jueves, 17 de abril de 2025

"¿Cómo colgar un libro hasta matarlo?"

"Desde 2021 hasta la fecha se han documentado casi 16 mil prohibiciones de libros en escuelas públicas de Estados Unidos, cifra nunca vista desde la era del miedo rojo de McCarthy en la década de 1950; la censura, impulsada por grupos conservadores, está dirigida principalmente a libros sobre raza, racismo o personas de color, así como a material sobre temas LGBTQ+. Un juez federal bloqueó la aplicación de la ley que propicia las prohibiciones, por considerarla inconstitucional."  Esto dice la bajada de la nota publicada el pasado 12 de abril, por Omar Genovese, en la sección de cultura del diario Perfil, de Buenos Aires.

Un fallo judicial revierte la censura de libros en Estados Unidos

En la última semana del mes pasado, el juez federal de los Estados Unidos Stephen Locher bloqueó, por segunda vez, la aplicación de una ley de Iowa (conocida como Expediente Senatorial 496) que requería la eliminación de libros que describen actos sexuales de las bibliotecas pertenecientes a las escuelas públicas.

El fallo de cuarenta páginas destaca que esta norma trasciende el precedente consolidado de la Corte Suprema de Estados Unidos sobre obscenidad para menores. El juez Locher reconoce que no todos los libros con contenido sexual son apropiados para las edades y que decisiones previas de tribunales federales podrían justificar la restricción de material explícito para estudiantes más jóvenes. Hacia el final del fallo, luego de mencionar la prohibición de libros como 1984 de George Orwell y Un mundo feliz de Aldous Huxley, destaca que la aplicación de la norma incluyó “clásicos históricos como Mientras agonizo de William Faulkner, Ulises de James Joyce, Matadero cinco de Kurt Vonnegut; Cantar de los Cantares de Fray Luis de León, La violación de Nanking: El Holocausto olvidado de la Segunda Guerra Mundial de Iris Chang (…) y libros de no ficción sobre salud y anatomía, como Infecciones del tracto urinario. La aplicación del Expediente Senatorial 496 a cada uno de estos libros es inconstitucional según el estándar Pico/Pratt porque no existe un interés gubernamental sustancial y razonable para la eliminación de ninguno de ellos”.

Y para que no queden dudas al respecto, también destaca que esta legislación sancionada en 2023 por la gobernadora de Iowa, Kim Reynolds, “no intenta evaluar el valor literario, político, artístico o científico de un libro antes de exigir su retirada de la biblioteca escolar y, por lo tanto, no se acerca en absoluto a la aplicación del criterio de obscenidad que suele emplearse para determinar la constitucionalidad de las restricciones estatales sobre libros. El resultado es la retirada forzosa de libros de las bibliotecas escolares que no son pornográficos ni obscenos”.

Pero la prohibición excede a Iowa y se extiende por todo Estados Unidos. Es tal la fiebre de censura que el capítulo americano del Pen Club Internacional confecciona una lista de libros prohibidos (pen.org/banned-books-list-2025) a la que precede el siguiente texto:

“PEN America ha documentado casi 16.000 prohibiciones de libros en escuelas públicas de todo el país desde 2021, una cifra nunca vista desde la era del miedo rojo de McCarthy en la década de 1950. Esta censura, impulsada por grupos conservadores, se ha extendido a casi todos los estados y se dirige principalmente a libros sobre raza, racismo o personas de color, así como a libros sobre temas LGBTQ+ y aquellos para lectores mayores que contienen referencias sexuales o abordan la violencia sexual. Durante el año escolar 2023-2024, PEN America detectó más de 10.000 prohibiciones de libros que afectaron a más de 4000 títulos únicos, de los cuales aproximadamente el 45% se produjeron en Florida y el 36% en Iowa”.

Ante esto corresponden preguntas como: ¿retrocedieron en el tiempo y consideran que estudiar el sistema urinario con un libro es un acto pornográfico? ¿Viven en un mundo paralelo donde rige la Inquisición contra Fray Luis de León? Tal vez algunas respuestas se encuentren en el pasado colonial norteamericano, más precisamente en el artículo del doctor en Historia Russell Moul, titulado “¿Cuál fue el primer libro que se prohibió en Estados Unidos?”, publicado en IFLScience.

Se trata del libro New English Canaan –publicado en Amsterdam– del abogado, escritor y reformador social originario de Devon, Inglaterra, Thomas Morton. El libro fue prohibido por ley en el territorio colonial de Nueva Inglaterra hacia 1637. Más allá del juicio que Morton sufrió por parte de la comunidad puritana, con fallo de exilio en una isla de la que escapó, en el libro no se privó de nada. Según el profesor Moul, “arremetió contra los puritanos, presentándolos como fanáticos religiosos intolerantes, crueles e hipócritas. Contrastó su teocracia con lo que él consideraba el estilo de vida armonioso y libre de los pueblos indígenas y con sus propias ideas sobre el funcionamiento de la colonia. También se burló de las creencias religiosas y el gobierno de los puritanos, los calificó de incompetentes y los acusó de apropiarse ilegalmente de tierras indígenas.

"Las autoridades de la Bahía de Massachusetts reprimieron rápidamente la publicación, prohibiendo su circulación en la colonia. Temían que socavara su autoridad y fomentara la oposición a su estricto gobierno teocrático”.

La Colonia de la Bahía de Massachusetts contaba con una sociedad estrictamente controlada que se adhería a creencias rígidas sobre la vida y el culto puritano. A mujeres y niños se les enseñaba a leer, pero solo para que aprendan de la Biblia. Decir “malas palabras” estaba prohibido y era punible por ley, así como todo entretenimiento que no estuviera relacionado con los servicios religiosos estaba prohibido. En contraste, Morton, a quien el gobernador de la Colonia de Plymouth, William Bradford, se refirió como el señor del desorden, promovía un estilo de vida más libre y hedonista. Es decir, el libro y su autor encarnaban un estilo diferente al de la comunidad.

Tal ambiente precedió en 55 años a los juicios de brujas ocurridos en Salem, también Massachusetts, que produjeron 19 ejecutados en la horca y uno más aplastado hasta morir a través del uso de peine forte et dure. Este proceso inspiró Las brujas de Salem, obra teatral de Arthur Miller. Tal vez por todo esto los libros sean objetos embrujados, entonces, ¿cómo colgar un libro hasta matarlo?

miércoles, 16 de abril de 2025

La reflexión sobre un libro del filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein (foto), traducido por la mexicana Elsa Cecilia Frostllevó a Damián Tabarovsky a publicar la siguiente columna, en el diario Perfil, de Buenos Aires. Lo hizo el pasado 13 de abril.

Último en la meta 

Como no podía ser de otra manera, Aforismos, cultura y valor, de Wittgenstein (Espasa Calpe, colección Austral, Madrid, 1995, traducción de Elsa Cecilia Frost, con agregados y prólogo de Javier Sábada) es un libro extraordinario. En un aforismo de 1931, Wittgenstein escribe: “Con frecuencia, los filósofos son como niños pequeños, que empiezan por hacer rayas caprichosas con su lápiz sobre un papel y después preguntan a los adultos: ‘¿Qué es?’. Lo que sucedió fue esto: el adulto le había dibujado muchas veces algo al niño y le había dicho: ‘Esto es un hombre’, ‘esto es una casa’, etc. Y ahora el niño pinta también a rayas y pregunta: ‘¿Qué es esto?’”. Creo que podríamos reemplazar perfectamente “filósofos” por “escritores”, y estaríamos en el mismo horizonte. La literatura, o al menos la literatura que me interesa, se parece a eso: a hacer rayitas y luego preguntar: “¿Qué es?”. Hay algo en esa literatura del orden de la incerteza, del juego, de lo abierto, del sentido que se amplía. Pero no se trata de pensar a la literatura como un infantilismo, como un juego de niños; ni tampoco de fetichizar la infancia, como si la niñez fuera una forma acabada de pensamiento complejo. No, no es eso. Se trata de la literatura cuando no se deja atrapar. Buena parte de la narrativa contemporánea se ha vuelto temática. El texto (pero también el contexto: las declaraciones de las escritoras y escritores, sus intervenciones en redes sociales, el marketing editorial, etc.) funciona al revés: primero, y sobre todo, dice: “Esta novela se ocupa de estos temas”, y luego el resto no tiene la menor importancia. La literatura ya no es el arte de hacer rayitas caprichosas, sino que se vuelve cuadrados perfectamente delimitados.

Wittgenstein se mete luego con la lectura: “El libro debe llevar a cabo automáticamente la separación entre los que lo entienden y los que no lo entienden”. Y en otro aforismo, continúa: “Cuando digo que mi libro está destinado solo a un reducido círculo de personas (…) no quiero decir con ello que, según mi opinión, dicho círculo es la elite de la humanidad. Se trata, más bien, de las personas a las que me dirijo (no porque sean mejores o peores que las otras sino) porque son mi medio cultural, la gente de mi pueblo, por así decirlo, en contraposición a los otros, que me son extraños”. No conozco una definición mejor de lo que se entiende por recepción e incluso circulación de un libro, de la escritura, de la literatura. La idea de salirme de mi pueblo (pueblo como metáfora de tantas cosas) me es absolutamente ajena. Pocas cosas me parecen más tristes que los escritores, que la literatura que se sale de su pueblo. Podría decir que el éxito (entendido como suceso de ventas) me produce una inmensa tristeza. Y todo lo que lo rodea (nuevamente redes, marketing, premios, la figura del escritor o la escritora exitosos) no hace más que profundizar esa tristeza. Mi pueblo, además, está habitado por nadie. Escribo entonces para un pueblo desierto, para un pueblo vacío. O para el pueblo por venir, para el pueblo que todavía no existe. Escribo para inventar un pueblo, o una esquina, un barcito con tres parroquianos apoyados en la barra.

