La tarea del editor del siglo XXI
es recuperar la felicidad de editar
Conde, diseñador, dueño de nombres y títulos para ocasiones varias, Jacobo Siruela ya era toda una figura en el mundo editorial hispanohablante cuando hace 6 años decidió despegarse definitivamente de su gran éxito para iniciar otra historia. Si los datos importan, tendremos que decir que Siruela vendió primero la firma que llevaba su nombre y que hizo famosa por azar o por insistencia con libros como El mundo de Sofía o las Seis propuestas para el próximo milenio (que no es otro que éste) de su amigo Italo Calvino. Luego dirigió siete colecciones de la empresa que ya había vendido, hasta que en 2005 dijo basta.
Entonces se mudó al campo y empezó una nueva rutina editorial bajo el nombre de Atalanta. Su flamante empresa tiene sede en la campiña española y desde allí, vía Internet, disfruta de la publicación y producción de sólo 10 títulos por año. Un lujo para pocos, con el que el conde, tercer hijo de la duquesa de Alba, y su esposa Inka Martí van construyendo un catálogo artesanal y laberíntico, anclado en la memoria literaria. “Vivimos en una época de olvido en la que la actualidad parece absorberlo todo”, dice Siruela, que cada vez que puede se declara un ferviente seguidor del universalismo de Jorge Luis Borges.
Lo mismo ha dicho en su visita a Buenos Aires esta semana, revindicando a uno de sus autores favoritos, el de El Aleph, con quien tuvo algunos encuentros. “La idea de lo universal me la dio Borges, él llevaba la literatura a cuestas”, dijo en el auditorio del Malba. Pero Siruela tiene más ganas de hablar de Atalanta que de su pasado. Y lo hace en tono mitológico. “Somos dos, Hipómenes y Atalanta”, resumirá para emparentar al mito griego y al timón de su nueva editorial, cargo que comparte con su esposa. En esta nueva etapa, desde la campiña catalana, cerquita de Francia, Jacobo Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, que no es otro que el conde Siruela, dice hacer “ecología libresca”. En seis años han publicado 62 títulos, una cifra que el mercado editorial, en crisis y todo, demora segundos en devorar. Por si hiciera falta, el hombre aclara que va contra la corriente, contra las leyes del mercado.
Sin embargo, lo que hace en Atalanta, se parece mucho a sus inicios en Siruela. El cambio parece ser más un retorno a otra escala, a una en la que la cantidad de libros publicados le permitan estar en todas las etapas de producción y gozar largamente de ellas. Se da lujos también, como cuando publicó las memorias de Casanova, un ejemplar de 4 mil páginas que evidencia uno de los caminos de su editorial. “Nos movemos en un mínimo de 25 siglos”, dirá Siruela al enfocar sus influencias y pretensiones literarias, asumiendo que la clave está en variar las perspectivas. ¿De qué manera? Brevedad, memoria e imaginación son sus armas. Pero tiene otras más, de las que algo dice en esta entrevista.
–Usted destaca que hoy el libro necesita de lo viejos buenos libreros y también de Internet, lo que editorialmente podría traducirse en cuidadas ediciones de papel y buenos sistemas de búsqueda para los textos masivos. Sin embargo, vemos una avalancha de publicaciones de bolsillo que apenas viven minutos en las tiendas. ¿Cómo se explica esa contradicción?–Hoy los cambios son vertiginosos y los esquemas tradicionales sobre el libro no se rompen a la misma velocidad, pero si uno se detiene a pensar este asunto es fácil deducir que el destino final de las ediciones de bolsillo será el ebook y que la supervivencia del libro será el de un objeto cada vez más cuidado que ofrezca precisamente aquello que el libro electrónico no tiene. Por ello pienso que la línea de Atalanta está perfectamente encuadrada en lo que serán los modos del este nuevo siglo.
