Daniel Hahn |
CR (Conversational Reading) es el blog que Scott Esposito –co-autor of The End of Oulipo? (Zero Books, 2013 ) y frecuente colaborador literario de numerosos diarios y revistas estadounidenses– lleva desde 2004. En su entrada correspondiente al 23 de junio pasado hay una conversación entre él y el escritor y traductor británico Daniel Hahn, ganador del International Dublin Literary Award, quien decidió donar parte del dinero ganado con el premio para crear TA New Translation Award, un premio para traductores y editores nóveles. Sobre eso y otros temas trata lo que sigue, que se ofrece aquí en traducción de Julia Benseñor.
El traductor Daniel Hahn ganó el International Dublin Literary Award y decidió donarlo para crear
el TA New Translation Award
el TA New Translation Award
A principios de esta semana, el escritor angoleño José
Eduardo Agualusa recibió el International Dublin Literary Award por su novela A General Theory of Oblivion [traducida
por Edhasa como Teoría General del Olvido]. Daniel Hahn, como traductor de este libro al
inglés,también recibió el premio, de modo que la suma de €100,000 fue dividida
entre autor y traductor, que recibieron €75,000/€25,000, respectivamente.
Daniel de inmediato tomó la decisión de donar la
mitad de su parte para instaurar un nuevo premio a la traducción, el TA First Translation
Prize, que otorgará £2,000 a un traductor novel y a su editor.
Me contacté con Daniel para que me explicara más
sobre el nuevo premio, la razón por la que donaba parte de que había obtenido y
para conocer su opinión acerca de qué podían hacer los traductores para insertarse
en el mercado laboral. A continuación, la conversación que mantuvimos.
–En las palabras que pronunciaste cuando anunciaste
tu intención de donar la mitad del premio International Dublin Literary Award con
el fin de crear un nuevo premio para traductores novatos, dijiste que la
traducción “sigue siendo difícil para quienes quieren empezar”. ¿Cuáles son
algunas de las dificultades que existen a la hora de insertarse en el mercado
laboral y cómo contribuye este premio a resolverlas?
–En este momento, hay más gente que quiere traducir
que el trabajo que existe para mantenernos a todos tan activos como quisiéramos
(problema que retomaré después). Esto significa que hay competencia (lo cual no
está mal), pero también sucede que a las editoriales –que comprensiblemente le tienen
aversión al riesgo– les es relativamente más fácil quedarse con los pocos
traductores que ya conocen que abrir el juego, salvo en muy raras situaciones. Por
supuesto que eso me conviene en el plano personal, pero termina siendo
problemático, y una de las razones es que,por lo general, es a través de los
nuevos traductores que nos enteramos sobrenuevos escritores, que nos abrimos a
nuevos idiomas, etc.
En la lista de traductores preseleccionados para el
Dublin Award había otra candidata que, como yo, acompañaba al autor con el que
había debutado como traductora (mi primer autor fue Agualusa), y otros dos
traductores brillantes en los albores de sus carreras. Así que espero que el
premio permita recordarlesa los editores las posibilidades que se abren cuando
se decide trabajar con quienes recién empiezan y, por supuesto, ayudar con
reconocimiento a los traductoresy que eso les haga más fácil no sólo ingresar a
esta profesión sino quedarse: a un traductor novato que gana un premio tal vez
le resulte más fácilfirmar un segundo o tercer contrato.
–¿Creés que con más premios se fortalece el lugar
que ocupan las traducciones en el campo literario del Reino Unido?Qué otras
cosas, además de premios, se necesitan para darle mayor presencia a la
literatura traducida y convertirla en una fuerza más vital dentro del mundo
literario del Reino Unido?
–Es raro, pero no creo que el problema sea que
falten premios. Tenemos tantos, tantos premios. Premio a obra publicada, a obra
inédita, de poesía y de prosa y también premios a libros infantiles, premios a
obras escritas en una amplia gama de lenguas diferentes, etc., etc. Tener demasiados
premios puede ser tan complicado como tener muy pocos. (La mayoría, para que
realmente funcionen, dependen de la publicidad y del reconocimiento, y esos
recursos son limitados). Pero los premios destinados estratégicamente a ayudar
a resolver un problema en particular, o a rectificar determinado desequilibrio,
sin duda pueden ayudar, aunque sólo sea por un tiempo. Creo que la literatura
traducida en el Reino Unido viene ganando ya mucha vitalidad en estos días y,
sí, es verdad que hay algunos premios que han contribuido a que así sea, pero los
que más ayudan son (como el Dublin Award) aquellos que no premian la “calidad
traductora” de un libro. Por una parte, nos beneficia que la traducción, su
práctica, sea más visible, se discuta y se entienda más, pero también nos
beneficiamos por estar en el mainstream.
