martes, 5 de febrero de 2019

Una observación más bien inculta y exagerada


El 7 de enero pasado, un periodista anónimo de Clarín glosó de manera más bien pedorra una nota francamente pedorra de la revista National Geographic, donde se habla de la librería Ateneo Grand Splendid, de Buenos Aires, como la más linda del mundo. Y es posible que el edificio sea notable, pero, de ahí a imaginar que “lindo” es sinónimo de “bueno” hay un abismo que ni siquiera la filosofía griega clásica puede salvar. De hecho, se trata de la nave insignia de la cadena de más de 40 librerías Yenny-El Ateneo, propiedad del Grupo Ihlsa. que, a través de las marcas Yenny, El Ateneo, Tematika.com y Editorial El Ateneo se constituye como el operador líder en de venta de libros de la Argentina (al menos así se publicitan a sí mismos). Su característica fundamental –igualmente compartida por las liberías Cúspide, del Grupo Clarín– es dedicarse a la venta de libros recientes, y prácticamente nunca apostar a la construcción de un catálogo. Para ello, cuentan con vendedores de buena presencia que, en razón de su incultura, se ven obligados a recurrir a las computadoras para saber de qué libros les hablan los clientes.

El Ateneo Grand Splendid
señalada como la librería más linda del mundo

“Ésta es la librería más linda del mundo”, dice el título que publica la famosa revista National Geographic. Y abunda: “La iluminación es suave, con acentos que muestran lo mejor de la artesanía de principios del siglo XX. Las conversaciones son silenciosas, como en una gran biblioteca; sin embargo el espacio es tan cálido y acogedor que el café, en la parte de atrás de la sala cavernosa, está lleno de clientes que leen y beben capuchinos y submarinos de chocolate. Usted ha entrado a la librería Ateneo Grand Splendid”.

Situada en Santa Fe y Callao la librería, dice el artículo “frecuentemente es citada en los blogs como la más linda del mundo”. Y, agrega, Brian Clark Howard, el redactor, “pueden no estar equivocados”.

El artículo del National Geographic cuenta que el edificio fue inaugurado en 1919 como teatro. Por allí pasaron cantantes como Roberto Firpo (que le dedicó un tango) y hasta Carlos Gardel.

Allí, también, se hacen innumerables presentaciones de libros. La visitaron Rosa Montero y José Saramago entre muchos otros escritores.

“El café –sueña el redactor– está ubicado en lo que fue el escenario, así que uno puede imaginar su nombre escrito en neón mientras se sumerge en la pastelería”.

El National Geographic aconseja a los viajeros visitar el lugar y señala “los magníficos frescos en el techo y el estilo latino”. La cúpula fue realizada por Nazareno Orlandi en 1919, como una celebración de la paz, tras la Primera Guerra mundial. El frente tiene una marquesina de estilo griego con cariátides que sostienen los balcones de granito gris, hombres agobiados por el peso.

Fue sede de Radio Splendid y de la discográfica El Nacional Odeón a partir 1926. Salvo el período 1964-1973, cuando volvió a ser teatro, se convirtió en uno de los cines más importantes de la ciudad y, tal vez, el más bello. Lleno de historias y mística, logró resistir varias crisis pero no pudo competir con las grandes cadenas y cerró en 2000, con futuro incierto. Pero sólo unos meses más la cadena El Ateneo decidió instalar allí la librería más grande de América latina: 2.000 metros cuadrados.

La librería abrió, como tal, en diciembre de 2000. Para transformar el antiguo teatro (y cine) hubo que nivelar el suelo y restaurar la cúpula. Los numerosos palcos fueron usados para instalar salitas de lectura con sillones y mesas. El agregado moderno fueron dos escaleras mecánicas hacia el subsuelo.

Allí donde antes se ubicaban los camarines se ubicó el sector de literatura infantil. 

Es lugar para café, para turismo, para presentaciones y encuentros. Y para encontrarse con unos doscientos cincuenta mil libros, todos juntos. Y darse una panzada.

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