eso de entrar a una librería y decir "no leí nada", me generaba desasosiego. Y todo el mundo decía que no, no pongas El Desasosiego porque no da. Y ni siquiera era por Pessoa, era por el desasosiego que me generaba la lectura. En un momento empecé a buscar palabras que fueran lindas y cadencia era una palabra que me gustaba, pero no me conformaba. Y un día se me ocurrió que la eterna cadencia era como algo parecido al desasosiego, la eterna búsqueda de la sabiduría a través de la lectura o de los libros y que te genera un desasosiego, leer y leer y nunca llegar a nada. Ojalá que pronto se me ocurra algo parecido, estoy hace dos meses pensando: no se me ocurre nada.
–Escaramuza, el nombre de tu librería de
Montevideo, no lo pusiste vos.
–Escaramuza fue una sugerencia de una amiga que fue a ver a
un músico uruguayo y que dijo en medio de canción y canción que la escaramuza
no era sólo una pelea sino también una forma de hacer quilombo, pero del lindo,
del "hagan lío" del Papa digamos, que no me interesa nada del Papa,
pero a mí me gusta hacer quilombo. Y para mí hacer quilombo es eso, comprar
cuatro librerías y hacer y hacer, y hacer, que es lo que más me gusta.
–¿Qué hacías antes de poner la librería y la
editorial?
–Había armado una fundación con Paz, la madre de mi hija, Paz
Ochoteco, que se llama TEMAS y que trabaja en villa 21 en temas sociales, TEMAS
son las iniciales de trabajo, educación, medio ambiente y salud. Yo seguí
siendo presidente hasta hace dos años y antes había estudiado administración de
empresas y tuve un kiosco.
–¿En dónde?
–En Callao y Quintana. Un kiosco que primero fue como la
gloria y después vino el 2001 y nos llevó puestos.
–¿Y por qué un kiosco?
–Se presentó la oportunidad.
–También.
–Se presentó la oportunidad, sí: un amigo mío trabajaba ahí y
yo iba a visitarlo, iba a tomar cerveza los viernes antes de salir con él y un
día me dijo "está a la venta" y bueno, con mi vieja lo compré, nos
fue pésimo.
–¿Cuándo estudiabas administración de
empresas qué te imaginabas que ibas a hacer? ¿Que ibas a administrar qué, una
empresa familiar?
– Sí.
–¿Y cuándo decidiste que no querías hacer eso?
–Cuando trabajé un año en una empresa familiar. Y, nada, duré
quince minutos, la angustia…
–La
pasaste mal.
– Sí.
– Sí.
– Eso era el desasosiego.
–Y, ponéle, una parte. Sí, no la pasé muy bien. Tampoco la pasé mal.
–Y, ponéle, una parte. Sí, no la pasé muy bien. Tampoco la pasé mal.
–Pero
no era lo que querías.
–No. Una cosa simbólica: había que ir vestido de traje y no, no, no. No sé, me sentía extraño en ese mundo que supuestamente era mío, digamos.
–¿Te pesa mucho el apellido?
–No. Una cosa simbólica: había que ir vestido de traje y no, no, no. No sé, me sentía extraño en ese mundo que supuestamente era mío, digamos.
–¿Te pesa mucho el apellido?
– Sí. Si te digo que no, es mentira.
–Aunque para algunas cosas debe servirte,
también.
–No, me sirve la posición que tiene, o
que tengo yo, la económica digamos, pero que es causa del apellido, si querés.
Pero no me sirve; no me sirve nada, hoy hasta desde el gobierno se cuidan de no
favorecer a un Braun, lograron instalar el demonio de que si favorecés a un
Braun es como "sos un boludo", entonces más vale…
–¿Alguna
vez te pesó más que ahora el apellido?
–No. A ver, lo que pasa es que ahora
estoy más expuesto, entonces me pesa más. O me pesaba más hace un año, dos
años, lo vengo resolviendo, yo no tengo la culpa, qué querés que te diga, la
verdad que no la tengo.
–Al mismo tiempo ahora, y después de tantos
años, en algunos espacios sos Braun, el de Eterna Cadencia y el Filba.
–Ah, sí, sí. Sí, como que pesa menos digamos, sí.
–Tenés algo que es propio. Y que no tiene
nada que ver con tu familia.
–Sí, totalmente, es verdad. Pero no van a faltar los que van
a decir siempre que todo lo que hago yo está manchado de sangre o que todo lo
que hago es porque mi familia…
–¿En el ambiente de la cultura también sentís eso?
