Segunda
entrada del breve cuestionario respondido por varios traductores trasandinos. Hoy
es el turno de Kurt Folch (1970). Como poeta ha publicado Viaje nocturno (Stratis,
1996), Thera (Libros la Calabaza del Diablo, 2002), Paisaje
lunar (Libros la Calabaza del Diablo, 2010), Líquenes (Libros
la Calabaza del Diablo, 2014). Como traductor ha publicado: Las alegres
casadas de Windsor de William Shakespeare (Norma, 2002), Secciones
eternas de Tom Raworth (Ediciones Tácitas), George Oppen,
poesía ensayo y entrevistas (UDP, 2012), Chomei e Toyama de
Basil Bunting (Lecturas Ediciones, 2017). Ejerce como profesor de literatura en
la Universidad Diego Portales.
“Somos un país pequeño y los
lectores no abundan”
–¿Desde
cuándo y por qué traducís?
–En pregrado traduje algunas cosas de Graham Greene y Anthony Burgess, un
par de poemas de Marianne Moore y un poema de Browning. Intenté hacer mi
versión del “Prufrock”. No lo terminé, creo que fueron las tres primeras
estrofas. comencé a traducir para ver si podía poner en castellano lo que
creía entender. Le agarré gusto a encontrar de pronto formas que calzaban
con lo que pensaba. Es decir, traduciendo uno puede apreciar la pequeña gran
diferencia entre pensamiento y palabra.
–¿Cómo
elegís a los autores que vas a traducir?
–Los que me gustan, tanto como para intentar una versión de alguno de sus
poemas. Como para no olvidar alguna idea que surge leyendolos. Poco a poco se
acumulan y de pronto algo se puede hacer con eso. La excepción fue Shakespeare,
que me lo solicitó Marcelo Cohen. Esa obra (Las alegras casadas de Windsor)
fue la última en tener traductor. Las importantes estaban todas asignadas. Lo
tomé como trabajo, pagaban bien. Pero al final le tomé mucho cariño a esa
comedia. Y fue lo que realmente me introdujo a Shakespeare.
–¿Qué
relación hay entre lo que traducís y tu propia tarea como poeta?
–Como se trata de autores que me gustan son influencias directas. A
partir de la traducción he sacado varios poemas. Casi siempre ayuda para
destrabar algo, o comenzar. Pero lo que sale de ahí para mi propio uso no es más importante que mi vida cotidiana. El proceso particular de ir traduciendo a Oppen y Raworth, por ejemplo, concidieron con mi matrimonio, un hijo, etc. Es decir, una vida familiar en la que se transformaron en personajes familiares incluso para mi esposa e hijo. Y de esa poesía se desprende, por así decir, una óptica, una manera de traducirse (a uno) a su vez.
–¿Cuál es
el panorama actual de la traducción literaria en Chile?
–Hay varios poetas traduciendo. Desde hace algunos años que hay varias de
las llamadas editoriales independientes que publican traducciones. No
podría hacer una lista detallada de traductores y sus editoriales. Los poetas traductores que recuerdo ahora son
Cristobal Romero (Tácitas), Leonardo Sanhueza (Tácitas), Alejandra del Río,
Carlos Soto Román (Das Kapital, Libros del pez espiral), Carlos Almonte
(Descontexto), Rodrigo Olavarria (UDP, Anagrama), Soledad Marambio (Cuadro de
Tiza), Natalia Figueroa (Cuadro de Tiza), Cristobal Joannon (Tácitas, Ediciones
Universidad de Valparaiso), Adán Mendez (UDP), Armando Roa (Ed. Universitaria),
Enrique Winter (Alquimia, Ediciones Universidad de Valparaiso), Marcelo
Pellegrini (Ed. Universitaria), Diego Maqueira (Ed. Universitaria), Braulio
Fernandez Biggs (Ed. Universitaria), Verónica Zondek (Calabaza del Diablo,
LOM), Andrés Claro (Tácitas), Andrés Anwandter, (Hueders), Sergo Coddou (UDP),
Luz María Astudillo (Cuadro de Tiza) y se me deben olvidar unos cuantos… Traductores
de prosa y ensayo/filosofía, puedo mencionar a Mauricio Electorat (para UDP),
Carla Cordua y Roberto Torreti (filosofía para Tácitas y UDP). Ahora, si nos
ponemos a ver quién traduce qué, Editorial Universitaria ha publicado las versiones
de Armando Roa, Marcelo Pellegrini, Braulio Fernandez-Biggs (Pound, Browning,
Shakespeare…), Tácitas ha publicado a Romero (Horacio), Sanhueza (Catulo),
Joannon (Davenport y mis versiones de
Raworth). La UDP también ha publicado a Adán Méndez (Pessoa), a Rodrigo
Olavarría (Ginsberg), a Sergio Coddou (Lowell) y mi traducción de Oppen. Luego,
Cuadro de Tiza ha publicado traducciones de teoría y filosofía hechas por
Felipe Alarcón, Nicolas Trujillo, Soledad Marambio. Por su parte, Ediciones
Universidad de Valparaíso publicó una antología de Philip Larkin, de Enrique
Winter, Cristobal, Joannon y Bruno Cuneo. Y la Editorial Alquimia publicó una
antología de Charles Bernstein, de Enrique Winter. En caunto a Das Kapital y
Pez Espiral, han publicado plaquettes
de Carlos Soto Roman (Ron Silliman, Aram Saroyan, Derek Beaulieu). Anuncio que la Editorial Garceta publicará el
próximo año una antología de Tom Raworth, que estoy preparando.
–¿En qué
medida la industria editorial chilena se hace cargo de los traductores
chilenos?
–No hay eso que uno podría imaginar como "industria editorial".
Somos un país pequeño y los lectores no abundan. Sí ha comenzado a
funcionar una beca de traducción que ofrece el estado a través del Fondo del
Libro. Sirve para pagar derechos y la publicación, y algo para el traductor. Debo
añadir que, en general, la mayoría de los traductores
mencionados se relacionan con las editoriales que nombré de manera para nada
comercial y más bien desde el entusiasmo y la amistad.
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