lunes, 3 de mayo de 2021

Una encuesta sobre género y traducción (10)

Décima entrada de la encuesta sobre género y traducción.


Elena Marengo
(traductora argentina residente en Buenos Aires, Argentina)

1) ¿Existe algún rasgo genérico en la traducción?

2) Si así fuera, ¿podría comentar brevemente en qué consiste?
3) ¿Se topó alguna vez con algún texto que no haya podido traducir por esa circunstancia?
–Al principio me sentí perpleja ante estas preguntas porque no las entendía –y sigo sin entenderlas del todo– ni adivinaba con mediana claridad su propósito. Me explico: las preguntas por la existencia son filosóficas o históricas o histórico-culturales, terrenos en los que no me atrevo a meterme. (Como bien me comentaron dos colegas mucho más jóvenes que yo que son excelentes profesionales, la frase “hipotética existencia de problemas de naturaleza genérica” (referida a gender o a genre) es tan amplia que se puede aplicar a casi cualquier actividad humana. Por otro lado, nunca puedo evitar la sensación de que las preguntas por la existencia son riesgosas. Sea que contestemos que sí, que hay rasgos genéricos en la traducción; sea que contestemos que no, que no los hay; sea que nos abstengamos y digamos “no sé”; en cualquiera de los tres casos, la pregunta instala de hecho en nuestra imaginación la entidad rasgo-genérico-en-el-quehacer-de-traducción, como el “no pensar en elefantes” de Lakoff. Digo en la imaginación, no en el razonamiento, pues una pregunta, como una palabra, no prueba ni comprueba nada, pero encauza las imágenes para que se viertan por un canal determinado. Suele ocurrir con el formato “encuesta”.
En cuanto a la segunda y tercera preguntas, merecen la respuesta de algún Tiresias traductor. Pero quiero creer que los artistas son avatares de Tiresias y que los traductores debemos ser artistas o aspirar a serlo. Es un acto de voluntad, que los hechos pueden desmentir arrojándome a la cara, entre otros ejemplos, mis propias torpezas y fracasos. Pero ese es otro tema.
De todo lo anterior se deduce una opinión sobre un hecho reciente que quiero hacer explícita aunque ya muchos se pronunciaron rotundamente al respecto. Negarle a una traductora holandesa por el color de su piel y el ambiente en que vive la capacidad de traducir a una autora afroamericana es lisa y llanamente un racismo de nuevo cuño.


Hugh Hazelton (traductor estadounidense residente en Montreal, Canadá)

1)¿Existe algún rasgo genérico en la traducción? Si así fuera, podría comentar brevemente en qué consiste?
–Sí, existe una corriente traductológica feminista fuerte que cree que la traductora o el traductor de obras escritas por autoras femeninas tiene el derecho, e incluso a veces el deber, de interpretar ciertas frases y pasajes de una manera independiente para identificar, superar y a veces destruir el “patriarcalismo” que impregna ciertos libros, sobre todo los del pasado. Esta tendencia se ha desarrollado mucho en Canadá, y especialmente en Quebec, donde la nueva ola de escritoras de los años sesenta y setenta querían liberarse de los modos de pensar de la antigua sociedad ultraconservadora, dominada por los hombres y la Iglesía, que se derrumbó con la “Revolución tranquila” de los sesenta. Hubo una valoración de la literatura experimental, que podía llevar la sociedad a liberarse de la estética tradicional y el estupor intelectual que existían antes. Mujeres como Nicole Brossard, France Théoret y Louky Bersaniak querían inventar un idioma propia de la mujer, y traductoras como Luise von Flotow, Annie Brisset y el traductor Howard Scott respaldaron el nuevo movimiento y buscaron métodos para revelar y apoyarlo con ciertas interpretaciones en sus traducciones. Luise von Flotow habla en su ensayo “Feminist Translation: Contexts, Practices and Theories” de cuatro métodos de actuar: la suplementación, el uso de prefacios y/o de notas y la ‘secuestración’ lingüística”. Hay que decir que la traducción literaria feminista no favorecía la transformación total del texto, sino que se limitaba a una táctica de ajuste lingüística de ciertas palabras, expresiones o juegos de palabras claves para renovar y revitalizar el idioma. Generalmente, las editoriales y el público estaban de acuerdo, sobre todo en Quebec, donde hubo un rechazo masivo de la sociedad antigua. También generó cierto interés en Francia.
Otras traductoras de la época de los sesenta, como Jill Levine, en Estados Unidos, tenían sus propios métodos y maneras de luchar por la liberación de la palabra traducida, contra el patriarcalismo y la falta de imaginación. Levine habla en su libro Escriba subversiva: una poética de la traducción, de la experiencia extraordinaria de traducir la novela Tres Tristes Tigres, de Guillermo Cabrera Infante, en colaboración con el autor, haciendo muchos cambios, juegos de palabras, y cambios textuales que terminaron en un libro nuevo, juguetón, creativa, un tipo de “closelaboration”, “al trascender las inhibiciones usuales de modales linguales y del respeto de las convenciones, tanto literarias como sociales”, según la traductora canadiense Anne Malena. El feminismo formaba parte de su estética, pero sin el enfoque único de las feministas quebequenses.

