El poeta y traductor mexicano José Luis Rivas (1950), en 1990, publicó Poesía completa de T. S. Eliot, trabajo que, en su momento, le valió el prestigioso Premio Xavier Villaurrutia. Pero, como suele suceder, no quedó satisfecho con su labor y treinta y cuatro años llevó a cabo una nueva traducción que, con el título T. S. Eliot. Poesía reunida / The Complete Poems (1909-1967), editó recientemente la Universidad Veracruzana y la Universidad Autónoma Metropolitana en versión bilingüe muy ambiciosa. El volumen se publicó con un excelente prólogo del poeta, traductor y científico Carlos López Beltrán. Por su extensión, y con la debida autorización, ofrecemos las partes referidas a la historia de la traducción de Eliot.
El shock del pasado. Un T. S. Eliot para el nuevo siglo.
Una topografía gruesa del tamaño y los alcances de la obra poética de T.S. Eliot no es difícil de imaginar. Podemos orientar la imaginación usando herramientas de búsqueda contemporáneas. El visor Ngram analiza la frecuencia de menciones de su nombre. Éstas crecen tímidamente entre 1915 y 1960, momento en el que se dispara una curva exponencial aceleradísima, casi vertical que llega a su cima en 1987. De ahí en adelante, la curva comienza descender despacio, con rebotes leves en 1998 y 2014. Actualmente esas menciones siguen altas, en los niveles de 1978, pero la tendencia sigue en descenso. Al parecer, los años entre 1960 y 1990 vieron el apogeo de la influencia mundial de Eliot. Una gran cantidad de ediciones y traducciones a decenas de idiomas se trajeron a la luz entonces. Y no se ha dejado de hacer, aunque con menos celeridad. El premio Nobel de 1948 otorgado a Eliot sin duda impulsó este fenómeno. Su principal dinamismo deriva sin embargo de la llegada a la madurez en todo el planeta de una generación de lectores y críticos de poesía ya completamente cultivada y adiestrada en la poética eliotiana. En ella se ubica José Luis Rivas, virtuoso traductor al español de este volumen. Además de a una industria académica eliotiana muy grande, que seguramente también tuvo su auge en las décadas mencionadas, la expansión de la influencia de Eliot surfeó sobre las olas de la actividad de poetas mismos. Y de los traductores. Muchas veces encarnados, como en este libro, poeta y traductor, en la misma persona. Eliot es con toda su potencia una nueva ortodoxia. Los lectores de Eliot hoy están en todas partes y, gracias a sus decenas de traductores, de varias generaciones ya, su obra y sus alcances sigue desdoblándose y consolidándose. Casi todas las lenguas de la Tierra han sentido el campo gravitatorio de Eliot. Podríamos explorar su presencia en la poesía de Rusia (donde influyó a Anna Akhmatova gracias a Boris Pasternak, y después notablemente a Joseph Brodsky). O en la poesía de la India. O la de Hungría. ¿Qué tal la de China?
A través de secuencias de traducciones, los lectores y los creadores de China, encuentran puentes bien construidos que conectan los dominios poéticos de ambas latitudes. ¿Porqué es Eliot tan importante para todos en el mundo actual? se pregunta -por ejemplo- Qiu Xiaolang, poeta, novelista y traductor. Y se contesta: “Mientras la lengua sea una barrera, la poesía en sí misma nos da una razón para superar esa barrera. Disfrutar de la poesía de otro idioma es disfrutar de la comprensión de los seres humanos que viven con esa lengua: se trata de un entendimiento que no se puede conseguir de ninguna otra manera. Pienso que con la poesía las personas de diferentes naciones e idiomas distintos consiguen un entendimiento mutuo que, no importa cuán parcial sea éste, será siempre esencial.” La no especificidad y la flexibilidad del lenguaje modernista, agrega Lioi T., otro traductor de Eliot, es altamente compatible con el idioma chino, y acerca la poesía Occidental al lenguaje y al pensamiento de China. Se ha dicho por otro lado que después de los aciertos y los equívocos de Pound, y de muchos otros traductores entre el chino y las lenguas europeas, influidos todos por las revoluciones estéticas modernistas, los poetas chinos posteriores a la revolución cultural, consiguieron abrir en China brechas de expresión poética inaccesibles a los censores que permitieron modernizar su expresión poética sin toparse con los muros o los golpes del Estado.
¿Y cómo le ha ido a T.S. Eliot en español? Algunas investigadoras han hecho el intento de llevar la cuenta de las traducciones de la obra de Eliot en el mundo hispanohablante. Nada más de La Tierra Baldía, Teresa Gibert cuenta hasta hace unos años cerca de 30 traductores, y como 50 ediciones. Con nombres diversos, como Yerma, Tierra yerma, Tierra desolada, Tierra inútil, y similares, esta obra destaca por el fuerte imán que ha sido para los traductores. Los dos primeros traductores al español de The Waste Land fueron un diplomático mexicano, Enrique Munguía, y un escritor puertorriqueño Ángel Flores. Ambos publicaron sus versiones en 1930 y tuvieron una ligera disputa de prioridad, ya que Flores le había pedido por correspondencia exclusividad a Eliot. Después de ellos, docenas de traductores, y unos cuantos poetas de primera línea (como Alberto Girri, León Felipe, José Coronel Urtecho, Ernesto Cardenal, Jaime Gil de Biedma, José Emilio Pacheco, José Luis Rivas) han trasladado a nuestra lengua obras diversas de Eliot. Los esfuerzos recientes con La Tierra Baldía de Jordi Doce en España y de Gabriel Granados Bernal y Hernán Bravo Varela en México me han parecido notables. Menos que aquella obra pero también de modo abundante se han traducido los Cuatro Cuartetos. Tengo predilección por la traducción comentada del gran Esteban Pujals Gesalí (1988) aún por sobre la exacta y pulida versión mexicana de José Emilio Pacheco (1989).
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