miércoles, 20 de febrero de 2019


“El director de la Academia Argentina de Letras explicó por qué en el próximo Congreso Internacional de la Lengua, que se realizará en Córdoba, el lenguaje inclusivo no tendrá una presencia estelar en los debates: ‘Históricamente, los cambios lingüísticos se han producido de abajo hacia arriba, es decir, los impone la gente o el uso y no un grupo determinado’.” Tal es la bajada de la entrevista realizada por la agencia TELAM a José Luis Mouré, presidente de la Academia Argentina de Letras, reproducido el 29 de enero pasado por Cultura InfoBAE.

“Ningún grupo minoritario se puede arrogar
el derecho de cambiar unilateralmente una lengua”

A pesar de su fuerte impronta en los medios y las redes sociales, el lenguaje inclusivo no tendrá una presencia estelar en los debates que integrarán la próxima edición del Congreso Internacional de la Lengua que se realizará en Córdoba, motivada por el hecho de que esta modalidad es impulsada por un grupo minoritario “que no debe arrogarse el derecho de cambiar unilateralmente una lengua hablada por 500 millones de personas”, según analiza José Luis Moure, director de la Academia Argentina de Letras.

¿Cómo se posiciona la Academia de la Lengua frente al lenguaje inclusivo, que para algunos es una herramienta para acelerar el cambio social y para otros por el contrario la convierte en una jerga en minoría?
–Es un tema complejo porque el lenguaje inclusivo es un fenómeno que pretende generar un cambio social a partir de un cambio sustancial en la morfología y gramática de la lengua. El español es hablado por 500 millones de hablantesningún grupo humano minoritario se puede arrogar el derecho de cambiar unilateralmente una lengua porque previamente sería necesario que todos nos pusiésemos de acuerdo acerca de lo que hay que cambiar.

Y agrega: “Históricamente, los cambios lingüísticos se han producido de abajo hacia arriba, es decir, los impone la gente o el uso y no un grupo determinado. Cada uno de los cambios en la lengua han sido resultados de siglos de evolución. Que haya una 'A' o una 'O' no es una cosa arbitraria que haya que suplir fácilmente por una 'E'. Si tomamos como ejemplo el motor de un auto, esta operación de reemplazo equivale a poner un fierrito determinado que puede llegar a descomponer el conjunto. La lengua es un sistema y no se pueden introducir los cambios que a una minoría le parezcan”.

Los defensores del lenguaje inclusivo sostienen que reproduce estructuras atávicas que a la luz de las nuevas perspectivas de género es necesario erradicar…
Las estructuras atávicas son la historia de la lengua. No podemos ir contra eso. Una lengua que se ha desarrollado a través de mil años no tiene más remedio que ir actualizándose a través del tiempo. Creo que el error fundamental está en suponer que ese cambio en la lengua va a fundamentar un cambio en la conducta.

Me parece magnífico todo movimiento social que implique una reivindicación de cualquier naturaleza pero tiene que hacerse desde los lugares en que corresponda y no intentando violentar un sistema que hoy no admite esa intervención. Probablemente esto se va a diluir en el tiempo. Por otra parte, este cambio está alentado por un sector minoritario, un sector ilustrado de la clase media que propone un cambio para todo el mundo hispanoparlante. La lengua tiene otros recursos para lograr que no se invisibilice el género.

¿Qué ocurre con la penetración cada vez mayor, sobre todo a partir de la incidencia de contenidos televisivos, de expresiones vinculadas al español neutro? ¿El español de cada región se deforma o se enriquece con estas incorporaciones?
–Estos procesos son los que se han manifestado siempre en la historia de todas las lenguas. La diferencia sustancial que tiene el español respecto de otras lenguas es la cantidad de paí­ses en las que se habla. Cada uno de ellos polí­tica y culturalmente autónomos, que podrí­an optar por tener variedades propias y distintas. Sin embargo, con gran inteligencia histórica, el mundo hispanoamericano ha optado por mantener la misma lengua.

Para Moure “el purismo puede ser a veces una suerte de enfermedad de la cultura por cuanto supone la existencia de variedades que no tienen que estar contaminadas por otras variedades. Yo creo que el idioma se enriquece permanentemente con el intercambio y no se empobrece. La idea de un español que no debe contaminarse con extranjerismos es un absurdo lingüístico porque la historia misma del idioma está hecha del influjo de otras lenguas. No vamos a renunciar nunca a nuestras formas naturales de expresión y al mismo tiempo tenemos que aprovechar la posibilidad de conocer otras formas y hasta usarlas”.

“Las lenguas están para comunicarse, de la mejor manera posible, intentar tutelar el español exento de impurezas que puedan estar maculándolo, puedan estar deformándolo, es un miedo inútil. El idioma se encarga de filtrar, de que algunas palabras duren un tiempo y luego desaparezcan”, finalizó.

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