En la reunión del lunes 7 estuvo el narrador, poeta, traductor y periodista cultural Elvio Gandolfo (foto: Guido BonFiglio), quien bajo la premisa “El nombre del traductor y otras cuestiones” se refirió, precisamente, a otras cuestiones, dejando para el final los problemas que giran alrededor del nombre del traductor. Todo eso y más puede ser visto y oído accediendo a http://www.ustream.tv/recorded/7509638
Elvio Gandolfo es narrador, poeta, traductor, editor y periodista. Codirigió con su padre Francisco la revista el lagrimal trifurca. Trabajó en las revistas El péndulo, Diario de Poesía, V de Vian y Punto y Aparte, en los semanarios Crónicas Económicas, Opinar, Jaque, La Razón, La Democracia y en los diarios La Opinión, Clarín y La Capital. En la actualidad, trabaja en el suplemento cultural del diario El País, de Montevideo, y en la revista La mujer de mi vida. Vivió más de veinte años en Rosario, donde con su padre Francisco Gandolfo, fundó la revista El lagrimal trifurca; actualmente, alterna entre Montevideo y Buenos Aires. Publicó los libros de cuentos La reina de las nieves (CEAL, 1982), Sin creer en nada (Puntosur, 1987), Dos mujeres (Alfaguara, 1992), Parece mentira (Fin de Siglo, 1993), Boomerang (Planeta, 1993), Ferrocarriles Argentinos (Alfaguara, 1994), Cuando Lidia vivía se quería morir (Perfil, 1998) y Ómnibus (Interzona, 2006). Ha traducido al español a Samuel Johnson, William Beckford, Richard Sheridan, Tennessee Williams, Jack London y H. P. Lovecraft, entre muchísimos otros autores.
Siempre es un placer escuchar a Elvio Gandolfo. Ahora bien, quizá sea la formación periodística, un ámbito en el que muchas veces el trabajo personal no es reconocido y se vuelve anónimo, lo que lo hace poco sensible a la mención del traductor en la ficha del libro. Elvio menciona como razón última de esa omisión que tal revista o tal periódico tenga por norma no especificarlo en la ficha bibliográfica; y luego opina que ese dato le parece menos importante que el número de páginas. Está bien. Es una opinión personal, frente a la que puede haber otras. Pero ¿por qué, de entrada, la publicación no menciona el nombre de quien ha traducido la obra?
ResponderEliminarEn la charla se cita como ejemplo de publicación que ofrece ese nombre el suplemento «Babelia» de El País. Lo ofrece ahora. Durante mucho tiempo, «Babelia» (como otras publicaciones) justificó la omisión por razones de espacio sin que, aparentemente, hicieran mella en su decisión las peticiones de los traductores españoles realizadas a lo largo de muchos años (y consideradas como gremialistas). Y, un buen día, el nombre del traductor empezó a figurar. Al parecer, no era el espacio la razón real de la omisión. (Ese tipo de rectificación tiene cierto parecido con la omisión del acento en la cabecera de ese mismo diario. Durante décadas se justificó El Pais (sin acento) argumentando que el nombre del periódico era un elemento gráfico, no «escrito»... hasta que un buen día apareció, como por ensalmo (y como gran novedad) el acento que quizá tenía que haber aparecido desde el primer día: por una extraña mutación, había dejado de ser un elemento gráfico.)
Es cierto que en la petición de que el nombre del traductor aparezca junto con los otros datos puede tener un componente de reconocimiento público de un trabajo que muchas veces queda en la sombra. Ése sería el punto de vista de los traductores. Pero desde el punto de vista de la publicación, la ficha bibliográfica tiene una función informativa. Y los datos básicos son: nombre del autor, título del libro, traductor, editorial, fecha, número de páginas y precio. En última instancia, los medios de comunicación deberían entender que ofrecer los datos informativos completos redunda en beneficio de la objetividad informativa, la seriedad y la profesionalidad del propio medio.
¡Buen dia! ¿Puede ser que se haya hablado sobre un simposio que se va a organizar en noviembre? ¿Podrian dar mas información, por favor?
ResponderEliminar¡Calma, radicales! Efectivamente en noviembre va a haber un simposio dividido en dos sedes. El 1 y el 2, en Buenos Aires. El 5, 6 y 7, en Bariloche. Uno y otro son independientes, pero comparten algunos invitados. No así los temas de las mesas, que serán otros. En los próximos días se va a subir la información completa y los datos referidos a inscripciones para Bariloche.
ResponderEliminarabundando en lo dicho por juan gabriel, elogios a elvio incluídos: y qué si la mención del nombre del traductor en la nota bibliográfica sólo fuera una reivindicación gremial? eso no la hace menos válida(antes al contrario).
ResponderEliminar¿Qué problema tienen en la Argentina con las collejas?
ResponderEliminarSi el criterio es:
Cuando el tono general y la voz de una traducción son correctos y reproducen el tono y la voz del texto de partida, si en esa traducción encontramos un error, no pasa nada, porque es fácilmente detectable y subsanable.
Entonces, ¿por qué no aplicamos ese mismo criterio cuando leemos “colleja” en una traducción "gallega"? Si el tono general y la voz son correctos, pues vamos al diccionario, buscamos “colleja” y aprendemos una palabra nueva.
¿O es que a César Aira, por ser escritor que traduce y, además, argentino, le perdonamos los errores, pero no podemos perdonárselos a un “gallego” que traduce a destajo y tiene la mala fortuna de que en España se use “colleja” y en Sudámerica no?
Si planteamos la cuestión en el plano literario, creo que al lector puede extrañarle leer ciertas palabras que desconoce, pero acaba aceptándolas en el marco del texto que lee: una traducción hecha en España.
Ahora bien, si planteamos la cuestión en el plano político: nosotros somos los latinoamericanos dominados y el imperialismo lingüístico español nos impone con su industria lo que le da la gana, pues entonces, no habrá manera de que a ningún lector, y menos si es un lector que ejerce de crítico, acepte lo ajeno.
No sé, me parece a mí .
Muchas gracis, Jorge! Esperamos ansiosamente las novedades del simposio!
ResponderEliminarUn beso!