–También comentaste que estás “tan seco como
el próximo traductor”, toda una caracterización de la realidadeconómica de esta
profesión y que seguramente no despertaría demasiado disenso. Pero también sos
uno de los traductores que más trabaja, estás entre los más buscados, de modo que
me da curiosidad escuchar tu opinión sobre cómo podría hacer un traductor para
vivir de su profesión (o al menos para que esta pasión no derive en bancarrota).
¿Qué consejo le darías a los que recién se inician?
–Yo no creo que la traducción literaria te lleve
necesariamente a vivir una vida de penurias.Mis honorarios varían, pero en
promedio cobro entre £95 / $140 cada mil
palabras. Y creo que está bien, en general. No hace falta que diga que
algunos libros son más difíciles que otros y que los honorarios no varían al
punto de reflejar esa diferencia, lo que significa que tengo que asegurarme de
traducir algo fácil (es decir rápido) para compensar los librosdifíciles, o sea,
más lentos. Tampoco tengo problemas con eso. (Si trabajás por £95 cada mil
palabras y te empecinás en traducir sólo ese tipo de libro que requiere que avances
a paso de tortuga haciendo sólo cuatrocientas palabras por día, entonces sí
estás en problemas). Me gustaría que los honorarios variaran más según los
desafíos de cada libro (lo que es absolutamente improbable que ocurra), pero aun
así no creo que nuestros honorarios por millar sean tan terribles. Tengo otros
trabajos también y, sin embargo, pago el alquiler con mis traducciones. Sí, sé
que no todos trabajan con las tarifas que trabajo yo, pero muchos, incluso muchos
que recién se inician, cobran lo mismo que yo).
La principal dificultad es, como dije antes, que no
hay suficiente trabajo para todoslos que quieren trabajar. Si podés traducir
cuatro o cinco libros de una extensión normal por año, podés vivir de eso, sin
lujos, pero podés llevar una vida razonable. Sólo que no hay suficientes libros
para todos los que quieren trabajar como traductores. Y ahí sí se complica
llegar a fin de mes cuando no tenés otras fuentes de ingreso.
La buena noticia, en cambio, es que la traducción
es totalmente compatible con otro trabajo. Si recién debutás como traductor (¡bravo!),
no esperes tener un flujo constante de trabajo desde el principio, es decir, traducir
cuatro o cinco libros al año siempre. Un díavas a lograr ese primer contrato que
te llenará de emoción; luego vas a tener que esperar hasta que aparezca el
segundo o tercer contrato y quizás todavía más para obtener el cuarto, de modo
que necesitarás llenar esos blancos con otro trabajo rentado. Esotambién está
bien. Es difícil pensar en una profesión
en la que sólo te ocupes de la mejor parte desde el preciso instante en que te iniciás.
–Con tus logros como traductor, sos claramente
un referente de la profesión en muchos sentidos. Por eso creo que es importante
que hayas elegido devolverle de manera tan visible a la profesión lo que ella
te dio a lo largo de tu carrera laboral. En tu opinión, quienes trabajamos en
esto –los traductores, las editoriales, los editores, escritores, periodistas,
críticos, etc.–, ¿tenemos un compromiso de retribuirle algo a
nuestra profesión?
–Mmm, yo no me atrevería a decir que la gente debe
retribuir algo, sobre todo no diría que esa retribución tenga que hacerse mediante
dinero. (Algo que sí me preocupócuando pensé en este nuevo premio era siotros
traductores se sentiríanpresionados o incómodos en el caso de ganarlo y eligieran
no devolver nada...) Todos atravesamos distintas circunstancias: yo no nado en
dinero, pero soy consciente de que puedo vivir de lo que hago de año a año y no
tengo a nadie a cargo, así que dar un poco del dinero que me llega sin que lo
espere no es gran cosa ni representa demasiado sacrificio. Si hay otros que
están en condiciones de hacer una devolución, genial; pero si no, no me corresponde
juzgar.
