Segunda y última parte de la entrevista realizada por la narradora y traductora española María José Furió a la traductora griega Effi Yannopoulou
Entrevista con Effi Yannopoulou,
traductora de español y francés al griego (II)
(viene de ayer)
La
crisis griega y la cultura del Sur
–Cuando
coincidimos en Arles, en 2008, la crisis económica apenas empezaba. Recuerdo
que comentamos que, igual que en España, en Grecia se reproducían ciertos
clichés –como la escritora guapa pero de baja calidad que se vendía antes a sí
misma como producto que un contenido literario, y la influencia norteamericana
dominante. Conforme se ha agravado la crisis económica, tú has evolucionado
hacia una implicación política directa. ¿Cómo diste este paso, en qué consiste,
qué perspectiva le ves a la situación de tu país?
–Bueno, con la
crisis muchas cosas cambiaron, mejor dicho, todo cambió en la sociedad griega.
No es solo que la mayoría de la gente se vio mucho más pobre e insegura, que el
paro alcanzó un nivel tremendo (un 30% por ciento está en paro, y entre los jóvenes
el porcentaje llega hasta 60%), es también que casi toda la gente se implicó
más en política. La gente habla mucho de política estos años. Y cambió mucho el
discurso público. Después de un período en que toda el mundo se interesaba por cosas
superfluas, consumismo y bienestar, de repente vio amenazadas las condiciones
materiales y elementales de su vida cotidiana, perdiendo derechos laborales y
otros. Las políticas de austeridad han ido acompañadas siempre de represión y de
violencia por parte del Estado. Y vimos de una parte un partido de izquierdas que
aumentaba sus porcentajes electorales, y ahora está en el gobierno (la historia
del primer gobierno de Syriza y del memorándum que se vio obligado a firmar con
las instituciones europeas es archiconocida); y al mismo tiempo, un partido
nazi [Amanecer Dorado] entró en el Parlamento y ahora ocupa la tercera posición
en dos elecciones consecutivas. Para mí fue muy importante participar enérgicamente
en los acontecimientos de mi país.
Mi implicación empezó en 2008, después del asesinato de un
adolescente por un policía. Y poco a poco me interesó más tomar posición,
intervenir en el discurso público. Así, un grupo de amigos, en diciembre de
2011 fundamos una revista política, Unfollow, con artículos de opinión y
reportajes, claramente de izquierdas. La revista tuvo éxito desde el primer
número, la verdad es que ni nosotros creíamos al principio que la sociedad
griega necesitaba algo así. Mucha gente nos había dicho antes que sería una
catástrofe, que la gente no iba a pagar por una revista, que prefiere internet para
informarse. Sin embargo, la revista sobrevive hasta hoy, cuatros años después,
y puede pagar a los colaboradores. Y me
da mucha alegría el hecho que también publicamos en cada número un poema y un
cuento, sobre todo de gente joven, de escritores surgidos en los últimos años
con la crisis económica. Al poco, me hice miembro de Syriza y así me metí en la
política-política. Fui candidata al consejo municipal y elegida para la Comisión de Cultura del
partido. Bueno, la
política me interesa mucho, aunque es algo a lo que nunca imaginé que podría
dedicarme. Pero es así la época, y la gente cambia mucho.
–La
crisis que ha afectado de manera tan profunda a Grecia, ¿en qué se ha reflejado
en términos de publicaciones, de cultura?
–La crisis ha afectado mucho tanto a las
publicaciones como en general a la cultura. Primero, en el terreno de las
publicaciones disminuyó mucho el número de libros publicados anualmente, y aún
más el número de libros traducidos de autores contemporáneos. Para los
escritores griegos se ha hecho casi una costumbre la autofinanciación de la
edición, sobre todo para los poetas.
