El miércoles 2 de mayo a las 18.30hs, en la Feria del Libro (Sala Victoria Ocampo, Pabellón Blanco) la se presentará a Traducción Literaria en América Latina, volumen compilado por Gabriela Adamo, al que ya hemos aludido en este blog...
Participarán de la mesa Anna Gargatagli, Andrés Ehrenhaus, Anna-Kazumi Stahl, Edda Armas, Florencia Garramuño y Carlos Cortés, con moderación de Gabriela Massuh.
lunes, 30 de abril de 2012
domingo, 29 de abril de 2012
Georges Brassens en castellano (parte 2)
El segundo artículo que Pablo Moíño Sánchez le dedica a Georges Brassens traducido al castellano se publicó en El Trujamán, el 24 de abril pasado. Como se lee al final, habrá más. Estaremos atentos.
Brassens en español (2). Caminos átonos
De todas las canciones de Brassens, “La mauvaise réputation” es probablemente la más conocida, versionada, interpretada y reinterpretada en español. Traducida por Pierre Pascal y convertida en un himno de lucha por Paco Ibáñez, es además, junto con “La canne de Jeanne” (“La pata de Juana”) y “Le testament” (“El testamento”), una de las tres canciones que Brassens grabó en nuestro idioma (en este caso, por cierto, la última estrofa es diferente a la que solemos escuchar). Sin embargo, lejos de desalentarse ante el éxito de esta primera versión ya bendecida, los traductores han continuado hurgando, retocando, perfeccionando.
Que “La mala reputación” se ha entendido y cantado muchas veces en España como poema contra el clero, el ejército o, sencillamente, el régimen franquista no es ningún secreto. Ni tampoco ningún problema, por otra parte. Anticlericalismo y antimilitarismo están más que presentes en la obra de Brassens y también aquí tienen su lugar de honor; pero es cierto que el francés carga en “La mauvaise réputation”, sobre todo, contra la “gente de bien”, y las connotaciones asociadas a esa “gente de bien” no son las mismas, pongamos por caso, en Francia que en España, del mismo modo que la bandera no es lo mismo, aunque lo sea, aquí que allí.
¿Y qué hacer con las banderas y con las celebraciones? Pues es difícil. Brassens se queda en la cama el Quatorze Juillet y la versión española de Pascal traslada la siesta al día de la “Fiesta Nacional”. Ningún problema, claro, en el cambio de fecha —otros traductores se han llevado la celebración a su terreno: el chileno Eduardo Peralta a la “Parada Militar” (19 de septiembre); los argentinos Nacha Guevara y Claudina y Alberto Gambino al “Día de la Bandera ” (20 de junio); el también argentino Horacio Cerván al “Nueve de Julio”; y el español Agustín García Calvo, también al “Doce de Octubre”—, pero cada fiesta se entiende (y se escucha) de una manera. En el caso de Pascal, además, la cosa se completa con una puntilla —”en el mundo, pues, no hay mayor pecado / que el de no seguir al abanderado”— que no estaba en el original.
También sorprende ese estribillo forzadísimo, “No, a la gente no gusta que / uno tenga su propia fe”, que elide por razones métricas un le casi imprescindible y que además coloca en rima un término cargado, otra vez, de connotaciones. Brassens habla en el original de route; y como ‘camino’ lo han entendido, con mayor o menor fortuna rítmica, otros traductores (“Mas la gente no tiene a bien / que uno vaya en su propio tren”, Cerván; “No es feliz la gente de pro / pues no tomé su senda yo”, Peralta; y, con errores de medida, “Pero a la gente le sienta mal / que haya un camino personal”, Claudina y Alberto Gambino; y “¡Ay!, por qué no quiere la gente / que una sea diferente”, Guevara).
Por otro lado, las cosas no son tan fáciles. En mi opinión, Pascal sí acierta al colocar en rima, en el estribillo, la conjunción que, átona tanto en francés como en español y por tanto chocante ya en la versión original (Mais les brav’s gens n’aiment pas que / l’on suive une autre route qu’eux). Y esto, que forma parte del personalísimo estilo de Brassens, no lo ven los demás traductores, mucho más ajustados a la route marcada por el significado del original.
Salvo García Calvo, que solventa los dos problemas así: “Pero es que ellos no quieren que / ande uno por donde le dé”.
Y de esto hablaremos en el próximo trujamán.
sábado, 28 de abril de 2012
Georges Brassens en castellano (parte 1)
Pablo Moíño Sánchez publicó en El Trujamán del 15 de marzo pasado la siguiente columna dedicada a la suerte de las canciones de Georges Brassens en castellano. La reproducimos aquí y aclaramos que “continuará”.
Brassens en español (1). Y no me tiren de la lengua
Llevan diciéndolo como quince años; la última vez, durante más de una semana, apenas se habló de otra cosa. «¿Y si Bob Dylan gana el Nobel de Literatura?», se preguntaba Daniel Roldán en ABC el 6 de octubre de 2011; y el titular daba a entender una mezcla de incredulidad y de susto. No y si ganara, no, sino y si gana. Y no ganó, pero hasta el final fue el primero en buena parte de las apuestas.
En 1967, Georges Brassens es galardonado con el Grand Prix de Poésie de l’Académie Française por el conjunto de su obra. Tenía cuarenta y cinco años y unos meses y hasta ese momento había publicado dos novelas, un par de libros de poemas en la década de los cuarenta y, sobre todo, once álbumes de canciones: el primero, La Mauvaise Réputation , en 1952. Unos años antes de ese premio, en 1963, Seghers le había dedicado a Brassens el número 99 de su exclusiva colección «Poètes d’aujourd’hui», en la que ya había aparecido Léo Ferré. El número anterior, el 98, había sido para Juan Ramón Jiménez. Y aquí —allí— no pasó nada, señoras y señores
.
Los trabajos dedicados a las canciones de Brassens —cuyos textos se incluyen, desde hace más de cuarenta años, en los libros escolares franceses— son abundantes dentro y fuera de Francia; el reconocimiento con que ha sido saludado por la crítica es casi unánime. Así que no necesita trujamanes ditirámbicos quien se defiende, y muy bien, completamente solo. Por otro lado, tampoco creo que haga falta aclarar que, si se puede llamar poema a la letra de una canción, también se puede llamar poeta a quien la ha escrito. Otra cosa es que el poeta sea bueno, pero ahí hablamos de cosas diferentes.
Sin embargo y por desgracia, a veces parece que parece necesario pedir un trato más respetuoso o, al menos, un poco de atención por parte de la comunidad filológica (¿?) hacia algunos cantores de por aquí que jamás han entrado ni probablemente entrarán en ninguna poética quiniela. Y no, no me tiren de la lengua, que nadie ha hablado de Sabina. Les hablo, entre otros, de Chicho Sánchez Ferlosio, que ya no puede —ni habría querido, seguro— recibir honores de quién sabe; o de Javier Krahe, que todavía puede, pero que tampoco ignora que con él «no vendrán los carrozas a hacer su gimnasia sueca». Y de otros cuantos.
La admiración por Brassens se ha trasladado también a nuestro idioma. Algunas de las canciones más conocidas del poeta de Sète nos han llegado a través de las voces de Paco Ibáñez, Nacha Guevara o el propio Krahe; y sobre estas mismas versiones han trabajado juglares de estilos muy distintos, desde Loquillo y Trogloditas hasta Luis Rueda y el Feroz Tren Expreso. Pero otros traductores e intérpretes han ido más lejos: en 1983, dos años después de la muerte de Brassens, Lucina publicaba 19 canciones suyas «con versión para cantar de Agustín García Calvo», que posteriormente interpretaría Antonio Selfa; además, Eduardo Peralta, Joaquín Carbonell o Claudina y Alberto Gambino le han dedicado discos enteros; y Horacio Cerván nos regala en su blog casi cuarenta versiones de otras tantas melodías del autor francés. Etcétera.
En Argentina, en Ecuador, en Chile o en España circulan lecturas muy diferentes de las mismas canciones de Georges Brassens. Puesto que de traducción poética se trata, creo que merece la pena dedicarles un espacio en los próximos trujamanes.
viernes, 27 de abril de 2012
Importante anuncio el jueves 3 de mayo
No es el objeto de esta entrada crear pánico, sino expectativa. El próximo jueves 3 de mayo, en el habitual encuentro del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, Américo Cristófalo (de la editorial Paradiso) y Andrés Ehrenhaus (de la agencia de representación de traductores Knowhaus) realizarán un importante anuncio que, seguramente, interesará a los traductores jóvenes (y no tanto) de Latinoamérica y España. En consecuencia, quienes están en Buenos Aires quedan cordialmente invitados, y a quienes viven en el interior de la Argentina y en otros países les recomendamos ver el video que se filme ese día.
miércoles, 25 de abril de 2012
Estado de situación sobre la traducción en Latinoamérica: una aproximación
La editorial Paidós, conjuntamente con la Fundación TyPA, acaba de publicar en Buenos Aires el volumen La traducción literaria en América Latina, compilado por Gabriela Adamo. El volumen, diviido en dos partes –una referida al continente y otra, a problemas puntuales–, reúne trabajos de Marietta Gargatagli (sobre el estado de la traducción en la Argentina), de Armando Roa Vial (sobre la traducción de poesía en Chile), de Martha Pulido y María Victoria Tipiani (sobre la traducción literaria en Colobmia), de Edda Armas (sobre la situación en Venezuela), de Carlos Cortés (sobre la paradójica situación de los traductores en Centroamérica) y de Lucrecia Orensanz (quien plantea el estado de la traducción literaria en México, en los albores del siglo XXI). La segunda parte se compone de tres artículos firmados por Florencia Garramuño, Anna-Kazumi Stahl y Andrés Ehrenhaus y se refiere a la literatura y sus fronteras, las lecturas posibles del japonés en Latinoamérica y a la situación de los traductores argentinos en España, respectivamente. La obra, que por supuesto es perfectible, intenta en su conjunto una reflexión colectiva sobre el estado de las cosas en nuestro subcontinente y, desde esa perspectiva, resulta especialmente interesante para los profesionales de la literatura, la traducción y, con suerte, del mundo de la edición. Algunos de los artículos, con todo, podrían perfectamente alcanzar un público más amplio. Tal es el caso del trabajo de Gargatagli, que abre el volumen.
martes, 24 de abril de 2012
De cómo viajar de Buenos Aires a Berlín o de Berlín a Buenos Aires gracias a la traducción
En tránsito:
Residencias de traductores Buenos Aires - Berlín
Una iniciativa de la Fundación TyPA en colaboración con el Literarisches Colloquium Berlin
y con el apoyo del Goethe-Institut Buenos Aires.
