viernes, 23 de marzo de 2012

La literatura argentina en Bulgaria

Alejandro González, traductor argentino del ruso, radicado en Rusia, ha entrevistado a Liliana Tabakova, profesora de literatura hispanoamericana en la Universidad de Sofía “San Clemente de Ojrid”, quien nos cuenta sobre la recepción de los autores argentinos en su país, brindándonos datos más que interesantes.

Un viaje a lo desconocido 

Liliana Tabakova no solo enseña literatura hispanoamericana, sino que se dedica activamente a la traducción literaria, lo que la coloca en un lugar casi de privilegio en su país para seguir de cerca las últimas novedades de las letras en este lado del Atlántico. A la vez, su nivel de especialización la convierte en una interlocutora obligada para todos aquellos que, como nosotros, quieran conocer el destino que han tenido las diversas obras de los escritores argentinos en horizontes lejanos. Ella tuvo la gentileza de responder, en un castellano exquisito, a algunas de nuestras preguntas. Aquí lo más jugoso del diálogo.

–En su opinión, ¿cuál es el trasfondo histórico, el marco general del que cabría partir para pensar una posible relación o diálogo entre las literaturas argentina y búlgara?
–El interés de los búlgaros por Argentina es sorprendentemente antiguo. Las primeras menciones del país hispanoamericano de los que tengo conocimiento se encuentran en un periódico búlgaro editado en el siglo XIX en Estambul: son notas sobre las revueltas contra Rosas y el derrocamiento del dictador. Todavía en 1907 en búlgaro aparece un cuento de Manuel Ugarte, incluido en la colección Perlas de las Letras Extranjeras. No podemos afirmarlo con certeza, pero en aquella época las traducciones se solían hacer antes que nada del francés.
En el año 1922 hay en Sofía un cónsul honorario –Oscar Ibarra García–, y en 1933 ya se establecen relaciones diplomáticas a nivel de Embajadas. Seguramente la necesidad de ello surgió por causa de la gran emigración búlgara en los años 20 y 30. Hasta hoy en día hay comunidades de descendientes de aquellos emigrados en el Chaco, Rosario y, por supuesto, en Buenos Aires. Entre los emigrantes hubo varios intelectuales. El más destacado es Boris Shivachev (1902 - 1932) quien vivió en Argentina entre 1920 y 1924. A su regreso publicó sus famosas Cartas de América del Sur y varias traducciones de escritores hispanoamericanos, entre las que habría que destacar dos novelas –de Manuel Gálvez y José Quesada– de 1933.
Entre los escritores que vivieron en Argentina deberíamos mencionar a Iván Argentinski (1910 - 1989) quien incorporó el nombre del país en su pseudónimo. Sus libros Mi juventud argentina y Patagonia distante contribuyeron a alimentar el interés y la simpatía que los búlgaros tienen por aquel país lejano.
En 1929 en Argentina ve la luz la novela Anga de Samuil Strezov, escrita en castellano. La novela tuvo una buena acogida de parte de la crítica, por ser una síntesis lograda entre literatura y periodismo. Aparecen elogios sobre Anga en los periódicos La Nación, Claridad y Nosotros. Sin embargo, hasta la fecha no ha sido traducida al búlgaro.
Otro escritor, Teodoro Tsenkov (1903- 1987) vivió más tiempo en Argentina. Tematiza sus peripecias de emigrante en las novelas Bajo el cielo de Argentina, Por el mundo en busca del pan, Campanillas en el trópico, El gran océano, Con los ojos vendados. En Argentina nace su hija, Emilia Tsenkova, quien en 1961 se convierte en la fundadora de la Licenciatura en Filología Española en la Universidad de Sofía. Inmediatamente después, al pequeño grupo de profesores se integra otro joven nacido en Argentina: Juan Kanchev, hoy catedrático y miembro correspondiente de la RAE.
La cátedra de Español que hoy se llama Departamento de Estudios Iberoamericanos acaba de celebrar su cincuentenario. Los hispanistas titulados egresados de la Universidad de Sofía ya son cerca de 1500. Muchos de ellos son profesores, diplomáticos, periodistas, empresarios. Con el tiempo se crearon las carreras de Filología Española (destinados a preparar profesores para la escuela primaria y secundaria) en las Universidades de Veliko Tarnovo y de Plovdiv, lo mismo que la de Lingüística Aplicada en la privada Nueva Universidad Búlgara. El español es una de las cuatro lenguas –las demás son el inglés, el francés y el alemán–entre las que pueden optar todos los alumnos a partir del cuarto grado de la primaria. Además existen colegios bilingües donde el español se estudia de manera intensiva en 12 ciudades de Bulgaria. El interés se debe a muchos factores históricos –las grandes comunidades de emigrantes a Argentina y Colombia, la Guerra Civil Española en la que lucharon muchos búlgaros apoyando la República, la cercanía con Cuba y Nicaragua adonde fueron enviados especialistas en todas las áreas –básicamente médicos, técnicos, etc.– y finalmente, en la actualidad, la integración a la Unión Europea. Desde la caída del Muro de Berlín el país se encuentra en una crisis económica permanente y ha habido nuevas oleadas de emigrantes, muchos de los cuales han preferido los países del Mediterráneo, tal vez por ciertas afinidades de idiosincrasia y temperamento. No en último lugar debemos señalar la política cultural que España desarrolla por medio de la AECID, las Consejerías de Educación de sus Embajadas y el Instituto Cervantes. De hecho, el español es el idioma extranjero más estudiado en Bulgaria.