Finalmente, Wittgenstein da en la tecla sobre la filosofía, o sobre la literatura: “En la carrera de la filosofía gana el que puede correr más despacio. O aquel que alcanza último la meta”.

martes, 15 de abril de 2025

"Símbolo del mazazo a la cultura argentina es el cierre de no menos de una decena de librerías en los últimos tiempos"

La bajada de la nota que publicó Ricardo Gotta en Tiempo Argentino, el pasado 12 de abril, dice: "Durante los últimos tiempos bajaron sus cortinas varias de las librerías tradicionales. Alquileres, servicios, costos del papel y de los libros, conjugados con la crisis económica y los cambios de hábitos. Historias con mucho de nostalgia".

Cierre masivo de librerías: símbolo del mazazo a la cultura argentina

Hace tan sólo 16 meses, la Argentina volvía a destacarse como el país del continente con la mayor y más diversa red de librerías. El dato surgía de un trabajo realizado por la Universidad de San Martín. El mundo de la cultura celebraba el dato positivo, estar a la vanguardia de la región. Aun cuando ya venía golpeado en los últimos lustros. Hace tan sólo 16 meses la Argentina iniciaba el pesado tránsito del actual régimen libertario.

Sólo 16 meses después se desploma el consumo literario, a la par de la seria crisis económica que padecen las clases sociales más proclives a la adquisición de libros, lo que se verifica dramáticamente en las librerías y, signo palpable de la gravedad, también en las ferias de usados.

En 2024 la caída de ventas de libros respecto del año anterior fue de aproximadamente un 13% para las dos editoriales que captan buena parte del mercado (Planeta y Penguin Random), en tanto, en las demás, el descenso que sufrieron llegó en algunos casos al 40 por ciento. Según el informe de la Cámara Argentina del Libro (CAL), en el 2023, las ventas ya habían caído un 5% respecto de 2022 y la producción, más allá del 20 por ciento.

A su vez, las grandes cadenas de librerías acusan un aumento interanual estimado del 120% en los precios de tapa. Aún no hay cifras oficiales para lo que va este año, pero se estima que la caída ya devoró casi la quinta parte del mercado, que, además, exhibe muchos menos títulos (en algún caso, apenas un 10% de años anteriores), con ediciones que en su mayoría no superan el millar, una cifra realmente muy menor de lo habitual.

Una de las consecuencias, símbolo del mazazo a la cultura argentina, es el cierre de no menos de una decena de librerías emblemáticas que se produjeron en los últimos tiempos.

Ya el año pasado había bajado definitivamente sus cortinas, entre otras, la Gauderio Libros, en Ayacucho 704, con casi dos décadas de antigüedad: “El ajuste brutal ha significado la caída total de las ventas de libros”, argumentaba Valeria Satas, su dueña. Horas antes del 21 de julio, una cuadra y media de cola se intentaba rescatar los retazos que liquidaba la Antigua Fray Mocho (Vive Leyendo ), que abriera 1945 y que desde 1969 funcionaba en Sarmiento 1832, Apenas una semana después cerraba el último local donde funcionó la tradicional Scotti Libros, en 48 entre 5 y 6 de la ciudad de La Plata.

Mucho más cerca en el tiempo, la crisis se posó en la históricamente literaria Avenida de Mayo. Exactamente entre el 1110 al 1114, prácticamente frente a uno de los ingresos a la estación Lima del subte B. Cambiaron los propietarios de varios locales cercanos a la esquina de Lima, por caso los de las librerías Punto de Encuentro y La Cueva. Los alquileres subieron exponencialmente y ambos tradicionales ámbitos literarios finalmente cerraron hace unos días. “Se pierde mucha cultura y el acceso a la información”, aseguró Diego Alonso, el dueño de La Cueva que, al menos, decidió trasladar su comercio a la bonaerense Santa Teresita.
El largo adiós a las librerías

Por su parte, Punto de Encuentro cerró su local de venta, pero no la editorial y la distribuidora. Había llegado a la Avenida de Mayo hace casi tres lustros. Allí, en el mismo inmueble que ya añora con nostalgia, la mística de los anaqueles desbordantes de libros que vivió en buena parte del último siglo.

Desde que abrió Libros de Anarres, conocida como “la librería de los anarquistas”. Luego de que falleciera su dueño, un anarquista español de apellido Torres, fue vendida por sus descendientes. Pero no cambió de rumbo. Desde entonces, 2012, la manejó Carlos Benítez Gibbons, quien ahora lamenta el cierre. “Lo nuestro fue una cosa puntual.

Por un lado, el final de contrato. La gente que compró toda la esquina no quiso renovar. Cuando salimos a buscar otro lugar, vimos que era imposible solventar los gastos de alquileres, los servicios, los empleados. Por eso, vendimos lo que pudimos, y luego guardamos hasta los muebles”.

Admite que “la crisis no es de hoy. A partir de la pandemia, un 20 o 30% del público que no podía salir, se acostumbró a comprar por internet, adoptó la forma online. Fue un salvavidas para muchos comercios. Hoy, todas las librerías y las editoriales, grandes y pequeñas, tenemos venta online”.

Ofrece además un ejemplo: “Un historiador que trabaja mucho en el Conicet, que para investigar se pasaba horas en la librería buscando libros, me dijo: ‘Ahora me meto en la web y en 2 minutos lo encuentro y lo compro’”.

Pero que el factor económico es fundamental. “El costo de los libros, abismal, marca la poca accesibilidad de la clase media, que cae cada vez más. El precio lo imponen las grandes cadenas, la concentración entre Planeta y Random, y las de librerías, Cúspide y un poco más atrás Yenny. A ellos no les interesa vender libros barato. Por supuesto que influye el costo del papel, que creció muchísimo. Hoy hacer un libro es caro y se refleja en el precio alto. Lo es hasta para los turistas”.

A la vez, suma otro aspecto importante, el cambio de hábito. “Hay poco apego a la lectura. Antes, los buenos lectores se la pasaban los sábados a la noche recorriendo Corrientes hasta el Obelisco. Hoy no. Quedaron poquitas librerías allí, como en avenida de Mayo. Algunas se mudaron a los barrios: Palermo, Colegiales, Chacarita… Además, hoy las librerías no tienen sentido si no están respaldados con otras cosas, como un barcito”. Y concluye: “No dan los números y eso va en detrimento de la diversidad. Todo se lo quedan las cadenas multinacionales. Y venden los libros que a ellos les interesan”.

No obstante, Benítez opina que la tecnología, el libro electrónico, aún no influye en la caída. “Conviven, todavía es un porcentaje chico el que lo consume. En general, quien viaja mucho. En Punto de Encuentro ya tenemos la plataforma de e-book. No hay hábito todavía. El diario papel ha perdido mucho más en ese sentido”.

-¿Cuánto influye la ausencia del Estado en la crisis?
-Ya el hecho que te ignoren es una política. Que no te den bola, que no te pregunten ni cómo andás. Por otro lado, teníamos históricamente la compra de las Bibliotecas Populares (Conabip), mediante la Secretaría de Educación, por ejemplo, en la Feria del Libro. A las bibliotecas del interior, sobre todo, les cuesta mucho acceder. Pero el año pasado ya no hubo y este año habrá menos… O las compras del Ministerio de Educación daban un respiro enorme. Hablar de libros hoy en el Estado es una mala palabra.

-Todo gira en derredor de la crisis económica.
-Las tres mejores épocas de los libros fueron durante gobiernos peronistas. Los dos de Perón y el del kirchenrismo. Los tres en los que más libros se vendieron. ¡Qué casualidad! La nuestra, una editorial más chica que mediana en el 2013-2014 llegamos a editar 40 títulos, y este año, con suerte, vamos a editar cinco… No sólo el Estado, era la economía en general que funcionaba. Por ejemplo, con el Ahora 12, venían historiadores, docentes, estudiantes, compraban un montón de libros y pagaban por mes. Hoy no sabés si al otro día vas a tener laburo. La cultura, sobre todo, está en el “subsuelo de la patria sublevada”, como decía Scalabrini. Lo primero que uno prescinde es lo recreativo, ir al cine, al teatro, al fútbol. O comprar un libro. No vas a dejar de comer por comprar un libro.

lunes, 14 de abril de 2025

El SPET calienta los motores para 2025

En su primera actividad del año, el Seminario Permanente de Estudios de Traducción (SPET) propone una jornada, con la traductora Micaela van Muylem, dedicada a "Literatura multilingüe, traducción y activismo".