–Como diseñador, apuesta a una sofistificación del libro para sobrevivir frente a la amenaza digital, ¿cuáles serían esas características teniendo en cuenta que la mayoría de las "sorpresas literarias" actuales vienen de la mano del marketing?–Yo no veo lo digital como una amenaza. La radio no acabó con los periódicos ni la televisión con la radio. Creo que el presente y el futuro próximo es y será un panorama pluralista. Por otro lado, no pienso que todo salga del marketing. Afortunadamente aún sigue habiendo sorpresas.
–Y qué nos puede decir del canon. Hay quienes sostienen que ya no existe, o que es cada vez más difícil identificarlo, enfrentando a críticos como Harold Bloom que arma una lista breve con Shakespeare, Cervantes... ¿Habrá nuevos mecanismos para la instauración del canon?–Creo que cada lector tiene su propio canon. El mío lo proyecto en nuestra colección de cuentos "Ars brevis". Apuleyo, Vivant Denon, Joseph Conrad, Iván Turgueniev, Heinrich von Kleist, Yasutaka Tsutsui, o los aforismos de Oscar Wilde o Nicolás Gómez Dávila...
–Dice que vivimos una época de olvido, que el imperio de lo actual, el exceso de publicaciones hacen necesaria una reflexión que en su editorial traduce en tres términos: Brevedad, memoria e imaginación. ¿Cómo se amalgaman esas directrices?–La brevedad no precisa de ninguna aclaración. La memoria me parece fundamental en una época que parece absorber en la actualidad todas las categorías de la cultura. Atalanta se ha volcado en rescatar del olvido a Casanova, cuyo libro magistral es una verdadera autobiografía del siglo XVIII, o publicar por primera vez la primera novela del mundo de la dama Murasaki Shikibu, o la primera novela moderna China, altamente erótica por cierto, como es el Jin Ping Mei obra de un autor anónimo que tuvo el acierto de llamarse El Maestro de las Carcajadas. Por último, publicamos una una colección que se ocupa de mitos, novelas simbólicas y tradiciones espirituales, que es la que mejor nos funciona en España, que es una mirada a lo espiritual a través de la imaginación. Nosotros distinguimos lo que es la fantasía escapista de una imaginación más profunda que es la crea los mitos. Los mitos vistos desde una perspectiva externa son fábulas, pero contemplados desde un punto de vista simbólico interior siempre hablan de verdades universales
–La crisis europea, ¿puede modificar el mercado editorial en español? Hace 50 años estaba –dominado por la Argentina, hoy superada por largamente por España y México...–Comparados con los argentinos, los españoles me parecen unos inmaduros frente a la crisis. Ustedes tienen mucho que enseñarnos. Creo que la crisis es horrible en cuanto que muchas personas lo van a pasar mal, pero también operará como un correctivo a los excesos que hemos vividos durante estos locos años de despilfarro y corrupción. Creo que no ha hecho más que empezar y que tendremos que cambiar o estaremos obligados a ello. No olvidemos que el origen griego de la palabra significa que es el momento de tomar una decisión y que si no lo haces te hundes en la ansiedad.
–Su visión de Internet o de los medios audiovisuales no es apocalíptica, ¿pero cómo hará la palabra escrita para recuperar el peso social que alguna vez tuvo, hoy ínfimo en la opinión pública, que transita por la TV, Internet, etc.?–Incluso Bertrand Russell, uno de los hombres más inteligentes del siglo pasado, creía a principios de siglo que a finales del siglo XX una gran cantidad de personas serían cultas. Ahora sabemos que no. La cultura, la verdadera cultura, es lo que siempre ha sido siempre un asunto de minorías y volverá a serlo en un futuro en donde tendremos ya una cultura de masas regida por los medios de comunicación y las corporaciones y una cultura más sutil que flota en el aire como un aroma.