Actividad organizada en el marco del programa “Buenos Aires: Puerto de Traducción”
Convocatoria
Hasta el 30/05/2012
PRESENTACIÓN:
Los idiomas son, por definición, organismos vivos que se transforman de modo permanente. Por eso, resulta fundamental que los traductores experimentados estén al día de las evoluciones, los usos y las nuevas costumbres. Además, dominar la lengua fuente implica conocer a fondo su cultura e idiosincrasia para poder interpretar correctamente los textos. No hay mejor manera de acceder a estos conocimientos que viviendo por un período determinado en el país cuya literatura se traduce.
Al mismo tiempo los traductores son grandes voceros de la literatura –tanto de la propia como de aquella en la lengua desde la cual traducen– y en sus estadías se revelan como importantes nexos y promotores de todo tipo de experiencias de intercambio cultural. Suelen generar relaciones profundas y duraderas, cuyos efectos se mantienen mucho más allá del viaje en sí mismo.
A partir de estas observaciones la Fundación TyPA , en el marco del programa “Buenos Aires: Puerto de Traducción”, propone organizar residencias de traductores en Argentina y en Alemania, junto con el Literarisches Colloquium Berlin y con el apoyo del Goethe-Institut Buenos Aires. Así, se otorgarán dos becas a dos traductores, uno argentino y otro alemán, de acuerdo a sus antecedentes y a la obra que se proponen traducir. Por un lado un traductor argentino que esté traduciendo una obra en lengua alemana podrá permanecer un mes en las instalaciones del Literarisches Colloquium en la ciudad de Berlín y, por otra parte, un traductor de habla alemana que esté trabajando con una obra argentina viajará por un mes a la ciudad de Buenos Aires para profundizar su proyecto de traducción.
OBJETIVOS:
- Favorecer la traducción como uno de los pilares fundamentales para el intercambio y enriquecimiento cultural de calidad.
- Contribuir a generar una red de traductores activa y comprometida con la difusión de la literatura argentina y alemana en el mundo.
- Revalorizar la figura del traductor, destacar su papel histórico en la actividad literaria y, así, estimular las traducciones nuevas.
-Expandir los beneficios de este programa a las editoriales con las que trabajan los traductores, a los autores que traducen y al público en general mediante encuentros abiertos.
- Contribuir a generar una red de traductores activa y comprometida con la difusión de la literatura argentina y alemana en el mundo.
- Revalorizar la figura del traductor, destacar su papel histórico en la actividad literaria y, así, estimular las traducciones nuevas.
-Expandir los beneficios de este programa a las editoriales con las que trabajan los traductores, a los autores que traducen y al público en general mediante encuentros abiertos.
¿QUIÉNES PUEDEN PARTICIPAR?
Esta beca está destinada a traductores argentinos y traductores de habla alemana que quieran residir un tiempo en Alemania y Argentina respectivamente para llevar a cabo un proyecto de traducción.
Un comité seleccionará a los traductores de acuerdo a sus antecedentes y al proyecto de traducción en el cual estén trabajando en el momento del intercambio. Se priorizará el trabajo con autores contemporáneos, tanto de ficción como en ciencias sociales. Se requiere que el proyecto de traducción esté avalado por un contrato con un editor o una carta de compromiso para su publicación.
¿CÓMO PRESENTARSE?
A/ Enviar un e-mail a letras@typa.org.ar con copia a programm@buenosaires.goethe.org (para los candidatos argentinos) y a becker@lcb.de (para los candidatos alemanes) hasta el 30 de mayo de 2012 e indicar en el asunto:
Postulación / En tránsito: residencias de traductores
En el cuerpo del email se especificará la siguiente información:
- Nombre y apellido
- Dirección de correo electrónico y teléfono de contacto
- Nombre y autor de la obra en la cual está trabajando
Postulación / En tránsito: residencias de traductores
En el cuerpo del email se especificará la siguiente información:
- Nombre y apellido
- Dirección de correo electrónico y teléfono de contacto
- Nombre y autor de la obra en la cual está trabajando
B/ Adjuntar el formulario de inscripción completo (en formato Word o PDF). El mismo se puede descargar de www.typa.org.ar para los traductores argentinos y en www.lcb.de para los candidatos alemanes.
C/ Adjuntar al mail los siguientes documentos:
- Traducción de un fragmento de la obra acompañado de la versión original correspondiente (10 páginas aprox.)
- Copia del contrato de traducción (o carta de compromiso)
- Traducción de un fragmento de la obra acompañado de la versión original correspondiente (10 páginas aprox.)
- Copia del contrato de traducción (o carta de compromiso)
CIERRE DE LA CONVOCATORIA :
30 de mayo de 2012
La selección final del candidato será informada por los organizadores a partir del 15 de junio de 2012.
SELECCIÓN:
Se tendrá en cuenta: la calidad literaria de la obra en cuestión, la pertinencia de la traducción en el idioma respectivo, la dificultad del proyecto de traducción, la calidad del extracto de la traducción enviada, la necesidad de trasladarse para realizar la traducción (investigación, posibilidad de contactar personalmente al autor, etc.), el perfil del traductor, la política editorial del editor que publicará la obra, entre las razones principales. La selección final de los traductores estará a cargo de las respectivas instituciones huésped.
BECA:
La beca consiste en:
- un pasaje de avión
- un subsidio para el alojamiento en la ciudad en el caso del traductor alemán que viaje a Buenos Aires así como alojamiento en el Literarisches Colloquium Berlin para el traductor argentino que viaje a Alemania.
- una contribución al costo de la vida local durante un mes en las respectivas ciudades que será de 1200 euros para el traductor argentino residente en el Literarisches Colloquium Berlin y de 4500 pesos argentinos para el traductor alemán residente en Buenos Aires. Estos montos se pagarán al traductor en efectivo una vez que arribe al lugar de la residencia.
- un subsidio para el alojamiento en la ciudad en el caso del traductor alemán que viaje a Buenos Aires así como alojamiento en el Literarisches Colloquium Berlin para el traductor argentino que viaje a Alemania.
- una contribución al costo de la vida local durante un mes en las respectivas ciudades que será de 1200 euros para el traductor argentino residente en el Literarisches Colloquium Berlin y de 4500 pesos argentinos para el traductor alemán residente en Buenos Aires. Estos montos se pagarán al traductor en efectivo una vez que arribe al lugar de la residencia.
La estadía será de un mes durante la segunda mitad del año 2012 (fecha exacta a coordinar entre el candidato y los organizadores).
CONDICIONES:
La traducción no puede estar terminada antes del viaje del traductor a cada uno de los países.
Los contratos tienen que estar vigentes al momento de la estadía del traductor.
La obra tendrá que ser distribuida en la red de librerías del país o de la zona lingüística respectiva.
El tiraje deberá ser superior a 500 ejemplares.
Los contratos tienen que estar vigentes al momento de la estadía del traductor.
La obra tendrá que ser distribuida en la red de librerías del país o de la zona lingüística respectiva.
El tiraje deberá ser superior a 500 ejemplares.
El candidato, una vez elegido, se compromete a firmar las condiciones de becas y subsidios de la Fundación TyPA y del Literarisches Colloquium Berlin. Una vez traducida la obra, deberá enviar un ejemplar de la misma a TyPA o al Literarisches Colloquium Berlin según el caso. También tendrá que mencionar esta beca en la obra traducida, por ejemplo de la siguiente manera: «Para la traducción de esta obra el traductor se benefició con una beca otorgada en el marco de “En tránsito: residencias de traductores, Buenos Aires - Berlín” actividad organizada por la Fundación TyPA junto con el Literarisches Colloquium Berlin y con el apoyo del Goethe-Institut Buenos Aires». Al final de su estadía el traductor se compromete a enviar un informe sobre la misma (personas contactadas, investigación realizada, organización, etc.).
lunes, 23 de abril de 2012
Las canciones y lo que dicen traducidas
Publicada en El Trujamán del 20 de abril pasado, la siguiente columna de Salvador Peña Martín se refiere a la manera en que el contexto histórico contribuye a las decisiones que se toman a la hora de traducir. El pretexto, en esta oportunidad, son las canciones.