La sesión se llevará a cabo el miércoles 23 de abril a las 18.30, en el aula Lapacó (ex 400) del IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”, Carlos Pellegrini 1515. También se podrá participar por videoconferencia, en el siguiente link: https://meet.google.com/xwx-qidp-wvg. Les agradecemos que confirmen asistencia.

Micaela van Muylem
es Doctora en Letras por la Universidad Nacional de Córdoba y se ha especializado en traducción literaria en Alemania, Bélgica y los Países Bajos. Traduce poesía, teatro, narrativa y literatura infantil y juvenil del neerlandés y del alemán para editoriales y compañías teatrales argentinas y extranjeras. Es profesora titular de las cátedras de Literatura de Habla Alemana y de Traducción Literaria en la Facultad de Lenguas, UNC. Su investigación se centra en poesía y teatro contemporáneos y su traducción, actualmente dirige el proyecto de investigación “Texto, imagen y traducción: literatura de habla alemana y neerlandesa del siglo XXI” (FL UNC).

Lecturas sugeridas

Torres, Marie-Hélène Catherine (2017). “Por que e como pesquisar a tradução comentada?”. En: de Freitas, Luana Ferreira / Marie-Hélène Catherine Torres / Walter Carlos Costa (orgs.). Literatura Traduzida. Tradução comentada e comentários de tradução. Volume dois. Fortaleza: Substânsia, p. 15-35. Disponible en: http://repositorio.ufc.br/handle/riufc/40930.

Wolf, Uljana (2024). “Bring your own Blendling (o “Traete tu propio blending”)”. Trad. de Micaela van Muylem, con la colaboración de Camila Fernández. Revisión de Natalia Lobo. En: van Muylem, Micaela / Natalia Lobo (comp.). Alzar la voz. Reflexiones sobre traducción literaria. Córdoba: Ed. de la Facultad de Lenguas, UNC, pp. 99-135. Disponible en: https://editoriales.facultades.unc.edu.ar/index.php/edfl/catalog/book/83.

viernes, 11 de abril de 2025

Miguel Montezanti presenta dos libros de sonetos del Renacimiento inglés en la librería El Jaúl

 

Quienes siguen el blog del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, saben que Miguel Montezanti, a lo largo de los años, ha sido una presencia permanente, ya sea con sus dos traducciones de los sonetos de William Shakespeare (al castellano y al castellano rioplatense), su antología de baladas anglo-escocesas de los siglos XIV a XVI y también los Cuatro cuartetos, de T. S. EliotVisitas hospitalarias, una antología de Philip LarkinExtraño encuentro, la poesía completa de Wilfred Owen. A todo ello hoy se suman sendos volúmenes de sonetos del Renacimiento inglés: el primero, Sonetos amorosos del Renacimiento inglés, que reúne Idea, de Michael Drayton, y Fidessa, de Bartholomew Griffin, y el segundo  Sonetos amorosos del Renacimiento inglés II,  que reúne traducciones de  Henry Constable (1562-1613) Samuel Daniel (1562-1619). Por este motivo, el próximo martes 15 de abril, a las 19 hs., Montezanti presentará estos dos últimos títulso en la librería El Jaúl, de Gascón 1355 (entre Honduras y Gorriti, C.A.B.A.). La reunión es con entrada libre y gratuita. Los esperamos.

jueves, 10 de abril de 2025

Una nueva versión de César Vallejo en inglés

En El Correo, de Lima, con firma de Beethoven Medina, el pasado 6 de abril se publicó una nota a propósito de la versión al inglés de Joseph Mulligan (foto) de la obra reunida de César Vallejo.

Obras de Vallejo traducidas al inglés

Joseph Mulligan, doctor en Romance Studies por la Duke University (EE.UU.), es traductor al inglés de César Vallejo e investigador de la poesía moderna de España y Latinoamérica, del liberalismo y la educación popular en el mundo hispano, así como de las expresiones vernaculares en la cultura de los siglos XIX y XX. De César Vallejo ha traducido Contra el secreto profesional (Nueva York: Roof Books, 2011, 100 pp.), Escritos selectos de César Vallejo (Middletown: Wesleyan University Press, 2015, 601 pp.) y Escalas melografiadas por César Vallejo (Middletown: Wesleyan UP. 2017, 197 pp.), libro que recibimos de sus manos en el “Encuentro Internacional Vallejiano Espergesia 2024. UCV.”

Si bien es cierto la obra vallejiana ya se lee en los principales idiomas del mundo, el libro Escritos seleccionados de César Vallejo, editado por Joseph Mulligan en inglés, permite al lector evaluar la extraordinaria amplitud de la diversa obra de César Vallejo, que, además de poesía, incluye artículos de revistas y periódicos, crónicas, informes políticos, ficciones, obras de teatro, cartas y cuadernos. Es decir, Vallejo integral. Es plausible que el académico y traductor Joseph Mulligan haya seguido a César Abraham por los abismales caminos, desde Santiago de Chuco hasta las ciudades de Trujillo y Lima, y ​​de ahí a París, Madrid, Moscú y Leningrado.

Mulligan es un reconocido investigador y docente de literatura de culturas modernas de Latinoamérica. Su investigación está entre las coordenadas de la historia intelectual, la filosofía, el análisis literario y los estudios traducidos. Su enfoque académico es interdisciplinario y en línea de tiempo explora el cosmopolitismo, lo autóctono, el eje cultural y los movimientos sociales. Escritos Selectos es un tributo literario, un extraordinario homenaje en inglés a la obra multifacética de Vallejo. Además, como editor, Muligan, con criterio democrático y con esclarecedora lucidez, considera las traducciones de Clayton Eshleman, Pierre Joris, Suzanne Jill Levine, Nicole Peyrafitte, Michael Lee Rattigan, William Rowe, Eliot Weinberger y Jason Weiss.

Libro uno: 1915-1919
Escritos selectos de César Vallejo contiene nómina de traductores y se subdivide en tres libros. El primero contiene: Del Romanticismo en la poesía castellana; Introducción; Crítica del Romanticismo. De Los heraldos negros: La araña; El poeta a su amada; Heces; La copa negra; Nostalgias imperiales; Hojas de ébano; Terceto autóctono; Huaco; Idilio muerto; Ágape; La voz en el espejo; Nuestro pan; La cena miserable; Los dados eternos; Pasos lejanos y A mi hermano Miguel, entre otros poemas. Innova, además, la apreciación con artículos y crónicas de Vallejo en relación a Manuel González Prada y José María Eguren; cartas a Óscar Imaña, 29 de enero de 1918; a Óscar Imaña, 2 de agosto de 1918; a Manuel Natividad Vallejo, 2 de diciembre de 1918; Dedicatoria de un ejemplar de Los Heraldos Negros a amigos de Trujillo, julio de 1919; entre otros textos.

Libro dos: 1920-1923
De Trilce seleccionó: I. “Quién hace tanta bulla”; II. “Tiempo, tiempo”; IV. “Rechinan dos carretas contra los martillos”; VI. “El traje que vestí mañana”; XIII. “Pienso en tu sexo”; XVIII. “Oh, las cuatro paredes de la celda”; XX. “Al ras de batiente nata blindada”; XXIII. “Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos”; XXV. “Alfan alfiles a adherirse”; XXVIII. “He almorzado solo ahora”; XXX. “Quemadura del segundo”; XXXI. “Esperanza plañe entre algodones”; XXXVI. “Pugnamos ensartamos por un ojo de aguja”; XXXVIII. “Este cristal aguarda ser sorbido”; XLII. “Esperaos. Ya os voy a narrar”; XLIV. “Este piano viaja hacia dentro”; XLV. “Me desvinculo del mar”; XLIX. “Murmurando en inquietud, cruzo”, LXI. “Esta noche desciendo del caballo”; LXIII. “Amanece lloviendo. Bien peinada”; LXV. “Madre, me voy mañana a Santiago”. De Escalas considera a Muro Noroeste, Muro Antártico, Muro Este; Muro de Doble Ancho; Alféizar; Más allá de la Vida y la Muerte; La Liberación; Cera. De Fabla salvaje: Capítulos 1; 2; 3; 4; Letras: a Óscar Imaña, 26 de octubre de 1920; a Gastón Roger, diciembre de 1920; a Antenor Orrego, 1922; a Manuel Natividad Vallejo, 16 de junio de 1923; a Carlos C. Godoy, Esq., 16 de junio de 1923; a Víctor Clemente Vallejo, 14 de julio de 1923; Artículos y Crónicas; El pájaro azul; La Rotonda. Finalmente, considera el libro tres: 1924-1928 que incluye textos poéticos y artículos, creados y difundidos en ese periodo, entre otro material bibliográfico.

Al leer Escalas y Escritos selectos de C.V. en versión de Mulligan, no solo valoramos la traducción, si no el conocimiento, comprensión y difusión de la vida de Vallejo en el plano textual, por cuanto el vate escribió prolíficamente en diversos géneros y creó un espacio poético en modos extraliterarios. Esta investigación académica sintetiza y fortalece el corpus literario con audaz traducción que corresponde al espíritu idiosincrásico del autor de Escalas, Fabla Salvaje, Trilce, entre otros libros póstumos. Es una traducción e interpretación fundamental para la comunicación en inglés y suma a la integración de todas las culturas del mundo.

miércoles, 9 de abril de 2025

"Lo alejado del centro"

Damián Tabarovsky, el domingo 6 de abril, publicó una muy interesante columna en el diario Perfil, de Buenos Aires, donde, atando cabos, desanda un camino de supuestas "verdades", generalmente no cuestionadas, para dar en el clavo sobre la relación entre los países latinoamericanos y España.