–Hablemos de la “dupla” obligada en Europa del Este y, acaso, el mundo entero: Borges y Cortázar.
–La primera selección de cuentos y ensayos de Borges salió recién en 1989 en traducción de Ana Zlatkova. El mismo año vio la luz un volumen de poemas escogidos – Del cielo y del infierno - traducidos por la poeta Rada Panchovska. Más tarde se dio un incidente lamentable: una editorial publicó los mismos cuentos de Borges con un nombre falso de traductor y a causa de los pleitos transcurrió bastante tiempo sin que se pudieran reeditar. Felizmente la editorial Colibrí decidió publicar Ficciones (2010) y Ensayos (2011) e invitó a Ana Zlatkova a continuar trabajando en las traducciones de Borges. Ana es una persona erudita y una profesional de alto nivel: tal vez la única capaz de traducir al gran argentino conservando su estilo. Los volúmenes cuentan con las notas a pie de página imprescindibles para encaminar bien al lector sin convertirse en un obstáculo para la lectura. O sea, Borges ya empieza a llegarle al público búlgaro de la manera más digna. Es cierto que de él se habla mucho en las universidades, pero temo que hasta el momento lo han estado leyendo más en inglés, en francés y en ruso. No escasean sus imitadores, pero en mi modesta opinión los resultados dejan mucho que desear.
Ana Zlatkova es también la traductora de La invención de Morel de Bioy Casares, que la editorial Riva publicó en 2009.
En cuanto a Cortázar podemos afirmar que con sus colecciones de cuentos sí que ha dejado un rastro duradero. No se puede decir que haya creado escuela en Bulgaria, pero fue uno de los pocos que dio a conocer a nuestros escritores un tipo de literatura fantástica que no se practicaba por estos lares. Su propia lectura siempre fue una revelación, un gran acontecimiento. (Nuestra literatura ha tenido representantes de ciencia ficción de toda laya. Por ejemplo, uno de los pioneros, Svetoslav Minkov, pasó por Argentina en 1936, fue delegado al Congreso del PEN Club en Buenos Aires y escribió un libro sobre su viaje en el que muestra cierta incomprensión e incluso un dejo de antipatía por el continente americano. No obstante, no conozco a otro escritor de la época que se parezca tanto a Lugones).
Volviendo a Cortázar, en los años 80 fue traducido mucho y bien (antes que nada por Rumen Stoyanov –quien vertió al búlgaro también Cien años de Soledad). Pero Rayuela salió recién en 2006 y la traducción, en mi opinión, deja que desear. La editorial Ágata-A prevé nuevas ediciones de todos los libros de Cortázar que, a pesar de las grandes tiradas, ya son inhallables.

–¿Y la situación con el llamado “realismo mágico”?

–En la literatura búlgara hay escritores que cultivaban sus "realismos mágicos" antes de que en 1973 se tradujera a García Márquez. Gracias a la traducción del prestigioso colombiano al búlgaro, estos escritores fueron "legitimados", porque antes se los veía no solo como bichos raros, sino también como desertores del dichoso realismo socialista.
Lamentablemente todavía no se ha realizado un estudio sobre la recepción de la literatura latinoamericana en Bulgaria, aunque ya existe uno sobre la de la literatura española. Lo que puedo afirmar es que se traducía mucho, y las tiradas eran de 30 mil, 40 mil y más ejemplares. La traducción de La gloria de don Ramiro de Enrique Larreta es de 1947, la de Don Segundo Sombra es de 1966. A los poetas se les incluía en diferentes antologías temáticas: poesía amorosa, sobre el mar, etc. Así nos llegaron los nombres de Leopoldo Lugones, Ricardo Molinari, José Portogalo, Alfonsina Storni, Raúl González Tuñón, Leopoldo Marechal, Ezequiel Martínez Estrada, Juan Gelman, etc. En colecciones de cuentos han aparecido Bioy Casares, Antonio di Benedetto, Lugones, Marco Denevi, Macedonio Fernández, Silvina Ocampo, Eduardo Mallea, Leonardo Castellani, Santiago Dabove, H.A. Murena, Rodolfo Walsh, Marta Lynch, Luisa Mercedes Levinson, Daniel Moyano, Umberto Constantini, entre otros.
A los escritores del boom se los traducía inmediatamente, gracias al hecho de que en aquella época todo lo latinoamericano sonaba a revolución. Así se colaban hasta autores como Octavio Paz, Vargas Llosa o el propio Borges, pero siempre con la respectiva dosis de cautela. Ud., que ha vivido tanto tiempo en Rusia puede explicarse muy bien la preferencia por Cortázar y las reticencias ante la obra de Borges.

–Saliendo de estos carriles casi obligatorios y acercándonos más al presente, ¿ha habido algún cambio –para bien o para mal- en la recepción de la literatura argentina e hispanoamericana desde la caída del comunismo?
–Los últimos 20 años han sido nefastos en el sentido de que las editoriales tuvieron que aprender a prescindir de las dotaciones estatales y a ganarse la vida, por así decirlo. Abundó la literatura esotérica y la de autoayuda, autoestima etc. En este sentido, no es raro que Jorge Bucay se convirtiera en una especie de héroe nacional. Creo que ya fueron dos sus visitas y las multitudes lo siguieron como a un mesías, lo mismo que a Paulo Coelho. En cuanto a éxito editorial solo les hacen la competencia Isabel Allende y Laura Esquivel. ¡Qué se le va a hacer!
Quiero decir que los editores arriesgan poco. Tienen una preferencia por las novelas policíacas y los thriller. Felizmente, en Argentina hay estupendos autores de estos géneros.
Es importante que los escritores tengan buenos agentes literarios que los sepan vender en las Ferias Internacionales del Libro y también ayuda que se les haya publicado en España.
Hace un par de años Argentina fue la gran protagonista en la Feria de Frankfurt. Gracias al programa Sur, en el año 2010 salió una selección de la poesía de Cortázar, las ediciones de Colibrí de Borges, la poesía de Hugo Mujica y tres novelas: El enigma de París de Pablo de Santis, La muerte lenta de Luciana B de Guillermo Martínez y Reality de Sergio Bizzio. Tengo entendido que el programa se ha prolongado y espero que este año salga por fin algo de Piglia (de hecho, sé que se está traduciendo Plata quemada) y de Aira.
A mí me preguntan a menudo sobre libros que pudiera recomendar, pero lamentablemente dispongo de poco tiempo y cuando voy a España, por razones crematísticas y de sobrepeso, no estoy en condiciones de comprar todo lo que me gustaría. Lo malo es que cuando algún editor vuelve de las ferias internacionales y me pregunta sobre algún nombre reciente, no puedo opinar, sino que me baso en las referencias positivas de parte de algunas amistades. Muchos nombres –Rodrigo Fresán o Samanta Schweblin, Gustavo Roldán o María Elena Walsh, para poner solo algunos ejemplos– los conozco de las revistas electrónicas en internet. Soy la única profesora de literatura hispanoamericana, lo que no quiere decir que sea la única que lee ni mucho menos. Ya he mencionado que tenemos una buena tradición de hispanismo. Pero los traductores que recomiendan libros a las editoriales también lo hacen con vistas a un presunto éxito de ventas. Y aunque yo trate desesperadamente de estar al tanto de todo para poder orientar a mis estudiantes más espabilados, me es imposible profundizar demasiado, excepto en lo que es objeto de mi trabajo académico concreto. Las distancias siguen siendo enormes. Supongo que viviendo donde vive, entiende de qué le estoy hablando.