Además,
las editoriales se han vuelto más cautas en la selección de títulos; prefieren
los títulos con más posibilidades de éxito comercial. Hay también efectos
positivos; por ejemplo, su fundaron editoriales pequeñas, cooperativas o que
pertenecen a personas de la profesión, por ejemplo traductores que están
buscando una posibilidad de hacer cosas que les gusten y ganarse la vida con
ello. En general, el público ha mostrado mayor interés en leer ensayos, en
asistir a presentaciones de libros y charlas políticas, muchas veces ligadas a libros
recién publicados. Me parece que la gente, al menos durante los primeros años
de la crisis, tenía necesidad de entender qué le estaba pasando. Ahora bien,
dinero no hay, el Estado casi no financia la creación artística; los grupos de
teatro, orquestas, exposiciones de arte no reciben un euro. Sin embargo, la
vida cultural está muy viva, la gente busca maneras alternativas de producir,
de presentar sus obras. También hay una tendencia a la privatización la
cultura. Fundaciones privadas sin ánimo de lucro poco a poco están adquiriendo un
papel dominante en el campo cultural. Pero necesitaría una charla muy larga
para explicarlo. Como periodista, durante este periodo he escrito mucho sobre los
aspectos del cambio en el mundo de la cultura.
–¿A
qué autores en español has traducido desde el inicio de la crisis y hasta hoy?
¿Se refleja esta circunstancia político-económica en la selección de autores?
–Había dejado durante un tiempo la
traducción, o trabajaba menos que antes. En esa época traduje El pasado y Ciencias morales. La segunda novela todavía no se ha publicado
porque la editorial no cree en su éxito comercial, y yo no he cobrado ni la
mitad del dinero que me deben. Hoy les pregunté si puedo buscar otra editorial
y me dijeron que sí. Espero entonces que alguien se interese por publicar la
novela de mi amigo Martín. En general, la circunstancia político-económica no
se refleja mucho en la selección de autores, aunque sí ha aumentado la
publicación de ensayos, también de literatura relacionada con la crisis (por
ejemplo, así promocionaron hace poco la editorial y los diarios la novela de
Chirbes En la orilla; o, unos años
antes, la novela El año del desierto, de Pedro Mairal). Y como dije
antes, las editoriales van a lo seguro, no pueden darse el lujo de arriesgar,
eso explica lo que me ha pasado con la traducción de Ciencias morales.
–¿La
crisis ha afectado a las tarifas o al plazo de pagos? ¿Qué tarifa media se paga
por página de literatura? ¿Varía según el género, si es ensayo o novela?
–Sí, la crisis ha afectado mucho a las
tarifas y al plazo de pago. La tarifa no varía mucho según el género, pero
varía entre editoriales. Aquí la traducción se paga por un folleto de 16
páginas, así se puede encontrar gente que paga menos de 100 euros por 16
páginas, y otra que llega hasta los 200 € o más. Si el plazo de pago había
empezado a alargarse ya antes de la crisis en algunas editoriales, ahora es
mucho más frecuente la demora. Afortunadamente, algunas pagan a la entrega de
la traducción. La rebaja de tarifas algunas veces ha superado el 50%, pero en
general diría que se trata de un 20-25% respecto de lo que pagaban antes. Estoy
segura de que las tarifas aquí en Grecia ya eran las más bajas de Europa
occidental. Tampoco aquí ha habido una respuesta organizada de la profesión. Con
el paro que hay, es muy difícil enfrentarse. Además, las medidas para contentar
a Europa implican una subida de nuestros impuestos y el dinero que pagamos a la Seguridad Social
hace que sea casi imposible ejercer exclusivamente el oficio del traductor. O hay
que hacerlo en condiciones mucho peores que antes, y creo que va a reflejarse en
la calidad de nuestro trabajo.
–¿Existe
en Grecia un organismo de gestión de derechos de autor / del derecho de copia
como Cedro? ¿Hay un sindicato o asociación
de traductores y, en tal caso, qué tipo de actividades y medidas de defensa de
la profesión lleva a cabo?