Accidentes geográficos

Leí Aforismos cultura y valor, de Wittgenstein (Espasa Calpe, colección Austral, Madrid, 1995, traducción Elsa Cecilia Frost). Tiene un prólogo muy interesante de Javier Sádaba, de quien, hace muchos años, había leído el aún más interesante Religión, magia o metafísica. El otro Wittgenstein (Madrid, Libertarias, 1984), más algunos artículos sueltos sobre temas afines, siempre en el mismo registro de interés. La edición de Espasa Calpe retoma la traducción de Elsa Cecilia Frost (excelente traductora mexicana, muerta hace unos diez años, a quien le debemos, entre otras, traducciones de Werner Jaeger, y también un buen libro propio: El arte de la traición o los problemas de la traducción) que publicó originalmente Siglo XXI en México. Cuando se refiere a ese punto, Sádaba escribe: “la primera traducción al español, por cierto, se hizo en 1981, lo que quiere decir que la editorial sudamericana se dio prisa por ofrecer al lector de habla castellana las páginas de Wittgenstein”. Pero, ¿Siglo XXI de México es una editorial sudamericana? ¿México queda en Sudamérica? Repitan tras de mí: “Al sur de Panamá comienza Sudamérica. Entre Panamá y hasta México es América Central. Y desde México hacia el norte es América del Norte”. Podría decirse que la desorientación geográfica de Sádaba es un error menor, y de hecho lo es. Pero es un error significativo que nos permite pensar varios temas, en especial uno: el carácter lateral, periférico, anómalo, de América Latina. En España, para generar sensación de unidad de la lengua, se usa la expresión “Hispanoamérica”, término absurdo que jamás se usa de este lado del océano. Ni siquiera “Latinoamérica” nos expresa con exactitud, porque nuestros territorios están hechos de una diversidad, por momentos, insalvable. Me gusta, entonces, pensar a Latinoamérica bajo la figura de la excentricidad. Pero no excentricidad como un rasgo de carácter (como sinónimo de raro), ni como un modo de la personalidad (como semejante de extravagancia), ni mucho menos como un prejuicio moral (como una tara), sino simplemente excentricidad como un punto en la topografía: como lo alejado del centro. Y entonces, ahí sí, como lo alejado del centro, del poder, y de los mandatos hegemónicos la literatura (porque de eso estaba hablando, de literatura) se vuelve rara, excéntrica y extravagante. Es esa la mejor tradición latinoamericana. Tradición que, es evidente, se encuentra amenazada ante el llamado de las luces del centro. Cada vez más la literatura que se escribe en esos lares fue perdiendo rareza para convertirse en literatura temática for export. Las grandes multinacionales nos explican que hay un “gótico andino” (y supongo que también habrá otro rioplatense), “narrativas ecofeministas”, y decenas y decenas de nichos más para ocupar en el mercado global. Recordemos algo: Borges fue traducido profusamente recién en la década del 60, cuando ya tenía 60 años: la mejor literatura latinoamericana es indiferente al mercado. O lo era: hoy vemos a los escritores publicar un primer librito y salir corriendo a buscar a un agente, festejar que les lleven sus libros al cine o al teatro (situación que tiene mucho más de horror que de alegría) y etc., etc. La figura del emprendedor neoliberal se encarna en muchos de los escritores (y escritoras) progresistas de la Latinoamérica de hoy.

martes, 8 de abril de 2025

"Una ferretería de literaturas"



"Se trata de la persona que creó Mil Gotas, la primera librería en español en China. 'Vine por gusto, por curiosidad', cuenta sobre su llegada en 2008 al gigante asiático." Eso dice la nota publicada por Pablo Coppari, en el diario Tiempo Argentino, del pasado 3 de abril. Allí presenta y entrevista al escritor, editor y librero argentino Guillermo Bravo.

Guillermo Bravo: el cartógrafo de mundos entre Córdoba y Beijing

Desde las sierras de Córdoba hasta los hutongs de Beijing, Guillermo Bravo ha trazado un mapa invisible entre dos culturas que se miran con fascinación y distancia. Profesor, editor y gestor cultural, su vida es un tejido de libros, aulas y proyectos que desafían las fronteras. Esta es la historia de un argentino que, entre la curiosidad y el azar, decidió construir un proyecto llamado Mil Gotas, la primera librería en español de China.

Guillermo Bravo es un hombre de dos mundos. Nacido en Pilar, un pueblo cordobés donde las sierras se funden con el cielo, su vida ha sido un viaje constante entre lo familiar y lo desconocido. En 2008, casi como si obedeciera a un mandato invisible, partió hacia China. «Vine por gusto, por curiosidad», dice con esa voz tranquila de quien sabe que el destino a veces se disfraza de casualidad. Lo que comenzó como una aventura de cuatro meses se convirtió en una vida dedicada a tender puentes entre dos culturas que, aunque distantes, se miran con fascinación mutua.

Bravo recuerda sus raíces. «Soy de Pilar, Córdoba, un lugar pequeño pero lleno de esa energía que te empuja a querer más», cuenta. Esa energía lo llevó primero a Francia y después a China, donde en 2012 recibió una invitación para enseñar en la Universidad de Beijing. «Vine con la idea de quedarme un año y volverme a Francia, pero algo me atrapó y me quedé», confiesa. Así comenzó su doble vida como profesor y editor, uniendo su pasión por la literatura con el arte de producir libros.

Bravo describe su editorial como una «ferretería de la literatura». «Mi abuelo tenía un corralón en Córdoba, y yo crecí entre clavos y martillos. Me parece que la literatura y la ferretería, juntas, forman una editorial», dice, sonriendo. Su empresa, que publica literatura china traducida al español y argentina al chino, ópera en tres ciudades: Beijing, Shanghai y Chongqing. «Es un ejercicio constante de equilibrismo», admite, refiriéndose a los desafíos de gestionar proyectos culturales en un país tan complejo como China.

Uno de los descubrimientos más fascinantes de Bravo fue entender qué buscan los lectores chinos en la literatura latinoamericana. «Buscan lo extraordinario, lo fantasioso, un escape», explica. Aunque reconoce que no siempre se cumple esta expectativa, especialmente con la literatura argentina, que tiende a ser más reflexiva. «Si uno va a la literatura argentina, es muy francesa en ese sentido», comenta con ironía. Y ahí entra Córdoba, con su cuota de magia y tradición. «En China, el mate les llama la atención, pero no les termina de convencer», dice entre risas.

Uno de los proyectos más ambiciosos de Bravo es la residencia para artistas en un pueblo cerca de Beijing. «Al principio surgió como una idea para traer artistas latinoamericanos, pero luego se abrió a todo el mundo», cuenta. Este espacio no solo permite a los artistas trabajar en un contexto nuevo, sino que también enriquece la comunidad local. «Es un experimento», dice Bravo, «ver qué pasa cuando sacás a un artista de su contexto y lo ponés en otro». Y ahí, de nuevo, aparece Córdoba: «En el pueblo donde está la residencia, hay algo de esa tranquilidad que se respira en las sierras, pero con el ritmo frenético de China».

Bravo se imagina en China por lo menos cinco años más. Recientemente, la universidad le ofreció un contrato estable, lo que le permite planificar a largo plazo. «Ahora ya me podría jubilar en la universidad si quisiera», dice. Aunque su vida académica es estable, su pasión por la edición y la gestión cultural sigue siendo el motor de su día a día. «Me gusta esa parte más de agitador», confiesa.

Al ser consultado por el avance de la IA, Bravo respondió: «La inteligencia artificial es una herramienta, como un martillo para un carpintero», dice. Sin embargo, enfatiza que el arte y la literatura requieren una mirada única, algo que no puede ser reemplazado por máquinas. «Detrás de cada obra hay muchísimo trabajo», reflexiona. «No es lo mismo alguien que está pensando 24 horas en lo que significa una curva dentro de un cuadro que alguien que no».

Guillermo Bravo es un hombre que se perdió en la inmensidad de Beijing y decidió jugar con los tiempos y los espacios para crear algo nuevo. Su historia es un testimonio de que, con determinación y creatividad, es posible construir conexiones que trascienden fronteras. Como él mismo dice: «Cada uno pone su granito de arena, y nosotros ponemos el nuestro».
En la actualidad, Guillermo continúa trabajando en su próximo libro, que será publicado en Buenos Aires, mientras sigue enseñando, editando y gestionando proyectos culturales que unen a Argentina y China.

lunes, 7 de abril de 2025

A pesar de que digan que "la libertad avanza", esto es pura y llanamente rapiña de aprovechados


El pasado 4 de abril, Daniel Gigena publicó en La Nación, de Buenos Aires, un artículo a propósito de las masivas denuncias de editoriales, escritores y traductores contra Meta, por la utilización ilegal de sus textos en el entrenamiento de la IA. Según la bajada, "
Editores y escritores de Francia y el Reino Unido reclamaron el uso de literatura de autores en inglés y en español, entre ellos, Borges, Cortázar, Claudia Piñeiro y Guillermo Martínez".

