El
pasado sábado 4, también el diario Perfil y con las digresiones de siempre, Damián Tabarovsky publicó la
siguiente columna a propósito de la nueva e inminente edición de la Feria de
Editores, que, organizada por Hernán
López Wine y Víctor Malumian, se
desarrollará los días 10, 11 y 12 de agosto en la Ciudad Cultural Konex.
Fin de semana
independiente
El
viernes que viene comienza la Feria de Editores, el evento en que las pequeñas
(algunas ya medianas) editoriales (llamadas muchas veces “independientes”)
ofrecen su catálogo, con la presencia de los propios editores oficiando de
vendedores, como un modo de diálogo entre las editoriales y los lectores. Con
el paso del tiempo, la FED se fue convirtiendo en uno de los eventos culturales
más importantes del año. Surgida en 2013 en la sede de FM La Tribu, con apenas
15 editoriales, este año se realizará en la Ciudad Cultural Konex con más de
250 editoriales, incluidas varias de Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Colombia
y México. Organizada por Hernán López Wine y Víctor Malumian, editores de las
Ediciones de Godot (sello célebre por haber publicado todos buenos libros salvo
uno malísimo), sobre ellos debe recaer el agradecimiento de todos los que
disfrutamos de la lectura de los mejores libros que se publican entre nosotros.
Dicho de otro modo: a esta altura no cabe duda de que lo más interesante que se
editó en Argentina en los últimos quince años ocurrió en las pequeñas
editoriales y que la FED es el lugar ideal para encontrarlas todas juntas.
Una
muestra de la centralidad creciente de la FED –tal como ocurre en Chile con La
Furia del Libro, la feria de la edición independiente, la más dinámica de las
que ocurren en Santiago– es que comienza a haber editoriales que lanzan títulos
importantes para esta fecha. Ya no solo para la Feria del Libro de la Rural, ya
no solo en otros momentos fuertes del año (como para Navidad), ya no solo en
días cercanos a otros eventos como el Filba u otras ocasiones programadas, sino
también ahora para el salón de editoriales independientes. Por ejemplo, La
Bestia Equilátera anuncia la salida de De
amor y de hambre, de Julian MacLaren-Ross, traducido originalmente al
castellano en la vieja Sudamericana por Ernesto Montequin, agotado durante
años, por suerte nuevamente reeditado en un acto de infinita coherencia del
editor de La Bestia Equilátera.
Publicado en 1947, De amor y hambre es el mejor libro de MacLaren-Ross, solo
comparable a Tostadas de jabón,
publicado también por La Bestia Equilátera. Pero aquí no son cuentos sino una
novela que, a partir de una anécdota sobre la amistad y el amor, da cuenta como
pocas del clima de posguerra de una Inglaterra victoriosa pero devastada. Como
ya ha sido muchas veces dicho, el tono de MacLaren-Ross tiene un aire al mejor
Graham Greene, pero en verdad De amor…
recuerda ante todo a The Heat of the Day,
de Elizabeth Bowen, por cierto una de mis autoras favoritas, que bien merecería
nuevas ediciones y traducciones, como supo hacer la también vieja Emecé en su
momento. Auden y Louis MacNeice mencionan la novela como una cita secreta en
sus Cartas de Islandia, y si leemos
ese párrafo veremos que se detienen mucho más en el hambre que en el amor. Y
está bien que así sea. El hambre era el horizonte de vida en ese 1947. Solo que
en Maclaren-Ross el hambre incluye también la elegancia, la ironía, la gracia y
la inteligencia.
Permítanme ahora reparar en una editorial chilena cuyos libros
son difíciles de conseguir en Buenos Aires y cuya presencia en la FED es la
verdadera razón por la que concurriré a dicha aglomeración: Cuadro de Tiza.
Conozco pocos sellos que editen tan bien poesía y ensayo literario.
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