Pero si bien no quiero pronunciarme sobre si
tenemos que devolver algo a la comunidad, sí celebro precisamente el hecho de
que tantos elijan hacerlo. Las personas que traducen libros y publican
traducciones y abogan por la literatura internacional conforman la tribu más solidaria,
optimista y generosa de la que he formado parte alguna vez. Cada persona que
conozco hace mucho más de lo que debe por lo que le pagan; todos están
motivados por un sentido de comunidad, de cumplir una misión o de trabajar por
el bien común. Cada traductor experimentado que conocí dedica tiempo para
ayudar a los colegas que vienen detrás. (Cuando armé el programa de tutorías
hace seis años, en parte fue porque la tutoría detraductores ya estaba
ocurriendo todos los días de la semana, sólo que de manera informal, impredecible
y no rentada…) Muchos de mis amigos más cercanos son traductores o personas que
trabajan en el mundo de la traducción y nos hemos hecho amigos no por traducir
juntos, sino porque participamos en algún proyecto solidario o en algún comité
de becas, organizamos un evento para la comunidad, armamos un plan, charlamos
ideas para un nuevo proyecto –no por el dinero, sino como aporte “al bien
general”, si querés ponerle un nombre–, ofreciendo nuestro tiempo o
conocimiento o solidaridad o lo que se pueda. Mi contribución con este nuevo
premio también depende de que otras personas estén dispuestas a promocionarlo,a
participar como jurados,a organizar un evento para el momento de la entrega y a
ayudar a reclutar sponsors. Sé que va a ser un trabajo de equipo, como son
todas estas cosas. Yo sólo di el primer paso.
–Este premio está destinado a los traductores y a los editores, que suelen
ser el eslabón más ignorado dentro del mundo de las publicaciones. ¿Por qué
incluiste a los editores? ¿Cuál es el rol del editor y su responsabilidad a la
hora detraducir y ofreceral mercado nuevas obras maravillosas?
–Los editores son fundamentales para acercar nuestro
trabajo al mercado, en las formas más obvias. Los traductores pueden aconsejar
o recomendar o ayudar a armar un proyecto para publicar un nuevo libro, pero es
el editor el que toma la decisión final y/o convence a los equipos de venta y
hace que el libro sortee los obstáculos que cada casa editora impone para
llegar hasta ese momento en que se decide encargar la traducción.En el caso de
un escritor novel, los obstáculos son obviamentemás grandes todavía. Por otra
parte, se necesita cierto coraje para encargar la traducción a un traductor sin
trayectoria previa (aunque sea la persona que ayudó a descubrir/adquirir el
libro en primer lugar). Además, lleva tiempo la magia de hacer que un buen
manuscrito sea aún mejor. Hasta los traductores noveles más seguros necesitan de
alguna guía; los muy buenosson incluso mejores con un buen trabajo de edición y
aprendenen el proceso –como nos pasa a todos, por muy experimentados y
arrogantes que nos hayamos vuelto–, pero el papel fundamental que cumple el
editor es casi siempre invisible (mucho más invisible que el nuestro, aunque
nos quejemos más), que sólo se nota cuando algo sale mal. Espero que el premio
TA nos ayude a recordar –también a nosotros, los traductores– los beneficios
que pueden resultar de esta colaboración vital.
–¿Cómo ves las perspectivas de la traducción
en el Reino Unido? Me refiero al aumento de la xenofobia, el inminente Brexit,
para no mencionar los recortes presupuestarios permanentes y el lento
crecimiento económico en el Reino Unido? ¿Cómo le está yendo a esta literatura
(en gran parte) esotérica escrita por extranjeros y qué esperás que suceda en
los próximos años?
–Creo que vamos directo a una catástrofe de varios
tipos –en lo político y lo social– de la cual el Brexit es tanto síntoma como
causa. Creo que es un desastre. El tema me abruma, me avergüenza y me asusta,
alternativamente.
Sin embargo, una cosa que no me produce es miedo
por el futuro de la literatura traducida. Creo que el mundo editorial en
general se verá afectado (las exportaciones mejoran cuando nuestra moneda pierde
valor, pero una economía lenta es un problema en general: el comercio minorista
sufre, el financiamiento y apoyo a actividades culturales se contrae) y otras
áreas auxiliares también van a sufrir (habrá menor cobertura crítica en los
medios de prensa porque reducen la cantidad de páginas, etc.), pero no creo que
la publicaciónde obras extranjeras vaya a pasarlapeor que el resto. No creo que
la literatura traducida sea “esotérica”, para usar tu palabra, que creo que es
buena. Y la escisión en nuestro país, como en el tuyo, es tal que los que leen
ficción o poesía internacional son en altísimo porcentaje los que votan por
quedarse en la UE o los que votan contra Trump. No creo que las millones de
personas que leyeron o leen a Krasnahorkai ahora por culpa del Brexit vayan a
cambiar de repente sus hábitos y pasen a leer sólo novelas británicas y el Daily Mail; pero sí me preocupa el Brexit
como síntoma: ¿nos está marcando una tendencia culturalmente proteccionista,
menos generosa, menos curiosa de la sociedad a la que pertenezco? ¿Hay algo que
nosotros, quenos ocupamos día a día de facilitar el intercambio cultural,
tengamos que hacer al respecto?
