El
escritor sudafricano J.M. Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940) pasa
largas temporadas en la Argentina, donde realiza actividades en la Universidad
de San Martín (allí creo una cátedra Sur–Sur, a la que visitan diversos
escritores australianos, neocelandeses, sudafricanos, etc) y participa
activamente en la selección de escritores becados por el MALBA. Sin embargo,
las cosas van todavía más allá de esto. En la bajada de la entrevista que le
realizó Verónica Abdalá, publicada el 29
de mayo pasado en el diario Clarín,
se lee: “El escritor escribe en inglés pero
una argentina traduce sus libros y ésa se considera la versión original.
Aquí explica el porqué y habla de La
muerte de Jesús, su última novela, que sale a principios de junio”.
La revolución de J.M. Coetzee,
En lo que él mismo define a Clarín como “el final de
su carrera”, el Nobel sudafricano John
Maxwell Coetzee elige hacer una última y
definitiva apuesta literaria, que es estética pero a la vez política: adopta el
español como el idioma del que nacen sus ficciones, que posteriormente se
traducen a los demás idiomas, inclusive el inglés. Escribe en inglés, pero hace
traducir sus textos y pone la versión en castellano como la lengua madre de sus
escritos. Su idilio con este idioma nace de un convencimiento que es al mismo
tiempo existencial y filosófico: el inglés se ha apoderado del mundo e impone
una perspectiva que, en su opinión, se traduce en una suerte de
tiranía ideológica, alejada de una visión plural. Eso es
puntualmente, lo que lo lleva a distanciarse.
“Tengo reservas hacia el inglés a nivel filosófico y
político. Estar incluido en un idioma es estar imbuído en su visión del mundo,
y cada vez me
distancio más de la visión del mundo que propone el idioma inglés”, explica el
escritor, cuya lengua de origen es el áfrikans y que el 1° de junio
publica en la Argentina su nueva novela, La muerte de Jesús. De los
Estados Unidos, donde estudió en su juventud como migrante, se mantiene alejado
desde la presidencia de Bush hijo.
Hace unos
años que el poder creciente del inglés lo inquieta y ya no está dispuesto a fomentar su avance
"como lengua imperialista global". Esa es la razón por la que –como
ya hizo con su anterior libro de relatos, Siete
cuentos morales–, prefiere lanzar su nueva obra en castellano. Para eso
trabaja con una traductora argentina, Elena Marengo –Directora de la
Maestría en Traducción de la Universidad de Belgrano– y exige que no se modifique
esa versión en ninguna de sus ediciones. Lo que la
primera vez pudo leerse como una declaración de intenciones –la adopción
del castellano como la lengua de origen de sus libros–, ahora se confirma como
una definición de principios.
Esta vez, el libro será coeditado por su
editora argentina, María Soledad Costantini, de la editorial El hilo de Ariadna
y por Penguin Random House.
Con La muerte
de Jesús, Coetzee –novelista, lingüista, filólogo y matemático, que
en 2006 se naturalizó ciudadano de Australia, país donde vive– cerrará una
trilogía que arrancó en 2013 con La
infancia de Jesús y siguió en 2017 con Los
días de Jesús en la escuela.
En el primero de estos libros, la lengua
española ya cumplía una importante función, aunque desde la trama: un hombre y
un niño –David– llegan a una tierra extraña, y descubren que en ella se habla
ese idioma y no el inglés. Entonces experimentan lo que la mayoría de inmigrantes: van a tener que adquirir esa nueva lengua "para poder sobrevivir, para
preguntar direcciones o buscar empleo, para comprar y vender, para confesar o
hacer el amor", en palabras de Coetzee.
“No hay
ningún motivo para que mis libros tengan que salir en inglés”, sostiene ahora el autor. “Primero –explica a Clarín– porque
el tipo de inglés que escribo hoy en día, al final de mi carrera, es bastante
abstracto y, para emplear una metáfora, desarraigado.
