miércoles, 22 de abril de 2020

La Real Academia se supera y alcanza un nuevo record de imbecilidad

Una de las consecuencias laterales de la pandemia es la definitiva puesta en evidencia del estado de retardo mental de los miembros de la Real Academia Española. Quien lo dude, puede leer el siguiente artículo, publicado por Daniel Gigena en el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado 17 de abril. Pobre gente.

La RAE comparte palabras reconfortantes
para superar la incertidumbre

Con el hashtag #QueLasLetrasTeAcompañen, la Real Academia Española (RAE) inició este mes una campaña en redes sociales, invitando a sus seguidores a compartir palabras reconfortantes por su sonido o significado en momentos de pesar e incertidumbre como los que se viven desde los primeros meses de 2020. “Una palabra dicha a tiempo siempre puede reconfortar y más en épocas como esta –anunciaba la institución en sus cuentas @RAEinforma y @laaraeinforma, en Twitter e Instagram respectivamente. Les invitamos a recorrer con nosotros el abecedario en busca de palabras que nos iluminen a todos en estos días”. De ese modo, un léxico del bienestar viaja del diccionario a las pantallas del celular y la computadora.

Verbos, sustantivos, adverbios e interjecciones son válidos para este acto de fe lingüística. En las cuentas de la RAE en Twitter, Facebook e Instagram se comparte en forma diaria una palabra que corresponde a cada letra del abecedario, con una grafía especial. A la vez, se propone a los seguidores que piensen y escriban otras que empiecen con la letra del día y que, según el espíritu de la propuesta, transmitan bienestar o alegría mientras pasa la nube negra de la pandemia.

Letra a letra, la RAE “desgrana” el abecedario de la lengua española y promueve la participación (y la competencia lingüística) de los usuarios para celebrar la riqueza del español y, de paso, levantar los ánimos. La primera palabra fue el verbo “apapachar”, que en algunas zonas tiene el significado de “dar abrazos”.
A la letra B, le tocó “brezar”, que significa “acunar a alguien o mecer algo”. “Así usó el verbo Miguel de Unamuno “ejemplifica la RAE”: «¡Qué dulzura debe de ser olvidarse de la vida y de la muerte entre sus brazos!, ¡dejarse brezar en ellos como en olas de carne!»“. A la C le correspondió el disonante “cocotología”, creado por Unamuno a partir del francés cocotte (pajarita de papel”) para denominar el arte de hacer “pajaritos” (se diría en el Río de la Plata) de papel. Para la C, se optó por “conticinio”, que significa “hora de la noche en que todo está en silencio”.

El día de la D se eligió la palabra “dingolondangos”, que refiere a expresiones cariñosas, mimos, halagos y arrumacos. Pese al distanciamiento social, se puede practicar en familia, en pareja o entre amigos, previo lavado de manos. Para la E, se seleccionó del diccionario la resplandeciente palabra “esplendente”.

La F fue identificada con el sustantivo “francachela”, que alude a una reunión de personas para divertirse, algo poco recomendado para realizar en la cuarentena obligatoria y preventiva. Eso no impide celebrarlas a distancia, advierte la soberana institución que custodia la lengua española. Para la G, se rescató “gosipino, na”, que no significa chismoso, sino “que tiene algodón o se parece a él”. Poética, la RAE aconseja mirar las nubes para fijar el significado de la palabra.

A la silenciosa H le correspondió un adverbio: “hermanablemente”, que es sinónimo de “fraternalmente”. A la I, “inefable”, es decir “que no se puede explicar con palabras”. Y a la J, “jarcha”, que designa un tipo de canción de origen árabe.
La palabra con K es bien conocida: “karaoke”. Proviene del japonés kara (vacío) y oke, acortamiento de okesutora, que significa “orquesta”. Para la L, los académicos de la RAE pensaron en “lucero”, los astros que parecen más grandes y brillantes. Y para la M, la palabra que designa a algunos de los héroes de 2020: “médico, ca”.

Para la N, “nictálope”, uno de los curiosos autoantónimos del español. Tiene dos significados contrapuestos: “que ve bien de noche” y “que ve mal”. “La elegimos por su primer sentido, para que sigamos viendo en la oscuridad”, se advierte en la página web de la institución. A la Ñ, le tocó la terminación ““ñía”, que se encuentra en la palabra “compañía”.

Este jueves fue el turno de la vocal O, para la que se escogió la palabra “ojalá”, que proviene del árabe hispánico law sá lláh, “si Dios quiere” (cuando se la compartió, varios tuiteros corrigieron a la academia en su traducción del árabe). Hoy, para la P, la RAE eligió “palíndromo” (palabras o frases que se leen igual al derecho o al revés) y citó un ejemplo empleado por Julio Cortázar: “Anás usó tu auto, Susana”. Varios usuarios dejaron los suyos: “Amad a la dama”, “Yo hago yoga hoy” y “Arriba la birra”, entre otros.

Los académicos aman la literatura
Otra iniciativa de la RAE creada en los días de cuarentena lleva el hashtag (o “etiqueta”, como se recomienda escribir “sin éxito” en español) #ViajarConLasPalabras, con el que se invita a los seguidores recomendar libros que “fomentan la evasión literaria” y que hacen posible viajar a otros mundos sin moverse de casa. En Instagram hay disponible una plantilla para promover estos viajes quietos por medio de la lectura.

Incluso varios académicos compartieron los libros que los ayudan a vivir mejor estos momentos. Además de textos científicos y periodísticos, algunos de ellos optaron por la literatura universal, como el gran traductor Miguel Sáenz, que recomienda libros de Jack London, Rudyard Kipling y Michael Ende, entre otros. Soledad Puértolas propone leerUn lugar llamado Antaño, de la premio Nobel Olga Tokarczuk, y el filólogo Pedro Álvarez de Miranda, Pedro Páramo, del mexicano Juan Rulfo, y La voz a ti debida, del extraordinario poeta español Pedro Salinas, donde se lee: “¿Por qué tienes nombre tú,/ día, miércoles?/ Por qué tienes nombre tú, tiempo, otoño?/ Alegría, pena, siempre/ ¿por que tenéis nombre: amor?”. Las palabras tienen la respuesta.

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