"La mayoría de los expositores coinciden en señalar que esta edición arrancó con un descenso de entre el 30 y el 40 por ciento en la compra de libros. Se espera revertir los malos números esta semana. Para ello, la Fundación El Libro anunció que la entrada a la Feria será libre y gratuita de 20 a 22 desde este lunes hasta el 9 de mayo, con excepción del feriadodel miércoles 1." Esto es lo que dice la bajada de la nota firmada por Silvina Friera, en Página 12, el 29 de abril pasado.
La Feria del Libro, con menos gente y ventas
Las fuerzas del libro intentan exorcizar el “no hay plata” en la 48° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que se extenderá hasta el lunes 13 de mayo en el predio de La Rural. La mayoría de los expositores coinciden en señalar que esta edición arrancó “tibia, por no decir fría”, con una caída en las ventas entre un 30 y un 40 ciento, y menos público, aunque el sábado pasado los pabellones estaban “explotados” de jóvenes que a partir de las 20 entraron gratis. Como es fin de mes, y literalmente escasean los billetes, se espera que durante esta semana, especialmente el feriado del 1° de mayo y con la compra de las Bibliotecas Populares (el viernes 3 y sábado 4), se pueda revertir la tendencia. La única excepción, en tiempos de crisis, es un expositor mayorista de saldos, que en los primeros días vendió un 30 por ciento más que el año pasado.
La Fundación El Libro (FEL) anunció que la entrada a la Feria será libre y gratuita de 20 a 22 horas el lunes 29, el martes 30 de abril y el jueves 2 de mayo. Este beneficio se extenderá además del lunes 6 al jueves 9 de mayo, también en el mismo horario. Alejandro Vaccaro, presidente de la FEL, reconoció que la decisión se tomó "en virtud de la crisis económica que atraviesa nuestro país" y para que la mayor cantidad de gente pueda asistir al predio de La Rural. "Es muy importante que todos los argentinos y argentinas que quieran entrar a la Feria lo puedan hacer sin ninguna dificultad”, concluyó Vaccaro.
¡Vivan los libros, carajo!, gritan desde el stand del Ministerio del Libro, una iniciativa colectiva frente a la ausencia del Estado, que surgió de los colectivos Territorio y Producción Editorial Organizada (TyPEO) y Todo Libro es Político (TLEP). En una ceremonia conducida por el editor Matías Reck de Milena Caserola, en la que emulan la asunción de las autoridades, un actor, Pablo Del Grosso, interpreta al vocero presidencial Manuel “Adormir”. El vocero saluda la propuesta porque representa “la libertad que los libros estaban pidiendo después de décadas de politiquería barata”. Luego de una profusa silbatina contra el discurso libertario, el editor Diego Skliar, del colectivo editorial Tinta Limón, asume como secretario de Comunicación del Ministerio y anuncia que están organizando “una política de préstamo de libros, que se realizarán sin expectativas de devolución. Si prestás un libro, no pidas su devolución”, ironiza Skliar ante una pequeña multitud que aplaude en el pabellón Verde.
Expectativas de sobrevivencia
Miguel Balaguer, de Bajo la Luna, tiene un stand propio en el pabellón Amarillo de 24 metros cuadrados. Le costó 1.300.000 pesos aproximadamente. “Es la primera vez que me sale barato el stand, porque la inflación se lo comió, y más caro montarlo”, revela el editor lo que le ocurrió a la mayoría de los expositores y detalla el caso de la REUN (Red de Editoriales de Universidades Nacionales), que compró el lote, como todos los años, pero cuando pidieron presupuesto para armar el espacio decidieron no montarlo. “Este año se dio esta extraña situación de que el espacio, que siempre fue lo más caro, resultó lo más barato”, subraya el editor que arrancó la Feria con un puñado de novedades: una nueva edición, con prólogo y el añadido de un capítulo, de El pintor de la suiza argentina, de Esteban Buch, una investigación que tiene como protagonista a Antoon Maes (1911-1986), pintor y exagente de inteligencia nazi condenado en su país, que vivió y enseñó en Bariloche desde los años '50 hasta su muerte. Se suma la recuperación de la obra de Aníbal Jarkowski con las novelas El trabajo y Tres; y tres títulos para la colección de poesía con Umbría, de Lucía Dorin; La reina del desierto, de Lucía Gagliardini y Tanu, de Laura Forchetti.
El editor de Bajo la Luna confirma que las ventas “no vienen bien” y que eso se notó en la previa de la apertura al público en las Jornadas Profesionales, porque llegaron menos libreros de todo el país y compraron menos. “Los extranjeros se encontraron con libros a precios europeos. Un libro nuestro que estaba entre 6 y 7 dólares el año pasado, los más chiquitos de poesía, hoy están a once dólares con cincuenta, unos 11 mil pesos. Los libros de narrativa, de más páginas, los estamos vendiendo entre 21 y 25 dólares. A los extranjeros, que venían con la inercia de comprar en los últimos diez años a precios uno o dos escalones más abajo, les resultó carísimo. Y compraron menos. El que se llevaba cuatro, ahora se llevó uno o dos”. Históricamente, la Feria le agregaba un mes de facturación a Bajo la Luna. "Pero ahora no sé porque tampoco puedo decir cuál es mi mes de facturación”, se sincera Balaguer sobre cómo está impactando la crisis y concluye con una frase, que bien podría ilustrar el ánimo general de los expositores: “tengo expectativas de supervivencia”.