Denuncian a Meta por usar sin permiso millones de libros para entrenar su inteligencia artificial


Luego de que se comprobara que Meta -con la aparente aprobación de Mark Zuckerberg, según documentos internos de la empresa- había utilizado sin permiso millones de libros y artículos de la plataforma Library Genesis (Biblioteca Génesis, LibGen) para entrenar su modelo de inteligencia artificial generativa (Llama 3), la revista estadounidense The Atlantic creó un buscador que permite identificar los libros de la “biblioteca pirata”, en varios idiomas. Hay títulos, en inglés y en español, de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Silvina Ocampo, Leopoldo Brizuela, Claudia Piñeiro y Guillermo Martínez, entre otros autores argentinos.

Meta no compensó económicamente a ninguno de los escritores y editores afectados: en LibGen se contabilizan siete millones y medio de libros y más ochenta millones de artículos académicos. Las industrias creativas empiezan a rechazar los métodos de rapiña de las empresas tecnológicas.

Con la sanción en 2024 de la ley de inteligencia artificial de la Unión Europea (UE), que rige para los veintisiete países, editores y autores franceses anunciaron la semana pasada que demandarán a Meta por haber usado sus obras para entrenar su modelo de IA sin pedir permiso. La acción legal por el “uso masivo de obras con derechos de autor sin autorización” para entrenar el modelo de IA generativa de Meta fue promovida por tres agrupaciones.

La mayor parte de esa norma -pionera a nivel mundial- se aplicará a partir de 2026, aunque varias disposiciones entraron en vigencia en febrero, entre otras, la que ordena especificar si un texto, una canción o una fotografía se generaron a través de la IA, además de garantizar que los datos que se emplearon para entrenar los modelos respetan los derechos de autor. La ley brinda una opción para aquellos que no quieran que sus materiales sean usados para entrenar modelos de IA.

La Unión Nacional de Editores de Francia señaló en un comunicado que “numerosas obras” de sus socios aparecen en la base de datos de Meta; según afirmó Vincent Montagne, presidente del organismo, Meta “incumplió con los derechos de autor”. También la Unión Nacional de Autores y Compositores, que representa a cientos de escritores, dramaturgos y compositores en Francia, dijo que la demanda era necesaria para proteger a los creadores del “saqueo” que hace la IA de sus obras. Además, expresó su preocupación por la proliferación de “libros falsos” (hechos con IA) que “compiten con los libros reales”.

Por último, la Sociedad de Gente de Letras, que representa a los autores, confirmó que demandará a Meta. Todos exigen la “eliminación total” de las bases de datos que Meta creó sin autorización para entrenar su modelo de IA.

Según la ley de inteligencia artificial de la Unión Europea, los sistemas de IA generativa deben cumplir con la legislación de derechos de autor del bloque de veintisiete naciones y ser transparentes sobre el material que utilizaron para el entrenamiento.

Por otra parte, la Asociación de Editores del Reino Unido y de Cambridge University Press también condenaron el uso de contenido protegido por derechos de autor por parte de Meta para entrenar la IA y afirmaron que la empresa “debería pagar por el contenido que ha robado”. Este jueves, escritores protestaron en Londres ante las oficinas de Meta tras descubrir que sus libros, pirateados en LibGen, habían sido usados para entrenar la IA de Meta. Reconocidos autores como el Nobel de Literatura Kazuo Ishiguro, Tom Stoppard, Richard Osman, Sarah Waters, Kate Mosse y Val McDermid firmaron recientemente una carta de la Sociedad de Autores dirigida a la secretaria de Cultura británica, Lisa Nandy, en la que se solicita que se defiendan los “medios de vida” de los autores y que los ejecutivos de Meta declaren ante el parlamento británico. La declaración se publicó en la plataforma Change y cosechó hasta hoy más de dieciséis mil firmas.

“No cabe duda de que el scraping [método para extraer datos] de las obras de los autores para el entrenamiento generativo de IA es ilegal en el Reino Unido -se lee en la petición-. Sin embargo, gigantes tecnológicos como Meta operan en el país sin que se investiguen adecuadamente sus prácticas ni las de sus empresas matrices. Los autores se encuentran prácticamente indefensos dado el enorme coste y la complejidad de litigar contra demandados corporativos con tantos recursos. Instamos a usted y al Gobierno del Reino Unido a que tomen todas las medidas posibles para garantizar la protección adecuada de los derechos, intereses y medios de vida de los autores. Si no se actúa sin demora, el impacto será catastrófico e irreversible para todos los autores del Reino Unido, dado que, desde el desarrollo hasta la producción, los derechos de los creadores se ignoran sistemática y reiteradamente”.

En la última edición de la Feria del Libro de Londres, la presidenta y directora ejecutiva de la Asociación de Editores Estadounidenses (AAP), Maria A. Pallante, y el director ejecutivo de la Asociación de Editores del Reino Unido, Dan Conway, indicaron que en la industria editorial mundial se está tomando conciencia de los efectos de la IA generativa en las políticas de los derechos de autor.

Las editoriales y otras industrias creativas indicaron en varias ocasiones que las grandes empresas tecnológicas pueden pagar el contenido que utilizan y deberían hacerlo, “al igual que pagan por la electricidad que consumen en el curso normal de sus operaciones”, graficaron desde la AAP.

“Es desalentador saber que Meta recurrió a la piratería para recopilar contenido para su desarrollo de inteligencia artificial, incluidos libros y revistas de autores de Cambridge -reza un comunicado de Cambridge University Press-. Meta debería pagar por el contenido que ha robado. Es fundamental que los gobiernos y las autoridades no permitan que las grandes tecnológicas se salgan con la suya al apropiarse del trabajo de los autores sin permiso. Esto refuerza los riesgos de una regulación y legislación inadecuadas en torno a la IA y los derechos de autor, como el sistema de exclusión voluntaria propuesto en el Reino Unido”.

“La tecnología es el camino que hace posible esa extraña sociedad futura, mientras avanzamos hacia ella, los escritores y las editoriales están siendo víctimas de un enorme saqueo, al que se llamaba piratería, pero pareciera que no está mal cuando la ejercen las grandes tecnológicas”, reflexiona en su blog el editor Guillermo Schavelzon.

La Argentina carece de regulaciones específicas al respecto, si bien la ley 11.723 de propiedad intelectual no contempla excepciones o limitaciones al derecho de autor.

En mayo de 2024, el presidente Javier Milei, que declaró que quiere convertir la Argentina en un centro de innovación tecnológica, y la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, visitaron a Zuckerberg en California. Y en noviembre del año pasado, en ocasión del “Meta Day”, Zuckerberg envió un videomensaje de acento libertario al Presidente: “Hola Argentina y presidente Milei, gracias por acompañarnos hoy. Nos entusiasma traer Llama 3 a más personas en la Argentina. Al hacer que esta tecnología sea de código abierto estamos derribando barreras para que una comunidad más amplia de desarrolladores y organizaciones puedan acceder al poder de la IA, construir soluciones innovadoras e impulsar el progreso”.

viernes, 4 de abril de 2025

"Una escritura precisa y pulcra"

"Anagrama publica una antología del ensayista neoyorkino, seleccionada por él mismo, que ofrece una generosa muestra de su obra en traducción de Aurelio Major." Eso dice la bajada de la reseña publicada al último libro publicado por Eliot Weinberger, firmada por Ignacio F. Garmendia, el pasado 30 de marzo, en El Diario de Sevilla, de España.

El espejo de Weinberger

En el ámbito del ensayismo contemporáneo, el nombre de Eliot Weinberger es sinónimo de una renovación que se distingue por la singularidad de su enfoque panorámico y por su voluntad de asimilar el género, sin merma de la sustancia narrativa, a una suerte de poesía en prosa –y a veces también en verso– donde el vuelo lírico rehúye las expansiones sentimentales. A primera vista, puede parecer que el autor se limita a ejercer de compilador o comentarista, pero conforme nos familiarizamos con su escritura se va advirtiendo la intención y el sentido de su método acumulativo, de modo que la voz aparentemente invisible se trasluce a través de una mirada peculiar que imprime a su obra un tono característico. Reputado traductor de Borges, Huidobro y Octavio Paz, con quien mantuvo una larga relación que se inició cuando Weinberger era un joven hippie, formado al margen del mundo académico en la contracultura de esos años, el ensayista neoyorkino no forma parte del mainstream de los autores de referencia en Estados Unidos, pero ha sido leído con atención en Europa donde su estilo –que algo recoge de los tres latinoamericanos mencionados: la erudición festiva, el afán experimental y el conocimiento de las tradiciones orientales– goza de elevada consideración entre muchos lectores devotos.