–En términos generales, ¿cuáles son hoy las condiciones de trabajo de un traductor literario en Bulgaria? ¿Cuáles son los principales obstáculos que encuentra en el ejercicio de su profesión? ¿Las editoriales reconocen la labor del traductor (por ejemplo, consignando en lugar visible su nombre, pagando regalías, ofreciendo contratos aceptables, etc.)?
–Lamentablemente el trabajo del traductor literario en mi país no está bien remunerado, al igual que la mayoría de las ocupaciones intelectuales. Además, el país está en el último lugar entre los países de la Unión Europea por ingresos per cápita. Creo que muchas veces las editoriales se aprovechan de esta situación. La mayoría de los traductores trabajamos porque se trata de nuestra vocación, de nuestra gran pasión. Una compañera bromeaba que ser traductor es practicar un masoquismo entusiasta. En los últimos años la Unión de Traductores ha venido haciendo un gran esfuerzo por recuperar el prestigio que supo tener en tiempos pasados y por homologar nuestras prácticas de defensa de derechos del autor y del traductor con las normas europeas, pero la obstaculizan una serie de inercias que venimos arrastrando. Además, muchas veces se encargan versiones al búlgaro a no profesionales, en detrimento de la calidad; así, las editoriales se ahorran los honorarios para la traducción.
En realidad, los problemas son los mismos en todas partes. La diferencia está en  que los búlgaros tenemos una buena tradición de lectura, leemos bastante más que el promedio de los europeos. En el régimen comunista las traducciones al búlgaro de los grandes escritores del momento eran una manera de burlar la censura: no nos podíamos expresar con toda la libertad que queríamos, pero teníamos la libertad de leer y seguir sintiéndonos parte inseparable del resto del mundo. Siendo Bulgaria un país pequeño, algunas cosas no se publicaban aquí, pero los escritores de interés los conseguíamos en traducción al ruso. Muchos creen que se trata de dos idiomas muy parecidos. Lamentablemente no es así. Somos eslavos, pero nuestro idioma es analítico –como el español o el inglés– y el ruso es sintético (o sea, tiene declinaciones, como el latín o el alemán) y la comunicación no resulta nada fácil. Sin embargo, todos estudiábamos el ruso y leíamos con relativa libertad. Los soviéticos publicaban mucho, aunque en la propia Rusia era una hazaña conseguir buenos libros. Había personas que se dedicaban a viajar a Sofía o a Praga para comprar los tesoros que se vendían libremente en las llamadas librerías rusas y luego revenderlos en el mercado negro. Mientras nosotros solo teníamos que ponernos en las colas que, aunque kilométricas, nos permitían estar al tanto de las novedades de la literatura universal. En la actualidad los jóvenes no entienden nada de ruso, lo cual es una lástima; no obstante, dominan dos y más idiomas occidentales y optan por leer los originales.En conclusión reiteraré que en Bulgaria se sabe mucho sobre América Latina, pero por Argentina se siente una simpatía particular que tiene raíces históricas y que en la actualidad se ve fomentada por los beneficios que nos proporciona la aldea global: se ven las series televisivas y también el buen cine, se baila el tango en numerosas academias y clubes, y los que tienen hábitos de lectura buscan a los autores argentinos, ya que su calidad es conocida. Se conoce la cultura Argentina desde sus manifestaciones elitistas y también por las de masas. Y el mérito es de todos aquellos traductores más o menos reconocidos que desde hace más de un siglo pusieron sus miradas en el país sudamericano para ya no apartarlas jamás.

2 comentarios:

  1. Me siente orgulloso de esta entrevista como amigo personal de Liliana, y como argentino que tambien ha vivido muchos años en Bulgaria...

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  2. Bravo Lili!!!! Ya te había felicitado por este reportaje, pero es un gusto volver a leerlo.
    Hilda

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