Paola Jasmer, en el número 52 del Periódico de Poesía, correspondiente a noviembre de este año, reseña Traductores y traducciones en la historia cultural de América Latina, de Andrea Pagni, Gertrudis Payás y Patricia Willson ( México, UNAM, 2011) y La traducción literaria en América Latina, compilado por Gabriela Adamo (Buenos Aires, , Paidós, 2011)., y nosotros colgamos ese comentario a continuación.
Dos libros sobre la traducción literaria en Latinoamérica
El pasado miércoles 26 de septiembre, en el marco del XXI Encuentro Internacional de Traductores Literarios, se llevó a cabo la presentación de dos libros que, a pesar de haber surgido bajo distintas condiciones y como resultado de diferentes iniciativas y cuestionamientos, buscan enriquecer el debate sobre la traducción en Latinoamérica. ¿Qué traducimos?, ¿para quién traducimos? y ¿desde dónde traducimos? son preguntas que surgen invariablemente durante la práctica de la traducción y que definen necesariamente su estudio. Los libros presentados por Patricia Willson y Lucrecia Orensánz parten de estas preguntas para establecer un diálogo con el lector que conduce a reflexiones sobre el vasto número de condicionantes que influyen en el proceso por medio del cual la traducción tiende puentes tanto entre culturas separadas por la barrera de la lengua, como entre naciones que comparten una misma.
Patricia Willson resaltó que Traductores y traducciones en la historia cultural de América Latina tiene su origen en una serie de ponencias presentadas durante las Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana del 2008, por lo que el trabajo de compilación que realizaron ella, Andrea Pagni y Gertrudis Payás fue también uno de coordinación y edición. El resultado es una serie de artículos que, a pesar de abarcar un vasto rango de temas desde diferentes puntos de vista, comparten un mismo interés en ubicar la traducción no sólo en el país en el que se produce, sino también en el contexto histórico-cultural que la rodea, ya que, como afirman las coordinadoras: “Reconocer la historicidad de la traducción y su vinculación con un discurso social contribuye a una visión no esencialista de esta práctica. De allí la necesidad de explorar el campo en el que se generan y se han generado las traducciones”.
Esta visión histórica es precisamente lo que distingue a esta compilación, permitiéndole trascender el campo de los estudios literarios y de traducción para establecer vínculos con otras disciplinas. La traducción, vista bajo el lente de la historicidad, se revela como un instrumento poderoso en el que los simulacros, las omisiones y los criterios de selección de textos ponen en evidencia su capacidad de influir de manera determinante en la construcción y consolidación de la identidad nacional. Con colaboraciones de Patricio Fontana y Claudia Roman (Argentina), María Gabriela Iturriza (Venezuela), Milena Grass Kleiner (Chile), Paula Andrea Montoya Arango y Juan Guillermo Ramírez Giraldo (Colombia), entre otros, Traductores y traducciones en la historia cultural de América Latina es una lectura indispensable para traductores, historiadores, académicos y público en general interesado en adquirir una visión profunda sobre el modo en el que la traducción alimenta y se alimenta de condiciones sociales, políticas y culturales para dejar en la historia marcas imposibles de borrar.
Por su parte, Lucrecia Orensánz resaltó el recorrido geográfico que efectúa La traducción literaria en América Latina para ofrecer una visión comprensiva de las condiciones que en la actualidad definen y orientan la práctica de la traducción en Latinoamérica. En un primer momento, la compilación dirigida por Gabriela Adamo se ubica en el extremo sur del continente y parte de Argentina para dirigirse poco a poco hacia el norte, hacia México, y en su camino se detiene diligentemente en Chile, Venezuela, Colombia y Centroamérica; sin embargo, en su segunda parte, la compilación lleva al lector en un recorrido inesperado por rutas en las que la práctica de la traducción en América Latina se intersecan con otros caminos que llevan a España, Brasil y Japón.
Los artículos que integran esta compilación se distinguen por su carácter empírico, es decir, parten de la experiencia individual de sus autores para alcanzar reflexiones sobre la situación que se vive en cada país y la forma en la que el español, al mismo tiempo idioma e industria, se relaciona con instituciones académicas, aparatos culturales, fuerzas económicas y políticas y, sobre todo, con una industria editorial que cada vez cobra más fuerza frente a la actividad editorial europea. De esta manera, despojados de la solemnidad (aunque ciertamente no de la seriedad) de los estudios teóricos, los artículos presentados por Anna Gargatagli, Florencia Garramuño y Andrés Ehrenhaus (Argentina), Armando Roa Vial (Chile), Martha Pulido y María Victoria Tipiani Lopera (Colombia), Edda Armas (Venezuela), Carlos Cortés (Costa Rica), Lucrecia Orenzáns (México) y Anna-Kazumi Stahl (Estados Unidos) ofrecen una lectura amena, interesante y, por momentos, divertida que, a pesar de señalar los retos a los que se enfrenta la traducción en la actualidad, también se muestran optimistas con respecto a lo que cabe esperar en el futuro. Algunos artículos, como el de Lucrecia Orenzáns titulado “La traducción literaria en México (a principios del siglo XXI)”, ofrecen un panorama tan detallado de las condiciones que actualmente rodean al ejercicio de la traducción que su lectura se vuelve imprescindible para todo aquél que se interese por navegar en las corrientes institucionales, académicas y profesionales en las que se desenvuelve esta práctica.