–Sí, hay un organismo de gestión del derecho
de copia como Cedro, pero a mí su funcionamiento me parece poco claro. Yo cobro
unos 200 euros anuales, y este año me dijeron que habrá una rebaja a los 100
euros a partir del año próximo. Sé que este organismo tiene muchísimo dinero en
el banco, ha comprado un edificio muy bonito para instalarse en el centro de
Atenas. En cuanto a la gestión de derechos de autor, no sé muy bien qué pasa. Hay
varias asociaciones de escritores, la más prestigiosa es también bastante cerrada,
no acepta fácilmente nuevos miembros; sé que aceptan a traductores, pero hablar
en Grecia de derechos del traductor suena a broma. No existe algo así. Por
supuesto, tiene que ver con el tamaño del mercado, pues muy pocos de los libros
que traducimos llegan a la segunda o tercera edición. Recientemente se ha
creado un sindicato de traductores, empezamos a fundarlo en 2008, y participé
hasta cierto momento. Se creó de manera muy problemática, muy izquierdista, y eso
excluía a mucha gente de la profesión. Ahora tiene poquísimos miembros, de modo
que no tiene ningún poder para reivindicar nada o para responder a la rebaja de
las tarifas o cualquier otro problema de la profesión. Para mí es como si no
hubiera sindicato. Además, en los últimos años mucha gente ha abandonado la
traducción, porque no podía sobrevivir.
–Siento
curiosidad por saber si Grecia mantiene una relación cercana con otras
culturas. O, aunque se trate de idiomas
minoritarios –considerando los países de alrededor--, ¿crees que la crisis
migratoria tendrá pronto incidencia en la cultura griega y en qué sentido crees
que podría ser?
–Grecia siempre tuvo una relación
privilegiada con la cultura francesa, y aún hoy la tiene. En los últimos años,
el Instituto Francés de Atenas tuvo un director muy interesado por la cultura,
y eso favoreció el intercambio entre los dos países, en un período muy difícil
para los artistas griegos. También hay una influencia creciente de la cultura
anglosajona y una relación tradicional con la literatura rusa, que la gente
aquí ama mucho.
Con
los idiomas y la cultura de los inmigrantes que ahora viven en Grecia no hay
tanta relación, aunque me parece que se están forjando poco a poco vínculos muy
fuertes, sobre todo gracias a los inmigrantes de segunda generación, jóvenes
que participan de ambas culturas. Me parece que, dentro de unos años, ellos van
a enriquecer la cultura griega. En la actualidad, muchos de ellos trabajan en
el terreno de la cultura, hay músicos, actores y directores de teatro,
bailarines; de momento pocos escritores, pero sí algunos periodistas.
–¿Se
vive y se defiende (aún) en Grecia una cultura mediterránea o se da la espalda
a esta noción? Si se defiende, cuáles son las iniciativas y qué organismos las
gestionan? ¿Participas en ellos?
–Sí, es así, la cultura mediterránea se
defiende en Grecia, aún más en estos últimos años, a causa de la crisis, que es
percibida como una crisis del Sur europeo. Bueno, hay también una retórica de
la derecha o de la centroizquierda europeísta que trata de imponer un modelo de
vida más centroeuropeo, pero me parece que no hay mucha gente que lo acepte.
Grecia también mantiene vínculos tradicionales con el mundo árabe, con Egipto o
con Palestina, por ejemplo. Pero, para ser honesta, no conozco qué iniciativas
u organismos defienden la cultura mediterránea. Es posible que haya algunas
organizaciones no gubernamentales activas en ese terreno.
–Por
último, ¿te has decidido a escribir tus propios textos de ficción?
–Me atormenta mucho la idea de escribir mis
propios textos, desde hace muchos años. Es algo en lo que siempre estoy
pensando, y de vez en cuando hago esfuerzos por escribir algo propio. Pero me
resulta –difícil terminar algo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario