El pasado 25 de enero, José Eduardo Mora publicó en Semanario Universidad, de Costa Rica, el siguiente artículo sobre Arundhati Bhattacharya (foto), traductora de literatura latinoamericana de la India, que se ocupó de Magón, uno de los principales cuentistas costarricenses.
Magón entre
grandes figuras latinoamericanas traducidas al bengalí
El aleteo de una idea en la India puede tener efectos en San José, Costa Rica, sin necesidad de recurrir al efecto mariposa ni al realismo mágico, aunque haya mucho de mágico detrás de esta historia.
Que el autor costarricense, costumbrista por excelencia, como lo es Manuel González Zeledón —Magón—, acabe traducido al bengalí casi un siglo después de su muerte, es un hito en las maravillas de la cultura popular y en los tiempos de Internet.
La responsable de esta singular e irrepetible historia es la periodista, profesora y traductora india Arundhati Bhattacharya, quien en 2017 incluyó, en una antología de autores latinoamericanos traducidos al bengalí, uno de los cuentos de Magón.
Se trata de “El clis de sol”, una de las narraciones más reconocidas de Magón, tanto por su ironía como por el trágico desenlace del cuento, que ha cautivado a miles de lectores e hizo lo propio con Bhattacharya, quien desde Bengala, India, le cuenta a UNIVERSIDAD el interés que el despertó leer a Magón.
El libro Cuentos de América Latina recoge 20 narraciones de 15 escritores de diez países latinoamericanos.
La responsable de esta singular e irrepetible historia es la periodista, profesora y traductora india Arundhati Bhattacharya, quien en 2017 incluyó, en una antología de autores latinoamericanos traducidos al bengalí, uno de los cuentos de Magón.
Se trata de “El clis de sol”, una de las narraciones más reconocidas de Magón, tanto por su ironía como por el trágico desenlace del cuento, que ha cautivado a miles de lectores e hizo lo propio con Bhattacharya, quien desde Bengala, India, le cuenta a UNIVERSIDAD el interés que el despertó leer a Magón.
El libro Cuentos de América Latina recoge 20 narraciones de 15 escritores de diez países latinoamericanos.
“Nadie me habló de este autor. Yo descubrí sus cuentos buscando en Internet. Y me gustó su literatura. En especial “El clis de sol” y por eso decidí incluirlo en la antología de 2017. A mí me gustaría profundizar en la figura de Magón, como le dicen allá en Costa Rica, porque me parece muy interesante”, cuenta Bhattacharya desde Bengala, donde reside.
Magón en nuestra literatura
La capacidad que tuvo el periodista, diplomático y escritor de captar el habla de los costarricenses de la época influyó de manera decisiva en el movimiento que luego iba a desembocar en la novela y en la generación del 40, de acuerdo con Bonilla.
“El realismo costumbrista tiene su segundo maestro —y el primero por la extensión de la obra y por su identificación con lo nacional y con el gran público— en Manuel González Zeledón (Magón), el escritor que, con Aquileo J. Echeverría en la poesía, ha alcanzado la máxima popularidad y aprecio en nuestras letras, con justo derecho a que dentro de ellas, se le considere como un clásico, el más auténtico si a esa palabra le damos el sentido de autor consagrado e indiscutido”, indica Bonilla en el capítulo 13 de Historia de la literatura costarricense.
Y agrega: “En una carta de 1910 dirigida a García Monge –su antecesor en la novela realista—, Magón reclama el título de ‘descubridor de la riquísima veta costumbres nacionales’ y fue, en verdad, el creador de nuestros cuadros de costumbres, que comenzó a escribir en 1885.
Un total de 11 años más tarde de haber comenzado a publicar en la prensa costarricense de entonces, Magón escribió “El clis de sol”, la historia de Ñor Cornelio, que se va trocando en amargura, inocencia, engaño y desolación, mientras se produce la debacle final, siempre al amparo de la ironía.
Magón fue autor de las narraciones “Unos novios”, “Un almuerzo campestre”, “Dos músicos”, “Una obra de misericordia”, “Un día de mercado en la plaza principal”, “Castañuelas”, “Mi primer novio”, “Nochebuena”, “Una bella”, todos de 1896; así como “La muñeca del Niño Dios” y “El Tequendama”, de 1898; “Dos de noviembre”, de 1900; y “La guerra franco-prusiana”, de 1910.
También escribió la novela La propia, que es una de sus obras más reconocidas.
El descubrimiento de Bhattacharya de Magón como autor para sus pares indios es de una gran significancia, porque a pesar de que el principal premio de cultura del país hace referencia a Manuel González Zeledón, materializado en su pseudónimo, no existe una biografía consistente y profunda de la figura señera de Magón.
En 1947, el profesor José María Arce recogió en el volumen Cuentos, parte de la obra de Magón y la acompañó con un estudio crítico y un glosario, pero llama la atención que de un tiempo a la fecha, los estudios sobre este importante escritor y pensador nacional no hayan proliferado.
Para entender la dimensión que tuvo Magón, hay que recurrir de nuevo a la pluma selecta de Abelardo Bonilla: “La vida en Nueva York y en Washington no cambió, y en cierta forma afirmó la personalidad hondamente costarricense de González Zeledón. Muchos de sus cuadros y cuentos fueron escritos en el Norte, pero aun en sus cartas refleja el sentido de nuestra tierra, el recuerdo de sus costumbres y la persistencia del habla popular”.
Por esa razón, sostiene Bonilla, los temas le brotaban fácilmente de su visión de mundo marcada por su patria: “No se esforzó en buscar temas, porque los tenía en su propia vida y en la de sus conciudadanos. Sus amigos dicen que era un gran conversador, que narraba los hechos y cuentos de modo inimitable; que era sociable, optimista, intachable en su conducta y fino en su pensar y en sus modales. Todo esto se revela en su obra: descripción casi fotográfica, a veces naturalista de los escenarios; ironía, cuando no burla, en el tratamiento de los personajes y de los sucesos; alegría y optimismo, que no destruyen ni el dolor ni la miseria, y la idea cervantina de lo cómico como castigo del error”.
La historia de película de Arundhati
Una labor encomiable
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