“Tibia, por no decir fría”
“Las fuerzas del libro” mueven pies, manos y ojos en el Predio de la Rural. El pelado se entusiasmó cuando el sociólogo Salvador Doldan se le ocurrió “la mejor bolsa de tela” de esta edición con esa frase que es un arma contra “las fuerzas del cielo” de un Javier Milei que no goza de la simpatía del mundo editorial. El pelado en cuestión, Federico Gori, de Big Sur, una distribuidora de libros de más de 60 editoriales independientes de la Argentina, México, Chile, Uruguay y España, confirma que la Feria arrancó “tibia, por no decir fría”. “Y digo tibia porque siempre llega la calidez de la gente que uno quiere y que se encuentra en la Feria -aclara-. Tenemos muchos libros nuevos y hermosos para compartir, y estamos hablando de literatura que es importante en este contexto”. Algunos títulos que se podría mencionar son Las cosas menores, de la joven argentina Giuliana Migale Rocco, publicado por el sello argentino Tenemos las Máquinas (18.500 pesos); Como bestias, de la escritora francesa Violaine Bérot, editado por la española Las Afueras (21.990); y Un perro no sabe que puede destruir, de la joven argentina Valeria Mussio, publicado por la editorial chilena Alquimia (13.000). Gori estima que las ventas cayeron un 15 por ciento, pero advierte que lo que más le preocupa es el público. “A a todo el mundo les cuesta llegar a fin de mes, a mí también. El libro, que es un objeto hermoso, y con el que se puede compartir y crecer un montón, no es un artículo de primera necesidad”.
Desde Sudestada, Pablo Fernández afirma que las ventas cayeron entre un 30 y 40 por ciento, una cifra que se corresponde con lo que viene sucediendo en las librerías en los primeros meses del año. “Ahora la gente compra libros muy puntuales, poca cantidad, está mucho más cuidadosa con las compras”, describe el comportamiento que observó en estos primeros días. Fernández comenta que en el stand hay libros infantiles desde 7.500 pesos; el precio promedio de los libros de esta editorial está entre 11.000 y 12.000 pesos. La trilogía de Juan Solá, que cuesta 25.000 pesos, tres novelas en un ejemplar, es el libro más caro de Sudestada. “Tratamos de ofrecer la mejor calidad posible y hacemos promociones con las tarjetas del Banco Provincia y cuenta DNI. Estamos laburando con los costos bajos y la ganancia al límite”, confiesa. La editora y escritora Paula Brecciaroli, de editorial Conejos, que integran el stand de La Coop, junto a Alto Pogo, Audisea y Espacio Hudson, entre otros sellos, asegura que las ventas cayeron un 30 por ciento, pero aclara que siempre la primera semana, al ser fin de mes, es la más difícil y que en mayo aumentan un poco más. “Esperamos que no sea una feria tan mala”, augura.
Lisboa, un libro abierto
Un oasis es el stand de Lisboa, la ciudad invitada de honor que ya se puede afirmar que ha presentado la mejor programación cultural de todas las ciudades invitadas por la diversidad de escritoras que participarán como Lídia Jorge, Yara Monteiro, Ana Pessoa, Isabela Figuereido y Joana Bértholo, de autores como Afonso Cruz (que también es músico en la orquesta de blues y jazz The Soaked Lamb y canta como una especie de Tom Waits de Portugal), Bruno Vieira Amaral y Francisco Jose Veigas, una propuesta que incluye muestras, recitales musicales y ciclos de cine, dentro y fuera de la Feria del Libro. El stand multidimensional, que emula las páginas de un libro abierto, tiene una pequeña librería donde se pueden conseguir en español clásicos de la literatura portuguesa como los poemas de Natalia Correia (1923-1993) o textos más recientes como Esa chica buena onda, de Yara Monteiro.
Los parlantes estallan con Erasure en HD, un stand de saldos con varias ofertas, entre las que se destaca un libro por 6.000 pesos y 3 por 15.000. Aunque prevalecen los clásicos, hay una joyita contemporánea: Piquito a secas, de Gustavo Ferreyra. Horacio Díaz pide que bajen un poco la música y elige una palabra para definir el arranque de la Feria: “Horrible”. “En unidades estamos un 50 por ciento abajo, sé de otras editoriales que están un 60 abajo y más... Hay una que parece que anda muy bien y está un 20 por ciento abajo. Estar un 20 abajo en unidades es una maravilla -ironiza-. Vamos a esperar a ver si cambia un poco la tendencia”.
