El sábado 8 de junio pasado, el
diario Página 12, de Buenos Aires,
publicó sin firma la siguiente nota y entrevista con la traductora Gabriela Marrón. La bajada de la misma dice: “Surgida
de conversaciones casuales entre traductores del latín, es la primera antología
de ‘poemas incómodos’ de la antigüedad clásica traducidos al rioplatense”.
Una historia de la guarrada
“¿Así que ustedes leyeron
‘millares de muchos besos’/ y pensaron que yo era menos macho?/ La tienen
adentro, sigan mamando.” Estos versos podrían ser de Diego de Verona o Catulo
de Fiorito: el juego de palabras es de Gabriela Marrón, que acaba de publicar Habeas Corpus latín, sexo y traducción
(Editorial VOX), la primera antología de “poemas incómodos” de la antigüedad
clásica traducidos al español rioplatense.
Marrón, doctora en Letras y
docente de Lengua y Cultura Latinas en Bahía Blanca, reivindica el ritmo
poético de una de las frases más famosas de Diego Maradona y la emparienta con
esos versos, los últimos del poema 16 de Catulo de Verona, que nació en el 84 a . C. y murió en Roma en el
54 a . C.
La famosa frase de Diego Maradona, a la que Marrón separó en versos para abrir
una de las secciones del libro, le sirvió para mostrar la vigencia y
supervivencia de ciertas metáforas que atravesaron toda la historia de la
cultura occidental, desde la antigua Roma hasta una conferencia de prensa por
la eliminatoria de un mundial: “A los que no creyeron,/ con perdón de las
damas,/ que la chupen,/ que la sigan chupando. Yo soy o blanco o negro,/ gris
no voy a ser en mi vida./ Ustedes me trataron como me trataron,/ sigan
mamando”. Un poema.
Marrón cuenta que las
traducciones de Habeas Corpus
aparecieron como uno de esos delirios de sobremesa que terminan concretándose:
“Surgió de conversaciones con personas que han cursado latín en la UNS , con los que estábamos
hablando en una cena sobre lo que se traducía y lo que no se traducía. Ahí me
mencionaron un texto de Marcial que yo en ese momento no conocía y que es con
el que comienza el libro”. Ese Epigrama 7, que hoy abre la sección
“Conchasquidos” y en el que el poeta se queja por los ruidos que hace la vagina
de su compañera, circuló por Internet, de muro a muro de Facebook, y entonces
empezaron los pedidos por más traducciones voceadas (o sea, donde el peninsular
“tú” estuviera reemplazado por el “vos”) y sin tapujos ni eufemismos, donde “me
los voy a culear” no se tradujera como “os sodomizaré”. “El mercado editorial
–explica Marrón– muchas veces condiciona la traducción. Se pretende que el
texto llegue a la mayor cantidad de lectores y en esa búsqueda del lector ideal
se pierden todos los lectores anclados reales. Estas traducciones surgieron
para bahienses, bonaerenses o para porteños. Pero seguramente para el Chaco,
alguien chaqueño podría hacer una mejor.”
Por acumulación y capricho,
empezó a armar un corpus de textos
que primero subió a un blog (www.guarradaspueticas.blogs pot.com) y con los que
después armó una performance en la que ella leía los poemas en latín y María
Elena Bonora, bibliotecaria y actriz, le ponía el cuerpo y la voz a la
traducción en español. Cuando Gustavo López, el editor de VOX, la contactó y le
propuso armar un libro, Marrón amplió la búsqueda y sumó a Ausonio, poeta
cristiano del siglo IV d. C., al dream
team de los latinos Catulo, Marcial (40-104 d. C.), Horacio (65-8 a . C.), Ovidio (43-17 a . C.) y Claudio Claudiano
(370 d. C.-404 d. C.).