–Atalanta está en contra de las leyes de mercado, ¿de qué manera se puede hacer frente a esta leyes sin que sea sólo un enunciado?–Atalanta se desarrolla a partir de tres líneas de investigación: la brevedad, la memoria y la imaginación. Si no partes de unas ideas muy claras de lo quieres, tu editorial será un cajón de sastre, finalmente el mercado marcará sus pautas. Mi planteamiento puede resultar roca molesto, pero me salva de la ansiedad que inunda el mundo editorial, y como dice Julio Einaudi al final de una larga entrevista, la tarea del editor del siglo XXI es recuperar la felicidad de editar. Si uno medita en esta frase, tiene más miga de lo que parece.
Entonces se mudó al campo y empezó una nueva rutina editorial bajo el nombre de Atalanta. Su flamante empresa tiene sede en la campiña española y desde allí, vía Internet, disfruta de la publicación y producción de sólo 10 títulos por año. Un lujo para pocos, con el que el conde, tercer hijo de la duquesa de Alba, y su esposa Inka Martí van construyendo un catálogo artesanal y laberíntico, anclado en la memoria literaria. “Vivimos en una época de olvido en la que la actualidad parece absorberlo todo”, dice Siruela, que cada vez que puede se declara un ferviente seguidor del universalismo de Jorge Luis Borges.
Lo mismo ha dicho en su visita a Buenos Aires esta semana, revindicando a uno de sus autores favoritos, el de El Aleph, con quien tuvo algunos encuentros. “La idea de lo universal me la dio Borges, él llevaba la literatura a cuestas”, dijo en el auditorio del Malba. Pero Siruela tiene más ganas de hablar de Atalanta que de su pasado. Y lo hace en tono mitológico. “Somos dos, Hipómenes y Atalanta”, resumirá para emparentar al mito griego y al timón de su nueva editorial, cargo que comparte con su esposa. En esta nueva etapa, desde la campiña catalana, cerquita de Francia, Jacobo Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, que no es otro que el conde Siruela, dice hacer “ecología libresca”. En seis años han publicado 62 títulos, una cifra que el mercado editorial, en crisis y todo, demora segundos en devorar. Por si hiciera falta, el hombre aclara que va contra la corriente, contra las leyes del mercado.
Sin embargo, lo que hace en Atalanta, se parece mucho a sus inicios en Siruela. El cambio parece ser más un retorno a otra escala, a una en la que la cantidad de libros publicados le permitan estar en todas las etapas de producción y gozar largamente de ellas. Se da lujos también, como cuando publicó las memorias de Casanova, un ejemplar de 4 mil páginas que evidencia uno de los caminos de su editorial. “Nos movemos en un mínimo de 25 siglos”, dirá Siruela al enfocar sus influencias y pretensiones literarias, asumiendo que la clave está en variar las perspectivas. ¿De qué manera? Brevedad, memoria e imaginación son sus armas. Pero tiene otras más, de las que algo dice en esta entrevista.
–Usted destaca que hoy el libro necesita de lo viejos buenos libreros y también de Internet, lo que editorialmente podría traducirse en cuidadas ediciones de papel y buenos sistemas de búsqueda para los textos masivos. Sin embargo, vemos una avalancha de publicaciones de bolsillo que apenas viven minutos en las tiendas. ¿Cómo se explica esa contradicción?–Hoy los cambios son vertiginosos y los esquemas tradicionales sobre el libro no se rompen a la misma velocidad, pero si uno se detiene a pensar este asunto es fácil deducir que el destino final de las ediciones de bolsillo será el ebook y que la supervivencia del libro será el de un objeto cada vez más cuidado que ofrezca precisamente aquello que el libro electrónico no tiene. Por ello pienso que la línea de Atalanta está perfectamente encuadrada en lo que serán los modos del este nuevo siglo.
–Como diseñador, apuesta a una sofistificación del libro para sobrevivir frente a la amenaza digital, ¿cuáles serían esas características teniendo en cuenta que la mayoría de las "sorpresas literarias" actuales vienen de la mano del marketing?–Yo no veo lo digital como una amenaza. La radio no acabó con los periódicos ni la televisión con la radio. Creo que el presente y el futuro próximo es y será un panorama pluralista. Por otro lado, no pienso que todo salga del marketing. Afortunadamente aún sigue habiendo sorpresas.