Lo que usted quiera, no faltaba más
Examino, con melancolía, una vieja colección de discos pequeños de vinilo. Música pop de hace unas cuatro décadas. “Atlantis” de Donovan, “Brown Sugar” de los Rolling Stones, “La paloma” de Joan Manuel Serrat, “Canción de Bangla Desh” de Joan Baez. No me acordaba de esta. La publicó Hispavox, en Madrid, en 1972. El nombre original de la grabación principal era “Song of Bangla Desh”, y se trataba de un disco benéfico; los fondos recaudados —leo en la carátula— irían a las víctimas de Bangladesh. Miro con curiosidad la “contra-carátula” (no se me ocurre otro modo de decirlo) y me encuentro con la letra completa de la canción en inglés, acompañada de su versión castellana. Me detengo a leer una y otra, algo molesto, pues lo que pretendía era relajarme un par de horas antes de volver con la traducción que tengo entre manos y que, una vez más, llevo con retraso. La versión de un par de versos me llama la atención: “Once again we stand aside / And watch the families crucified”, que han resultado en “Una vez más nos apartamos de todo esto. / Miramos las familias sacrificadas”. ¿Por qué quien tradujo (el nombre falta) no optó por la solución más sencilla: “las familias crucificadas” para “the families crucified”? Claro —me respondo—, no habrá juzgado conveniente traer a colación una imagen tan cristiana hablando de una sociedad de tradición mayoritariamente islámica como la de Bangladesh; le habrá parecido mejor neutralizar lo confesional. No sé si a mí se me habría ocurrido, pero es una decisión acertada, ¿verdad? Satisfecho, sigo mirando los discos que quedan: “Suzanne” de Leonard Cohen, “Yummy, yummy, yummy”, de Ohio Express… Pero no puedo seguir adelante, tengo que volver a la canción benéfica de Joan Baez. ¿Cómo no me he dado cuenta de que han pasado cuarenta años? ¡Si hasta la ortografía del Estado aludido ha cambiado! Ya no escribimos “Bangla Desh”, sino “Bangladesh”. Las razones que me he dado para el paso de “the families crucified” a “las familias sacrificadas” ya no son válidas. Era 1972. El general F. Franco estaba aún en el poder en España. La corrección política, la laicidad como norma, el respeto a la pluralidad religiosa que ahora damos por descontados no estaban entonces en boga. Si quien tradujo trató de esquivar la palabra “crucificadas”, debió de ser más bien por prudencia ante los poderes del momento. Por aquella misma época, la celebérrima “American pie” de Don McLean se emitía en las radios españolas con la intromisión de un estridente pitido que no permitía oír el verso en que se mencionaba a las tres personas de la Santísima Trinidad (“The Father, the Son and the Holy Ghost”). Supongo que alguien pensó que era una impiedad acordarse de Dios en una canción que acaso terminara bailándose en alguna fiestecilla… El hecho es que, por mucho que Joan Baez se empeñe, lo de “crucified” no iba con la España de aquella época ni va con la de esta. ¡Qué bien dedicarme a un oficio tan dispuesto siempre a plegarse a las sensibilidades de quienes manejan el cotarro!
domingo, 22 de abril de 2012
¡La AATI ofrece una charla sin cobrar!
"Defensa de los derechos del traductor"
A cargo de Mónica Herrero
Licenciada en Letras (UBA) –
Magíster en Propiedad Intelectual (Un. Austral)
Miembro de la Comisión de Profesionales de la Fundación El Libro
Socia de la Cámara Argentina del Libro
Agente literario y consultora en temas de derecho de autor y contratos de edición IESLV J. R. Fernández
martes 8 de mayo, 18 h. – Carlos Pellegrini 1515 - CABA
Entrada libre y gratuita con inscripción previa
sábado, 21 de abril de 2012
Cristina estatizó YPF porque la Real Academia quería elminar la Y y reemplazarla por una I, lo cual es inadmisible para la soberanía nacional
Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla. El 17 de abril pasado publicó el artículo que se ofrece a continuación en la sección Dominio público de Público.es, donde pueden leerse además las muy interesantes reacciones de los lectores a través de sus comentarios (ver). En paralelo (y acá se comprenderán las razones por las que el presente comentario se cuelga en este blog), vale la pena recurrir una vez más al blog Addenda et Corrigenda (aquí), el cual nos recuerda nuevamente lindezas como la que sigue: "Son muchas las instituciones y empresas que han ayudado a la Asociación de Academias en la preparación del Diccionario de Americanismos. En primer lugar, la empresa Repsol, mecenas principal, siempre generosa con la labor académica y, en este caso, especialmente interesada en enaltecer los valores propios de España al otro lado del Atlántico".
La única manera de entender las razones que provocan el furor con que el gobierno español, los medios de comunicación y tantos tertulianos de toda laya defienden a Repsol no puede ser otra que comprobar el amplio listado de ex autoridades del Estado, incluyendo actuales ministros, que han estado en su nómina, las miles de páginas y horas de su publicidad que financian a los medios y quién sabe qué otro tipo de influencias más inconfensables e inconfesadas.
Defender la españolidad de Repsol es algo demasiado forzado y olvidar que los que ahora lo hacen con tanto ímpetu fueron, en su gran mayoría, los que promovieron y llevaron a cabo la privatización de empresas que entonces sí que eran efectivamente españolas, no solo porque la totalidad o la inmensa mayoría de su capital era español, lo que quizá incluso sea lo de menos, sino porque la estrategia empresarial que perseguían respondía a intereses nacionales y no globales que apenas si repercuten en el progreso de España y en el bienestar de sus ciudadanos.
Desde que fue privatizada, Repsol tiene su cerebro y su alma puestos en otros lugares e intereses y no se puede decir que haya sido España en su conjunto quien se haya beneficiado de su actividad empresarial. Utiliza paraísos fiscales para tratar de tener aquí la menor carga fiscal posible, ha destruido empleo y a docenas de pequeñas y medianas empresas española al someterlas a condiciones de pagos draconianas a pesar de que cuenta con abundantes recursos financieros y liquidez suficientes.
Es por ello una perversión inaudita que el gobierno y ex políticos en su nómina salgan a defenderla y que no dijeran nada cuando Repsol actuaba de esa manera lesiva para la economía nacional.
Y si la actuación en España de Repsol ha resultado tan escasamente beneficiosa para nuestros intereses nacionales su comportamiento en el exterior resulta sencillamente vergonzoso y justifica que los españoles “de bien y como Dios manda”, por utilizar la expresión que tanto le gusta a Mariano Rajoy, hubieran condenado hace tiempo sus desmanes y tropelías, especialmente, por cierto, en las tierras que en los discursos oficiales tanto alabamos considerándolas como nuestras hermanas. En Ecuador, Bolivia y otras latitudes ha provocado grandes daños medioambientales y sociales y vulnera constantemente los derechos humanos de pueblos enteros, generando una ingente deuda ecológica allí donde actúa. Como otras multinacionales, que en realidad no tienen Patria alguna, Repsol ha promovido gobiernos totalitarios con los que poder llegar a acuerdos que la exonerasen de pagar impuestos y cuando otros dignos y con vergüenza se lo han exigido ha puesto el grito en el cielo y recurrido a su españolidad, como ahora, para recabar el apoyo de gobiernos y medios de comunicación.
¿Dónde estaban entonces los defensores del libre mercado y la competencia, de la justicia, la libertad y los derechos humanos?
En Argentina, como en otros países, Repsol utiliza las respectivas filiales nacionales, como hacen todas las empresas multinacionales, para fijar los llamados “precios de transferencia” (artificialmente bajos para hacer que aparezcan pérdidas allí donde conviene y beneficios en donde pueden conseguir tratamiento fiscal y condiciones políticas más favorables). Y en lugar de orientar la explotación de los recursos nacionales hacia el abastecimiento interno que cubra las necesidades de la población y satisfaga los respectivos intereses nacionales, se utiliza como parte de una estrategia de maximización de beneficios global que, entre otras cosas, pasa por considerar al petróleo, y al resto de las materias primas, como una commodity, es decir, no solo un bien orientado a la producción y el consumo sino, sobre todo, a su utilización como activo financiero para especular con él en los mercados.
Confundir los intereses de Repsol con los de España es un insulto a la inteligencia de los españoles. Ni es española por la composición de su capital -mayoritariamente en manos de intereses extranjeros-, ni por la estrategia empresarial que persigue ni, como he dicho, porque beneficie principal o sustancialmente a las familias o empresas españolas. Más bien todo lo contrario.
Y la defensa numantina que ahora quiere hacer de Repsol el gobierno resulta verdaderamente patética y vergonzosa cuando día a día se somete sin más a los mercados, a los bancos que han provocado la crisis, a los grandes grupos empresariales y al gobierno alemán que impone medidas totalmente lesivas para los intereses españoles. ¡Eso sí que merecería una respuesta valiente y patriota por parte de nuestro gobierno y de los medios de comunicación!
Lo que está haciendo el gobierno es patético y se debe decir claramente: no está defendiendo los intereses de España y de sus ciudadanos, como dice, sino de una gran empresa a la que España, el bienestar de su población o la situación de las empresas que verdaderamente están aquí tratando de sacar adelante la actividad y el empleo sin gozar del apoyo y los privilegios de Repsol, le importan un rábano en el día a día de sus actuaciones
Ya está bien de tanto teatro y de tanta sumisión ante los grandes. Lo que necesitamos en España no son precisamente repsoles que se dediquen a ganar dinero a espuertas en Argentina y otros países a base de mal explotar sus recursos, de evadir impuestos y expatriar beneficios a paraísos fiscales, sino un gobierno digno que se plante ante quienes de verdad están llevando a la ruina a la economía española.
Repsol no es España
La única manera de entender las razones que provocan el furor con que el gobierno español, los medios de comunicación y tantos tertulianos de toda laya defienden a Repsol no puede ser otra que comprobar el amplio listado de ex autoridades del Estado, incluyendo actuales ministros, que han estado en su nómina, las miles de páginas y horas de su publicidad que financian a los medios y quién sabe qué otro tipo de influencias más inconfensables e inconfesadas.
Defender la españolidad de Repsol es algo demasiado forzado y olvidar que los que ahora lo hacen con tanto ímpetu fueron, en su gran mayoría, los que promovieron y llevaron a cabo la privatización de empresas que entonces sí que eran efectivamente españolas, no solo porque la totalidad o la inmensa mayoría de su capital era español, lo que quizá incluso sea lo de menos, sino porque la estrategia empresarial que perseguían respondía a intereses nacionales y no globales que apenas si repercuten en el progreso de España y en el bienestar de sus ciudadanos.
