miércoles, 12 de diciembre de 2018

Sigue el culebrón mexicano del FCE

La situación a la que se llegó luego del exabrupto de Paco Ignacio Taibo II en la FIL de Guadalaja –ver las entradas correspondientes a los días 3 y 11 de diciembre pasados– no cesa de producir nuevos y asombrosos capítulos en el culebrón mexicano sobre la dirección del Fondo de Cultura Económica. Aquí se presentan una columna de opinión, escrita por el conservador y acartonado Christopher Dóminguez Michael, el 7 de diciembre pasado, en el periódico El Universal, de México, y la respuesta a ese artículo, escrita por el poeta y periodista José Jaime Ruiz –quien también es editorialista de Televisa– ese mismo día, en el sitio SDP Noticias.

Taibo o el amedrentamiento

Christopher Domínguez Michael
Una vez más, como hace seis años, el FCE, una de las pocas cartas de nobleza intelectual que México le puede ofrecer al mundo, ha sido tomado como rehén de la transición presidencial. Comenzaba la breve restauración del PRI, cuando a nuestra máxima casa editorial se le quiso usar como caja de resonancia periodística para el nuevo presidente. Hoy, cuando estamos frente a otra cosa, un Orden Nuevo cuya paradoja es borrar todo cuanto sea moderno para devolvernos a lo antiguo, ha sido nombrado para dirigir el FCE un militante ajeno al espíritu de la principal editorial de la lengua.

Desde su nombramiento, frente a las cámaras y con los micrófonos abiertos, el entonces presidente electo lo ultimó a comprometerse con el régimen, habida cuenta del desacuerdo expresado por Ignacio Paco Taibo II con la alianza de Morena con cierta derecha, las cosas empezaron mal. Tras reflexionar algunas horas, quien fuera empresario cultural creador de la Semana Negra de su natal Gijón, aceptó dirigir el FCE.

Semanas más tarde, los inadvertentes vencedores del 1 de julio, cayeron en cuenta que Taibo II era inelegible para el puesto debido a una ley xenófoba, contraria al espíritu de nuestra Constitución, donde se tiene por ciudadanos de segunda clase a quienes eligieron ser mexicanos, lo cual tiene más mérito que serlo gracias al azar. Es una lástima que el Senado se haya apresurado a modificar una ley a la medida de Taibo II, pues ordenanzas de esa naturaleza, en la UNAM, tuvieron como consecuencia que un José Gaos, un Marcos Moshinsky o un Alejandro Rossi, nunca pudiera dirigir, como lo merecían, sus respectivas facultades universitarias, por el pecado original de no haber nacido en México.

Y estando en la sastrería el traje a la medida, Taibo II, en la FIL, demostró su gratitud ufanándose procazmente de su poder e insultando a los que lo consideramos la persona menos adecuada, por su intemperancia y fanatismo, para dirigir el FCE. En el Senado, algunas senadoras lograron retrasar, durante pocos días, el dictamen que modificaba la ley, pero al final será director, como sea (o con el apoyo de los diputados), quien debería estar en la escuela de formación política de sus camaradas, pero no en una editorial que de dejar de ser ecuménica, lo perderá todo.

La manera como Taibo II se jactó de su victoria no fue un exabrupto. En él, como en sus maestros leninistas, el insulto es el recurso más fácil para ejercer el amedrentamiento: su trayectoria pública en llamados a emular la violencia revolucionaria de sus héroes. Lo dicho en Guadalajara no tiene perdón. Lo descalifica moralmente para dirigir el FCE y es un escupitajo en el rostro de Daniel Cosío Villegas, Arnaldo Orfila, José Luis Martínez, Jaime García Terrés, Joaquín Díaz-Canedo o Consuelo Sáizar. Esta última, por cierto, se cuenta entre los funcionarios que más obra material han dejado en los últimos sexenios. Todos ellos han sido como directores del FCE, tributarios de una tradición humanista aborrecida por Taibo II.

Taibo II se quejaba de que en Vuelta o Letras Libres lo ignorábamos. Tenía razón. En junio de 2011, le dediqué un largo ensayo a Todo Belascoarán, la suma de su saga novelística. Justo o injusto, el mío es quizá el único ensayo profesional que se haya escrito sobre él en México, no exento, por cierto, de alabanzas por la manera en que sus primeras novelas refrescaron nuestra narrativa y refundaron el género policíaco, junto con Manuel Vázquez Montalbán, en el dominio del español. Pero con el antiintelectualista Taibo II no hay diálogo posible. Es una de las personas peor educadas de México –en todos los sentidos de la palabra educación– y su mirada es sólo la del ojo clínico que escudriña al “enemigo de clase”.

En funciones de comisario, Taibo II llegó al FCE “a tomar el control del aparato”, como él se refiere, en su terminología estalinista, a lo que para otros ha sido un honor. Sus campañas por la promoción de la lectura –su único galardón como “editor”– se deben, me temo, a la culpa que sufre por ser el más exitoso, en el extranjero, de los novelistas mexicanos. Vive, meritoriamente, de la mano libre del mercado y es fama que sus regalías le permiten pedir sólo un dólar de adelanto.

