tag:blogger.com,1999:blog-6177441355897498422.post6974094626750312209..comments2024-03-28T08:25:27.890-03:00Comments on Club de Traductores Literarios de Buenos Aires: El tópico de las malas-traducciones-sudamericanas vuelto a examinarJorge Fondebriderhttp://www.blogger.com/profile/02636754088627127155noreply@blogger.comBlogger10125tag:blogger.com,1999:blog-6177441355897498422.post-78296829760000859102010-08-02T22:26:14.594-03:002010-08-02T22:26:14.594-03:00Estimada María, yo no podría haberlo dicho mejor q...Estimada María, yo no podría haberlo dicho mejor que Andrés que, se ve, tiene la verba inflamada.<br /><br />Agrego un único detalle: en esta cuestión que, ya vimos, no tiene solución pero hay que pensar de todos modos, hay un costado práctico. Los traductores latinoamericanos están perfectamente capacitados para comprender las razones de los traductores españoles. Si ustedes hicieran otro tanto con nosotros, es probable que los aspectos más administrativos de la profesión tendrían que terminar resolviéndose de otra manera, posiblemente más favorable tanto para ustedes como para nosotros. Me parece que hay ahí una oportunidad que no vale la pena dejar pasar, ¿no?<br /><br />Con la misma cordialidad de siempreJorge Fondebriderhttps://www.blogger.com/profile/02636754088627127155noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6177441355897498422.post-45679462887604053622010-08-02T20:37:40.496-03:002010-08-02T20:37:40.496-03:00María, me permito contestar por (o antes que) Jorg...María, me permito contestar por (o antes que) Jorge. Debo decir que vivo y trabajo en España desde ya hace 35 años, de los cuales 25 tirando bajo los he dedicado a la traducción, primero técnica y luego, muy poco después, literaria. Huelga decir, por tanto, que trabajo para la industria local y que uso (nunca mejor dicho) a tal efecto una variante del español que no me es ajena pero tampoco del todo natural. Si yo tradujese en sueños, jamás escribiría "vosotros os marchásteis" sino "ustedes se fueron". Sin embargo, no se me caen los anillos cuando conjugo los verbos como me enseñaron los sucesivos y heróicamente esquizos maestros y profesores de mi infancia y juventud. Dicho lo cual, pasaré al tema que nos ocupa.<br />De entrada, y como suele suceder en el ámbito de la traducción, no hay una solución, de donde podríamos llegar a la rápida conclusión de que tampoco existe un problema. Es decir, no hay manera de conformar a todos los lectores de lengua hispana; ni siquiera, me atrevo a aventurar, podremos conformar a los lectores peninsulares. No existe un español neutro ni debería existir (aparta, diablo) una lengua de la traducción y, por consiguiente, cada traductor habrá de hacer camino andando, y andando con su paso peculiar, con su pisada, con su huella, con su par de pies de toda la vida y con el calzado que sus medios e inquietudes le permitan ir comprando. Si hubiera una manera de traducir, ya lo estarían haciendo las máquinas.<br />Pero que no haya una solución no quiere decir que no deba pensarse en el problema como si pudiera tenerla. No podemos ignorar que lo que escribimos forma parte de un determinado entramado cultural, que trabajamos para una industria que tiene un proyecto político económico determinado, que la lengua es un instrumento de poder, que nuestras elecciones no son, aunque lo parezcan, ociosas y que el traductor no es un operario inocente de una maquinaria todopoderosa sino un intelectual, mal que les pese a muchos, con una responsabilidad para con la pervivencia, la evolución, la vitalidad y la difusión de la lengua. La solución, si la hubiera, entonces, no estará en la elección de la palabra o la variedad justa sino en el debate y la reflexión, en la actitud despierta y crítica, en la incorporación del otro como interlocutor y no como intruso. Creo interpretar que lo que piden los colegas del otro lado del charco es eso: un espacio de debate.