El 2 de febrero de 1922, Sylvia Beach publicó en París la primera edición de Ulysses, la revolucionaria novela de James Joyce, cuyo centenario se celebra mañana.
La novela tuvo una primera traducción al castellano en Buenos Aires, cuando José Salas Subirat, un empleado “que sabía inglés” y que trabajaba en una aseguradora, por mera casualidad se comprometió, en 1940, a entregarle una versión de ese texto a Santiago Rueda, dueño de la editorial homónima. Lo hizo en 1945, cuando prácticamente no existía ningún aparato crítico a propósito del libro. Y ésa fue la versión que circuló en el mundo de la lengua castellana durante décadas. La historia puede leerse en el magnífico El traductor del Ulises, una biografía muy documentada escrita por Lucas Petersen (Buenos Aires, Sudamericana, 2016). En rigor, la versión de Salas Subirat llegó a España, tuvo varias ediciones y un día fue adulterada con una “corrección” espantosa, pero bien al gusto peninsular, de Eduardo Chamorro.
Mientras tanto, José María Valverde, un afamado poeta y traductor español, en 1976 publicó la primera versión de la novela traducida en España, trabajo que, en 1978, recibiría el Premio Nacional de Traducción. No obstante, esa versión fue muy criticada en su momento en toda Latinoamérica, pero durante un tiempo se impuso porque contó con el aparato publicitario correspondiente que la presentó como “la” versión de Ulises en castellano.
En 1999, Francisco García Tortosa y María Luisa Venegas Lagüéns, esta vez para la editorial Cátedra, ofrecieron su propia versión que, a diferencia de las otras dos, fue presentada como una traducción de “especialistas”.
Más adelante, el bahiense Marcelo Zabaloy, un electricista interesado en las lenguas, llevó adelante la proeza de ofrecer una nueva edición argentina de Ulises, que, en 2017, publicó la editorial Cuenco de Plata. Esa misma edición fue corregida tres veces por el propio traductor, según puede leerse en los anuncios que acompañan la última edición.
Ese mismo año, Rolando Costa Picazo, profesor de la Universidad de Buenos Aires, miembro de la Academia Argentina de Letras y traductor profesional, publicó su edición crítica de Ulises, en una versión en dos tomos, que dio a conocer la filial local del sello Edhasa.
Ahora, con motivo del centenario de la publicación original, las editoriales españolas baten los parches sobre versiones remozadas de la edición de García Tortosa y Venegas Lagüéns, así como de una edición revisada por André Jaume de la edición de Valverde.
Los diarios españoles se hacen eco de todas esas “novedades” y llenan páginas donde escritores y periodistas hablan de las traducciones de Ulises, pero no se molestan en señalar que, fuera de la traducción de Salas Subirat (ineludible, entre otras cosas, porque fue la primera), hay otras dos espléndidas ediciones argentinas disponibles en el mercado. Eso, en tiempos de Internet, parece inadmisible. O, visto de otro modo, permite interpretaciones francamente repugnantes.
Para denunciar deshonestidades como ésta, entre otras cosas, sigue existiendo el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, que, con la publicación de hoy comienza su décimo tercer año de actividad ininterrumpida.
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