2) ¿Se topó alguna vez con algún texto que no haya podido traducir por esa circunstancia?
–He traducido textos de Nicole Brossard y otras autoras del grupo quebequense feminista, pero creo que no me sentiría cómodo en la traducción de unos libros completos de ellas, porque no tengo muchos conocimientos de las sutilezas de la estética que sustenta su obra. Hay que decir que las cosas han cambiado mucho en Canadá, y aunque continúe la lucha por liberar el idioma del patriarcalismo, no es tan actual como antes en la discusión traductológica, porque la sociedad ya lo ha aceptado y lo apoya. He traducido a varias autoras quebequenses, tales como Hélène Dorion, Nathalie Boisvert y Julie Vincent, y puedo trabajar en sus textos sin pensar en cambios estéticos cerebrales. También he traducido cuatro libros de poesía de la escritora argentino-canadiense Nela Rio, que es una autora feminista comprometida, pero que a menudo usa un lenguaje muy delicado y lírico para hablar del amor y la pareja. Había un poema de ella que describía y celebraba el acto de amor, en que ella no usó ningún pronombre sujeto, sino simplemente los verbos, para que el lector pudiera interpretar libremente quién estaba haciendo qué al otro. Eso fue imposible en inglés, así que yo tenía que indicar laboriosamente (según mi interpretación) quién iniciaba cada acto y quién lo recibía, eliminando así toda la ambivalencia y gran parte de la belleza del poema. Pero eso fue por razones lingüísticas, no puramente genéricas.


Silvia Camerotto
(traductora argentina residente en Buenos Aries, Argentina)

1)¿Existe algún rasgo genérico en la traducción?
–Entendiendo por “rasgo genérico” condición sexual, ideológica, cultural, sí, existe. Todo texto queda atravesado por estas cuestiones que no deberían, en tal caso, afectar la traducción. Solo hay que conocer al autor y seguir sus palabras.

2) Si así fuera, ¿podría comentar brevemente en qué consiste?
–No siempre es lo mismo. Puedo explicarlo brevemente refiriéndome al Paterson de Williams Carlos Williams. En la obra hay una jerarquía que se fundamentamayormente en las citas incluidas por Williams. Un canon. Pasado y presente, relación entre géneros, el arte y lo mundano. Las distinciones entre lo femenino y lo masculino y su tratamiento del género hablan de los cambios de jerarquías que operan dentro y fuera del Paterson. Es una reescritura del género tradicional. En su correspondencia con Viola Baxter, Williams comenta, entre otras cosas, que el hombre no el lo suficientemente fuerte para luchar contra el viento y que esto, a su vez, le demuestra que él no es un hombre sino más bien una mujer. En el Paterson, lo femenino sirve como metáfora del valor de eso que antes era secundario y que ahora se convierte en la fuerza/operación para escribir el poema. También es una metáfora del proceso creativo. En la obra se mezclan las convenciones, se yuxtaponen y también se tensan. En “The Tempers’” Williams escribe: “It is the woman in us/ that makes us write-/ Let us acknowledge it-/ men would be silent.”

3)¿Se topó alguna vez con algún texto que no haya podido traducir por esa circunstancia?
–En realidad, no. Los problemas que se plantean en una traducción exceden al género. Son siempre de otra índole. No pasan por un lenguaje femenino o masculino u otro.

                      



No hay comentarios:

Publicar un comentario