miércoles, 15 de octubre de 2014

Dice Bada: "Goethe no sólo es posible, fluye"

El 7 de octubre pasado, Ricardo Bada publicó en El Trujamán la columna que reproducimos.

Una elegía romana de Goethe

Encontré en la revista Nexos, México D. F., en la sección «El poema diario», que compagina la sabiduría y el buen ojo de Luis Miguel Aguilar, una de las elegías romanas de Goethe que más me gustan, y hasta ahora no la había leído nunca en español. Pues el Goethe que había leído en español, antes de emigrar a Alemania en febrero de 1963, era tan solo prosa y teatro (tal vez algún poema aislado, aunque no lo recuerdo), fue recién aquí donde descubrí su poesía, pero en el original. Y un par de ojeos a las traducciones de Cansinos Assens, en las meritorias Obras completas de la colección Obras Eternas de Aguilar me quitaron las ganas de ver lo mal traducido que estaba (sigue estando) el pobre chupamedias áulico.

Por eso, al verla ahora en Nexos, y de la mano de tan buen poeta como Luis Miguel Aguilar, me detuve a considerarla, quiero decir la traducción de José Joaquín Blanco, y desde luego no está nada mal, le gana por varios cuerpos de ventaja a Cansinos Assens. Lo que no me gusta de su versión es que convierta los tres dísticos en siete versos. Tampoco su prosaísmo. Ni que coincida con Cansinos Assens al traducir el Menschen del primer verso como «hombres».

Pero vayamos por partes. El original de Goethe dice así:

Wenn du mir sagst, du habest als Kind, Geliebte, den Menschen
   Nicht gefallen, und dich habe die Mutter verschmäht,
Bis du größer geworden und still dich entwickelt  -  ich glaub’ es:
   Gern denk’ ich mir dich als ein besonderes Kind.
Fehlet Bildung und Farbe doch auch der Blüte des Weinstocks,
   Wenn die Beere, gereift, Menschen und Götter entzückt.

La versión de Cansinos Assens opta, como yo también lo haría, por pasar los versos de Goethe a través del filtro de los alejandrinos, pero descarta al género femenino en el primer Menschen (= hombres), que sí, es inclusivo, pero no en ese contexto donde el poeta le está hablado a una «amada»; y ello amén de que convierte la fe en duda y al grano de la uva en frambuesa:

Cuando dícesme, amada, que nunca te miraron
   con grado los hombres, ni hizo caso la madre
de ti, hasta que en silencio una mujer te hiciste,
   lo dudo y me complazco en imaginarte rara,
que asimismo a la vid faltan color y forma
   cuando ya la frambuesa a dioses y hombres seduce.

Por su parte la de José Joaquín Blanco, no sé en virtud de qué criterio[s], alarga los seis versos a siete, asume el primer Menschen de la misma manera que Cansinos Assens, y a diferencia suya comete una falta de concordancia en el penúltimo verso:

Cuando me dices, amada, que de niña
  no les gustabas a los hombres,
y que tu madre te despreciaba, hasta que creciste
  y en silencio te desarrollaste, lo creo,
y con gusto te imagino como una niña rara.
También le falta forma y color a la flor de la vid;
  luego la fruta, madura, seduce a los hombres y a los dioses.

A la vista de estos dos ejemplos, y sin buscar más, me decidí por hacer una traducción directa y sin alardes, tratando de adaptarme —mientras fuese posible— como un guante al original, y para mi sorpresa descubrí que no sólo era posible sino que fluía, a partir de su manantial (el idioma de Cervantes), casi con la misma naturalidad que la de Goethe a partir del suyo:

Si me dices, amada, que de niña a la gente
   no gustabas, y que tu madre te desdeñaba
hasta que mayor fuiste, callada eclosionando,
  lo creo, y en ti con gusto cual niña especial pienso;
forma y color le faltan a la flor de la viña,
  mas a dioses y hombres su grano maduro embriaga.

Del poemicidio cometido por el colombiano Guillermo Valencia contra la inmortal «Elegía de Marienbad», una de las joyas más preciadas de la poesía de Goethe, les hablaré en otra ocasión.


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