En aquel ensayo de Letras Libres –está en línea– concluía yo que Paco Ignacio Taibo II era un niño “viejo y atrofiado” rogando por el regreso de los tigres malayos de Sandokán para vengar a las víctimas de Díaz Ordaz en el 68. Pero el energúmeno, rebosante en testosterona, que se acabó de adueñar de aquel infante no vacilará en hacer del catálogo del FCE, su alma, un aparato de agitación y propaganda.

Christopher Domínguez y el fantasma
de Paco Ignacio Taibo II

Un fantasma recorre la mente –y los comentarios– de Christopher Domínguez Michael, el fantasma de Paco Ignacio Taibo II. Para Christopher, como en el anterior sexenio, el Fondo de Cultura Económica es un rehén de la transición presidencial. Hace seis años como “caja de resonancia periodística para el nuevo presidente”, ¿lo logró con José Ramón Carreño Carlón? Por los resultados, no.

Domínguez Michael asegura que es una paradoja del Orden Nuevo borrar cuanto sea “moderno para devolvernos a lo antiguo”. ¿A qué antigüedad se refiere Christopher? ¿A la antigüedad de su fundador Daniel Cosío Villegas? ¿A los grandes momentos, ya antiguos, de Arnaldo Orfila o de José Luis Martínez o de Jaime García Terrés?

¿Por qué Domínguez Michael asegura que Paco Ignacio, ese militante, es ajeno al espíritu del FCE? A ver, Christopher, defínenos el “espíritu” del Fondo? Ya sabemos que para ti PITII es la persona “menos adecuada, por su intemperancia y fanatismo”, para dirigir el FCE. No sé qué tenga que ver la moderación personal con la función de dirigir al Fondo. Tampoco sé a lo que se refiera el colaborador de Letras Libres sobre el fanatismo del próximo director de nuestra casa editorial. Un fanático difícilmente trabaja con otros diferentes en su manera de ver el mundo. Paco Ignacio y José Emilio Pacheco (a quien Domínguez Michael nunca calificó, aunque no estoy seguro, de padecer o disfrutar la intemperancia y el fanatismo) publicaron hace 25 años México, historia de un pueblo. Cuadernos mexicanos. ¿Dónde el fanatismo?

¿Qué el Fondo dejará de ser ecuménico por la llegada de Paco Ignacio? ¡Por favor! ¿PITII debe de estar en la escuela de formación política de sus camaradas y sólo dedicarse a eso? Christopher y sus fobias. Un crítico literario no hace a un buen crítico social y político. Por cierto, ¿cuál es la “tradición humanista” que aborrece Taibo II?

Clasista, Christopher Domínguez Michael se ufana de que , justo o injusto, “el mío es quizá el único ensayo profesional que se haya escrito sobre él en México…”. No, pues sí: Yo, el Supremo Christopher. Por cierto, PITII es “una de las personas peor educadas de México –en todos los sentidos de la palabra educación– y su mirada es sólo la del ojo clínico que escudriña al ‘enemigo de clase”’. ¿Habla Christopher de Taibo II o de sí mismo? Por lo de la mirada, porque sabemos que Christopher Domínguez Michael es una de las personas mejor educadas del país. Ahora sí que el crítico se voló la barda y su ojo clínico ni siquiera se volvió cínico. Resulta que decenas de millones de mexicanos tienen, en todos los sentidos, mejor educación que Paco Ignacio.

A la fina mojigatería de Domínguez Michael le enfadan las leperadas de Taibo II, pero, pulcro y exquisito como es, él también lo insulta y lo descalifica por ser “comisario”, un niño “viejo y atrofiado”, “energúmeno, rebosante en testosterona” que no vacilará en hacer “del catálogo del FCE, su alma, un aparato de agitación y propaganda”.

O sea que Christopher ya sugiere que habrá una profunda purga en el catálogo del Fondo, en el extenso, hermoso, ecuménico y humanista catálogo del Fondo, para que queden en él –pasado y futuro– sólo libros provocativos de agitación y de propaganda. Elitista, el colaborador de El Universal enseña el cobre: las campañas de la lectura son el único “galardón” como editor de Paco Ignacio.

Sí, esas campañas como en Iztapalapa (¿conoce el lugar Christopher?) donde acudieron más de 15 mil personas. Esos tianguis y mercados de libros donde se han regalado más de medio millón de ejemplares, esas campañas donde se han publicado más de 147 títulos, según consignó hace dos años el periódico El País

Entrado en celos, Domínguez Michael le pega a ser psiquiatra o psicólogo y cree que esas campañas “por la promoción de la lectura… se deben, me temo, a la culpa que sufre por ser el más exitoso, en el extranjero, de los novelistas mexicanos. Vive, meritoriamente, de la mano libre del mercado y es fama que sus regalías le permiten pedir sólo un dólar por adelanto”.

Más pobreza en los argumentos de quien se jacta de ser un profesional de la crítica no podría haber. Ni modo, Christopher, todos sabemos que denostar no es criticar. Pronto tendrás una segunda oportunidad, espero lo hagas con un mejor talante, sin caer en la intemperancia y en el fanatismo.

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