<br />Y puesto que la industria no está dispuesta a perder tiempo en un debate que a priori juzga estéril y sietemesino, los colegas transcharquinos intentan estimular a los peninsulares para que ese debate se abra y, sin duda, permanezca abierto, sin llegar necesariamente a ninguna conclusión, a ninguna solución final, lingüísticamente hablando.<br />No se trata de recortar la diversidad sino, al contrario, de que toda diversidad goce de las mismas oportunidades. Es decir, de impedir que nadie se arrogue la propiedad de la lengua (y sus productos).narizhttps://www.blogger.com/profile/13084745716662555126noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6177441355897498422.post-91026313183602167812010-08-02T15:38:24.973-03:002010-08-02T15:38:24.973-03:00Estimado Jorge:
Quizá llegue un poco tarde este c...Estimado Jorge:<br /><br />Quizá llegue un poco tarde este comentario, pero no quería quedarme sin lanzar una última pregunta. Después de haber leído y releído todas las intervenciones de este hilo y de haber consultado otros que surgieron en su momento en este blog con sus correspondientes intervenciones, tengo un lío mayúsculo en la cabeza. <br />A ver, comprendo el problema y, tras leer las precisiones que se han ido realizando, me doy cuenta de que su calado es aún mayor de lo que yo pensaba y de que en él intervienen diversos factores, entre los cuales el económico tiene un peso nada despreciable (tema de editoriales y derechos). <br />Pero, ¿cuál es entonces la solución?, ¿qué debe hacer el traductor? <br />Porque, si cada traductor literario decide en función de su variante, parece ser que suscita un extrañamiento y una irritación que a algunos parece insalvable (a mí no, como ya he explicado en mis intervenciones anteriores). Pero si el traductor decide adoptar variantes más neutras ( y más artificiales quizá, pues ¿dónde trazamos aquí la línea?, ¿lo neutro para mí será neutro para un hablante de otra variante?), estará haciendo concesiones a una estandarización y a una neutralización de la cultura y de la lengua (que a mí no me gustaría, personalmente) que acabarían con su diversidad. <br /><br />¿Cuál es, pues, la solución?<br /><br />Muchos saludos a todos.<br />MaríaAnonymousnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6177441355897498422.post-14015285227459374722010-08-01T20:08:53.035-03:002010-08-01T20:08:53.035-03:00A propósito de las buenas o malas traducciones sud...A propósito de las buenas o malas traducciones sudamericanas, me permito transcribir un párrafo de una carta de Julio Cortázar a su amigo Eduardo Jonquières, fechada el 8 de febrero de 1955, recientemente publicada en el libro CARTAS A LOS JONQUIÉRES, Buenos Aires, Alfaguara, 2010.<br />Creo que ilumina el tema...o lo sigue oscureciendo, vaya uno a saber...<br />Saludos,<br />Julieta<br /><br /><br />"Sigo traduciendo las memorias de Adriano. Sigo descubriendo las secretas diferencias que hay entre los idiomas, y que trascienden el plano formal. Traducir no es buscar equivalencias. O, mejor dicho, la traducción traiciona cuanto más leal es, oh paradoja. Me explico: si yo leo en francés que Adriano se enamoró de un joven soldado y tuvo dificultades porque a Trajano también le gustaba el soldado, todo eso suena sin el menor escándalo. Apenas lo pongo en español (en un perfecto juego de equivalencias), el pasaje adquiere una grosería, una rudeza, un tono marcadamente escandaloso. Es que en realidad no se trata de la misma cosa. Una mentalidad francesa piensa un Adriano, una mentalidad española piensa otro. No se trata ya de la resonancia especial de las palabras en cada idioma, sino de la resonancia de los sentimientos. El amor para un francés no es lo mismo que para un hispanoparlante. ¿Cómo hay que traducir entonces? Casi se está tentado de volver a las técnicas de "adaptación" del siglo XVIII, cuando los Moratín, por ejemplo, traducían a Molière despanzurrándolo al gusto madrileño. En el fondo eran más fieles que nosotros, si conseguían recrear sentimientos análogos - no ya iguales- a los del lector francés de Molière."julieta obedmannoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6177441355897498422.post-86041771508378548502010-07-31T20:10:22.723-03:002010-07-31T20:10:22.723-03:00Entiendo que de lo que nos previene Marietta en su...Entiendo que de lo que nos previene Marietta en su intenso artículo es de la amenaza siempre presente de la estandarización del lenguaje y de los intereses políticos, culturales y económicos que laten tras esta clase de operaciones. ¿Quiénes pretenden estandarizar el español? ¿Con qué fines? ¿Qué proyecto sustenta la pretendida búsqueda de un español "neutro", y qué español sería ése? <br />No deja de sorprender que la antigua metrópoli continúe esgrimiendo un derecho lingüístico centrípeto, distraídamente negador de la fuerza centrífuga de la lengua, ni resulta por contra sorprendente que esta pretensión sólo suscite debates y dispare reflexiones en la imaginaria periferia.<br />Ni sorprende, tampoco, que esa operación estandarizadora tenga un efecto búmerang mucho más inmediato de lo deseado en el vigor creativo de la cultura neutralizante. Fijar la lengua no debería servir, como bien dice Marietta, para que nos entendamos mejor, sino para establecer las coordenadas, la frontera a partir de la cual podemos empezar a dedicarnos a crear lenguaje, también en las traducciones. Escribir-asi, no escribir-asá es el bocado que, a menudo, se ponen a sí mismos muchos traductores sin siquiera preguntarse por qué ni qué consecuencias tiene, y antes de que intenten ponérselo los editores. El temor a perder el norte es tal que la pérdida del sur, mucho más real, se percibe como un mal menor, una anécdota del camino.narizhttps://www.blogger.com/profile/13084745716662555126noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6177441355897498422.post-30815845754648238042010-07-31T16:17:55.310-03:002010-07-31T16:17:55.310-03:00Estimada María:
Si leyó las encuestas, tanto la re...Estimada María:<br />Si leyó las encuestas, tanto la realizada con escritores como la que hicimos con editores, verá que hay una gran diversidad de opiniones respecto de la "marca" que debe dejar o no el traductor. Acá no hay dogma, sino puntos de vista.<br /><br />Sin embargo, podría pensarse un tanto más cuál debe ser la naturaleza de esa marca y que tan fuerte debe ser. Eso nos llevaría a una discusión que, supongo, en el plano técnico o científico no siempre es tan visible como en el literario; sobre todo, cuando intervienen las jergas y las formas argóticas, y no queda otro remedio que respetarlas. Hasta acá habría un cierto tipo de problema y más allá de los distintos énfasis que pusiéramos, la sangre difícilmente llegaría al río.<br /><br />Pero usted alude a una irritación –que me apuro a señalar como cierta– y yo creo que no tiene que ver tanto ni con la sensibilidad que cada cual tiene para las otras variedades de la propia lengua (de hecho, este problema no se da cuando leemos a escritores de Latinoamérica o España) ni con la traducción, sino con las políticas de traducción de los editores y de las editoriales. Y ahí, visto desde este lado del mundo, el asunto se pone espeso. <br /><br />Las razones son múltiples. Pienso, por ejemplo, en que si yo quisiera traducir a Perec para una editorial argentina no podria hacerlo porque la mayoría de sus derechos fueron adquiridos en bloque por editoriales españolas que se arrogan los derechos de autor "para la lengua", como si alguno de nuestros países pudiera representarla toda. Ese problema comercial, a la larga asume una característica nacional y ahí la cosa se pone realmente fea. Dicho lo cual, desde esta orilla nos parece que los traductores españoles deberían ser conscientes y solidarios y no dejar la cosa en meros términos lingüísticos (que también tienen lo suyo, como venimos viendo). Supongo que si toman conciencia de este estado de cosas, ayudarán a que también tomen conciencia los editores y, en última instancia, el público, el cual –como usted y muchos otros dicen–, a ambos lados del océano, antes de esta suerte de imperialismo lingüístico, leía sin despeinarse tanto una traducción española como argentina, chilena, mexicana o colombiana.