No hay nada mejor que una lectura atenta, el chequeo de fuentes, la comparación y la prudencia. Eso es, grosso modo, lo que dice Eugenio Conchez, en la siguiente entrada, motivada por las entradas previas sobre la traducción de Lolita, de Vladimir Nabokov, realizada por Enrique Pezzoni y censurada en España por Grijalbo y mal leída por Anagrama.
Eugenio Conchez (Intendente Alvear, La Pampa, Argentina, 1983) es escritor y profesor .Estudió Letras en la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam), donde está a cargo de Literatura en lenguas anglosajonas y germánicas. Participó en la edición y corrección de Ulises y Finnegans Wake, de James Joyce (traducción de Marcelo Zabaloy, El cuenco de plata). Escribió su tesis doctoral sobre la obra de Cyril Connolly.
Un poco de justicia para Pezzoni
Las siguientes
líneas fueron motivadas por los artículos sobre la traducción que hizo Pezzoni
de Lolita, que seguí con interés. Me
apresuro entonces a decir que hay algo que invalida los primeros dos.
Leí por primera
vez la novela en la edición de Anagrama Compactos que cita Hernández Busto. Al
momento de investigar y estudiar para dar un seminario sobre Lolita, encontré en un texto de Daniel Link,
"1955" (Fantasmas), la
siguiente frase:
"En 1955,
apareció en París Lolita. Tres años
después, la novela se publicó en los Estados Unidos y, en 1959, Enrique Pezzoni
la tradujo para Sur y el seudónimo que utilizó entonces (Enrique Tejedor) lo
sobrevivió durante muchos años en ediciones cada vez más alejadas del original,
porque la versión era tan buena que sus pocos deslices y omisiones no opacaban sus
aciertos" (217).
¿Cómo es que se
aleja una nueva edición de la traducción original? La frase me dejó con esa
duda, que enseguida resolví, comprando la edición de Sur de 1959. La respuesta:
censura.
La traducción
original de Pezzoni no incurre en ninguno de los errores y omisiones (que acabo
de chequear uno por uno) que denuncia Hernández Busto. Ortiz Gozalo sólo se
limita a opinar sobre lo que dice el anterior. A la traducción no le faltan
trozos, y está en las antípodas de ser francamente mala. (Ya Ricardo Piglia
decía que los escritores de su generación querían escribir como las
traducciones de Pezzoni). Sí pude comprobar que le faltan esos trozos a la
edición de Anagrama, y están todos señalados en mi ejemplar; para muestra baste
un ejemplo.
Original:
It was no easy matter to divert the little maiden's attention while I performed the obscure adjustments necessary for the success of the trick. Talking fast, lagging behind my own breath, catching up with it, mimicking a sudden toothache to explain the breaks in my patter —and all the while keeping a maniac's inner eye on my distant golden goal, I cautiously increased the magic friction that was doing away, in an illusional, if not factual, sense, with the physically irremovable, but psychologically very friable texture of the material divide (pajamas and robe) between the weight of two sunburnt legs, resting athwart my lap, and the hidden tumor of an unspeakable passion.
Anagrama Compactos:
No era fácil distraer la atención de la niña mientras llevaba a cabo los oscuros ajustes necesarios para que la treta resultara. Hablaba rápido, contenía la respiración, inventaba un súbito dolor de dientes para explicar lo entrecortado de mi jadeo, y mientras tanto, fijando una mirada interior de maniático en mi dorada meta, fui aumentando sigilosamente la proximidad. (67-68)
Sur (pongo en cursivas las modificaciones y recortes):
No era fácil distraer la atención de la niña mientras llevaba a cabo los oscuros ajustes necesarios para que la treta resultara. Hablaba ligero, contenía la respiración,la reanudaba, inventaba un súbito dolor de dientes, para explicar lo entrecortado de mi jadeo, y mientras tanto, fijando siempre una mirada interior de maniático en mi dorada meta, fui aumentando sigilosamente la fricción mágica que anulaba –en una sensación ilusoria, si no real– la contextura de la división material (pijama y bata), físicamente inamovible, pero psicológicamente desdeñable, entre el peso de dos piernas tostadas por el sol que descansaban atravesadas sobre mi regazo, y el tumor oculto de mi pasión indecible. (61)
It was no easy matter to divert the little maiden's attention while I performed the obscure adjustments necessary for the success of the trick. Talking fast, lagging behind my own breath, catching up with it, mimicking a sudden toothache to explain the breaks in my patter —and all the while keeping a maniac's inner eye on my distant golden goal, I cautiously increased the magic friction that was doing away, in an illusional, if not factual, sense, with the physically irremovable, but psychologically very friable texture of the material divide (pajamas and robe) between the weight of two sunburnt legs, resting athwart my lap, and the hidden tumor of an unspeakable passion.
