La columna de este viernes, firmada por el poeta y traductor mexicano Pedro Serrano, trata sobre su trabajo sobre un texto del poeta estadounidense Edward Hirsch (foto; 1950).
Una traducción reticente:
Gabriel. Un poema, de Edward Hirsch
Cuando en una caminata te encuentras con una parte escarpada, no hay
más que cruzarla. Así de inevitable fue para mí traducir Gabriel, el libro que Edward Hirsch escribió a la muerte de su
hijo. Edward es amigo mío, ycuando me lo pidió supe inmediata, simultáneamente,
que iba a ser duro pero también que iba a hacerlo. Yo había traducido ya una
selección suya, Aligeren la oscuridad,
que incluye dos poemas dedicados a su hijo Gabriel. “La bienvenida” narra su
nacimiento y adopción, y “Niño con
auriculares” lo retrata adolescente, cruzando Broadway. Para cuando el libro se
presentó en la FIL de Guadalajara en diciembre de 2012, Gabriel ya había
muerto. Carla Zarebska, editora de Cooperativa La Joplin, le pidió a Hirsch que
leyera “La bienvenida”. Él volteó desconcertado, como si se encontrara perdido.
Por suerte Laurie Watel, su pareja, intervino. Un gesto sirvió para que Edward reaccionara
y el poema no se leyó. El silencio era entonces su lugar de respeto. Dos años
después publicó Gabriel, un largo
poema dedicado a su hijo. Había logrado atravesar lo indecible.
Gabriel. Un poema está
formado por una serie de cantos que cuentan la vida de un niño. Cada canto
consta de veinte tercetos desplegados en páginas abiertas. El poema empieza y
termina con la muerte de ese niño, en un recorrido que dura ochenta páginas. En
medio hay muchas cosas, divertidas unas, desesperantes otras. Gabriel se nos hace
presente, y se vuelve cercano. Hirsch incorporó, con ligeros cambios, los dos
poemas que le había dedicado, integrados a un flujo narrativo no lineal. “No
soportaba la idea de que Gabriel pudiera ser olvidado”, dijo en una entrevista en
Página 12 en noviembre del año pasado
en Buenos Aires. El poema va de la realidad desolada más presente a una noche
de fiesta al cumplir Gabriel veintidós años, a una letanía de artistas y poetas
que hicieron obra a partir de experienciasequivalentes, pasando por muchas
otras cosas que es mejor leer que detallar. En escribirlo, Hirsch logró lo
inusitado. Gabriel es un inmenso
poema.
Siempre me apropio de lo que traduzco, pero esta vez fue diferente. En
la lengua en que aparezca, este poema, para mí, sigue siendo de su autor, como
si las presencias no se pudieran perder. Para escribirlo, Edse embarcó en un
viaje íntimo, que me atrevería a llamar sagrado. Es un poema tan en el cuenco
de sus manos que cualquier gesto lo desacraliza. Apropiarse de él sería una
falta de tacto. Al escribirlo, pudo lograr atraerse en palabras la vida de su
hijo Gabriel. Allí están los dos juntos. Tuvo que recorrerla toda, desde el
viaje que como padres hicieron él y su esposa para recibirlo a la última
travesía que de nuevo hicieron juntos, veintidós años después, ya separados, hasta
hallarlo. Traducirlo fue un acto de amistad, un ir con él en el acompañamiento
poético de su pérdida, y fuetambién una labor de extremo respeto. Una constante
en mi relación con Gabriel ha sido el
pudor. Recorrí el poema página por página y estrofa tras estrofa hasta que
surgió en español, a la vez volcado en él y afuera. Emocionalmente arduo,
agradezco haberlo puesto en español.
Empecé a trabajar en su traducción a principios de 2017, con miras a
terminarlo un año después. Tenía, según yo, tiempo para avanzar, poco a poco,
conforme mis fuerzas me dejaranentrar. Pero las cosas se precipitaron. En abril
de 2017, la editorialme dijo que tenía que tenerlo impreso para septiembre. Casi
al mismo tiempo, María Negroni me buscó para saber si podía publicarse también
en Buenos Aires. Hirsch iba a estar en noviembre, y ella quería que yo fuera también,
y diera un curso en la UNTREF. Al principio Carla Zarebska dudaba en cederles
los derechos. Le propuse a María que publicaran mejor Aligeren la oscuridad, y posteriormente Gabriel. Este libro, es verdad, alcanza cotas de una vastedad
innominable, pero sus otros poemas breves tienen la misma incisión que hay en él,
y publicarlo vale la pena. Pensé que eso tranquilizaría a Carla. Pero Patricio
Grinberg , el editor de Zindo&Gafuri, no estaba interesado. Está prendado
del poema, me dijo María; la editorial es pequeña, y la edición será de pocos
ejemplares (no sé si esas fueron sus palabras pero el sentido sí). Como yo
quería que Gabriel alcanzara todos
los lectores posibles, intercedí ante La Joplin, que aceptó. Me comprometí a terminar
la traducción,para ambos, a principios de septiembre.
Trabajé de manera asfixiante. a marchas forzadas, durante todo el
verano. De manera aparentemente desordenada, un día traducía la página 12, otro
la 73, luego la 34. Fue el único modo en que pude entrar. Como si recorriera un
larguísimo pasillo con muchas puertas, un día entraba en una y otro en otra,
sin saber nunca qué me iba a deparar cada habitación. Lograba así entrar y
salir del dolor que lo constituye. Cada tramo me dejó exhausto, desolado.
Pienso que quizás fue así como Hirsch lo escribió, conformando retazos de sus
vidas, haciendo una manta con pedacerías hasta coser la colcha toda. Entonces pudo
taparse. La traducción fue apareciendo poco a poco, como un rompecabezas,
primero una escena, luego otra, hasta quese fueconfigurando y uniendo.
Paralelamente, estuve trabajando en su edición argentina. No me
pareció inconsistente cambiar algunos términos, que allí sonarían extraños,
como “vidrieras” por aparadores, “cochecitos” por carriolas o “parlantes” por
bocinas, que es como se dice en México. Otras, que consideré entendibles, pedí
que se respetaran. Ninguno de esos cambios la altera. Otra cosa hubiera sido
sustituir el tuteo por un voceo. Como lo sería pasar del ustedes al vosotros en
una edición española. Por suerte, nada de eso me pidieron en Zindo & Gafuri.
A finales de agosto la terminé y en septiembre la envié a las dos editoriales. La
primera maqueta que Patricio Grinberg me envió de regreso tenía seis estrofas
por página, lo cual deformaba el poema. No se había percatado de que Gabriel está constituido en cantos narrativos
de diez estrofas, pero lo corrigieron a tiempo, y salvo unas últimas
correcciones que por las prisas no se pudieron incorporar la edición quedó muy
bien. A mediados de septiembre estuve un par de días en Buenos Aires. No vi a
María, pero sí me encontré con Patricio. Se mostró contento. Yo también lo
estaba. Gabriel se presentó en Buenos
Aires en noviembre, con la presencia de Hirsch. Yo no pude asistir, pero por lo
que supe todo salió bien. En enero de este año Página 12 incluyó Gabriel. Un
poema en su lista de “Diez posibles títulos del año”. Yo me siento
agradecido.
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