<br /><br />Ahora, fíjese qué paradoja: de esto estamos hablando usted y yo, que a priori parecemos estar de acuerdo. Lamentablemente, aunque este blog recibe unas 300 visitas diarias sólo desde España, no parece haber otros participantes peninsulares dispuestos a hacer el gasto.Jorge Fondebriderhttps://www.blogger.com/profile/02636754088627127155noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6177441355897498422.post-34904925075114090682010-07-30T16:23:57.643-03:002010-07-30T16:23:57.643-03:00especialmente bueno el texto de marietta gargatagl...especialmente bueno el texto de marietta gargatagli. esclarecedor, delicado, exhaustivo.<br />gracias por la dedicación, también al blog.<br />saludos,<br />julietajulietanoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6177441355897498422.post-37699041959708069192010-07-30T13:14:43.719-03:002010-07-30T13:14:43.719-03:00Estimado Jorge:
Muchas gracias por su respuesta....Estimado Jorge:<br /><br /><br />Muchas gracias por su respuesta. Comprendo su punto de vista y comprendo y, desde luego, alabo que se intente suscitar una reflexión sobre los motivos de las decisiones lingüísticas del traductor, sobre todo de cara a sus implicaciones para el ejercicio responsable y profesional de esta actividad, como Ud. señala.<br /><br />Naturalmente, es lógico que se desee reducir el efecto de extrañamiento, el sobresalto del que hablaba, en la traducción.<br /><br />Es cierto, desde luego, que este sobresalto no estaba en el original, pero ¿no será ilusoria la "famosa" exigencia que se plantea a la traducción de que no se note que lo es? Me parece correcta como meta a la que tender, pero a veces siento que no es más que una quimera, porque a veces no hay una solución perfecta. ¿Eliminar todo extrañamiento de una traducción? No sé si es posible. En fin, pero ese sería otro tema. <br /><br />Sigo opinando que este extrañamiento (el propio de las distintas variantes del español) normalmente no obstaculiza la comprensión del texto, normalmente al menos. Y puede incluso ser positivo. No en vano nos muestra posibilidades del español que van más allá de nuestra variante y lo enriquecen así. Conocer el español no es sólo conocer mi variante, sino tener un poco de conocimiento de otras posibilidades. ¿No sería interesante familiarizar al lector con otras variantes? A fin de cuentas, como variantes de su lengua debería poder entrar en contacto con ellas. La traducción, como vehículo de transmisión y "educación" lingüística, cumple aquí una función esencial, al menos yo lo veo así como lectora. Y es que ¿cómo puedo yo como traductora, que antes es lectora, determinar qué decisión lingüística va a eliminar el sobresalto si mi contacto con las distintas variantes es limitado? <br /><br />Pero lo que me sorprende es la sensación de que más que sobresalto para muchos lectores y traductores hay irritación ¿No es, en realidad y muy en el fondo, esto fruto de una falta de sensibilidad de todos nosotros como lectores hacia otras variantes, el rechazo que "lo distinto" nos produce?<br />Repito: ninguna traducción en otra variante de las que he leído hasta ahora ha conseguido que yo no comprendiera el texto. <br /><br />A mí algunos argumentos que se esgrimían en la encuesta y que iban en el sentido de no reconocer "su lengua" en la traducción en otra variante me parecen insólitos. Por favor, no pretendo ofender con esto a nadie, es simplemente mi punto de vista. Se supone que como traductores debemos tener un horizonte lingüístico más amplio, menos cerrado.<br /><br />Yo, personalmente, siempre he reconocido mi lengua en las traducciones (de calidad) que he leído, independientemente de su variante. Y prefiero una traducción plural a una uniformizada, siempre dentro de unos límites, a saber, los que establecen la fidelidad al original y la comprensión del mismo por parte del lector. <br /><br />De nuevo, quiero volver a expresarle mi agradecimiento por su respuesta y por permitirme expresar mi parecer sobre algo para lo que quizá no esté facultada. No me lo tome a mal, por favor. También quiero reiterar mis disculpas si he expuesto algo que haya podido molestar a alguien, no es mi intención. Perdone también las posibles erratas que se me hayan pasado. <br /><br />Muchos saludos.<br />MaríaAnonymousnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6177441355897498422.post-15548375863755471142010-07-30T11:51:53.773-03:002010-07-30T11:51:53.773-03:00Estimada María:
Tiene usted toda la razón al señal...Estimada María:<br />Tiene usted toda la razón al señalar lo que plantea en su posteo. Las traducciones no son malas ni buenas por ser argentinas, españolas, mexicanas o chilenas, sino por otras razones y, de hecho, entiendo que en más de una entrada de este blog se han ido enumerando. Tal vez lo que más moleste es que pudiendo en la mayoría de los casos encontrar soluciones comunes a casi todas las especies de la lengua se privilegien, por cómodas, algunas a otras desconociendo que hay otros lectores que le añadirán a su lectura un sobresalto ausente de los originales. El asunto, en todo caso, es tratar de entender qué es lo que se oculta detrás de nuestras elecciones como traductores y cuál es el grado de conciencia y responsabilidad con que ejercemos nuestro oficio. Y ahí, más allá de la queja o el brulote hay más de un motivo de reflexión. Quiero pensar que de eso tratan estos intercambios –torpes, a veces, pero no malintencionados– que hacen que usted haya seguido leyendo. <br /><br />De más está decir que el enorme cumplido con que termina su intervención, nos honra, justifica y llena de orgullo.<br /><br />Muy cordialmenteJorge Fondebriderhttps://www.blogger.com/profile/02636754088627127155noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6177441355897498422.post-58919880382070642882010-07-30T09:03:10.495-03:002010-07-30T09:03:10.495-03:00Aunque no me dedico a la traducción literaria (sí ...Aunque no me dedico a la traducción literaria (sí a la técnica), después de bastante tiempo leyendo este blog me ha quedado muy claro que este es uno de los problemas más acuciantes entre los traductores literarios de la lengua española. Así lo percibo, a juzgar por los ríos de tinta (virtual o no) que han corrido a colación de este tema. Pido disculpas si estoy calibrando mal el problema. <br /><br />Yo soy española y, francamente, jamás me ha molestado leer traducciones en otras variantes distintas de la mía. No entiendo cuál es el problema. Y quiero señalar que me he dado cuenta de que no es sólo un problema "español": al leer la encuesta que le hicísteis a traductores de países diversos pude ver cómo la mayoría confesaban sentirse irritados o molestos con traducciones que no correspondían con su variante y muchos de ellos señalaban como especialmente molesta la marcadamente española. Especialmente me dolió una en la que se descalificaba duramente a los traductores españoles. <br />No entiendo la gran susceptibilidad de unos y otros, una susceptibilidad que se ensaña con las traducciones pero jamás con la producción literaria en español como lengua original. Nunca he visto a nadie criticar a un escritor español, colombiano, uruguayo, lo que sea, por su uso de una variante del español. Tampoco creo que jamás se exija a un escritor que escriba en la variante que nos gustaría leer a cada uno de nosotros. <br />¿Por qué nos molesta tanto esto en relación con las traducciones? ¿Por qué molesta tanto precisamente a los traductores?<br /><br />Por favor, espero que me disculpéis si en algo he podido ofender a alguien. Como he dicho, sólo soy traductora técnica y lectora y, quizá al no dedicarme a la traducción literaria, esté soslayando algún aspecto o matiz importante. Es que, simple y llanamente, no entiendo el problema.<br /><br />Un saludo para todos, muchas felicidades por el blog, es una de mis primeras lecturas por las mañanas.<br /><br />MaríaAnonymousnoreply@blogger.com