–Muy poco, pero viste que las voces malas siempre las
escuchas más claritas, digamos, ¿no? Siempre hay. Uno se googlea o se busca en
Twitter y dice "ay Dios, por qué me googleo, carajo". Pero es parte de
la vida. Yo no puedo hacer nada.
–Me quedé pensando en lo que decías: estás confiado en que va a haber una
recesión importante pero corta.
–Repito un poco lo que dicen todos los economistas desde
todos los wines. Entonces tiendo a creer que es verdad. Veo que el dólar se
calmó, espero yo definitivamente, veo que la tasa de interés empieza a bajar un
poquito. Es mucho más fácil poner tu plata en las Leliq, o no sé cómo se llama,
que en laburar. Pero bueno, a la vez veo que hay despidos en editoriales, que
hay cierres de librerías.
–Bueno, los últimos números de la industria dicen que desde el 2015
cerraron cincuenta librerías en el país, según la Fundación el Libro.
–Puede ser. Yo creo que en épocas de balance también cierran
librerías. Digo, creo que cierran muchas más ahora, pero la librería es un
negocio mucho más difícil de lo que la gente cree.
–¿Pero cuánto tiene que ver ahí también la cuestión tecnológica y no solo
la económica?
–Yo creo que tiene que ver más con la tecnología asociada a la forma en que te llegan los libros a tu casa y no con las formas de leer, como el tema del ebook… Está el tema de las series también. Pero yo creo que los dispositivos de lectura no compiten con el libro, compiten con Twitter, Netflix, etcétera.
–Yo creo que tiene que ver más con la tecnología asociada a la forma en que te llegan los libros a tu casa y no con las formas de leer, como el tema del ebook… Está el tema de las series también. Pero yo creo que los dispositivos de lectura no compiten con el libro, compiten con Twitter, Netflix, etcétera.
–Y qué te pasa con Netflix, ¿te saca tiempo?
–Yo tuve Netflix, lo pagué tres meses,
y lo di de baja porque no lo usaba.
–¿En serio?
–Sí, pero yo soy una persona muy
extraña, no voy al teatro, no voy al cine, no veo series, no veo tele, casi no
escucho música.
–O sea tus consumos culturales
¿qué son?, ¿sólo literatura, solo libros?
–Sólo literatura, sí.
–¿Desde siempre?
–Desde siempre, desde siempre. En
un momento iba al cine, todos los domingos, solo.
–¿Y ahora no ves películas?
–No, soy muy fiaca, muy casero.
Entonces no es que no me gusta pero me da fiaca y me gusta mucho leer y además
trabajo mucho.
–¿Sos la oveja negra de tu familia?
–No, hay muchas ovejas negras en mi
familia.
–¿Sí? O sea, que no siguieron la
ruta definida…
–No, lo mío si querés es un poco
más público, pero hay ovejas negras… Mi familia es muy copada, no es la típica
familia rica de no sé qué. Hay mucho libro dando vuelta en mi familia, hay
muchas profesiones interesantes, no se habla nada más que de plata. A mi
familia es más fácil criticarla sin conocerla, pero es bastante más copada de
lo que la gente cree.
–Cuando por ejemplo hacés los pedidos a
Mecenazgo u otra clase de subsidios y escuchás críticas de quienes dicen que
eso no debería pedirlo alguien que tiene un fondo económico propio. ¿Cómo
respondés a eso?
–Primero, las críticas nunca son de
frente, digamos. Pero además les puedo contestar con el Filba, porque con esos
70 mil dólares, 50 mil, no sé, hay que hacer la cuenta, pero con 40 mil dólares
hacemos un evento de tamaña magnitud, gratis. O sea, por 40 mil dólares la
Ciudad tiene gratis un evento de las características de Filba. Eso es lo único
que puedo responder, no me queda otra. Digo, que me vengan a revisar todos los
números que quieran, Filba es una fundación sin fines de lucro. A Filba se lo
dan porque creo que Filba lo merece, entre los postulados a mecenazgo Filba es
algo muy interesante y para lo que genera, el valor lo que le cuesta a la
Ciudad o a los ciudadanos no es tanto.
–¿Qué te dice el nombre de
Victoria Ocampo?
–Me gusta, he leído un par de
libros de ella, me gustaba cómo escribía, me gustan los ovarios que tenía, no
sé, no conozco demasiado, pero digo, puta, era una mina que logró que viniera
Camus acá, que tocara Stravinsky, que Borges publicara mejor, que Bioy se
encontrara con no sé quién, digo, o Pepe Bianco.