Desde que fue privatizada, Repsol tiene su cerebro y su alma puestos en otros lugares e intereses y no se puede decir que haya sido España en su conjunto quien se haya beneficiado de su actividad empresarial. Utiliza paraísos fiscales para tratar de tener aquí la menor carga fiscal posible, ha destruido empleo y a docenas de pequeñas y medianas empresas española al someterlas a condiciones de pagos draconianas a pesar de que cuenta con abundantes recursos financieros y liquidez suficientes.
Es por ello una perversión inaudita que el gobierno y ex políticos en su nómina salgan a defenderla y que no dijeran nada cuando Repsol actuaba de esa manera lesiva para la economía nacional.
Y si la actuación en España de Repsol ha resultado tan escasamente beneficiosa para nuestros intereses nacionales su comportamiento en el exterior resulta sencillamente vergonzoso y justifica que los españoles “de bien y como Dios manda”, por utilizar la expresión que tanto le gusta a Mariano Rajoy, hubieran condenado hace tiempo sus desmanes y tropelías, especialmente, por cierto, en las tierras que en los discursos oficiales tanto alabamos considerándolas como nuestras hermanas. En Ecuador, Bolivia y otras latitudes ha provocado grandes daños medioambientales y sociales y vulnera constantemente los derechos humanos de pueblos enteros, generando una ingente deuda ecológica allí donde actúa. Como otras multinacionales, que en realidad no tienen Patria alguna, Repsol ha promovido gobiernos totalitarios con los que poder llegar a acuerdos que la exonerasen de pagar impuestos y cuando otros dignos y con vergüenza se lo han exigido ha puesto el grito en el cielo y recurrido a su españolidad, como ahora, para recabar el apoyo de gobiernos y medios de comunicación.
¿Dónde estaban entonces los defensores del libre mercado y la competencia, de la justicia, la libertad y los derechos humanos?
En Argentina, como en otros países, Repsol utiliza las respectivas filiales nacionales, como hacen todas las empresas multinacionales, para fijar los llamados “precios de transferencia” (artificialmente bajos para hacer que aparezcan pérdidas allí donde conviene y beneficios en donde pueden conseguir tratamiento fiscal y condiciones políticas más favorables). Y en lugar de orientar la explotación de los recursos nacionales hacia el abastecimiento interno que cubra las necesidades de la población y satisfaga los respectivos intereses nacionales, se utiliza como parte de una estrategia de maximización de beneficios global que, entre otras cosas, pasa por considerar al petróleo, y al resto de las materias primas, como una commodity, es decir, no solo un bien orientado a la producción y el consumo sino, sobre todo, a su utilización como activo financiero para especular con él en los mercados.
Confundir los intereses de Repsol con los de España es un insulto a la inteligencia de los españoles. Ni es española por la composición de su capital -mayoritariamente en manos de intereses extranjeros-, ni por la estrategia empresarial que persigue ni, como he dicho, porque beneficie principal o sustancialmente a las familias o empresas españolas. Más bien todo lo contrario.
Y la defensa numantina que ahora quiere hacer de Repsol el gobierno resulta verdaderamente patética y vergonzosa cuando día a día se somete sin más a los mercados, a los bancos que han provocado la crisis, a los grandes grupos empresariales y al gobierno alemán que impone medidas totalmente lesivas para los intereses españoles. ¡Eso sí que merecería una respuesta valiente y patriota por parte de nuestro gobierno y de los medios de comunicación!
Lo que está haciendo el gobierno es patético y se debe decir claramente: no está defendiendo los intereses de España y de sus ciudadanos, como dice, sino de una gran empresa a la que España, el bienestar de su población o la situación de las empresas que verdaderamente están aquí tratando de sacar adelante la actividad y el empleo sin gozar del apoyo y los privilegios de Repsol, le importan un rábano en el día a día de sus actuaciones
Ya está bien de tanto teatro y de tanta sumisión ante los grandes. Lo que necesitamos en España no son precisamente repsoles que se dediquen a ganar dinero a espuertas en Argentina y otros países a base de mal explotar sus recursos, de evadir impuestos y expatriar beneficios a paraísos fiscales, sino un gobierno digno que se plante ante quienes de verdad están llevando a la ruina a la economía española.
viernes, 20 de abril de 2012
Los españoles y su crisis (II)
jueves, 19 de abril de 2012
Los españoles y su crisis (I)
España está atravesando una crisis sin precedentes. En circunstancias como esas aparecen reflexiones de todo tipo sobre lo propio, como la que se copia más abajo, vertidas por José Manuel Blecua, director de la Real Academia , el pasado 8 de abril, en el diario ABC, en el marco del patriótico especial “España, lo que nos une”. Sería interesante, entonces, que Blecua y su cáfila de amigos convenciera al mundo editorial de sus afirmaciones (“En los últimos años se ha extendido el concepto, general a todas las lenguas, de que no existen variedades del español que sean mejores que otras, sino que un cuidadoso uso de la lengua”), a la indigente prensa cultural de su país que se queja de las “traducciones sudamericanas” y que, finalmente, exigiera que al lado de cada palabra de uso exclusivo en la Península indicara “españolismo” así como se indica “americanismo” en las palabras que los españoles no usan. De ese modo empezaría a ser creíble.
El tesoro común del español
Aprendemos en edad escolar que la lengua es vehículo de comunicación y también vínculo de unión entre los miembros de una comunidad. En el caso de nuestra lengua razones diacrónicas hacen que términos históricos como nación española correspondan a un amplio dominio en su territorio y en sus características lingüísticas. Hasta los movimientos independentistas americanos de inicios del siglo XIX, el concepto nación española corresponde a territorios europeos, americanos y filipinos unidos por la lengua. Anuncia la Constitución de 1812 : «La nación española es la reunión de los españoles de ambos hemisferios». Como es natural, un fondo común sistemático continúa siendo el fuerte vínculo entre todos los hispanohablantes, independientemente de que unos, los más, seseen, y otros, los menos, pronunciemos la zeta. En los últimos años se ha extendido el concepto, general a todas las lenguas, de que no existen variedades del español que sean mejores que otras, sino que un cuidadoso uso de la lengua, digno de ser imitado, puede hallarse en un hablante de un estado mexicano, en un costeño colombiano o de una muchacha vecina de Lima. La Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) sigue estos principios a la hora de establecer los criterios que rigen la elaboración de sus trabajos gramaticales o lexicográficos.
Hace casi veinte años en un coloquio en Buenos Aires, la profesora argentina Ana María Barrenechea me reprochaba: «Eso que dices aquí del voseo, no te atreves a decirlo en Madrid». Como homenaje a tan sabia maestra no sólo me atrevo a decirlo, sino que también me atrevo a escribirlo: el uso del vos en el español de Buenos Aires es una característica del español que nos une, aunque no sea un uso habitual en el español de Zaragoza. Nos une un español rico en diversidades, en usos peculiares y lleno de matices evocadores.
Esta lengua que nos une vive en contacto con otras lenguas en América y en España; ese contacto ha producido todo tipo fenómenos lingüísticos que se producen en estas relaciones. Vivir en el estado de Oaxaca o en la ciudad de La Antigua supone estar rodeado de una realidad plurilingüe hermosa, aunque existan problemas de normalización y de enseñanza. Afortunadamente en España ya no existen problemas de normalización, aunque tengamos todos que acostumbrarnos a considerar que las lenguas unen a los hablantes de una comunidad y que el respeto y la consideración a todos es el único camino para lograr una convivencia armónica.
miércoles, 18 de abril de 2012
Atención traductores: relanzamiento del Programa Sur de Apoyo a las Traducciones
PROSUR contempla para este
año, subsidios para traducir 150 nuevas obras a otros idiomas. El programa fue creado en 2009 con el objeto de promover y difundir en el exterior -mediante subsidios para la traducción de obras de autores argentinos- el pensamiento y las letras argentinas.
A mediados de 2010, PROSUR fue declarado política permanente de Estado.
Desde sus comienzos PROSUR aprobó subsidios a más de 400 obras traducidas a 34 idiomas y en 40 países.
Destacadas personalidades de la cultura argentina integran el “Comité de Traducciones”, órgano encargado de evaluar las solicitudes. Presidido por la Directora General de Asuntos Culturales Embajadora Magdalena Faillace, integran el Comité: Horacio González, Noé Jitrik, Mario Goloboff, Carlos Pazos y Silvia Hopenhayn.
Este año, las solicitudes se recibirán hasta el 30 de septiembre y deberán ser publicadas antes del 30 de noviembre de 2013. El monto máximo del subsidio es de USD 3.200.
Desde que la Argentina fue designada País Invitado de Honor en la Feria del Libro de Fráncfort en 2010, se han vendido en distintos países del mundo más de 200 títulos de autores argentinos.
Autores como Echeverría, Sarmiento, Lugones, Gorriti, Gerchunoff, Arlt, Quiroga, Marechal, Borges, Macedonio Fernández, Bioy Casares, Silvina Ocampo, Storni, Victoria Ocampo, Alejandra Pizarnik, Rodolfo Walsh, Cortázar, Bayer, Puig, Antonio Di Benedetto, Juan José Saer o Ernesto Sábato, han recibido subsidios para la traducción de sus obras a otros idiomas.
La diversidad de los países interesados, los idiomas involucrados, edades, estilos y orígenes de los autores requeridos y de los géneros de las obras traducidas, reafirman la repercusión del Programa Sur de Apoyo a las traducciones.
Reglamentos, formularios de solicitud y toda la información del PROSUR puede encontrarse en el sitio web: http://programa-sur.mrecic.gov.ar
martes, 17 de abril de 2012
Los editores extranjeros visitan el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires
El Club de Traductores Literarios de Buenos Aires reanudó sus actividades y en la primera fecha correspondiente a 2012 recibió por tercera vez a los editores y traductores invitados por la Fundación TyPA para su Semana del Editor. En la ocasión estuvieron presentes Hanna Axen (Suecia), Pierre Olivier-Sánchez (Freancia) y Maria Nicola (Italia). Como en otras ocasiones, los invitados se refirieron a la situación de la traducción y de los traductores en sus respectivos países y contestaron a las peguntas del pùblico. Quien desee verlo puede hacerlo en http://www.ustream.tv/recorded/21904704.