Articulada en cinco secciones de las que las dos primeras y las dos últimas contienen catorce piezas, con la tercera como vórtice del conjunto, esta selección de Ensayos elementales, realizada por él mismo y traducida para Anagrama por el editor y poeta Aurelio Major, a quien debemos entre otros títulos de Weinberger las versiones españolas de Rastros kármicos (Emecé, 2002), Algo elemental (Atalanta, 2010) o Las cataratas (Duomo, 2012), ofrece una generosa selección de textos ya publicados a la que se allegan otros hasta ahora inéditos. La estructura, afirma el autor, que recomienda “abrir el libro al azar”, reproduce en su remedo circular la de un “mandala simplificado” que incitaría igualmente a la meditación, aunque por fortuna carece de propósito adoctrinador y se diría inspirada, como el resto de su producción no política, por una concepción a la vez crítica y hedónica de la historia de la cultura. Los ensayos se remontan a su primera entrega, Invenciones de papel, cuya versión española apareció en las prensas mexicanas de Vuelta, la emblemática revista de Paz, y llegan hasta el reciente Dos escenas americanas, traducido por el propio Major para Kriller71 Ediciones, donde el poema aquí incluido ("Un viaje por el río Colorado") comparte protagonismo con otro de Lydia Davis.

La sorprendente variedad temática de los ensayos remite a la tradición del enciclopedismo, pero no es la mirada racional y típicamente ilustrada la que guía un empeño que no se agota en la descripción ni se acerca con fastidiosa condescendencia a las culturas ajenas. Tienen también algo las prosas de Weinberger de gabinetes de maravillas, sólo que los tesoros recogidos no se muestran, por así decirlo, ordenados en vitrinas, sino insertos en un discurso que fluye de manera libérrima y adopta por lo mismo un rumbo impredecible. El viento, los sueños en distintos pueblos y épocas, la primavera, la música del desierto, los tigres, el martirio de una cristiana de Cartago, las visiones de la India antes del descubrimiento de las Indias Occidentales, el taoísmo, los lacandones de la selva de Chiapas, el verano, la legendaria vida de Mahoma, los nombres y formas del azul, los espectros de los pájaros, el otoño, los libros zoroástricos perdidos, el rinoceronte, las variaciones sobre la piedra en diferentes culturas, Empédocles, el invierno, la historia de Adán y Eva, el hielo de Groenlandia, las montañas o las estrellas, son sólo algunos de los motivos tratados. Uno de los capítulos, ya célebre, el titulado El Sáhara, consta de una sola frase: “Las patas de los camellos dejan en la arena huellas de hoja de loto”.

Usando de una escritura precisa y pulcra que no recurre a los adornos para seducir, ágil en lo formal y densa en el contenido, Weinberger guía al lector a través de tiempos sucesivos o superpuestos que lo transportan a los vastos dominios de Occidente y Oriente, la India, China o el Japón, pero también a las culturas no euroasiáticas, abordadas en textos rítmicos y fragmentarios que transmiten un exotismo incisivo, exento de complacencia. Sus heterodoxos informes son los de un sabio que derrocha inteligencia y sensibilidad, además de una finísima ironía que es, junto a la desnudez antirretórica, otra de las marcas de su sello. Erraría quien pensara que sus estimulantes recorridos apuntan a una sofisticada forma de arqueología literaria. Hablando de realidades tan distintas y a menudo tan distantes, el objeto de sus inquisiciones no es otro que la experiencia humana en su diversidad casi infinita, expresada a través de una red de conexiones y analogías en la que podemos mirarnos como en un espejo.

jueves, 3 de abril de 2025

"El comercio electrónico del libro impulsó a libreros y editores"


El pasado 20 de marzo, sin firma, El Universal, de México, publicó un artículo a propósito del crecimiento de la venta electrónica de libros en ese país. 

El comercio electrónica transformó el mercado tras la pandemia

El mercado del libro en México superó pronto y muy bien la caída que sufrió en 2020 debido al confinamiento por la pandemia del Covid-19, incluso para 2023 y hasta el año pasado logró una constante aceleración como no había tenido en su historia.

La razón tiene que ver con la venta de libros mediante el comercio electrónico que transformó el mercado editorial mexicano y que llegó para quedarse, tal como lo asegura David Pemán, responsable de Nielsen BookScan en Latinoamérica, empresa de Reino Unido que mide el comercio de libro en 18 países del mundo y en México desde hace siete años.

"Pues sí, las cifras están superadas, y están superadas porque la pandemia trajo el e-commerce. Hizo que se desarrollasen el e-commerce, hizo que Amazon, MercadoLibre y BuscaLibre, que son las tiendas especializadas 100% en e-commerce, y por supuesto los e-commerce de las librerías tradicionales se desarrollasen. Y esto ha hecho crecer el mercado porque se han llevado los libros a más personas", asegura Pemán, quien reconoce que de 2019 al 8 de marzo de de este año, el crecimiento del mercado del libro en México es del 33%, según los datos que ellos registran en librerías físicas y electrónicas de venta de libros en formato impreso.

Hugo Setzer, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), coincide en que el sector del libro en México se ha recuperado pese a que como en varios sectores el impacto del confinamiento fue profundo. "En venta de ejemplares tuvimos durante la pandemia tuvimos una disminución muy importante de 20% sobre los números que traíamos; en 2019 habíamos vendido 123 millones de ejemplares y en 2020 y 2021 vendimos 99 millones, o sea, disminuyó 24 millones de ejemplares la venta de libros en México, pero para 2022, empezamos a recuperarnos de la pandemia

El líder del gremio de editores reconoce que el comercio electrónico del libro impulsó a libreros y editores y eso fue algo positivo que dejó la pandemia. "Lo bueno es que nos hemos acostumbrado a comprar en línea, pero nos hemos acostumbrado mucho, por eso creo que ahora lo malo es que se ha perdido salir de compras a las librerías; y volvemos a un punto crucial: la falta de una política pública integral de fomento del libro y la lectura. Nos hacen falta más librerías", afirma.

La recuperación de las librerías, incluidas las universitarias —que es otro eslabón de la cadena del libro, y quizás el más vulnerable—, también se ha dado, aunque quizás no parejo. Gerardo Jaramillo, presidente de la Asociación de Librerías de México (Almac), asegura que la recuperación está en marcha.

"Avanza, no es igual en todos los sectores, yo creo que las librerías es el eslabón más débil y se ha venido recuperando, pero con muchos tropiezos y con mucho trabajo, las librerías grandes, medianas y chicas. Algunas salimos de la pandemia con problemas estructurales fuertes, deudas, problemas de personal, en fin, y poco a poco se ha venido restableciendo una un comercio regular y se han venido haciendo los ajustes necesarios en todos los segmentos, unas con algunas decisiones empresariales de cierre de librerías, otras con cierres temporales y otras con cambios de lugar", señala Jaramillo.

miércoles, 2 de abril de 2025

Más de bibliotecas: la obra de Christian Jacob

El pasado 30 de marzo, Pablo Raimondi publicó un artículo en InfoBAE, donde comenta un libro recientemente publicado en Argentina, por Christian Jacob, a quien entrevista.  En la bajada, se lee: "El historiador francés, autor de De los mundos letrados a los lugares de saber, analiza la evolución de estos espacios. 'Tienen un poder generador de sueños, lenguaje y conocimiento', resumió".

De Alejandría a Wikipedia, Christian Jacob cuenta la fascinante historia de las bibliotecas

Si el lector ingresa a un laboratorio científico, un taller de imprenta, el studiolo (o gabinete de curiosidades) de un erudito renacentista o una biblioteca medieval, se planteará varios interrogantes. ¿Qué verá? ¿Cómo estarán organizados estos lugares? ¿Cuál sería su mobiliario? Y, con respecto a los actores involucrados: ¿Qué harían?

A partir de estas preguntas iniciales, el historiador francés Christian Jacob comenzó a bosquejar su obra De los mundos letrados a los lugares de saber (editado en Argentina, en octubre de 2024, por Ampersand) en donde consideró el espacio para cultivar conocimientos en diferentes escalas: el país, la ciudad, el distrito de esta urbe, un edificio, una sala de aquel espacio, una mesa allí ubicada, un libro, una página de ese ejemplar, etc.

Formado en la corriente de la antropología de los mundos antiguos, representada en Francia por los historiadores Jean-Pierre Vernant, Marcel Detienne y Pierre Vidal-Naquet, los primeros trabajos de Jacob se centraron en las representaciones y la construcción del espacio, en los geógrafos griegos, y más tarde en la historia de la cartografía y sus efectos intelectuales. “En mi trabajo como historiador de la Antigüedad, investigué, primero, la aparición y el desarrollo de bibliotecas en Grecia y Roma como por ejemplo las bibliotecas de las escuelas filosóficas, como el Liceo de Aristóteles; luego, bibliotecas reales en Alejandría y Pérgamo y, finalmente, bibliotecas públicas y grandes colecciones privadas en Roma”, respondió detalladamente vía e-mail, a Infobae Cultura, desde París.

Según él, en términos generales, las bibliotecas a lo largo de la historia siempre fueron algo más que la suma de los libros que contenían. “Materializan la tradición, el patrimonio, la identidad y la memoria; reúnen el tiempo en un orden espacial; construyen un orden intelectual y simbólico; y tienen un poder generador, de sueños, lenguaje y conocimiento”, resumió el académico francés.

Las fuentes del saber
Si se considera a la Historia Natural de Plinio el Viejo (siglo I d.C.) como la única gran enciclopedia que, realmente, nos llegó desde la Antigüedad clásica, el Hombre se halla frente a un dispositivo particular. “Es una obra individual, concebida con un plan general y un objetivo intelectual, filosófico y político particular, que reflejaba la personalidad y el proyecto de Plinio”, resumió Jacob.

