sábado, 10 de diciembre de 2011

La RAE va a terminar vendiendo chorizos: ya la critican hasta en España

Se reproduce a continuación la reseña que el escritor español Márius Serra realizó sobre  El dardo en la Academia, publicada en el diario La Vanguardia, de Barcelona, el 6 de diciembre pasado. Los dos volúmenes de la obra, como ya fue oportunamente señalado, fueron coordinados por Silvia Senz y Montse Aberte

RAE, del verbo raer

Llega a las librerías El dardo en la Academia (Melusina), un doble volumen coordinado por Silvia Senz y Montse Aberte que contiene quince rigurosos trabajos académicos muy críticos con el quehacer de la Real Academia Española de la lengua, fundada en 1713, aprobada por Felipe V en 1714 y descrita como una entidad endogámica, nepotista, machista, elitista, clasista, conservadora, hermética, nacionalista y católica. Los autores que rompen el tabú neoancestral de criticarla son lingüistas españoles e hispanoamericanos. El dardo es una obra imprescindible que no pone en cuestión las legítimas tareas de normalización lingüística que emprende la institución académica, sino la manera como las ha emprendido. Se critican los fundamentos ideológicos y los prejuicios lingüísticos, pero también la metodología y la calidad del trabajo académico, en el que los escritores tienen un papel ornamental. El dardo evidencia la arbitrariedad con que trabaja la RAE y la falta de transparencia que se deriva de su estatus de Real Academia, una entidad científica pública que tiene la prebenda de actuar como si fuese privada. La explotación editorial de sus productos nunca estuvo sujeta a concurso público y su objetivo de fomentar una lengua castellana unitaria y abierta a la hispanofonía se contradice con su persecución de todo aquel que difunde su lengua por la red. Serían capaces de querer cobrar un canon a los crucigramistas que copien la definición de tas, ros o ucase del DRAE. Los títulos de tres de los trabajos dardistas bastarán para entrever su alcance: 1) el ensayo del doctor madrileño Juan Carlos Moreno Cabrera: Unifica, limpia y fija; la RAE y los mitos del nacionalismo lingüístico español; 2) de Silvia Senz: Una, grande y (esencialmente) uniforme. La RAE en la conformación y expansión de la 'lengua común'; y 3) de Susana Rodríguez: Un mundo a su medida. La construcción de la realidad en los últimos diccionarios de la RAE.

Rae es forma del verbo raer (del latín radere). Lo busco en el DRAE y hallo tres acepciones: "1) Raspar una superficie quitando pelos, sustancias adheridas, pintura, etcétera, con un instrumento áspero o cortante. 2) Igualar con el rasero las medidas de áridos, y 3) Extirpar enteramente algo, como un vicio o una mala costumbre". El dardo demuestra que, más allá de la cursilada esa del "limpia, fija y da esplendor", la RAE rae que se las trae. Y no rae una vez sino tres: 1) en su celo raspador de heterodoxias, 2) en su imperial voluntad de unificar la diversidad lingüística, dentro y fuera de la Península, en lengua castellana y en otras que coexisten con ella, haciendo pasar a todo el mundo por el mismo rasero y 3) en su confesa propensión a identificarse con las estirpes extirpadoras. Y es que en castellano RAE no sólo es forma del presente de indicativo. También es imperativo: "rae (tú), raé (vos), raed (vosotros), raigan o rayan (ustedes)". De modo que los señores académicos (y alguna académica excepcional) se ven impelidos a seguir este mandato. Y por eso algunos raspan, igualan y extirpan con gran aplicación y, rayendo, rayendo, pretenden dejar el idioma raído y bien raído.

La vía académica, de matriz francesa, no es la única manera posible de gestionar los cambios evolutivos que experimenta cualquier idioma. En lengua inglesa el modelo de normalización anglosajón se sustenta en una praxis liberal sin organismos oficiales. Un sistema en el que la autoridad se adquiere a través de los méritos de cada cual, y no mediante una letra (mayúscula o minúscula) recibida en raída herencia.

3 comentarios:

  1. Excelente el artículo de mi conciudadano Màrius Serra, un hombre serio que destaca por sus juegos con el lenguaje. Serra tiene toda la razón: el español es una lengua encorsetada por una academia anacrónica que parece defender ciertos intereses extralingüísticos, sin tener el cuenta que la lengua es un ente vivo que evoluciona y se transforma, y que necesita libertad para ello.
    Un saludo a mis colegas desde Barcelona.

    ResponderEliminar
  2. Qué casualidad que el dardo contra la Academia de la Lengua española proceda de Barcelona, y del diario catalán La Vanguardia.

    ResponderEliminar
  3. Estimada LIU:
    También podría haber procedido de cualquier otro lugar donde no hubiese prosperado el franquismo.

    ResponderEliminar