La semana pasada, en el marco de una entrevista con Inés Garland, a propósito de su reciente traducción de Jamaica Kincaid (ver en este blog la entrada correspondiente al pasado 16 de abril), conversamos brevemente sobre si en la traducción aparecía también la hoy tan mentada cuestión de género. Como el tema iba más allá de la especificidad de esa entrevista, tratamos de establecer por mail un intercambio que, llegado un punto, se interrumpió. Lo reproduzco a continuación:
Inés Garland
–¿Qué diferencia encontrás entre Tiffany Atkinson y Claire Keegan, que hace que pienses que vos no podrías traducir a Tiffany y yo sí? ¿Por qué yo sí?
Jorge Fondebrider
–Tiffany y Claire tienen más o menos la misma edad, se formaron de manera aproximadamente igual (las dos, con diferencia de años, estudiaron en la Universidad de Cardiff, en Gales), pero una se crió en distintas ciudades de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y la otra sólo en el campo irlandés. Por otra parte, Tiffany se dedica a la poesía y al ensayo, y Claire al cuento. Entiendo que la poesía exige un lenguaje mucho más cargado que el de la narrativa, porque, entre otras cosas, tenés que decir lo mismo o más con muchas menos palabras y, en muchas ocasiones, sin tener siquiera un conato de ficción que te sirva para estructurar el texto. El cuento, en cambio, si bien también es una forma breve respecto de la novela, tiene otras reglas y, mal que mal, siempre hay una estructura definida y, por lo tanto, siempre hay espacio para un desarrollo mayor. Ahora bien, aunque este pueda ser un punto de partida, no es el meollo de la cuestión. Uno podría sumar la posibilidad de una experiencia compartida, los datos puntuales que suministra esa experiencia y una manera particular de expresarla ligada a una determinada estructura de personalidad y sensibilidad que no todos compartimos. A mí, personalmente, me da la impresión de poder traducir la forma en que Claire Keegan plantea sus historias, que, aunque en oportunidades traten sobre temas vinculados con su género, se adecuan perfectamente bien a un discurso de índole más general que el de Tiffany Atkinson. Y en este sentido, recuerdo que, cuando la traducías, me contaste hasta qué punto muchas de las experiencias que ella presentaba en sus poemas habían sido también tus propias experiencias como mujer, lo que te acercaba cabalmente a su poesía. Esto último, y ya en términos generales, va desde cuestiones aparentemente externas (en la entrevista que te hice hablabas por ejemplo del empleo de las toallas femeninas en un texto de Jamaica Kincaid) a otras de naturaleza mucho más sútil. Nada de esto es enteramente privativo ni excluyente, pero a veces sucede así y me parece importante advertirlo.
Inés Garland
–No puedo pensar en la sensibilidad como un atributo de género. Creo que hay autores que nos son más afines, por muchos motivos, pero no puedo dividir esa afinidad en hombres y mujeres, ni pensar que un hombre no podría investigar el tema de las compresas en Jamaica Kincaid. De hecho, las otras dos traducciones que mencioné en la entrevista, son de mujeres. Y ni siquiera es un error grave, era un ejemplo de la importancia del contexto. Con respecto al ejemplo que usaste, me siento tan cercana a Claire Keegan como a Tiffany, aunque sean muy diferentes. Me siento más cercana a Tim O’Brien (The Things They Carried) que a muchas mujeres. Creo que dividir la sensibilidad entre hombres y mujeres crea una distancia que ya es hora, hace mucho tiempo, de cuestionar y que es justamente el ámbito de la literatura donde esa distancia tiene mayores posibilidades de corregirse si nos leemos los unos a los otros sin preconceptos. Frank Sinatra decía que la persona que más había influenciado su manera de cantar había sido Billie Holiday.
El diálogo quedó ahí, pero mi impresión fue que, seguramente, otros traductores tendrían otras cosas que decir. La idea, entonces, es incorporar algunas de esas otras voces a partir de tres preguntas:
1) ¿Existe algún rasgo genérico en la traducción?
2) Si así fuera, ¿podría comentar brevemente en qué consiste?
3) ¿Se topó alguna vez con algún texto que no haya podido traducir por esa circunstancia?
Éstas les fueron formuladas a traductores y traductoras de distintas nacionalidades, que traducen los más variados géneros literarios y que cada uno, en la medida de sus intereses, tiene algo para decir sobre la cuestión. Sus respuestas podrán ser leídas en este blog a partir de mañana.
Jorge
Fondebrider
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