El 14 de enero pasado, Guillermo Piro publicó en su columna semanal del diario Perfil la siguiente nota sobre un nuevo orden dado a los libros por una tal Carrie Waller (foto). Es esto que sigue.
Los libros puestos al revés
Cada apasionado de los libros tiene su
propia fijación acerca de cómo ordenarlos en los estantes de la biblioteca. Hay
quien prefiere ordenarlos por género, quien prefiere el orden alfabético, o por
editorial, o por tamaño, o en el orden en que fueron comprados. (Karl
Lagerfeld, por ejemplo, tiene una monstruosa colección de libros de arte, todos
ordenados horizontalmente, unos sobre otros. Juro haber examinado con atención
tratando de descubrir el criterio con que están ordenados, pero no lo encontré.)
Los libros son objetos bellos y por esto no escapan a la atención de
diseñadores de interiores y fotógrafos, que cuando tienen la ocasión los
organizan con criterios netamente estéticos. Hace unos años, la moda era
ordenarlos por color; ahora a alguien se le ocurrió organizarlos al revés, con
el lomo hacia adentro y poniendo en evidencia las páginas. De ese modo, los
libros parecen más ordenados, en amonía con el resto de la habitación y,
naturalmente, formando una paleta de colores coherente, como explica Natasha
Meiningeren en el blog de diseño Outside and In.
Cada uno hace con sus libros lo que
quiere, pero la nueva moda generó algunas indignaciones entre aquellos que
opinan que los libros son para leerlos –y tal vez un poco también para
mostrarlos en los estantes– y no para ser tratados como un ingrediente del
diseño. En un artículo en el sitio Buzzfeed se les pedía a los lectores que
votaran si esta moda les parecía una “abominación” o algo “absolutamente
inocuo”, y el 87 por ciento eligió la abominación. Una de las primeras fotos de
los libros al revés fue publicada en Instagram en octubre por Carrie Waller,
una diseñadora que administra el blog Dream Green DIY. Waller explicaba: “¿Los
libros no combinan bien con los muebles? No se preocupen. ¿Quieren una solución
facilísima? Acomódenlos al revés y todo estará ordenado”. A algunos les pareció
una idea óptima, pero muchos otros la tildaron de estúpida –a la idea, no a
ella; bueno, un poco también a ella.
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