Se traduce fácilmente a otros idiomas. Cuando miro la traducción al alemán de
uno de mis libros, por ejemplo, no detecto nada 'faltante': no se ha perdido
nada en la transición del original en inglés a la traducción al alemán.
Segundo, lo digo porque no debo ninguna lealtad
particular a las industrias editoriales del mundo de habla inglesa,
las industrias basadas en Londres y Nueva York. Mi conjetura es que en el mundo
de habla inglesa se me considera como un escritor extranjero con un nombre que
suena extranjero, como representante de lo que llaman ‘literatura
mundial’.
Y agrega: “No tengo el tiempo ni el
espacio para explorar la difusión del inglés como la lengua de facto de los
negocios en todo el mundo y, cada vez más, como la lengua de facto de la
academia. Permítanme decir simplemente que, si bien no soy hostil a la idea de lingua franca(NdeR: aquella lengua que tácitamente se adopta como lengua común
de entendimiento entre personas que hablan idiomas distintos), el hecho es que
cada idioma lleva dentro de sí una cierta visión del mundo, una visión del
mundo que sus hablantes nativos dan por sentado: el mundo es como 'El mundo'
les parece a través del prisma de su lengua materna. Por razones tanto
filosóficas como políticas, estoy a favor de una pluralidad de idiomas y una
pluralidad de opiniones del mundo en disputa.”
David, el protagonista del libro a través del
que el Nobel vuelve a mirar el mundo, a esta altura de la
trilogía tiene diez años. Es un chico que ha abandonado
voluntariamente a sus padres putativos para irse a vivir a un orfanato, y
además admira al Quijote. También caerá presa de una enfermedad misteriosa.
“Era rápido mentalmente y hábil con los
pies: eso es lo que tú entiendes por excepcional", describe otro de los
personajes de esta ficción. "Yo supe que él no pertenecía a este
mundo; lo supe desde el momento mismo en que puse mis ojos sobre él. Era como
esos pájaros –no recuerdo ahora su nombre– que muy de vez en cuando descienden
del cielo para que los meros seres terrestres los veamos, y luego levantan
vuelo otra vez para continuar su eterno peregrinar”.
–¿Cómo es el vínculo del personaje
con El Quijote?
–Cabe decir que David es un fanático de El Quijote. También es posible decir que,
habiendo leído El Quijote, a
su manera, no ve ninguna razón por la que deba leer cualquier otro libro. A
este respecto, sería como aquellas personas que leen la Biblia o el Corán y
encuentran suficiente para todas sus necesidades”.
–¿Y el
suyo? ¿Qué tiene que ver Cervantes con Coetzee?
–Su gran libro me parece único en el
sentido de que inaugura una nueva forma literaria, la novela y, en el mismo
movimiento, concluye esa forma al eclipsar a todos sus imitadores y sucesores.
No estoy solo entre los escritores en venerar a El
Quijote.
–¿Existe algún tipo de parecido entre este
niño, que decide abandonar a su familia, y Elizabeth Costello, ese
personaje es un posible alter ego femenino suyo? Ella también manifiesta una
aparente dificultad para adaptarse al mundo y expresar pensamientos y emociones
que otros no formularían.
–Quizás, David es ciertamente un niño
provocador. Aunque me divierte que pienses en Elizabeth Costello como mi
alter ego femenino,no me considero un
personaje que adopte una actitud provocadora hacia el mundo. Si
Elizabeth Costello descendiera del reino donde los personajes de ficción tienen
su existencia y entrara en nuestro mundo, no me vería a mí como un personaje de
mucho interés. Si ella me incluyera en uno de sus libros yo sería como un
personaje secundario, alguien que no se enfrenta al mundo con suficiente rudeza
o provocación para ser un héroe.
–¿Hay
algo autobiográfico en esta trilogía de Jesús?
–No son en ningún sentido autobiográficos.
O mejor dicho, permítame calificar esa afirmación. Son autobiográficos solo en
el sentido de que al crear una obra de ficción, el escritor necesariamente
recurre a recuerdos y fantasías que no son accesibles para la mente consciente. Si los libros son autobiográficos, lo son inconscientemente.
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