Una de las
consecuencias laterales de la pandemia es la definitiva puesta en evidencia del
estado de retardo mental de los miembros de la Real Academia Española. Quien lo
dude, puede leer el siguiente artículo, publicado por Daniel Gigena en el diario La
Nación, de Buenos Aires, el pasado 17 de abril. Pobre gente.
La RAE comparte palabras reconfortantes
para superar la incertidumbre
Con el hashtag #QueLasLetrasTeAcompañen, la Real Academia Española
(RAE) inició este mes una campaña en redes sociales, invitando a sus seguidores
a compartir palabras reconfortantes por su sonido o significado en momentos de
pesar e incertidumbre como los que se viven desde los primeros meses de 2020. “Una
palabra dicha a tiempo siempre puede reconfortar y más en épocas como esta –anunciaba
la institución en sus cuentas @RAEinforma y @laaraeinforma, en Twitter e Instagram respectivamente”. Les invitamos a recorrer con nosotros el abecedario
en busca de palabras que nos iluminen a todos en estos días”. De ese modo, un
léxico del bienestar viaja del diccionario a las pantallas del celular y la
computadora.
Verbos, sustantivos, adverbios e
interjecciones son válidos para este acto de fe lingüística. En las cuentas de
la RAE en Twitter, Facebook e Instagram se comparte en forma diaria una palabra
que corresponde a cada letra del abecedario, con una grafía especial. A la vez,
se propone a los seguidores que piensen y escriban otras que empiecen con la
letra del día y que, según el espíritu de la propuesta, transmitan bienestar o
alegría mientras pasa la nube negra de la pandemia.
Letra a letra, la RAE “desgrana” el abecedario de
la lengua española y promueve la participación (y la competencia lingüística)
de los usuarios para celebrar la riqueza del español y, de paso, levantar los
ánimos. La primera palabra fue el verbo “apapachar”, que en algunas zonas tiene
el significado de “dar abrazos”.
A la letra B, le tocó “brezar”,
que significa “acunar a alguien o mecer algo”. “Así usó el verbo Miguel de
Unamuno “ejemplifica la RAE”: «¡Qué dulzura debe de ser olvidarse de
la vida y de la muerte entre sus brazos!, ¡dejarse brezar en ellos como en olas
de carne!»“. A la C le correspondió el disonante “cocotología”, creado por
Unamuno a partir del francés cocotte (“pajarita de papel”) para denominar el arte de hacer “pajaritos”
(se diría en el Río de la Plata) de papel. Para la C, se optó por “conticinio”,
que significa “hora de la noche en que todo está en silencio”.
El día de la D se eligió la
palabra “dingolondangos”, que refiere a expresiones cariñosas, mimos, halagos y
arrumacos. Pese al
distanciamiento social, se puede practicar en familia, en pareja o
entre amigos, previo lavado de manos. Para la E, se seleccionó del diccionario
la resplandeciente palabra “esplendente”.
La F fue identificada con el
sustantivo “francachela”, que alude a una reunión de personas para divertirse,
algo poco recomendado para realizar en la cuarentena obligatoria y preventiva. Eso no impide
celebrarlas a distancia, advierte la soberana institución que
custodia la lengua española. Para la G, se rescató “gosipino, na”, que no
significa chismoso, sino “que tiene algodón o se parece a él”. Poética, la RAE
aconseja mirar las nubes para fijar el significado de la palabra.
A la silenciosa H le correspondió un adverbio: “hermanablemente”,
que es sinónimo de “fraternalmente”. A la I, “inefable”, es decir “que no se
puede explicar con palabras”. Y a la J, “jarcha”, que designa un tipo de
canción de origen árabe.
La palabra con K es bien
conocida: “karaoke”. Proviene del japonés kara (vacío) y oke, acortamiento
de okesutora, que significa “orquesta”. Para la L, los
académicos de la RAE pensaron en “lucero”, los astros que parecen más grandes y
brillantes. Y para la M, la palabra que designa a algunos de los héroes de
2020: “médico, ca”.
Para la N, “nictálope”, uno de los curiosos autoantónimos del español. Tiene dos significados contrapuestos: “que ve bien de noche” y “que ve mal”. “La elegimos por su primer sentido, para que sigamos viendo en la oscuridad”, se advierte en la página web de la institución. A la Ñ, le tocó la terminación ““ñía”, que se encuentra en la palabra “compañía”.
Para la N, “nictálope”, uno de los curiosos autoantónimos del español. Tiene dos significados contrapuestos: “que ve bien de noche” y “que ve mal”. “La elegimos por su primer sentido, para que sigamos viendo en la oscuridad”, se advierte en la página web de la institución. A la Ñ, le tocó la terminación ““ñía”, que se encuentra en la palabra “compañía”.
Este jueves fue el turno de la
vocal O, para la que se escogió la palabra “ojalá”, que proviene del árabe
hispánico law sá lláh, “si Dios quiere” (cuando se la compartió,
varios tuiteros corrigieron a la academia en su traducción del árabe). Hoy,
para la P, la RAE eligió “palíndromo” (palabras o frases que se leen igual al
derecho o al revés) y citó un ejemplo empleado por Julio Cortázar: “Anás
usó tu auto, Susana”. Varios usuarios dejaron los suyos: “Amad a la dama”, “Yo
hago yoga hoy” y “Arriba la birra”, entre otros.
Los académicos aman la literatura
Otra iniciativa de la RAE creada
en los días de cuarentena lleva el hashtag (o “etiqueta”, como se recomienda
escribir “sin éxito” en español) #ViajarConLasPalabras,
con el que se invita a los seguidores recomendar libros que “fomentan la
evasión literaria” y que hacen posible viajar a otros mundos sin moverse de
casa. En Instagram hay disponible una plantilla para promover estos viajes
quietos por medio de la lectura.
Incluso varios académicos
compartieron los libros que los ayudan a vivir mejor estos momentos. Además de
textos científicos y periodísticos, algunos de ellos optaron por la literatura
universal, como el gran traductor Miguel Sáenz, que recomienda libros de Jack
London, Rudyard Kipling y Michael Ende, entre otros. Soledad Puértolas propone
leerUn lugar llamado Antaño, de la premio Nobel Olga Tokarczuk, y el
filólogo Pedro Álvarez de Miranda, Pedro Páramo, del mexicano Juan Rulfo, y La voz a ti debida, del extraordinario poeta español Pedro Salinas, donde se lee: “¿Por
qué tienes nombre tú,/ día, miércoles?/ Por qué tienes nombre tú, tiempo,
otoño?/ Alegría, pena, siempre/ ¿por que tenéis nombre: amor?”. Las palabras
tienen la respuesta.
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