A modo de cierre del año, nuestra amiga Lucrecia Orensanz,
del Círculo de Traductores de México, nos envía la presentación leída por Marianela Santoveña en el XXII Encuentro
Internacional de Traductores Literarios, el 2 de octubre de 2013. Siguiendo los links se accede a los videos de cada una de las sesiones.
El primer año del Círculo de Traductores:
experiencias y proyectos
Buenas tardes. Antes que nada,
quisiéramos –y hablo en plural, porque el Círculo de Traductores somos varios
o, mejor dicho, varias–, quisiéramos agradecer el espacio que nos brinda el
vigésimo segundo Encuentro Internacional de Traductores Literarios para
presentar las andanzas, los reveses y las aventuras que, a un año de su
creación, forman parte de la historia del Círculo de Traductores.
De lo primero que tendríamos que
hablar, por supuesto, es de la respuesta a una pregunta: ¿qué es el Círculo de
Traductores? Cuando respiró por vez primera, el Círculo fue una idea de Lucrecia
Orensanz. Lo que ella buscaba era una suerte de fuerza gravitacional, algo que
permitiera a todas las partículas de la traducción (colegas, apoyos, noticias,
instituciones, teorías, problemas prácticos) aproximarse a un mismo punto. Esa
fuerza gravitacional se materializó bajo la forma de un blog y una lista de
correos. En aquel entonces (a finales de 2011 y principios de 2012) muchos de
nosotros empezamos a recibir misteriosos correos electrónicos que nos
informaban que allá afuera, en el mundo, la traducción se manifestaba de forma
insospechadamente prolífica. Curiosamente, nosotros, que trabajamos con
palabras, no somos muy dados a usarlas para saber los unos de los otros. El
Círculo buscaba cambiar esa situación poniéndonos en contacto en el mundo
virtual.
No pasó mucho tiempo antes de que
la lista de correos creciera. Llegaban noticias de conferencias, apoyos y
novedades editoriales. Y entre los destinatarios de aquellas noticias nos
encontrábamos Claudia Cabrera, Nadxeli Yrízar y yo. Fue idea de Claudia tener
una reunión que trascendiera la esfera virtual. Esa reunión sería el inicio de
una serie de actividades del Círculo de Traductores. No bastaba el blog, no
bastaba el correo. Era preciso vernos cara a cara y también era preciso
regresar a la pregunta: ¿qué es el Círculo? Durante poco más de un año, de
agosto de 2012 a
octubre de 2013, el Círculo de Traductores ha sido un espacio de intercambio de
ideas y experiencias que se nutrió de otras iniciativas y que contó con el
apoyo desinteresado de varias personas. Francisco Pérez, de 17, Instituto de
Estudios Críticos, decidió respaldar este proyecto en ciernes acompañándolo del
sello de su institución. Teniendo en mente las sesiones presenciales que
realiza desde hace cinco años el Club de
Traductores Literarios de Buenos Aires –a cargo de Jorge Fondebrider–,
decidimos iniciar una serie de charlas en torno a distintos aspectos de nuestro
oficio. Así, junto con 17, buscamos la colaboración del Centro Cultural de
España en México, y su directora, Ana Tomé, decidió ser nuestra anfitriona. El
Círculo se transformó entonces en un blog, una lista de correos y una reunión mensual. Cada primer
miércoles del mes, el Centro Cultural España nos abría sus puertas para conocer
a más traductores y para conocer el mundo de la traducción. La primera charla,
que tuvo lugar el 1 de agosto de 2012, estuvo a cargo de Arturo Vázquez Barrón
(co-organizador por cierto, de este Encuentro en el que estamos). El formato
quería evadir la rigidez de la academia. Por eso, pedíamos a los ponentes una
exposición breve para dar paso a la plática y el debate. Arturo se preguntó en
aquel entonces, en el título de su intervención, si ¿Es posible y deseable apostarle al
uso de un español neutro para la literatura traducida? No cualquier cosa... [ficha, video] En ese mismo marco, Luz María
Santamaría nos habló de La
traducción peritada en México [ficha, video] y Patricia Willson sobre el traductor
como otro escritor de la literatura nacional [video]. Pedro Hernández, de UNTI, compartió
con nosotros una sesión sobre el controvertido tema de la traducción de la Biblia a lenguas indígenas
[ficha]. La suerte quiso
que en diciembre tuviéramos el placer de recibir a Selma Ancira y de aprender
sobre lo que ella llamó su Largo
camino del sentido al sonido en
sus traducciones del ruso [ficha, video]. Vendrían después Luis Fernando Lara y
Francisco Segovia para hablarnos de El
diccionario integral y el diccionario de mexicanismos [ficha, debate]; la Compañía de teatro Seña y
Verbo, que nos contó sobre su experiencia en la traducción de textos dramáticos
a lengua de señas mexicana (una charla maravillosa por sus momentos de
elocuente silencio) [ficha]; Sonia Bravo hizo
varias reflexiones sobre cómo tendría que ser una formación de traductores en
posgrado [ficha, video, convocatoria diplomado];
Humberto Pérez Mortera y Boris Schoemann nos visitaron con el tema de La traducción de textos teatrales [ficha]; y José Antonio
Flores Farfán cambió nuestra perspectiva del español mexicano abogando por una
mayor diversidad [ficha]. Luego, Mauricio
Barrera Paz iluminó un aspecto oscurísimo de nuestra cotidianidad: Los derechos de autor enfocados a
la traducción [ficha]; y aún habría un
bloque dedicado a las opciones de formación, con Arturo Vázquez Barrón, Diego
Guzmán Bourdelle-Cazals y Marcelo Guinea presentando el Seminario de Jóvenes
del IFAL [ficha,convocatoria diplomado, convocatoria seminario];
otra vez Diego Guzmán Bourdelle-Cazals, esta vez acompañado de Georganne Weller
y presentando dos programas de posgrado en traducción e interpretación (en la Universidad de Ginebra
y la Universidad
Anáhuac ) [ficha, video, convocatoria ginebra, convocatoria anáhuac]; y
Danielle Zaslavsky, (otra de nuestras anfitrionas en este Encuentro), con La Maestría en
Traducción de El Colegio de México
[ficha, video, convocatoria]. Este bloque sobre opciones formativas
está aún por concluir, con la presencia de María Andrea Giovine y Vania
Galindo, que presentarán los
programas del Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras de la UNAM el próximo 9 de octubre
[ficha, video], y Kathie Silver, junto con Roberto
Frías y Pedro Serrano, que nos hablará el miércoles 5 de noviembre sobre la ya
legendaria estancia en el Centro Banff [ficha,video, convocatoria].