Cabe aquí mencionar que ambos libros, a pesar de estar plantados uno en el pasado y el otro en el presente, comparten una mirada que se dirige hacia el futuro, un futuro que se verá condicionado por una gran cantidad de factores, entre ellos, compilaciones como las que ahora nos ocupan, pues es a partir de análisis como los que presentan Traductores y traducciones en la historia cultural de América Latina y La traducción literaria en América Latina que podemos hacernos conscientes de no sólo los retos a los que nos enfrentamos, sino del amplio abanico de posibilidades que la traducción ofrece, ha ofrecido y seguirá ofreciendo para una América Latina siempre afanada en la construcción de una tradición literaria y cultural.
Patricia Willson resaltó que Traductores y traducciones en la historia cultural de América Latina tiene su origen en una serie de ponencias presentadas durante las Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana del 2008, por lo que el trabajo de compilación que realizaron ella, Andrea Pagni y Gertrudis Payás fue también uno de coordinación y edición. El resultado es una serie de artículos que, a pesar de abarcar un vasto rango de temas desde diferentes puntos de vista, comparten un mismo interés en ubicar la traducción no sólo en el país en el que se produce, sino también en el contexto histórico-cultural que la rodea, ya que, como afirman las coordinadoras: “Reconocer la historicidad de la traducción y su vinculación con un discurso social contribuye a una visión no esencialista de esta práctica. De allí la necesidad de explorar el campo en el que se generan y se han generado las traducciones”.
Esta visión histórica es precisamente lo que distingue a esta compilación, permitiéndole trascender el campo de los estudios literarios y de traducción para establecer vínculos con otras disciplinas. La traducción, vista bajo el lente de la historicidad, se revela como un instrumento poderoso en el que los simulacros, las omisiones y los criterios de selección de textos ponen en evidencia su capacidad de influir de manera determinante en la construcción y consolidación de la identidad nacional. Con colaboraciones de Patricio Fontana y Claudia Roman (Argentina), María Gabriela Iturriza (Venezuela), Milena Grass Kleiner (Chile), Paula Andrea Montoya Arango y Juan Guillermo Ramírez Giraldo (Colombia), entre otros, Traductores y traducciones en la historia cultural de América Latina es una lectura indispensable para traductores, historiadores, académicos y público en general interesado en adquirir una visión profunda sobre el modo en el que la traducción alimenta y se alimenta de condiciones sociales, políticas y culturales para dejar en la historia marcas imposibles de borrar.
Por su parte, Lucrecia Orensánz resaltó el recorrido geográfico que efectúa La traducción literaria en América Latina para ofrecer una visión comprensiva de las condiciones que en la actualidad definen y orientan la práctica de la traducción en Latinoamérica. En un primer momento, la compilación dirigida por Gabriela Adamo se ubica en el extremo sur del continente y parte de Argentina para dirigirse poco a poco hacia el norte, hacia México, y en su camino se detiene diligentemente en Chile, Venezuela, Colombia y Centroamérica; sin embargo, en su segunda parte, la compilación lleva al lector en un recorrido inesperado por rutas en las que la práctica de la traducción en América Latina se intersecan con otros caminos que llevan a España, Brasil y Japón.
Los artículos que integran esta compilación se distinguen por su carácter empírico, es decir, parten de la experiencia individual de sus autores para alcanzar reflexiones sobre la situación que se vive en cada país y la forma en la que el español, al mismo tiempo idioma e industria, se relaciona con instituciones académicas, aparatos culturales, fuerzas económicas y políticas y, sobre todo, con una industria editorial que cada vez cobra más fuerza frente a la actividad editorial europea. De esta manera, despojados de la solemnidad (aunque ciertamente no de la seriedad) de los estudios teóricos, los artículos presentados por Anna Gargatagli, Florencia Garramuño y Andrés Ehrenhaus (Argentina), Armando Roa Vial (Chile), Martha Pulido y María Victoria Tipiani Lopera (Colombia), Edda Armas (Venezuela), Carlos Cortés (Costa Rica), Lucrecia Orenzáns (México) y Anna-Kazumi Stahl (Estados Unidos) ofrecen una lectura amena, interesante y, por momentos, divertida que, a pesar de señalar los retos a los que se enfrenta la traducción en la actualidad, también se muestran optimistas con respecto a lo que cabe esperar en el futuro. Algunos artículos, como el de Lucrecia Orenzáns titulado “La traducción literaria en México (a principios del siglo XXI)”, ofrecen un panorama tan detallado de las condiciones que actualmente rodean al ejercicio de la traducción que su lectura se vuelve imprescindible para todo aquél que se interese por navegar en las corrientes institucionales, académicas y profesionales en las que se desenvuelve esta práctica.
Cabe aquí mencionar que ambos libros, a pesar de estar plantados uno en el pasado y el otro en el presente, comparten una mirada que se dirige hacia el futuro, un futuro que se verá condicionado por una gran cantidad de factores, entre ellos, compilaciones como las que ahora nos ocupan, pues es a partir de análisis como los que presentan Traductores y traducciones en la historia cultural de América Latina y La traducción literaria en América Latina que podemos hacernos conscientes de no sólo los retos a los que nos enfrentamos, sino del amplio abanico de posibilidades que la traducción ofrece, ha ofrecido y seguirá ofreciendo para una América Latina siempre afanada en la construcción de una tradición literaria y cultural.
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