Anagrama Compactos:
No era fácil distraer la atención de la niña mientras llevaba a cabo los oscuros ajustes necesarios para que la treta resultara. Hablaba rápido, contenía la respiración, inventaba un súbito dolor de dientes para explicar lo entrecortado de mi jadeo, y mientras tanto, fijando una mirada interior de maniático en mi dorada meta, fui aumentando sigilosamente la proximidad. (67-68)
Sur (pongo en cursivas las modificaciones y recortes):
No era fácil distraer la atención de la niña mientras llevaba a cabo los oscuros ajustes necesarios para que la treta resultara. Hablaba ligero, contenía la respiración,la reanudaba, inventaba un súbito dolor de dientes, para explicar lo entrecortado de mi jadeo, y mientras tanto, fijando siempre una mirada interior de maniático en mi dorada meta, fui aumentando sigilosamente la fricción mágica que anulaba –en una sensación ilusoria, si no real– la contextura de la división material (pijama y bata), físicamente inamovible, pero psicológicamente desdeñable, entre el peso de dos piernas tostadas por el sol que descansaban atravesadas sobre mi regazo, y el tumor oculto de mi pasión indecible. (61)
Los recortes y
modificaciones –sí, la censura– ya estaban en la edición de Grijalbo cuando la
compraron. Sin referirme a las cualidades de Herralde en particular, ha faltado
un poco de cuidado en la edición de Anagrama. Y hubieran hecho mejor en volver
a la traducción original de Pezzoni, indagando un poco, que escuchar
habladurías y encargar la de Francesc Roca. Dice Link en nota al pie:
"La nueva
traducción de Francesc Roca se limita a corregir los antiguos errores, pero
agrega tantos otros que no tiene sentido usarla como referencia. En las páginas
22-23, por ejemplo, se lee: ‘Durante mis relaciones con las mujeres, regidas
siempre por el principio higiénico de que no deben almacenarse en el organismo
aquellos humores susceptibles de volverse rancios y perjudicarlo, me mostraba
práctico, irónico, enérgico’. El
original dice sencillamente ‘In my sanitary relations with women I was practical,
ironical, and brisk’" (218). (!) Sí.
Y esos “errores” que Link menciona en la
traducción de Pezzoni no son, por supuesto, los de Hernández Bustos, sino
minucias fruto de alguna distracción, como el de "psicópata" por
"psicopatólogo", o decir que Lolita mide uno treinta al hacer mal la
conversión de pies.
La única manera
de subsanar esto es que alguna editorial argentina se decida a publicar la
versión original del texto de Pezzoni, y que algún corrector cuidadoso retoque
esos pequeños deslices. Mientras tanto, quien quiera leer tan
extraordinaria novela, sólo puede hacerlo en la nueva edición de Anagrama. La
obra no se lo merece.
Queda averiguar
quién fue el responsable de la censura. Pero decir que la Lolita de Pezzoni es “francamente mala”, apenas un “souvenirliterario de un traductor
feroz”, me parecenafirmaciones injustas –agravadas por endilgarle culpas
ajenas–, que revelan torpeza y un gusto literario dudoso,
tratándose de la obra cumbre de uno de los traductores y hombres de letras más
importantes de la Argentina.
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