El
pasado 17 de junio, en El Economista,
de México, Ricardo Quiroga publicó
un artículo sobre el destino de las librerías del D.F. La bajada dice: “A pesar
de que el gobierno de la ciudad ha permitido su reapertura este jueves, algunos
locales del último eslabón de la cadena del libro abrirán para rematar sus
libros y otros definitivamente no podrán volver”.
Agonizan
pequeñas librerías de la ciudad
El viernes pasado, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México,
Claudia Sheinbaum Pardo, anunció que, de mantenerse la tendencia se
estabilización y ligera disminución de las personas hospitalizadas por Covid-19, el semáforo epidemiológico
cambiará en los próximos días, por lo que la semana que transcurre fue
designada como “de transición hacia el semáforo anaranjado” y con ella se
autoriza la apertura este jueves de pequeños comercios de las colonias con una
operación de menos de cinco empleados, incluyendo a las pequeñas librerías.
Sin embargo, el recuento de pérdidas
por el cese de la
actividad en este eslabón de la cadena del libro ha sido drástico,
tanto así que varias de ellas definitivamente no podrán retornar a la actividad
comercial.
Selva Hernández administra la librería A través del espejo, ubicada sobre
Álvaro Obregón, en la Roma Norte, con más de 20 años de tradición y enfocada en
libros antiguos, raros, primeras ediciones y autografiados. Hasta hace dos días
comenzó la planificación de apertura, así como el proceso de sanitización del espacio
y la adquisición del equipo de seguridad e higiene para los responsables de
atender el negocio. El plan es abrir con dos trabajadores por la mañana y dos
por la tarde y con una limitante al interior de no más de cinco compradores a
la vez. Sin embargo, la apertura será solamente por unos días, dado que al
final de este mes la librería habrá desaparecido.
“Para nosotros es una apertura triste
porque solamente vamos a abrir para cerrar. La pandemia aceleró el cierre. El
dueño me pidió el local anticipadamente porque ha recibido ofertas mucho
mejores de lo que yo puedo pagar. Nosotros teníamos contrato hasta octubre,
pero no hubo manera de negociar alternativas. Estaremos rematando el inventario
que tenemos, con precios muy bajos, porque necesitamos desocupar el local antes
de que termine junio. Al mismo tiempo vamos a mudar algunos libros a una
librería mucho más pequeña en la Condesa, que se llama La oficina del libro. A otros
tendremos que mandarlos a reciclaje”, comparte.
Alejandro Zenker es cofundador de la Librería del Ermitaño, en San Pedro de
los Pinos, nacida hace seis años, más que como una librería, a manera de un
proyecto de vinculación cultural con su comunidad y, junto con Ediciones del
Ermitaño y Solar Servicios Editoriales, parte integral de una triada de
proyectos editoriales encabezados por Zenker, quienb, sin embargo, no ve viable
la continuidad de la librería.
“No pensábamos que esto duraría tanto
tiempo. Las pérdidas son totales después de tantos meses de tener la librería
cerrada. Todos los costos se nos han venido acumulando, de tal manera que la
librería quedó totalmente descapitalizada. La dinámica que llevábamos se vino
abajo, porque una librería de barrio se distingue por el contacto con la gente.
Si la abrimos, tendríamos que atenernos a las pautas: atención de mostrador y
que la gente puede entrar a cuentagotas, únicamente para comprar. Pero ese no
era el esquema de nuestra librería, un lugar que ofrecía una experiencia. Pero
con la pandemia la experiencia muere por completo. Eso lo hace un proyecto
totalmente inviable en nuestro caso”, lamenta.
Mercurio López Casillas es
administrador de Bibliofilia y otras tres librerías de viejo en el Centro
Histórico. En este momento se encuentra limpiando y sanitizando los espacios,
colocando señalética y dando capacitación a quienes serán responsables de los
espacios para procurar la distancia y los protocolos de higiene. Esto, con el objetivo
de abrir el lunes con una sola persona responsable por negocio. Sabe
de al menos dos propietarios de librerías de viejo en la ciudad que ya han
vaciado sus locales.
“Han sido tres meses de cero ingresos y
todo tipo de gastos. Le pedimos un descuento de la renta a los dueños de los
lugares que arrendamos, pero no aceptaron. Todavía muchos gastos por pagar y
nos resta ver cuánto resistimos hasta el final de año. Ya me gasté todo mis
ahorros. Estoy muy endeudado y casi seguro de que habrá que cerrar uno o dos
locales”, comparte.
Entre el negocio de las librerías A través del espejo y La oficina del libro dependían
unas 20 personas que se quedaron sin trabajo durante la contingencia. Más de la
mitad no podrá continuar después del cierre de la sede en la Roma. La Librería
del Ermitaño, por su parte, tendrá que prescindir definitivamente de dos
trabajadores, el resto tendrá la posibilidad de continuar en los demás
proyectos editoriales que encabeza Zenker.
De las cuatro librerías que administra
Mercurio López dependen alrededor de 20 personas. A pesar de que la alcaldía Cuauhtémoc le entregó un apoyo de
30,000 pesos para pagar la renta durante la contingencia, esta cantidad
únicamente alcanzó para el pago del mes para un solo local.
“Todas las políticas que se han hecho a
favor del libro en México han sido de muy poco efecto. El precio único no es
respetado por las editoriales y las grandes cadenas. Si una librería pequeña
quiere vender grandes sellos, no puede porque las exigencias son altísimas y
los márgenes de ganancia son muy bajos. Ganamos el 40% de lo que cuesta el
libro, pero no podemos competir con una cadena que siempre tiene los libros en
descuento. Las comunidades son las que van a mantener el libro a flote. Hay
gente que está consciente de que al comprar en una librería pequeña está
beneficiando a toda la cadena. Hay muchas personas que ya tienen conciencia de
la compra sustentable y responsable de libros y ellos son los que se han
acercado a nosotros”, asegura Selva Hernández.
Por su parte, Alejandro Zenker opina
que “para que haya realmente un ecosistema librero tan amplio como lo necesita
el país, se requiere de la participación del gobierno. Ya si no apoya a las
librería, cuando menos debería utilizar los recursos que naturalmente tiene
para apuntalarlas, como podría ser la distribución de los libros de texto a
través de los puntos de venta, los centros culturales y la bibliotecas, es
decir que los alumnos vayan a recoger esos libros y de esa manera se
familiaricen con esos espacios libreros y culturales”.
La RELI ha emitido un listado de
recomendaciones para la apertura, entre las que se considera:
- Garantizar una distancia mínima de
dos metros entre clientes y trabajadores.
- Colocar guías y marcadores para hacer
hincapié en el respeto de la distancia saludable.
- Instalar tapetes húmedos y secos para
la limpieza de zapatos.
- Limpiar y desinfectar superficies de
contacto frecuente al menos dos veces al día.
- El tiempo de permanencia en los
espacios será el estrictamente necesario para la compra.
- Se evitará la manipulación de los
libros por parte de los visitantes.
- Se sugerirá como principal medida de
pago la tarjeta y se limpiará y desinfectará la terminal después de cada uso.
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