Los caminos de la lengua checa son inescrutables
El checo tiene una composición que suele dar dolores de cabeza a los hispanoparlantes. Palabras sin vocales: prst (dedo), smrt (muerte), čtvrthodiny (cuarto de hora) y, créanme, muchas más. O bien, prefijos verbales que permiten distinguir el aspecto perfectivo del imperfectivo: psát se usa para “escribir”, invocando el proceso y continuidad de la acción, napsat para señalar el resultado del acto de escritura, o también un inicio y un fin determinados de este. Incluso estos prefijos permiten diferenciar u oponer acciones: jít es “andar”, pero přijítes “llegar”, y vyjít, “marcharse”. No creo que sea necesario hablar de los pronombres posesivos (můj, tvůj, její, náš, váš, jejich) y sus variantes reflexivas (svůj), y eso que aquí sólo estoy enunciando los nominativos masculinos en singular.
Hasta una de las formas de decir “sí” es no.
Pero prefiero detenerme en una de las palabras del checo que más me fascinan, dada su falsa simpleza: cesta ([t͜sεsta]). Puede ser traducida como “camino”, es decir el lugar donde transita algo o alguien, o bien como “viaje”, la acción de transitar (de hecho, el verbo cestovat se utiliza para “viajar”).
Hace unos años traduje algunos escritos inéditos de un gran filósofo, Jan Patočka, quien usaba adrede el doble significado de cesta, pues quiso decirnos que la subjetividad es ante todo un movimiento de autorrealización. El camino de la vida (cesta života) no sería solo una licencia poética para hablar de las vicisitudes biográficas, sino la definición misma de la condición humana. En su momento, debo confesar, no me atreví a traducir cesta como “travesía”, que además de tener la acepción de “callejuela”, también se utiliza para hablar de una aventura. Pero la idea de aventura esconde en su empresa un objetivo más o menos específico, y nada más lejos de lo que quería decir el filósofo —no hay una trayectoria preestablecida en la vida, la vida es camino haciéndose. Parecería haber un eco de las raíces etimológicas del término, asociadas a verbos como čistit (limpiar) y klestit (podar). Más aún, se halla en sintonía con la famosa estrofa del “Proverbios y cantares” de Antonio Machado: “Caminante, son tus huellas/ el camino, y nada más;/ caminante, no hay camino,/ se hace camino al andar”.
Finalmente, me abracé al contexto para traducir cesta por “camino” o por “viaje” cuando pareciera conveniente, y apelé a una nota al pie aclaratoria sobre la polisemia de la palabra —muchos de los que traducimos textos filosóficos usamos ese ardid académico. Ahora bien, en la asociación con los versos de Machado, surgió algo que me inquietó. Si ya me resultaba problemático traducir cesta al castellano, ¿cómo sería, con perdón de la expresión, el camino inverso de traducción, considerando lo que sugiere “caminante”? Traducir la palabra como chodec o chodící, es decir, aquel que va a pie, aunque correcto (o lo más común) resulta inapropiado, porque se pierde el lazo con “camino”. Términos como cestovatel o cestující, utilizados para “viajero”, podrían resultar mejores. Pero cestovatel, como lo indica el sufijo, hace mucho énfasis en el agente, lo que el impersonal del “se hace camino” no expresa. En su uso cotidiano, cestující expresa la idea de pasajero, lo cual aludiría a algo contingente y no constitutivo (mientras que el caminante siempre “hace camino al andar”). Aunque en sí mismo el término cestujícíes una sustantivación de cestovat, opera como un participio presente: “viajante”. Quizás, entonces, el terreno está allanado para proponer lo siguiente:
Cesta, a nicjiného;
Cestující, to není cesta,
Cesta se dělá na chůzi.
En cualquier caso, dado que es muy común usar cestujícípara hablar de un pasajero (hasta su sinónimo es pasažér), me hace pensar en que el lector checo puede perder la amplitud que Machado quiere darle a esta palabra. Por cierto, el poetaJanVladislav hizo una antología del poeta con el título Campos de Castilla (Kastilsképláně), el mismo título de la obra en la que aparecen estos versos. Sin embargo, no incluyó este poema, ni ninguno de los “Proverbios y cantares”.
No lo culpo. Abrirse paso por el sentido no es fácil.
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