Hanna Axen
Boca, Suecia
Es traductora de literatura latinoamericana. Ha traducido al sueco a importantes escritores latinoamericanos, tales como David Toscana, José Emilio Pacheco, Luisa Valenzuela y Guillermo Arriaga. Dirige una editorial pequeña, Boca, que publica literatura joven de América Latina. Cuando no traduce, es lectora y asesora para varias editoriales suecas. En este momento está trabajando en una antología de cuentos argentinos contemporáneos.
Pierre-Olivier Sánchez
Passage du Nord-Ouest, Francia
Después de cursar estudios en Derecho, fue oficial de la Armada francesa durante diez años. Fue librero y asistente editorial de José Corti, el primer editor de Los Cantos de Maldoror. En el año 2002 fundó Passage du Nord-Ouest, una editorial dedicada a la literatura extranjera contemporánea. Ha publicado, entre otros autores, a Enrique Vila-Matas, Rodolfo Fogwill, Sergio Pitol, Daniel Sada, Sergio Chejfec y Rodrigo Fresán.
Maria Nicola
Traductora, Italia
Tradujo al italiano novelas y cuentos de Mario Bellatin, Roberto Bolaño, Antonio Di Benedetto, Alberto Manguel, Alan Pauls, Juan Rulfo, Juan José Saer, entre muchos otros. Fue profesora de traducción del castellano en Turín y Nápoles, y tiene entre sus proyectos una antología del cuento argentino contemporáneo.
lunes, 16 de abril de 2012
Ehrenhaus vuelve a las fuentes
No se trata de la toma del Palacio de Invierno, sino de mero sentido común. Curiosamente, Andrés Ehrenhaus parece tenerlo (al menos en esta ocasión). Por eso reproducimos su columna publicada en El Trujamán, el 14 de abril pasado.
Seguramente algunos no saben y muchos hemos olvidado que estamos como estamos (y no me refiero a la crisis, ni a ninguna crisis, sino a la situación retributiva de quienes trabajamos para la industria editorial) esencialmente porque el hiato entre el valor de uso y el valor de cambio de nuestras traducciones ha sufrido una progresión inflacionaria tan imperceptible como nuestro perfil público e igual de salvaje que la inconciencia lingüística y cultural que la acompaña. Valor de uso: para qué sirve o cuál es la utilidad de una traducción (aparte de contribuir a la venta de un libro); valor de cambio: para qué sirve una traducción (aparte de dar a conocer una obra escrita en otra lengua). No hace falta haber leído a cierto peligroso sujeto de poblada barba y sus comentaristas para entender que cuanto mayor sea la distancia entre la utilidad social de una traducción y su función de moneda (verbigracia, de abstracción financiera ajena a sus usos reales), mayor será la cantidad de trabajo que estaremos poniendo a disposición de las fluctuaciones del mercado. Esa porción no necesaria que hemos de aportar a fin de que la industria recoja los beneficios (o reduzca las pérdidas) derivados de nuestra actividad y no deprecie su capital se llama plustrabajo.
¿A quién, me pregunto yo, le interesa trabajar más de la cuenta? A nadie en su sano juicio. Sin embargo, lo hacemos, y seguiremos haciéndolo mientras no consigamos reducir el hiato entre valor de uso y valor de cambio de nuestras traducciones. Bien. Llegados a este punto, nos enfrentamos a la primera y más evidente de las objeciones: ¿cómo vamos a incidir en una tendencia que no afecta sólo a nuestra modesta producción laboral sino a todas las imaginables en este sistema y en todos los anteriores en lo que a distintas variantes de explotación laboral se refiere? La respuesta es tan perogrullesca como osada: no dejándonos explotar gratis, esto es, no entregando nuestro plustrabajo a otros. La segunda pregunta es igual de evidente: ¿cómo se hace eso? Sin el fruto, aunque sea exiguo, de nuestro quehacer diario no podemos ni siquiera soñar con subsistir para seguir trabajando. No nos engañemos, no somos agricultores minifundistas que cuando menos pueden organizar una pequeña economía reticular de subsistencia: las traducciones no se comen. No producimos un artículo de primera necesidad y nuestro único comprador es, oh sorpresa, esa industria a la que le regalamos nuestro esfuerzo extra. What to do?, como diría otro que tal.
Habida cuenta de que el capitalismo se basa precisamente en el vértigo pecuniario causado por el mencionado hiato, desmontar el mecanismo de chupete de este sistema puede tener su ventaja. La idea es que reduzcamos la cantidad de plustrabajo inherente a cada traducción pero no sólo eso: además o sobre todo es fundamental que el fruto de ese plustrabajo nos lo quedemos nosotros. Si lo que entregáramos al editor no fuera un valor de uso que él recibe y manipula como un valor de cambio (o, para ponerlo en términos muy simples, que paga como materia prima pero vende como manufactura) sino un producto acabado que ya arrastra una pequeña pero significativa plusvalía, dejaríamos de regalar plustrabajo, pues nos lo estaríamos cobrando. Si esta perogrullada fuera posible, dejaríamos de trabajar para la industria editorial y pasaríamos a trabajar con ella.
De acuerdo, no derribaríamos el sistema. Tampoco pondríamos fin al carácter perverso de las mercancías. Ni siquiera cesaría nuestra explotación. La única diferencia estribaría en el destino y el usufructo de nuestro plus sudor. Dicho de otro modo: seamos socios minoritarios del libro, no sus esclavachos.
Plustrabajo y traducción
Seguramente algunos no saben y muchos hemos olvidado que estamos como estamos (y no me refiero a la crisis, ni a ninguna crisis, sino a la situación retributiva de quienes trabajamos para la industria editorial) esencialmente porque el hiato entre el valor de uso y el valor de cambio de nuestras traducciones ha sufrido una progresión inflacionaria tan imperceptible como nuestro perfil público e igual de salvaje que la inconciencia lingüística y cultural que la acompaña. Valor de uso: para qué sirve o cuál es la utilidad de una traducción (aparte de contribuir a la venta de un libro); valor de cambio: para qué sirve una traducción (aparte de dar a conocer una obra escrita en otra lengua). No hace falta haber leído a cierto peligroso sujeto de poblada barba y sus comentaristas para entender que cuanto mayor sea la distancia entre la utilidad social de una traducción y su función de moneda (verbigracia, de abstracción financiera ajena a sus usos reales), mayor será la cantidad de trabajo que estaremos poniendo a disposición de las fluctuaciones del mercado. Esa porción no necesaria que hemos de aportar a fin de que la industria recoja los beneficios (o reduzca las pérdidas) derivados de nuestra actividad y no deprecie su capital se llama plustrabajo.
¿A quién, me pregunto yo, le interesa trabajar más de la cuenta? A nadie en su sano juicio. Sin embargo, lo hacemos, y seguiremos haciéndolo mientras no consigamos reducir el hiato entre valor de uso y valor de cambio de nuestras traducciones. Bien. Llegados a este punto, nos enfrentamos a la primera y más evidente de las objeciones: ¿cómo vamos a incidir en una tendencia que no afecta sólo a nuestra modesta producción laboral sino a todas las imaginables en este sistema y en todos los anteriores en lo que a distintas variantes de explotación laboral se refiere? La respuesta es tan perogrullesca como osada: no dejándonos explotar gratis, esto es, no entregando nuestro plustrabajo a otros. La segunda pregunta es igual de evidente: ¿cómo se hace eso? Sin el fruto, aunque sea exiguo, de nuestro quehacer diario no podemos ni siquiera soñar con subsistir para seguir trabajando. No nos engañemos, no somos agricultores minifundistas que cuando menos pueden organizar una pequeña economía reticular de subsistencia: las traducciones no se comen. No producimos un artículo de primera necesidad y nuestro único comprador es, oh sorpresa, esa industria a la que le regalamos nuestro esfuerzo extra. What to do?, como diría otro que tal.
Habida cuenta de que el capitalismo se basa precisamente en el vértigo pecuniario causado por el mencionado hiato, desmontar el mecanismo de chupete de este sistema puede tener su ventaja. La idea es que reduzcamos la cantidad de plustrabajo inherente a cada traducción pero no sólo eso: además o sobre todo es fundamental que el fruto de ese plustrabajo nos lo quedemos nosotros. Si lo que entregáramos al editor no fuera un valor de uso que él recibe y manipula como un valor de cambio (o, para ponerlo en términos muy simples, que paga como materia prima pero vende como manufactura) sino un producto acabado que ya arrastra una pequeña pero significativa plusvalía, dejaríamos de regalar plustrabajo, pues nos lo estaríamos cobrando. Si esta perogrullada fuera posible, dejaríamos de trabajar para la industria editorial y pasaríamos a trabajar con ella.
De acuerdo, no derribaríamos el sistema. Tampoco pondríamos fin al carácter perverso de las mercancías. Ni siquiera cesaría nuestra explotación. La única diferencia estribaría en el destino y el usufructo de nuestro plus sudor. Dicho de otro modo: seamos socios minoritarios del libro, no sus esclavachos.
domingo, 15 de abril de 2012
El SPET, versión 2012
Los amigos del SPET reanudan sus actividades. Lo hacen presentando De oficio traductor, un magnífico texto del cual nos hemos ocupado en estas páginas (ver entradas deñ 1 de enero y del 24 de febrero de 2011, en este blog).
Discusión en el SPET sobre De oficio traductor
Nos es grato anunciar el próximo encuentro del SPET, que tendrá lugar el miércoles 25 de abril a las 18:30 en el Salón de Conferencias del IES en Lenguas Vivas (Carlos Pellegrini 1515).