–Y qué nos puede decir del canon. Hay quienes sostienen que ya no existe, o que es cada vez más difícil identificarlo, enfrentando a críticos como Harold Bloom que arma una lista breve con Shakespeare, Cervantes... ¿Habrá nuevos mecanismos para la instauración del canon?–Creo que cada lector tiene su propio canon. El mío lo proyecto en nuestra colección de cuentos "Ars brevis". Apuleyo, Vivant Denon, Joseph Conrad, Iván Turgueniev, Heinrich von Kleist, Yasutaka Tsutsui, o los aforismos de Oscar Wilde o Nicolás Gómez Dávila...
–Dice que vivimos una época de olvido, que el imperio de lo actual, el exceso de publicaciones hacen necesaria una reflexión que en su editorial traduce en tres términos: Brevedad, memoria e imaginación. ¿Cómo se amalgaman esas directrices?–La brevedad no precisa de ninguna aclaración. La memoria me parece fundamental en una época que parece absorber en la actualidad todas las categorías de la cultura. Atalanta se ha volcado en rescatar del olvido a Casanova, cuyo libro magistral es una verdadera autobiografía del siglo XVIII, o publicar por primera vez la primera novela del mundo de la dama Murasaki Shikibu, o la primera novela moderna China, altamente erótica por cierto, como es el Jin Ping Mei obra de un autor anónimo que tuvo el acierto de llamarse El Maestro de las Carcajadas. Por último, publicamos una una colección que se ocupa de mitos, novelas simbólicas y tradiciones espirituales, que es la que mejor nos funciona en España, que es una mirada a lo espiritual a través de la imaginación. Nosotros distinguimos lo que es la fantasía escapista de una imaginación más profunda que es la crea los mitos. Los mitos vistos desde una perspectiva externa son fábulas, pero contemplados desde un punto de vista simbólico interior siempre hablan de verdades universales
–La crisis europea, ¿puede modificar el mercado editorial en español? Hace 50 años estaba –dominado por la Argentina, hoy superada por largamente por España y México...–Comparados con los argentinos, los españoles me parecen unos inmaduros frente a la crisis. Ustedes tienen mucho que enseñarnos. Creo que la crisis es horrible en cuanto que muchas personas lo van a pasar mal, pero también operará como un correctivo a los excesos que hemos vividos durante estos locos años de despilfarro y corrupción. Creo que no ha hecho más que empezar y que tendremos que cambiar o estaremos obligados a ello. No olvidemos que el origen griego de la palabra significa que es el momento de tomar una decisión y que si no lo haces te hundes en la ansiedad.
–Su visión de Internet o de los medios audiovisuales no es apocalíptica, ¿pero cómo hará la palabra escrita para recuperar el peso social que alguna vez tuvo, hoy ínfimo en la opinión pública, que transita por la TV, Internet, etc.?–Incluso Bertrand Russell, uno de los hombres más inteligentes del siglo pasado, creía a principios de siglo que a finales del siglo XX una gran cantidad de personas serían cultas. Ahora sabemos que no. La cultura, la verdadera cultura, es lo que siempre ha sido siempre un asunto de minorías y volverá a serlo en un futuro en donde tendremos ya una cultura de masas regida por los medios de comunicación y las corporaciones y una cultura más sutil que flota en el aire como un aroma.
–Atalanta está en contra de las leyes de mercado, ¿de qué manera se puede hacer frente a esta leyes sin que sea sólo un enunciado?–Atalanta se desarrolla a partir de tres líneas de investigación: la brevedad, la memoria y la imaginación. Si no partes de unas ideas muy claras de lo quieres, tu editorial será un cajón de sastre, finalmente el mercado marcará sus pautas. Mi planteamiento puede resultar roca molesto, pero me salva de la ansiedad que inunda el mundo editorial, y como dice Julio Einaudi al final de una larga entrevista, la tarea del editor del siglo XXI es recuperar la felicidad de editar. Si uno medita en esta frase, tiene más miga de lo que parece.
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