En ese momento se empezaba a
debatir la Ley de
Identidad de Género y junto al colectivo feminista Despertando a Lilith, Marrón
hizo unas plaquetas con la traducción del Epigrama 76, donde Ausonio cuenta la
llegada de un transexual (“En la campana Benevento, uno de los muchachos se
volvió de repente una chica”): “La idea era mostrar que hay una historia de
ciertas prácticas y que no necesariamente siempre en los textos hay sanción. El
corpus empezó a correrse un poco de la guarrada, de la puteada, y comenzó a
recuperar el lugar de ciertas prácticas que parece que fueran muy
contemporáneas porque durante mucho tiempo se han desplazado de los espacios de
discusión”. Por eso el gesto de la antología es doble: si como recurso legal el
hábeas corpus reclama “poner el cuerpo a la luz para que sea visto”, este libro
ilumina tanto a un registro del latín (muy lejano del único latín que suena
hoy, el del Vaticano) como a las prácticas de las que ese registro daba cuenta
hace más de dos mil años.
–¿Qué diferencia a estas traducciones del trabajo académico con los
textos latinos?
–Yo quería hacer traducciones sin
notas al pie. La traducción académica necesita la nota porque trata de ser lo
más fiel al texto y ahí se hace toda la explicación cultural. Hay un ejemplo en
el libro, en un epigrama de Marcial, donde él le dice a la mujer que quiere
tener sexo anal con ella y que si quiere puede ser Lucrecia de día, pero de
noche quiere que sea Lais. Para nosotros, ese significado de Lucrecia y Lais,
que la primera es una figura casta famosa y la segunda una figura de prostituta
famosa, es un código cultural que está perdido. El texto juega, y una forma de
traducir eso sin notas al pie para mí fue poner “si querés podés ser Lucrecia
todo el día, pero a la noche te quiero puta como Lais”. Precisé algo más,
agregarle una palabra que no está puesta, pero está. Lo que yo elegí fue hacer
una traducción analítica y no sintética de una palabra. Y en ese sentido, la
edición bilingüe me saca presión, porque se puede ver el texto original. Lo que
a mí me interesa es que el lector que no sabe latín pueda tener una experiencia
estética propia sin nota al pie.
–¿Eran textos marginales?
–No, para nada. Era un género.
Eso en Marcial está muy claro: el escribía epigramas y esos códigos eran los
esperados en el género. El abre alguno de sus libros diciendo “que se alejen
las matronas de este libro porque no es para ellas”. Lo que pasa es que la
tradición recuperó ciertos autores y ciertos textos de esos autores. El
cristianismo recuperó al Virgilio de La Eneida ,
y no al Virgilio de la égloga del amor entre los dos pastores. Hay un
preconcepto de lo que es el clásico. Y hay ciertos textos que encajan
perfectamente en eso, y los que no encajan se han borrado. A veces también se
hacen recortes porque no se encuentra el lugar por donde traducir ciertos
temas. En algunos casos no se incluyen, en otros se traducen a traición y es
interesante ir haciendo ese recorrido.
–¿Cómo se detecta una traducción a traición?
–Muchas veces las palabras que
aparecen en un texto aparecen también pintadas en un graffiti en Pompeya y en
ningún otro lado más. Eso permite suponer que un eufemismo en la traducción no
era el sentido original. Para traducir hay que incorporar un léxico de un campo
semántico específico, pero en este caso si vas al diccionario Vox, que usamos
todos los que trabajamos con el latín y que tiene matriz cristiana, hay
palabras que directamente no están. Hay que ir al Oxford Latin Dictionary y ver la traducción en inglés, que también
es bastante eufemística. Por ejemplo dice “órgano sexual masculino”, pero no
dice dentro de qué registro se utilizaba. Si la palabra “caverna” se usaba como
metáfora del órgano sexual femenino, yo no puedo poner “caverna” en una
traducción, porque no se entiende. Entonces es una búsqueda permanente y en
algunos casos sentís que te fuiste de mambo, que te fuiste más lejos que lo que
el texto quería decir, y en otro, que no podés llegar tan lejos como el texto
va.
No hay comentarios:
Publicar un comentario