Conforme aparecieron traductores
novatos y experimentados, técnicos y literarios, aficionados y profesionales,
jóvenes y no tan jóvenes, nuestra sorpresa alimentó nuestro entusiasmo. Para
inicios de 2013, parecía no bastarnos el blog, ni la lista de correos y tampoco
las charlas. Queríamos hacer algo más para acceder al mundo de la traducción en
toda su riqueza y poder presentarlo ante otras personas como tal. En otras
palabras, palabras que usamos entre nosotras, queríamos que la traducción –poco
a poco, en un esfuerzo del tamaño de una hormiga, e importante como su
picadura– dejara de ser una práctica alimenticia desinformada, pero también un
pasatiempo académico de eruditos. Intentamos caminar por la vía del
conocimiento compartido. Con el apoyo de la plataforma de 17, Instituto de
Estudios Críticos, impartimos dos talleres, uno sobre los proyectos de
traducción en el proceso editorial –que contó con la muy afortunada presencia
de varios editores y traductores invitados, como Gerardo González de Aldus, Jan
Cornelius Schulz de Herder y Sara Schulz de Alias, así como Jill Anderson y Nin
Solís– y otro dedicado a un panorama de las teorías sobre traducción. Hubo una
gran respuesta. Le siguió un gran cansancio. La experiencia fue fantástica. Y,
sin embargo, a fin de cuentas, el Círculo no es una escuela. Y tampoco un
centro de conferencias.
¿Qué es el Círculo de
Traductores? El Círculo de Traductores es un grupo de personas. No contamos con
ningún tipo de financiamiento por parte de instituciones académicas o
culturales. Tampoco lo hemos buscado y, por el momento, no pensamos hacerlo.
Quienes han colaborado con nosotras lo han hecho de manera solidaria, en el
ánimo de compartir su experiencia y su conocimiento. Y nosotras hemos trabajado
con entusiasmo en pos de ese punto gravitacional, ese espacio de confluencia.
Porque hay algo que une al blog con la lista de correos, las charlas y los
talleres: todos ellos se definen como un espacio de participación; cada uno es,
a su manera, una sección de cartas en el periódico, una plaza pública para
reunirse, una casa del artesano donde los aprendices ya trabajan. Las
corporaciones –en el sentido medieval– eran esos lugares donde los más
experimentados transmitían su saber y los recién llegados tomaban por asalto lo
que en virtud de la costumbre parecía obvio. ¿Cómo es que hoy en día no hay
gremio para nuestro antiguo oficio? ¿Quién decide ahora los criterios de
pertenencia en el ámbito de la traducción: la academia, el mercado, ambos bajo
la guisa de la “eficiencia”? ¿Quiénes son los traductores y por qué son
traductores? ¿Quién sanciona su profesionalización y cómo? ¿Llegará un día en
que el peso de la experiencia se pierda en aras de un documento probatorio?
¿Por qué ante los traductores, ante nosotros, se abre la brecha entre formación
y profesionalización? ¿Y qué hay de la brecha entre teoría y práctica? Son
todas estas las interrogantes que nos mueven. No es posible darles respuesta
sin un espacio común, no institucional, pero sí identificable, donde exponer y
compartir todo lo que se juega en la traducción. A decir verdad, nuestro oficio
ha contribuido a saberes tan diversos como la biología o el arte contemporáneo,
donde nociones como la adaptación, la asimilación o la intermedialidad se
emparentan con la traducción. Eso por no hablar del desarrollo mismo de la
cultura escrita y oral. Porque el oficio de la traducción ocurre en las aulas y
las editoriales, es cierto, pero en tanto oficio ocurre también en la calle cuando se
escucha un modismo, en la plática cuando se comparte el problema de “los
intraducibles”, en la lectura, en el cine, en los viajes, en el mundo, pues.
Yo, que provengo del ámbito de la filosofía, siempre me pregunto si acaso un
kazajo no habrá dado ya con la ontología propia para nuestra época y nosotros
estamos aquí, sin saberlo, esperando a que el Instituto Cervantes abra sus
oficinas en Kazajistán. De haber un espacio común, estoy segura, ya habríamos
dado con esa persona que habla kazajo y español y es capaz de encontrar en
ambos el sentido y el sonido. El Círculo de Traductores hoy es un cruce de
caminos. Ya sea bajo la forma de charlas, en el espacio virtual o en el espacio
gremial, lo que buscamos es contribuir a pensar la traducción hacia dentro y
hacia fuera del oficio. Lo que nosotras hacemos es poner a su disposición la
sección de cartas, la plaza, una casa (siempre distinta) del artesano. Todos
están invitados a escribir, reunirse y compartir saberes. Gracias.
Círculo de Traductores
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