Según él, en este tipo de trabajos individualistas, existe un “autor” claramente identificable, “que aparece a lo largo del texto”. Y así lo amplió: “Este ‘autor’ fue el responsable de la selección de fuentes e información, y de su distribución en el plan general de su enciclopedia, recopilando hechos de un vasto corpus de fuentes griegas, romanas, archivísticas, orales, antiguas y contemporáneas, y es la escritura enciclopédica la que asegura su coherencia y unidad”.

La literatura académica de la Antigüedad, según Jacob, se sitúa entre distintos modelos. Por un lado figura el conocimiento natural secularizado y racionalizado de los presocráticos, que abarca física, astronomía y cosmología. Luego, se encuentran las pretensiones enciclopédicas de los sofistas del siglo V a.C., desafiadas por Sócrates y Platón, quienes cuestionaron los mismos cimientos de todo conocimiento y el estatus de la verdad.

Y, por último, surgiría el proyecto intelectual de Aristóteles y sus discípulos. “Ellos tenían el fin de investigar los mundos físicos, animales y humanos, y de situar estos tratados especializados dentro de una estructura general, que puede describirse como enciclopédica, tanto por su finalidad globalizadora como por sus marcos epistemológicos”, explicó el autor.

Continuando con el universo griego, Jacob explicó que “la canonización de ciertos textos adoptó otras formas, como las representaciones de los cantores”, su lugar en los planes de estudio de las escuelas elementales, pero también su omnipresencia en las artes figurativas, tal es el caso, por supuesto, de la épica homérica: la Ilíada y la Odisea. “El dominio de los autores clásicos, la capacidad de citarlos de memoria, y la habilidad de leer libros en voz alta, eran todas señas de la paideia, una cultura compartida que, también, era signo de pertenencia social y educación”, argumentó Jacob.

Vale recordar que, en cualquier sociedad de aquel entonces, la literatura cumplía una función de identidad, pero sin olvidar que, dicho poder no se limitaba solo a los escritos. “Las culturas puramente orales también contaban con tradiciones poéticas y narrativas, el ejemplo de Grecia es interesante, en la medida en que una literatura escrita y una cultura lectora emergerán de representaciones orales y colectivas”, afirmó el historiador.

En el caso del extinto Museo de Alejandría (Museion, el templo de las musas), Jacob comentó que los gramáticos jugaron un papel importante en la edición y el comentario de los poemas antiguos, así como de secciones enteras de la literatura griega, estableciendo los cánones de poesía, elocuencia, tragedia y comedia. Por ello, el académico francés destacó la transición entre la difusión de la literatura -mediante representaciones, canciones y rituales- y el surgimiento de una literatura para lectores y amantes de los libros.

La “lección de Alejandría”
Christian Jacob orientó su trabajo académico en dirección a la antigua ciudad portuaria de Alejandría, Egipto, a partir del siglo III antes de Cristo (apoyado en los inmensos fondos de la biblioteca museística de aquel entonces) enfocado en la producción de múltiples tratados, compilaciones y léxicos que generaron nuevos campos de conocimiento.

En contexto, la antigua Biblioteca de Alejandría tenía como objetivo reunir todos los libros del mundo, campos del conocimiento y géneros literarios. “Fue un arma de poder blando, un proyecto político centralizado, inscrito en el palacio real de la dinastía ptolemaica. Los literatos, gramáticos y eruditos que trabajaban allí debían transformar la acumulación exponencial de rollos de papiro en un espacio ordenado, regido por la clasificación, destacando la cartografía de las obras y su datación”, resaltó Jacob.

Alejandría fue también, según el especialista, el lugar donde la biblioteca se convirtió en un “horizonte intelectual polígrafo“, que reunió todo lo confiado a la palabra escrita del mundo griego. Bastaba solo pensar que los eruditos, que trabajaron allí, tenían a su disposición el archivo escrito completo de toda una civilización, desde las grandes obras literarias hasta los tratados más especializados.

Por ello, “la lección de Alejandría”, tal cual lo resume el historiador francés fue, en su opinión, el espacio que dio lugar a las primeras bibliografías universales, como las Tablas de Calímaco (nacido en Cirene, actual Libia, y responsable del Pinakes, uno de los primeros catálogos de libros) que, más allá de aquella región egipcia, jugó un rol fundamental como inventario de referencia, algo similar -acá en el tiempo- al catálogo general de la Biblioteca Nacional. “Eso sí, los textos griegos que nos han llegado, no provienen de las colecciones de la Biblioteca de Alejandría que fue destruida por el fuego, no por Julio César, sino durante la guerra del emperador Aureliano contra la reina Zenobia de Palmira, por el año 273”, completó el erudito.

Por último, la Biblioteca de Alejandría ocupó un “sitio de crítica sobre la autenticidad de los textos y su atribución”. Por ende, fue el momento en que el corpus de autores importantes, como los oradores áticos, fue depurado de textos que les habían sido falsamente atribuidos. “Para identificar un libro, los catálogos indicaban el número de rollos y, a veces, el incipit del texto”, agregó Jacob acerca del arcaico método de catalogación.

El libro y los mojones en la comunicación
Ya sea hablando de tablillas de madera, con letras grabadas en cera, rollos de papiro que se despliegan sujetándolos con ambas manos -y recorriendo columnas paralelas de texto-, o los primeros códices, en forma de hojas de pergamino dobladas, encuadernadas o no, “el libro es un objeto material y la lectura es un proceso gestual, visual, mental y vocal”, reflexionó el especialista.

El soporte, según él, también determina cómo se inscribe el texto, su organización espacial, su disposición, su ritmo visual y su prosodia discursiva. “La historia del libro es una historia de las metamorfosis gráficas de los textos, no solo a través de los diferentes sistemas de escritura y sus convenciones, sino también a través del aparato de navegación que guía al lector: paginación, numeración de líneas y párrafos, títulos y subtítulos, notas al pie, índices, tablas de contenido, entre otros”, desglosó el historiador.

Jacob, además, reveló que si tuviera que destacar tres hitos históricos en materia comunicativa, el primero que resaltaría sería la publicación en 1985 del CD-ROM (sigla que significa Compact Disc Read-Only Memory). “Pertenecía al Thesaurus Linguae Graecae, desarrollado por la Universidad de Irvine y el Packard Humanities Institute. Toda la literatura griega antigua, desde Homero hasta la era bizantina, en un CD, con software de consulta y operadores booleanos. Fue una revolución”, escribió con entusiasmo

Para Jacob, el segundo avance comunicacional fue el desarrollo exponencial del correo electrónico e Internet. “Resultó una revolución en la comunicación, particularmente científica y académica, que abrió la puerta a listas de correos de dichos ámbitos y múltiples intercambios con colegas de todo el mundo. En cuanto a Internet, conocemos el impacto gigantesco de la web como fuente de información, archivo de conocimiento y herramienta de trabajo”, resumió.

Y, por último, destacó el desarrollo de revistas y libros electrónicos online. “Renovaron la publicación académica, los jóvenes investigadores de hoy ya no están atados al imperativo de construir bibliotecas materiales personales”.

Para él, esta “miniaturización y especialización de los tratados académicos” evade una visión sintética y estructurada. “Se debe recontextualizar datos tomados de libros anteriores, estas compilaciones anticiparon una de las reglas de Wikipedia, que es usar únicamente información con fuentes, ya que la forma del catálogo potencialmente se presta a adiciones continuas, del mismo modo que las páginas de Wikipedia se prestan a múltiples modificaciones, ´formas abiertas´, como decía Umberto Eco”, sumó

Y planteó una comparación ineludible respecto a la estructura arbórea de las fuentes que conducen a un registro enciclopédico, las estrategias de reescritura y la citación de declaraciones, en relación a la magnánima creación de los estadounidenses Jimmy Wales y Larry Sanger, allá por enero de 2001.

— ¿Qué opina de Wikipedia como lugar del saber?
— Permite una escritura y distribución descentralizadas y en constante evolución, así como el tejido de múltiples enlaces hipertextuales, no tiene centro ni periferia: es una red en perpetua expansión y reconfiguración.

— ¿Y acerca del e-book como plataforma de investigación?
— El texto digital contemporáneo recuerda ciertas características de los textos antiguos: en sus formas más libres y fluidas, puede deconstruirse, atomizarse en fragmentos combinables e, incluso, ser plagiado. Las tabletas de lectura, como el Kindle, a menudo sujetadas con una sola mano, recuerdan a las tablillas antiguas. Desplazar las páginas es una versión simplificada de la ergonomía del códice. En la pantalla, las ventanas de procesamiento de texto se basan en el principio de desplazamiento vertical en columnas, más que en la horizontalidad del volumen antiguo.