–Te preguntaba por esto de un
miembro de una familia patricia con dinero y su vínculo con la cultura. Esa
idea de "pudiendo gastar en cualquier otra cosa, van e invierten en cultura".
–Yo lo prefiero, la verdad lo prefiero.
–Yo lo prefiero, la verdad lo prefiero.
– Por eso te lo pregunto.
– Optó por hacer
la revista Sur, por publicar, por traer autores. Qué sé yo, como argentino
creo que le sumó un montón al debate cultural, yo estoy agradecido. ¿Lo hizo
porque tenía plata? Y sí, pero lo necesario fueron su empuje, sus ganas. Yo lo
que hago no lo hago por nada en particular, lo hago porque es lo que me gusta.
Te soy absolutamente sincero, el día que puse la librería no tenía ni idea de
lo que iba a hacer… A mí me gustan mucho los libros y todo pero fue una
inconsciencia si se quiere o algo que no pensé demasiado.
–Tomaste un riesgo.
–Tomé un riesgo, sí, por mi plata
lo pude tomar, qué sé yo. Pero después las cosas fueron saliendo y tiene que
ver más con lo que me hace bien. Yo creo que todos tenemos una responsabilidad
ante nuestros pares ciudadanos de manejarnos lo mejor posible. Somos un
conjunto de gente y así como tenemos la obligación de parar en la senda
peatonal, como automovilistas, creo que las personas que tenemos un poco más de
plata deberíamos por lo menos intentar gastarla de la mejor manera posible.
Tampoco creo que nadie me tiene que venir a decir: che, qué bien que la
gastaste acá, ni nada; porque lo hice en el fondo por el egoísmo de querer ser
feliz a través de un proyecto personal. Pero a mí me hacen más feliz los
proyectos que tienen un impacto social positivo. A mí lo social me interesó
siempre. Si voy muy al fondo del diván, no sé si fue por culpa o por lo que
fuera pero me interesó y creo que todos tenemos responsabilidades. Los que
tenemos un poco más aliviada la situación económica, creo que tenemos más
responsabilidad, para empezar de pagar impuestos, ¿no? Y después, además, si
podemos hacer algo que esté bien. Pero bueno, se cruzan un montón de cosas, por
suerte a mí me gusta leer y no me gusta tomar cocaína.
–Me gustaría saber qué pensás de
la concentración editorial. ¿Pensás que les deja espacio a las editoriales
más pequeñas, como la tuya?
–Sí, sí, nos da espacio. No sé, a
todos nos gustaría que esté menos concentrado. Pero tampoco es que… A mí Random
o Planeta no me mandan lo que tengo que hacer ni nada, sí obviamente me sacan
autores, y lo que fuere pero eso si no te lo saca uno te lo acá otro, todos
sabemos cómo es. Pero son las reglas de juego, hay un montón de editoriales que
sobrevivimos a pesar de que están muy concentradas en dos, digamos, sobre todo
en una, me parece que hoy Random está muy despegada de Planeta, cada vez más.
–Vuelvo a preguntarte entonces:
estás iniciando un nuevo negocio, de modo que uno podría asegurar que sos
optimista con respecto a la situación en la Argentina. ¿Es así?
–Soy optimista con lo que hago. Así
como Martín Palermo se decía que era el optimista del gol, yo soy un optimista
con el libro, si querés. Por eso estoy haciendo lo que hago, yo creo que
trabajando bien y mucho se puede sobrevivir y se puede crecer.
–No pensás que estamos a las
puertas de un 2001.
–No, no. Yo creo
que ya tuvimos dos avisos en los cuales si no caímos me parece que no vamos a
caer. No sé si se va a recuperar de una manera genial, si la riqueza se va
distribuir, si lo que todos queremos va a pasar. Pero lo que por suerte empiezo
a estar un poco seguro es que no va a estallar la cosa. La vamos a pasar mal,
mucha gente se va a quedar afuera, el salario real va a bajar, y van a caer
empresas y todo pero me parece que no va a pasar lo del 2001. Lo espero, lo
ruego y a mí no me importa nada quién sea el gobernante. Yo les deseo siempre
suerte a todos los gobiernos argentinos, salvo que sean de facto, pero si no,
si le va a bien a Macri, si le va bien a Cristina, me da igual, que le vaya
bien a la Argentina alguna vez.
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