El viernes a la noche hay poca gente paseando por los pabellones. De repente aparece alguien por el pabellón Azul con una bolsa de Fondo de Cultura Económica. Emanuel, de 38 años, ingeniero en informática que decidió estudiar filosofía, saca el pequeño ejemplar de Los filósofos griegos: De Tales a Aristóteles, de Wialliam K. Goodrie, publicado en la colección “Breviarios”. Lo pagó 10.000 mil pesos. “Veo menos gente que el año pasado, quizá porque recién está empezando. Los libros están caros; este chiquito que compré sale 10.000, pero la mayoría de los libros están 30.000 pesos. Antes compraba más, yo soy de los que acumulan libros y a veces no los leo. Si no los voy a leer y además están caros, directamente no los compro”, sentencia y continua recorriendo los pabellones. En el pabellón Verde, Fabio Viguera, de Aique, describe que las ventas están “un poquito más flojas”, diminutivo de una caída que aún no se puede dimensionar. “El país no acompaña, pero tratamos de ser optimistas porque se viene el 1° de mayo y la compra de las Bibliotecas Populares. Por lo que tengo entendido, el monto es de 600.000 para cada biblioteca; es bajo pero ayuda muchísimo a levantar (las ventas)”.
Aimé tiene 21 años, vive en Alcorta (Santa Fe) y es su primera vez en la Feria del Libro. Tiene entre sus manos la bolsa con el libro que compró en el stand el grupo Planeta, Guía de asesinatos para principiantes, de la británica Holly Jackon. Lo pagó 24.500 pesos en dos cuotas. Cerca de Aimé, dos chicos hurgan entre los estantes de Planeta. Uno escoge El hombre que perseguía su sombra, de David Lagercraz y cuando ve el precio, 29.900 pesos, lo vuelve a dejar en el mismo lugar. En el pabellón Verde la librería Cúspide, que el sábado a la noche, cuando el público empezó a entrar gratis, explotaba de gente, tiene varias promociones. La más tentadora la aprovechó una mujer que con la tarjeta del Banco Galicia, que le devuelve el 40 por ciento y puede pagar en tres cuotas, para comprar “varios libros”, mientras camina apurada hacia la salida.
Libros low cost
En el pabellón Azul, Luciano Basilico, dueño del stand Basilico, “supermercado mayorista de libros low cost”, como explica en carteles celeste y blanco, es la excepción a lo que parece ser una regla. “Como vendemos libros de saldo, cuando hay crisis nos va mejor, por eso estamos un 30 por ciento arriba”, sostiene. Sí: 30 más que el año pasado. Entre las ofertas tentadores tiene un libro a 3.000 pesos, 2 libros por 5.000. Hay varios títulos de Mario Vargas Llosa, como Los cuadernos de Rigoberto, La señorita de Tacna o Historia de Mayte; Dormir al sol, de Adolfo Bioy Casares y Abaddón el exterminador, de Ernesto Sabato; Eisejuaz, de Sara Gallardo, son algunos de las combinaciones posibles para aprovechar la oferta.
Comprar un libro en Basilico sale más barato que tomar un café con medialunas (el café solo, el más chico, cuesta 2.500 pesos). Ya vendió dos packs con los siete tomos de Harry Potter a 100 mil pesos. El mismo pack, en librerías, está 137. 399. Y destaca que le quedan solo dos más de la saga de J.K. Rowling. “Queremos que la gente venga y encuentre oportunidades. Nuestro fuerte son los libros y colecciones que han sido saldados”, pondera Basilico y cuenta que el negocio lo empezó su papá, que tuvo locales en la calle Corrientes, pero que hace varios años que decidieron cerrar las librerías para dedicarse a la distribución de libros de saldo. El actual local que tienen, en Juan B. Justo y Gavilán, en La Paternal, es un supermercado para el gremio. “Yo tengo 45 años, se podría decir que nací en la Feria”, exclama con orgullo.
Desde Colihue, cuyo director editorial, Aurelio Narvaja, fue elegido como editor del 2024, ratifican el panorama de menos compras. Desde la perspectiva editorial están “muy felices” porque presentarán el libro Milei, de Víctor Hugo Morales (el sábado 4 de mayo a las 16 horas, en la sala Victoria Ocampo) y ya presentaron ¿Por qué odian? Diálogos feministas en tiempos de ultraderecha, una compilación de Estela Díaz, con textos de la propia Díaz, Luci Cavallero, María Pía López, Eugenio Raúl Zaffaroni, María Pía López y Amado Boudou, entre otros. Sin embargo, Fabián Narvaja subraya que no tienen “grandes expectativas” para esta edición. “Si en las librerías bajaron las ventas, ¿por qué en la Feria van a subir? Es cierto que la Feria es especial, pero no puede estar aislada del contexto económico. Venir acá y pagar la entrada (3.500 en la semana y de viernes a domingo 5.000 pesos) va a ser más difícil y estoy seguro de que la gente se está cuidando más con las compras. La clase media, que es la que más libros suele comprar, está muy golpeada”, concluye Narvaja.
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