–¿Por qué sos traductor? ¿Qué te aportó ese mundo a tu vida y por qué la
gente tendría que leer traducciones?
–En la cena del Dublin Award describí el proceso
que me llevó a ser traductor, cuando Daniela de Groote y Gary Pulsiferme
encargaron que tradujera mi primera novela, una de Agualusa. No tenía
intenciones de ser traductor antes de que me empujaran a ese debut, pero
resultó una tarea divertida y algo que podía hacer, más o menos bien. Me
convertí en traductor gracias a ellos.
Pero también hablé sobre la comunidad
extraordinaria a la que vos y yo pertenecemos, ese grupo solidario, generoso y
dinámico que te mencioné antes.Si Daniela y Gary yAgualusa son las razones por
las que me volví traductor, ésta es la comunidad a la que elijopertenecer y en
la que quiero quedarme. Disfruto el trabajo en sí y creo que soy bastante bueno
(aunque no tan bueno todo el tiempo, como me gustaría) y sí, también digo, sin
vergüenza, que lo hago por la paga, pero sobre todo por la gente que me rodea,
que comparte esta misión bastante rara pero totalmente cautivante.
Pero me perturbaun poco tu última pregunta: “¿por
qué la gente tendría que leer traducciones?” En general, creo que la respuesta a
tu pregunta no es distinta de la respuesta a la pregunta de por qué la gente
debería leer. El carácter de traducido no le confiere a ningún libro poderes
especiales.
–¿Qué proyectos tenés entre manos?
–Acabo de terminar de traducir el primer libro de una inmensa trilogía de ciencia ficción para jóvenes escrita por Victor Dixen, así que pronto me embarcaré en el segundo libro y luego en el tercero. Cuando haya terminado con los tres –tengo 1100 páginas por delante–, empezaré con mi tercer libro de Eduardo Halfon (en una cotraducción con Lisa Dillman) que tengo que entregar en octubre y acabo de firmar para el sexto de Agualusa para el invierno. Ésos son los próximos libros que tengo en mi línea de montaje. Después están todos los libros que hice recientemente, pero que todavía no salieron a la luz porque están en diferentes etapas de su cocción: una novela de Michel Laub para Harvill Secker, una novela de José Luís Peixoto (co-traducida con Robin Patterson) para un editor portugués, una novela portuguesa para Oneworld, una de Carola Saavedra para Riverhead y tres libros de ilustraciones para niños. No sé si no me olvido de algo más. Después tengo trabajos que no son de traducción, ya que la traducción es una tarea part-time en mi caso y hay tantas otras cosas que quiero hacer. Entre las traducciones y esas otras cosas, tengo unos cincuenta libros traducidos en mi recorrido laboral; sin embargo, siento que recién estoy empezando…
–¿Qué proyectos tenés entre manos?
–Acabo de terminar de traducir el primer libro de una inmensa trilogía de ciencia ficción para jóvenes escrita por Victor Dixen, así que pronto me embarcaré en el segundo libro y luego en el tercero. Cuando haya terminado con los tres –tengo 1100 páginas por delante–, empezaré con mi tercer libro de Eduardo Halfon (en una cotraducción con Lisa Dillman) que tengo que entregar en octubre y acabo de firmar para el sexto de Agualusa para el invierno. Ésos son los próximos libros que tengo en mi línea de montaje. Después están todos los libros que hice recientemente, pero que todavía no salieron a la luz porque están en diferentes etapas de su cocción: una novela de Michel Laub para Harvill Secker, una novela de José Luís Peixoto (co-traducida con Robin Patterson) para un editor portugués, una novela portuguesa para Oneworld, una de Carola Saavedra para Riverhead y tres libros de ilustraciones para niños. No sé si no me olvido de algo más. Después tengo trabajos que no son de traducción, ya que la traducción es una tarea part-time en mi caso y hay tantas otras cosas que quiero hacer. Entre las traducciones y esas otras cosas, tengo unos cincuenta libros traducidos en mi recorrido laboral; sin embargo, siento que recién estoy empezando…
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