En esta ocasión presentaremos y discutiremos el libro De oficio, traductor. Panorama de la traducción literaria en México, editado por Marianela Santoveña, Lucrecia Orensanz, Miguel Ángel Leal Nodal y Juan Carlos Gordillo (México, Bonilla Artigas, 2010).
Como lectura sugerida, dejamos extractos del libro en la fotocopiadora del Lenguas Vivas (edificio nuevo, subsuelo, al lado de la Biblioteca General) a partir del 11 de abril.
Como se trata del primer encuentro del año, nos gustaría recoger propuestas para el programa de 2012. Aprovechamos la oportunidad para comunicarles también que Martina Fernández Polcuch se encuentra de licencia este año, por lo cual la coordinación del SPET quedará en nuestras manos.
Cordialmente
Griselda Mársico
Uwe Schoor
SPET - IESLV "J.R. Fernández"
Carlos Pellegrini 1515
1011 Buenos Aires
Argentina
spet.llvv@gmail.com
spetlenguasvivas.blogspot.com
Carlos Pellegrini 1515
1011 Buenos Aires
Argentina
spet.llvv@gmail.com
spetlenguasvivas.blogspot.com
sábado, 14 de abril de 2012
La vida de Montse Gurguí
La traductora española Montse Gurguí murió en Barcelona en la madrugada del 9 de abril de 2012. La noticia, publicada en diversos medios, también invadio los blogs de sus colegas. Por ello, Andrés Ehrenhaus la recuerda aquí en los siguientes términos.
Montse Gurguí o la calidez del entusiasmo
Montse era la traductora intuitiva por excelencia. Hernán Sabaté, con quien venía traduciendo a cuatro manos desde hacía largo años, la había convencido de que esa intuición era una base profesional impagable. Él lo sabía bien, porque bajo su aparente racionalidad era también un intuitivo. El intuitivo nace, el traductor se hace. Hernán era además una fuerza de la naturaleza, lo más parecido a un superhéore: más de 400 títulos en su haber y una capacidad para superar obstáculos de toda clase sin apenas inmutarse que nos dejaba boquiabiertos una vez tras otra. Morirse fue, en cierto modo, otro obstáculo superado. Hace unos meses, cuando el estado de Hernán se agravó, Montse asumió sola el que sería su último gran reto: como si tal cosa, en medio de una gran conmoción y tristeza, y con la sombra de su propia fragilidad en el horizonte, tradujo una novela de enorme dificultad, la última de Peter Carey, Parrot y Oliver en América, pura destreza verbal y erudición encubierta. El resultado es otra demostración de la intuición de Hernán sobre la intuición de Montse. Ambos eran gente de la nueva vieja escuela, traductores hechos a sí mismos con los materiales reciclados de sus lecturas, aficiones y entusiasmos. Estaban tan al tanto de la ultimísima novedad tecnológica como de su obsolescencia irremediable y elaboraban constantemente teorías que lo explicaban todo o casi todo. Así también se traduce, así también se aprende a traducir. Ambos eran viajeros empedernidos, exploradores, descubridores. Montse llevaba años detrás de un episodio épico de su arqueología familiar: una antepasada suya, pubilla del Maresme de una rama radicada en Cuba, había liderado una rebelión de esclavos en las plantaciones paternas. Dos veces había estado Montse en la isla siguiendo la pista de su heroína particular, recabando datos, documentación y testimonios, y habría vuelto una y otra y otra vez más: el entusiasmo vital de la búsqueda se imponía a la eventualidad de ponerle un broche. Un entusiasmo que ella convertía en calidez. Que ayer en su funeral fuéramos tantos los colegas presentes pone de manifiesto lo inocultable: que Montse –y Hernán– sabían y siguen sabiendo hacerse querer. Chau, Monsita. Besos.
viernes, 13 de abril de 2012
David Bellos y Guy Régis Jr. dialogan con un periodista
Régis Jr. y Bellos (foto: Matthieu Zazzo |
¿Proust en créole?
David Caviglioli –Guy Régis Junior, usted está traduciendo En busca del tiempo perdido al créole. ¿Cómo se le ocurrió esa idea?
Guy Régis Junior –En Haití, el créole sólo fue formalizado en 1986. Una lengua se forja en contacto con los grandes textos. Quería que el créole fuera a confrontarse a ese tipo de clásico, ver cómo podía responder.
David Bellos –Usted me hace pensar en el traductor de Perec al estonio, quien quiere mostrar que el estonio es lo suficientemente rico como para recibir una obra de esa envergadura. Al mismo tiempo, al demostrar la riqueza de su lengua, la inventa.
DC –David Bellos, usted muestra en Le Poisson et le Bananier que es difícil definir la actividad del traductor.
DB –Lo que distingue a la traducción de los otros usos de la lengua es que está prohibido pasar por alto lo que no se entiende. Es una restricción bastante reciente y muy severa. Nos la pasamos rellenando agujeros un poco como queremos. Dos personas jamás hablan la misma lengua. Usted emplea expresiones que yo no utilizo y viceversa. ¿Cómo es entonces que lo entiendo? Justamente, porque tenemos que traducir. Si yo le digo algo y usted me lo repite palabra por palabra, voy a concluir de ello que usted no entendió. La traducción plantea una cuestión primordial: ¿cómo es que los humanos logran entenderse?
DC –Traducir a Proust debe ser una empresa peligrosa…
GR Jr. –En una frase él habla de la “rotura orgánica de las boiseries”. ¿Cómo traducir eso? La palabra “orgánica” no existe . El créole no posee palabras científicas. En muchos casos, me topo con esas divisiones del mundo debidas al vocabulario. Las descripciones de los personajes son un rompecabezas: el vocabulario anatómico créole es bastante impreciso. Por ejemplo, tuve que inventar un término para traducir la palabra “mejilla”.
D.B. –Cuando se importa algo del extranjero, se lo importa con la palabra que lo designa. A lols traductores franceses no les molestó enriquecer la lengua con palabras como “café”, “tomate”, “bungalow”, “pijama”.
DC –David Bellos, usted consagra un capítulo a la traducción del humor. ¿La risa pasa la barrera de la lengua?
DB –Sí, pero hay que hacer un esfuerzo. A menudo se plantea la cuestión, pero nos olvidamos que, incluso en el seno de una lengua, el humor es un alimento perecedero. Balzac, por ejemplo, tiene un sentido del humor formidable, pero a los estudiantes de hoy en día les parece aburrido. El humor de Shakespeare se ha vuelto incomprensible. Son necesarias notas al pie de página para llegar a decir: “¡Ah, eso es un juego de palabras!”.
DC –¿Cuál fue el texto que le costó más?
DB –En La Vie mode d’emploie, de Perec, en el capítuloo 51, hay un compendio de 179 versos, cada uno de los cuales tiene exactamente el mismo número de caracteres que de espacios. Peor aun, en los primeros sesenta, cada verso poesee sesenta caracteres según el siguiente principio: la última letra de la primera línea es la misma letra que la anteúltima letra de la segunda línea y etc. Me tomó bastante tiempo. Pero era una dificultad técnica. Hay otros párrafos donde pasa algo que no está formulado. Una dinámica. Cuando no la encontramos, es bastante difícil saber qué es lo que nos perdimos. Hablaba de los libros de Balzac: hace poco traté de traducirlos. Renuncié a hacerlo.
GR Jr. –Yo traduje El extranjero, de Camus, y todo el mundo parte del principio de que el estilo de Proust es más complejo. Pero El extranjero está enteramente escrito en pretérito perfecto… que no existe en créole.
DB –Así como en la mayoría de las lenguas… No me gustan demasiado esas distinciones entre los ejercicios simples y complejos. La literatura tiene reputación de ser más difícil de traducir, pero las restricciones de tiempos no existen o son pocas, contrariamente a otros dominios en los que hay que ir rápido. Otro ejemplo: no importa que una novela, una vez traducida, se alargue un 15% o 20% en número de caracteres. Pero en las historietas, en el subtitulado, en las traducciones de contratos hay exigencias de número de palabras que complican la tarea.
DC –¿Cuál es el lugar del francés en el mundo de la traducción? Se cree que está en retroceso…
DB –Es una lengua que traduce mucho. No puede decirse lo mismo del inglés. Menos del 3% de los libros que llegan a una librería de lengua inglesa son libros traducidos. Del francés se traduce una decena de título por año. En cambio, el inglés se enriquece por los escritores extranjeros que lo eligen como lengua de trabajo. Es, por cierto, el caso de los escritores de las Antillas. Maryse Condé dice que si ella tuviese cincuenta años menos, habría elegido escribir en inglés. El francés debería tomar nota: ya no es más la única lengua que los escritores desean.
GR Jr. –Hay una explicación. Hoy existe una distinción que no existía en tiempos de Becket e Ionesco, entre literatura francófona y literatura francesa. Alguien como Salman Rushdie, para quien el inglés no es su lengua materna, no está considerado por los anglófonos como fuera de la lengua.
DB –Nunca entendí el sentido del término “francófono”. Me pregunto si no designa el francés escrito por los negros.
DC –En su libro, uno descubre que Francia es el único país que utiliza la mención del tipo “en francés en el original”, cuando algo está escrito en esa lengua. ¿Por qué?
DB – Muy simple: ésa es una versión alternativa del nacionalismo francés.
DC –¿Algo que agregar?
DB –Le pediría con todo gusto a mi colega que me recitara un poco de Proust en créole.
GR Jr. –Comencemos por el principio: “Montan mwen konn kouche bone. Pafwa, annik balen mwen etenn, de je mwen femen si telman vit, mwen pat menn gen tan pou leve ta di tet mwen: ‘O! Mwen domi”.
jueves, 12 de abril de 2012
Toro Sentado celebra con una sonrisa la reanudación de las actividades del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires
Como puede verse en la foto, hasta Sitting Bull (Toro Sentado, para los amigos) manifiesta su alegría por la inminente reanudación de las actividades del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, que empiezan el próximo lunes 16 a las 19 hs.
Este 2012 nos tiene por cuarto año consecutivo alojados en el Centro Cultural de España en Buenos Aires y por tercer año consecutivo compartimos la reunión de mediados de abril con la Semana del Editor, organizada por la Fundación TyPA.
Todos los datos, como siempre, están en la columna de la derecha, bajo la rúbrica "Próximas ctividades". Ahí se puntualizan los detalles. Los esperamos.
Este 2012 nos tiene por cuarto año consecutivo alojados en el Centro Cultural de España en Buenos Aires y por tercer año consecutivo compartimos la reunión de mediados de abril con la Semana del Editor, organizada por la Fundación TyPA.
Todos los datos, como siempre, están en la columna de la derecha, bajo la rúbrica "Próximas ctividades". Ahí se puntualizan los detalles. Los esperamos.
miércoles, 11 de abril de 2012
Jaime Labastida vino y dijo
Publicada en la revista Ñ del 6 de abril pasado, la siguiente entrevista con Jaime Labastida, director de la editorial Siglo XXI México y titular de la Academia Mexicana de Letras, se refiere a las restricciones a la importanción, al estado del mercado editorial y a las distintas políticas respecto de la lengua castellana en sus distintas versiones.
Fue una semana agitada la que le tocó al mexicano Jaime Labastida en su visita a Buenos Aires. Menos por los cortes de tránsito que ocasionó la caprichosa carrera que amputó varios carriles de la 9 de julio, y mucho más por las normativas que afectaron a la industria editorial, de la que él es un referente. Titular de Siglo XXI México, con sucursales en España y la Argentina, Labastida le hizo frente al mañoso debate por las trabas a la importación de libros. "No estamos a favor de ninguna traba aduanera", dijo, y repasó la historia de la cultura universal para fundamentar su posición. Del pasado al futuro, la charla derivó hacia el golpe que la revolución tecnológica puede asestarle a las editoriales, algo que no parece preocuparle al mexicano. Para él, en última instancia, los lectores saldrán beneficiados.
También habló Labastida sobre su gestión al frente de la Academia Mexicana de Letras. Desde allí acaba de publicar un diccionario de americanismos, que en 2013 tendrá una nueva edición con el doble de términos que el actual, y que surge de un trabajo consistente en la recolección de formas lexicales, locuciones verbales, y congresos regionales para incorporar el habla de las distintas regiones del país. "Ustedes podrían hacer lo mismo", sugirió Labastida, y contó otro de sus logros. Cuando asumió en la Academia… lo primero que dijo fue que las respuestas que venía a dar el Fundeu las tenían que dar ellos, y entonces crearon el Espin (español inmediato), un servicio en Internet para aclarar dudas pero de una óptica local, no española. El otro logro es un diccionario escolar, que saldrá en septiembre con una edición de 2.2 millones de ejemplares. Restricciones aduaneras, asimetrías culturales y la persistente duda tecnológica, se baten en esta entrevista.
-¿Cómo está viviendo esta insidiosa discusión sobre las trabas a la importación de libros?
-Desde el siglo XVIII se discute la libertad de circulación de las ideas, se habla incluso del libre comercio de ideas. Acababa de superarse la Inquisición, y estoy hablando de España, que establecía trabas para la publicación y circulación de libros, con imprentas sujetas a las disposiciones gubernamentales, en este caso la Corona que daba licencias. Y la palabra licencias implica su contrario, el que no tiene licencia. Ahora las trabas vienen por el lado arancelario, pero es una clase de censura.
-Sin embargo, usted opina que es necesario fomentar la producción local: deduzco que esta no es la vía…
-Por supuesto, pero por una cuestión lógica. Es mucho más caro imprimir un libro en México o España y traerlo a la Argentina que mandar un pdf por mail y que se publique acá.
-¿Cómo se equilibran estas dos visiones, la de la libre circulación y la del fomento a la producción local?
-Es un problema que tiene que ver con el desarrollo económico. Pero en relación a los libros, estamos en contra de cualquier traba aduanera, pedimos que circulen con total libertad y que paguen aranceles otros productos comerciales: las telas, los automóviles, los zapatos… Los libros, ¿qué tanto representan? Se pierde más con esa traba desde el punto de vista de las ideas que lo que se obtiene de rédito económico.
-¿El libro debe estar exceptuado de los tratados y disposiciones que afectan a otras mercancías?
-Así es. Aunque el libro es un producto mercantil, se construye de manera industrial, tiene como soporte a las ideas. ¿Qué trabas le pones a Internet? ¿O a los satélites, que en la actualidad vigilan todo lo que quieren? Tiene que existir esa libertad en este espacio, principalmente porque tiene que ver con el desarrollo de las ideas.
-¿Qué puede decirnos de los cambios en la distribución, circulación y consumo de libros?
-Hay cambios, pero no todos los libros se pueden editar en todos los países. Nosotros enviamos los pdf para que se impriman en la Argentina, pero dependiendo del mercado que tenga ese libro. Aquí acepta un libro de Foucault, de Barthes o Lacan, pero una producción local mexicana, de la que se vendan 100 o 200 ejemplares, no justifica ir a imprenta, conviene más enviarlos. Entonces hay que esperar a reunir una buena cantidad de títulos para enviarlos juntos y amortizar el costo del transporte.
-Las empresas tecnológicas entraron de lleno en el mercado cultural. Distribuyen y hacen circular muchos de estos productos desplazando a las editoriales, los medios, etc. ¿Le preocupa esta situación?
-Cada vez hay más gente, más libros y un mercado más amplio, por lo tanto hay espacio para todos. En la Biblioteca de Alejandría, ¿cuántos leían, cuántos libros había en la Atenas culta del siglo V AC? ¿Quiénes podían disponer de esos libros? Eran manuscritos.
-No había mercado…
-Exactamente, y por eso la llegada de la imprenta democratiza la razón, la inteligencia. Surgieron escuelas, universidades y la gente aprendió a leer y a escribir. Todavía estamos sujetos a la revolución de Gutenberg. No hay nada que temerle a la revolución tecnológica, que está ampliando el desarrollo de la inteligencia. Es posible que afecte a las editoriales en cierto sentido, pero no a los lectores. Cada vez habrá más lectores.
-¿Considera que la accesibilidad es en sí misma fomento para este desarrollo de la inteligencia?
-Sí, y no le tengo ningún temor. Ni desde el punto de vista de escritor, ni del pensador, ni del desarrollo de la inteligencia. Y ni siquiera como editor. Cada quien tiene su espacio.
-Aún así, tenemos problemas culturales y educativos graves, que usted advertirá fácilmente en México…
-Pero ese es otro problema. No tiene que ver con la tecnología. En México no hubo desarrollo de la lectura. ¿Cuántos libros por habitante se producen en la Argentina?
-Alrededor de tres…
-En México, si le restamos los libros de texto, que son aproximadamente 100 millones por año, nos queda menos de un libro por habitante. Y esto viene desde hace muchísimos años.
-¿Y cómo se explica que la Argentina haya perdido peso en el mercado editorial, cuando hace 60 años era el referente para el mercado en castellano?
-Hay que mirar más atrás. La dictadura de Franco en España afectó a la producción y por fortuna México y Argentina recibimos a una gran cantidad de editores e intelectuales, que implicaron un gran desarrollo para estos dos países. Pero después de la muerte de Franco, España empieza a recuperar ese espacio con un gran desarrollo.
-En materia de lectura, todo lo nuevo parece efímero, lo que más se consume siguen siendo los autores del boom y algunos clásicos, ¿cómo interpreta este dato?
-Nos hace falta el estímulo de ideas nuevas. Hay nuevas preguntas, y en consecuencia nuevas respuestas posibles. Desde el punto de vista estrictamente pedagógico, ¿se puede enseñar la cultura, la ciencia, la filosofía o como decía nuestro amigo Sócrates, se puede enseñar la virtud? No se puede, y esa es la gran enseñanza socrática, tienes que aprender a aprender. Cualquiera de nosotros, en términos generales, sabe más que Kepler, Galileo o Descartes, pero ninguno de nosotros ha hecho los aportes que ellos sí hicieron. Ser científico es aportar algo nuevo no repetir lo que ya se sabe. Eso es lo importante, generar nuevas preguntas para encontrar nuevas respuestas.
-Ahora le pregunto como titular de la Academia mexicana: ¿se equilibra de algún modo el desbalance que siempre existió entre España y América latina en materia de normas y vocabulario siendo que nuestro continente reúne al 90 por ciento de los hablantes de castellano?
-No se equilibra del todo. La Real Academia española va a cumplir el año que viene 300 años de vida, que no es poca cosa. La academia mexicana fue fundada en 1875, pero ha subsistido de manera precaria, porque nunca tuvo un presupuesto a diferencia de la española, que tiene un presupuesto altísimo. Pero hubo un hecho que empezó a nivelar la situación, que se produjo en 1951. El gobierno de México convocó al primer congreso de academias, nunca antes había habido uno y ahora, en 2014, tendremos el décimo sexto. Pero cómo se formaron las academias, teniendo a la Real Academia como centro y a las demás como correspondientes.
-Bueno, un virreinato…
-Prácticamente. Con intendencias, virreinatos, capitanías generales… pero lo que ocurrió en 1951 fue que la única academia que no asistió al congreso fue la española. Franco se lo impidió. Exigía que México rompiera con la República, y México no lo hizo. Y allí surgió lo que hoy es una realidad, la asociación de academias de la lengua española. Dejamos de ser correspondientes para tener una relación horizontal con el resto de las academias. A partir de allí empezaron a incorporarse los mexicanismos, los argentinismos, los venezolanismos. Y ahora tenemos productos que se desarrollan por el conjunto de las academias, como el Diccionario panhispánico de dudas, la Nueva Gramática de la lengua española. Claro, hay todavía un desequilibrio, una asimetría, porque desde el punto de vista teórico la Real Academia tiene mayor peso.
-Y usted, ¿cómo equilibra la actividad de ser presidente de una editorial en expansión y de la academia de letras de su país?
-Separo por completo, como si fuera un esquizofrénico. Desde el punto de vista de la editorial tengo que pensar en nuestros negocios no solamente en México sino en Argentina y España. Desde le punto de vista de la academia yo represento un espectro muy amplio de opiniones. Tenemos sacerdotes y ateos, yo soy ateo pero respeto la opinión de un sacerdote. Me eligieron ellos, qué puedo hacer.
"Aunque el libro es un producto mercantil,
su soporte son las ideas"
Fue una semana agitada la que le tocó al mexicano Jaime Labastida en su visita a Buenos Aires. Menos por los cortes de tránsito que ocasionó la caprichosa carrera que amputó varios carriles de la 9 de julio, y mucho más por las normativas que afectaron a la industria editorial, de la que él es un referente. Titular de Siglo XXI México, con sucursales en España y la Argentina, Labastida le hizo frente al mañoso debate por las trabas a la importación de libros. "No estamos a favor de ninguna traba aduanera", dijo, y repasó la historia de la cultura universal para fundamentar su posición. Del pasado al futuro, la charla derivó hacia el golpe que la revolución tecnológica puede asestarle a las editoriales, algo que no parece preocuparle al mexicano. Para él, en última instancia, los lectores saldrán beneficiados.
También habló Labastida sobre su gestión al frente de la Academia Mexicana de Letras. Desde allí acaba de publicar un diccionario de americanismos, que en 2013 tendrá una nueva edición con el doble de términos que el actual, y que surge de un trabajo consistente en la recolección de formas lexicales, locuciones verbales, y congresos regionales para incorporar el habla de las distintas regiones del país. "Ustedes podrían hacer lo mismo", sugirió Labastida, y contó otro de sus logros. Cuando asumió en la Academia… lo primero que dijo fue que las respuestas que venía a dar el Fundeu las tenían que dar ellos, y entonces crearon el Espin (español inmediato), un servicio en Internet para aclarar dudas pero de una óptica local, no española. El otro logro es un diccionario escolar, que saldrá en septiembre con una edición de 2.2 millones de ejemplares. Restricciones aduaneras, asimetrías culturales y la persistente duda tecnológica, se baten en esta entrevista.
-¿Cómo está viviendo esta insidiosa discusión sobre las trabas a la importación de libros?
-Desde el siglo XVIII se discute la libertad de circulación de las ideas, se habla incluso del libre comercio de ideas. Acababa de superarse la Inquisición, y estoy hablando de España, que establecía trabas para la publicación y circulación de libros, con imprentas sujetas a las disposiciones gubernamentales, en este caso la Corona que daba licencias. Y la palabra licencias implica su contrario, el que no tiene licencia. Ahora las trabas vienen por el lado arancelario, pero es una clase de censura.
-Sin embargo, usted opina que es necesario fomentar la producción local: deduzco que esta no es la vía…
-Por supuesto, pero por una cuestión lógica. Es mucho más caro imprimir un libro en México o España y traerlo a la Argentina que mandar un pdf por mail y que se publique acá.
-¿Cómo se equilibran estas dos visiones, la de la libre circulación y la del fomento a la producción local?
-Es un problema que tiene que ver con el desarrollo económico. Pero en relación a los libros, estamos en contra de cualquier traba aduanera, pedimos que circulen con total libertad y que paguen aranceles otros productos comerciales: las telas, los automóviles, los zapatos… Los libros, ¿qué tanto representan? Se pierde más con esa traba desde el punto de vista de las ideas que lo que se obtiene de rédito económico.
-¿El libro debe estar exceptuado de los tratados y disposiciones que afectan a otras mercancías?
-Así es. Aunque el libro es un producto mercantil, se construye de manera industrial, tiene como soporte a las ideas. ¿Qué trabas le pones a Internet? ¿O a los satélites, que en la actualidad vigilan todo lo que quieren? Tiene que existir esa libertad en este espacio, principalmente porque tiene que ver con el desarrollo de las ideas.
-¿Qué puede decirnos de los cambios en la distribución, circulación y consumo de libros?
-Hay cambios, pero no todos los libros se pueden editar en todos los países. Nosotros enviamos los pdf para que se impriman en la Argentina, pero dependiendo del mercado que tenga ese libro. Aquí acepta un libro de Foucault, de Barthes o Lacan, pero una producción local mexicana, de la que se vendan 100 o 200 ejemplares, no justifica ir a imprenta, conviene más enviarlos. Entonces hay que esperar a reunir una buena cantidad de títulos para enviarlos juntos y amortizar el costo del transporte.
-Las empresas tecnológicas entraron de lleno en el mercado cultural. Distribuyen y hacen circular muchos de estos productos desplazando a las editoriales, los medios, etc. ¿Le preocupa esta situación?
-Cada vez hay más gente, más libros y un mercado más amplio, por lo tanto hay espacio para todos. En la Biblioteca de Alejandría, ¿cuántos leían, cuántos libros había en la Atenas culta del siglo V AC? ¿Quiénes podían disponer de esos libros? Eran manuscritos.
-No había mercado…
-Exactamente, y por eso la llegada de la imprenta democratiza la razón, la inteligencia. Surgieron escuelas, universidades y la gente aprendió a leer y a escribir. Todavía estamos sujetos a la revolución de Gutenberg. No hay nada que temerle a la revolución tecnológica, que está ampliando el desarrollo de la inteligencia. Es posible que afecte a las editoriales en cierto sentido, pero no a los lectores. Cada vez habrá más lectores.
-¿Considera que la accesibilidad es en sí misma fomento para este desarrollo de la inteligencia?
-Sí, y no le tengo ningún temor. Ni desde el punto de vista de escritor, ni del pensador, ni del desarrollo de la inteligencia. Y ni siquiera como editor. Cada quien tiene su espacio.
-Aún así, tenemos problemas culturales y educativos graves, que usted advertirá fácilmente en México…
-Pero ese es otro problema. No tiene que ver con la tecnología. En México no hubo desarrollo de la lectura. ¿Cuántos libros por habitante se producen en la Argentina?
-Alrededor de tres…
-En México, si le restamos los libros de texto, que son aproximadamente 100 millones por año, nos queda menos de un libro por habitante. Y esto viene desde hace muchísimos años.
-¿Y cómo se explica que la Argentina haya perdido peso en el mercado editorial, cuando hace 60 años era el referente para el mercado en castellano?
-Hay que mirar más atrás. La dictadura de Franco en España afectó a la producción y por fortuna México y Argentina recibimos a una gran cantidad de editores e intelectuales, que implicaron un gran desarrollo para estos dos países. Pero después de la muerte de Franco, España empieza a recuperar ese espacio con un gran desarrollo.
-En materia de lectura, todo lo nuevo parece efímero, lo que más se consume siguen siendo los autores del boom y algunos clásicos, ¿cómo interpreta este dato?
-Nos hace falta el estímulo de ideas nuevas. Hay nuevas preguntas, y en consecuencia nuevas respuestas posibles. Desde el punto de vista estrictamente pedagógico, ¿se puede enseñar la cultura, la ciencia, la filosofía o como decía nuestro amigo Sócrates, se puede enseñar la virtud? No se puede, y esa es la gran enseñanza socrática, tienes que aprender a aprender. Cualquiera de nosotros, en términos generales, sabe más que Kepler, Galileo o Descartes, pero ninguno de nosotros ha hecho los aportes que ellos sí hicieron. Ser científico es aportar algo nuevo no repetir lo que ya se sabe. Eso es lo importante, generar nuevas preguntas para encontrar nuevas respuestas.
-Ahora le pregunto como titular de la Academia mexicana: ¿se equilibra de algún modo el desbalance que siempre existió entre España y América latina en materia de normas y vocabulario siendo que nuestro continente reúne al 90 por ciento de los hablantes de castellano?
-No se equilibra del todo. La Real Academia española va a cumplir el año que viene 300 años de vida, que no es poca cosa. La academia mexicana fue fundada en 1875, pero ha subsistido de manera precaria, porque nunca tuvo un presupuesto a diferencia de la española, que tiene un presupuesto altísimo. Pero hubo un hecho que empezó a nivelar la situación, que se produjo en 1951. El gobierno de México convocó al primer congreso de academias, nunca antes había habido uno y ahora, en 2014, tendremos el décimo sexto. Pero cómo se formaron las academias, teniendo a la Real Academia como centro y a las demás como correspondientes.
-Bueno, un virreinato…
-Prácticamente. Con intendencias, virreinatos, capitanías generales… pero lo que ocurrió en 1951 fue que la única academia que no asistió al congreso fue la española. Franco se lo impidió. Exigía que México rompiera con la República, y México no lo hizo. Y allí surgió lo que hoy es una realidad, la asociación de academias de la lengua española. Dejamos de ser correspondientes para tener una relación horizontal con el resto de las academias. A partir de allí empezaron a incorporarse los mexicanismos, los argentinismos, los venezolanismos. Y ahora tenemos productos que se desarrollan por el conjunto de las academias, como el Diccionario panhispánico de dudas, la Nueva Gramática de la lengua española. Claro, hay todavía un desequilibrio, una asimetría, porque desde el punto de vista teórico la Real Academia tiene mayor peso.
-Y usted, ¿cómo equilibra la actividad de ser presidente de una editorial en expansión y de la academia de letras de su país?
-Separo por completo, como si fuera un esquizofrénico. Desde el punto de vista de la editorial tengo que pensar en nuestros negocios no solamente en México sino en Argentina y España. Desde le punto de vista de la academia yo represento un espectro muy amplio de opiniones. Tenemos sacerdotes y ateos, yo soy ateo pero respeto la opinión de un sacerdote. Me eligieron ellos, qué puedo hacer.