tag:blogger.com,1999:blog-6177441355897498422.post7971688680449967582..comments2024-03-28T01:25:06.752-03:00Comments on Club de Traductores Literarios de Buenos Aires: Damián Tabarovsky habló de traducciones y de políticas editoriales, sin olvidarse de la lenguaJorge Fondebriderhttp://www.blogger.com/profile/02636754088627127155noreply@blogger.comBlogger1125tag:blogger.com,1999:blog-6177441355897498422.post-1770049882602933152011-10-04T08:55:47.265-02:002011-10-04T08:55:47.265-02:00Gracias Damián y Jorge por la charla; muy interesa...Gracias Damián y Jorge por la charla; muy interesante y, sobre todo, de impecable actualidad.<br /><br />Entre las muchas preguntas y reflexiones que me ha disparado, quiero detenerme en la del español neutro. La primera reacción que tenemos ante este fenómeno es, naturalmente, de rechazo, de condena; ponemos el signo menos delante de él y, desde ahí, todas las reflexiones transitan el camino de la negatividad: el español neutro es carencia, defecto, pérdida, aberración. Y lo que yo me pregunto es si, más allá de esto, hay alguna positividad o potencialidad que pueda ser rescatada. Me explico con una pregunta: la existencia de una lengua neutra, artificial, que no se habla concretamente en ningún lado, ¿afecta o favorece a la obra artística? ¿No contribuirá, acaso, a lograr el efecto de extrañamiento al que apunta toda obra de arte? Tengo un amigo crítico de cine y dibujante y guionista de cómic, y con él siempre hablamos de esto sin llegar a ninguna conclusión: ¿por qué creemos más en una historia fantástica que ocurre en ciudades que no conocemos que en una que transcurre en Buenos Aires? ¿Por qué concibo a la perfección que Jack se pasee por las calles de la Londres del siglo XIX, que no conozco y solo puedo –y tengo el placer de- imaginarme, y no me cerraría ver una adaptación de la misma historia ambientada en la Buenos Aires que camino y transito cada día? Puedo imaginar a un superhéroe de Hollywood subido a un rascacielos neoyorquino, pero algo me haría ruido viéndolo colgado del obelisco o de la cúpula del Congreso. Creo que algo similar se juega con el lenguaje de la ficción. Puedo imaginar a un personaje diciendo: “¡Muere, maldito bastardo!”, pero algo deja de funcionar si dice: “¡Reventá, atorrante!”, a no ser que el autor fuera argentino. Eso que comentás, Jorge, de los chicos que se quejan porque sus héroes hablan como el verdulero de la esquina, remite a lo mismo. En este sentido (y solo en este, claro está que no apoyo toda la cuestión de mercado, negocios y poder que hay detrás) es que me pregunto si lo del español neutro no es algo que pueda ser visto también como ganancia, como valor, o al menos, no como algo inmediatamente condenable.<br /><br />Saludos.Alejandro Gonzáleznoreply@blogger.com