— ¿Cómo es el paso a paso para estudiar las formas de lectura en la Antigüedad?
— La Antigüedad Clásica es un mundo distante y, nuestro conocimiento sobre ella, está mediado por los restos arqueológicos, las obras de arte, las inscripciones y los textos que han llegado hasta nosotros. Para acceder a ella, primero es necesario dominar conocimiento técnico y especializado, no solo de las lenguas antiguas, sino también de la historia de la transmisión de textos, la codicología, la papirología, entre otros. Luego viene la etapa de interpretación. A partir de ahí, podemos aplicar los métodos de la antropología cultural a las fuentes griegas, sean materiales, iconográficas o textuales, buscando entender la lógica y el significado de los mitos, el funcionamiento de un panteón politeísta y la formalidad de los gestos rituales. Por ultimo, las ciencias sociales nos ayudan a deshacernos de este sentido de inmediatez, al proporcionarnos las herramientas intelectuales para entender la especificidad de las sociedades y culturas antiguas.

— En su libro abordó a la biblioteca como un espacio fundamental. ¿Qué significa ese lugar para usted?
— Las bibliotecas son lugares de memoria, instrumentos de trabajo, instituciones sociales y horizontes mentales. Son como interfaces que nos permiten alcanzar el pasado o lugares lejanos, o revivir la voz y el pensamiento de autores fallecidos. Aunque compartimos las mismas bibliotecas, cada uno de nosotros sigue itinerarios de lectura muy personales y únicos. En una vida humana, visitamos y habitamos múltiples bibliotecas, como describieron Jorge Luis Borges y Alberto Manguel. En mi caso, han sido la Biblioteca Nacional de Francia, bibliotecas universitarias y mi biblioteca personal de algunos cientos de libros.

— ¿Qué significa conceptualizar las bibliotecas antiguas como algo más que simples depósitos de libros?
— La colección de libros tuvo un impacto en las formas de pensar, en la relación con la tradición y el lenguaje, en la posibilidad de ampliar el conocimiento y la curiosidad humana. Esto va más allá de la percepción inmediata, ya sea para escribir el pasado, cartografiar la Tierra, organizar el mundo natural, formalizar la gramática o la retórica, y, por supuesto, construir el corpus de la literatura. Además, en la Antigüedad, las bibliotecas eran lugares e instrumentos de poder y prestigio, financiadas y mantenidas tanto por las dinastías reales como por los emperadores romanos.

martes, 1 de abril de 2025

La casa-biblioteca de Bernardo Gómez-Pimienta



El siguiente artículo, publicado en La Jornada Semanal, de México, del 24 de marzo pasado, con firma de Xavier Guzmán Urbiola, da cuenta de la casa-bioblioteca, construida por el arquitecto Bernardo Gómez-Pimienta, un verdadero especialista en la construcción de bibliotecas.

Una casa biblioteca (y viceversa)

El espacio de una biblioteca tiene un carácter especial que, acaso, proviene de la naturaleza de los libros que alberga y de su dueño y lector. Muchos arquitectos han desarrollado proyectos específicos para sus bibliotecas, como Luis Barragán o Pedro Ramírez Vázquez, por mencionar sólo a dos. Este artículo trata sobre la que construyó en su casa el arquitecto francomexicano Bernardo Gómez-Pimienta (Bélgica 1961), también autor de la Biblioteca de Antonio Castro Leal en La Ciudadela (2011-2012), entre otras obras.

Por lo general, los arquitectos no leen novelas, ensayo, historia o temas de ciencia. Ellos cultivan su cultura visual. Son ávidos consumidores de revistas que ven, pero no leen. Por supuesto han existido honrosas excepciones. Luis Barragán formó una biblioteca selecta y entrañable; Jesús Barba otra portentosa con las novelas que leyó; Pedro Ramírez Vázquez, una gigantesca que urgiría saber su destino; Carlos Chanfón, una con joyas bibliográficas; Luis Ortiz Macedo, una más que desbordaba hasta el baño de visitas, donde se “exhibían” dibujos de Manuel Tolsá. Todos las presumían orgullosos y, generosos, las ofrecían a sus amigos o estudiantes. A ese selecto grupo pertenece Bernardo Gómez-Pimienta (Bruselas, 1961). Él, por su enorme curiosidad, lee desde niño. Así inició su biblioteca hace cincuenta y siete años.

Gómez-Pimienta es el autor del Hotel Habita (2000), la Estación de Bomberos Ave Fénix levantada en el predio expropiado luego del incendio del bar Lobombo (2006), y la Biblioteca de Antonio Castro Leal en La Ciudadela (2011-2012), entre tantísimas obras más. Es miembro de número de la Academia Mexicana de Arquitectura (2003) y, como fue educado biculturalmente, su cercanía con Francia lo llevó a ser nombrado Caballero de la Legión de Honor (2007) e integrante de la Academia Francesa de Arquitectos (2018), donde es el único representante de Latinoamérica. Es un viajero incansable a quien, antes de vencer su pasaporte, en una ocasión debieron sustituírselo, pues ya no tenía espacio para recibir sello alguno. Cierto día, en una comida me mostró un diario de viaje con sus bellísimos dibujos en una libreta Moleskine de hojas en zigzag. Debe tener decenas que algún día deberán publicarse.

Él mismo en 2000 compró una casa en Ave María, Coyoacán. Dicho inmueble se encuentra dentro de la Zona Patrimonial de SEDUVI, y de la Zona de Monumentos Históricos del INAH. Aquella residencia, levantada por los arquitectos Óscar F. Roemer y Aaron Swirski en 1967, se hallaba urgida de un nuevo destino. Bernardo decidió levantar ahí su hogar y reconstruir su vida rodeado de lo que más quiere: su familia y sus libros. Su casa se transformó en biblioteca. Entre 2021 y 2022 cambió las instalaciones hidrosanitarias y eléctricas, los baños, la cocina, eliminó arcos, modificó espacios, movió muros para hacerla luminosa y, respetando su ubicación y desarrollo, rehízo la escalera eliminando su pretil, le dio un destino a la azotea, pero “dentro de la casa ¿qué mejor papel tapiz que los libreros?”

Desde niño, Gómez-Pimienta recuerda libros en su casa. Su padre viajaba mucho y se los traía como regalo, después él se los encargaba. Cuando empezó a estudiar arquitectura se suscribió a la revista au. Hasta la fecha la recibe y hoy ocupa más de siete metros lineales de un estante. Su biblioteca cuenta con 14 mil volúmenes. “Bernardo, ¿qué le aporta la lectura a tu trabajo como arquitecto?” “Las Cartas de relación de Hernán Cortés o el intríngulis que llevó al asesinato de León Trotsky no tienen una aplicación directa en el proyecto y la construcción, pero sacian mi curiosidad y enriquecen mi cultura general.”

Sin embargo, faltaba un espacio específico en su nueva casa para darle un domicilio a sus libros. En la colindancia norte de su patio interior pudo adaptarlo. Ahí quedaba una huella de 10 por 4 metros de una construcción anterior, por lo tanto miraría al sur que, no siendo la mejor orientación, combina lo que una biblioteca requiere: silencio, un contenedor a cubierto para su acervo, luz natural para las mesas de trabajo y, por supuesto, para la lectura. Se trata de un espacio con un librero de piso a techo de 7.50 metros de alto, dividido por una losa de concreto que deja en planta baja un estudio de 2.40 libres y, en la planta alta los restantes 4.80, si descontamos la losa. El librero, contra la colindancia, para resistir un considerable peso muerto, se estructura en un muro de concreto y mampostería, muestra las placa de acero de un cuarto de pulgada exentas, las cuales forman los estantes y con viguetas lo dividen a 2.50 con un pasillo volado y traslúcido de cristal doble templado de 9 mm. Esto último le da transparencia y desde abajo cualquier interesado, por el área y tema, puede ver el último de sus estantes y localizar un libro específico. El piso es de recinto negro de losetas perfectamente cortadas y colocadas a hueso. La ventanería es un alarde: se trata de cristales de una hoja con entrantes y salientes para que no se vean las costillas y trabajen como atiesadores, pero además poseen una serie de ventanas caladas sobre el cristal con su marco para darle ventilación y evitar un efecto de invernadero. Así el lugar es fresco y seco. La escalera interior es de pasos cuatrapeados y aprovecha los peraltes para libreros, como hiciera el arquitecto Carlo Scarpa en Castelveccio. La escalera exterior de concreto descansa en el piso y el muro poniente, pero no llega a tocar la losa del ingreso. La finura de ese tipo de detalles, que Gómez-Pimienta cultiva desde joven en sus obras (Felipe Leal ha escrito que es capaz de proyectar “de la taza a la casa”), está presente en la unión de dos o más materiales; para entender sus sistemas constructivos, a veces cambia las geometrías y/o explica cómo se modula un material. El pasamanos del pasillo de la casa de sus libros es una lección de este tema, pues se dobla virtuosamente con continuidad y sin perder su eje.

Sobre la azotea de su biblioteca, Gómez-Pimienta quiso colocar una serie de tambos para cítricos y un huerto húmedo. “¿Qué pasa con las bibliotecas después de que faltan quienes las forman?” “No lo sé. Prefiero concentrarme en mi enorme edificio que está levantándose ahora en Puebla, mismo que contendrá un auditorio definido por columnas inclinadas (2024-2025), y contestarte que la lectura ha enriquecido mi carácter con rasgos de humor, me hace viajar y me ha hecho optimista. Nosotros solucionamos necesidades a personas y en las novelas he aprendido mucho sobre el temperamento de mis clientes.”